Alemania asumirá la jefatura semestral de la Unión Europea a partir de enero del 2007 y también con el nuevo año la presidencia del G8, el grupo de naciones más industrializadas del mundo más Rusia.

El ejecutivo comunitario contará con la novedad del ingreso de Bulgaria y Rumania sumando así 27 miembros y unos 493 millones de consumidores.

Berlín ha elegido el lema “Europa la forjamos entre todos” para una presidencia de turno que habrá de afrontar retos importantes como presentar propuestas que rescaten el proceso de respaldo a la Constitución europea, varado por sendos rechazos en referéndum de los ciudadanos franceses y holandeses en el 2005.

La agenda de trabajo de la presidencia semestral germana acumulará un vasto programa para la canciller Angela Merkel, quien ya ha avanzado como prioridad comunitaria el logro de un plan común de acción energética. En este sentido, Merkel anunció su apuesta por sentar las bases que garanticen en el futuro el suministro energético del ente comunitario mediante una apertura de mercados, además de su intención de negociar un acuerdo estratégico de gran calado con Rusia. Moscú está enfrascado en un conflicto con Bielorusia, país a través de cuyos gaseoductos fluyen las importaciones a Alemania. Teniendo en cuenta que más de un tercio del consumo de gas de Alemania proviene de Rusia, se comprende que Berlín haya recomendado moderación a su socio ruso en su disputa comercial con Bielorusia.

Ante tal dependencia en materia de energía es de cajón que Merkel se haya comprometido públicamente a dar prioridad a la lucha contra el cambio climático apostando por el fomento de las energías renovables, en la que tecnológicamente Alemania es pionera. A fin de cuentas esa sigue siendo la asignatura pendiente del G8.

En su doblete, la clave del éxito de Merkel pasará por saber convencer a sirios y a troyanos, especialmente en la cumbre del G8 a celebrar en junio, que el pragmatismo es la panacea de todos los males y que por lo tanto la seguridad de abastecimiento europea, comulga con los intereses de los países más industrializados.