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De pacificadores, al decir de Jesús, siempre han sido una minoría

El significado de la paz

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El título de este escrito es el mismo que lleva el cuento escrito por <b >Paulo Coelho</b>, publicado con el propósito “que los niños lo lean en compañía de sus padres durante el confinamiento”. Es pues un relato de entretenimiento que distorsiona el significado de la paz.


"Érase una vez un rey que gobernaba un reino en donde todo el mundo era feliz, a pesar de que los reinos vecinos vivían en un estado de guerra permanente”.

“Es peligroso vivir rodeados de guerra”, pensó el rey preocupado. “Un día se pueden cansar de luchar entre ellos y atacarnos. ¿Cómo les podemos enseñar a nuestros vecinos la importancia de la paz?”

Un día que el rey estaba sentado en la orilla de un lago, pasó un barquero al que le preguntó: “¿Se te ocurre cómo podríamos enseñar a nuestros vecinos la importancia de la paz?” El barquero le respondió: “Como todos hablan idiomas diferentes no sé si nos podríamos entender”. Después de un rato de pensar en las palabras del barquero al rey se le acudió la idea de consultar a sus súbditos: “Quien consiga crear un cuadro sobre la paz recibirá diez monedas de oro”. Finalizado el plazo establecido por el rey y estimulados por la recompensa todo el mundo pintó un cuadro siguiendo las bases del concurso establecidas por el rey.

Escogida la pintura “el cuadro viajó hacia muchos reyes, y uno a uno todos comprendieron el mensaje del rey, y la paz llenó sus corazones”. Colorín colorado y este cuento ha terminado. No creo que el lector crea la enseñanza que aporta el cuento de <b >Paulo Coelho</b>. No es nada más que una moraleja.

La paz no es precisamente una ausencia de guerra. A lo largo de la historia las naciones han firmado tratados de paz. Los cañones han dejado de vomitar fuego, pero en los países pacificados sus ciudadanos siguen resentidos, descontentos y el odio sigue aflorando en sus corazones lo cual genera nuevos conflictos. Siguiendo la táctica de las “fake news” los gobernantes dicen que han aprendido la lección y que esta ha sido la última guerra. Pero las guerras estallan de acá a acullá motivadas por fabricantes y traficantes de armas que no quieren perder su negocio. La paz verdadera se la tiene que ir a buscar en otro lugar.

Jesús en el llamado Sermón de la Montaña, entre otras cosas, dijo: “Felices los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5: 9). Pacificador, en el verdadero sentido de la palabra no lo es cualquier persona que tenga a flor de labios la palabra paz. A pesar de no estar en época navideña, recordar el nacimiento de Jesús es bueno hacerlo en cualquier época del año. El profeta Isaías que anunció la encarnación del Hijo de Dios lo hizo con estas palabras: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su Nombre…Príncipe de Paz” (9:5,6). Quienes creen en Jesús como a su Señor y Salvador poseen su Espíritu y, éste va formando en ellos la imagen de Jesús lo cual los convierte en personas felices porque en ellas se forma el carácter pacificador de Jesús, el Príncipe de Paz, se va formando en ellos. Los creyentes en Cristo se convierten en pacificadores y la paz se extiende en nuevas personas que asimismo creen en el Príncipe de Paz.

Nuestra sociedad mayormente está formada por persona, agnósticas, ateas, incrédulas, es decir, por personas no regeneradas que no saben lo que es “el camino de la paz” (Romanos 8: 17). Esta multitud, codo a codo con <b >Paulo Coelho</b> enseña a los niños “el significado de la paz” que no tiene nada que ver con el sentido que le da la Biblia. La enseñanza de <b >Paulo Coelho</b> es una fábula que jamás aportará paz genuina.

El papa Pablo VI promulgó que en el primer día del año se celebrase el día de la paz, con estas palabras: “Nos dirigimos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar el día de la paz en todo el mundo, en el primer día del año civil, 1 de enero de 1968.

Han transcurrido 52 años desde que se promulgó la celebración del día de la paz en todo el mundo. Por lo que se ve no se han encontrado hombres de buena voluntad que se encarguen de llevar la paz en el mundo. Guerras y rumores de guerra a doquier. No está al alcance de hombre instaurar la paz verdadera.

De pacificadores, al decir de Jesús, siempre han sido una minoría. Estas minorías que han vivido a lo largo de la historia serán .los ciudadanos del Reino de Dios eterno, en el que el pecado que es el causante de todos los males que nos afligen no habrá lugar en él. Quienes hoy son pacificadores a la vez que pecadores, son pacificadores muy imperfectos. Cuando se establezca el Reino de Dios eterno, estos pacificadores hoy defectuosos, habrán sido desposeídos de la más mínima mácula de pecado. Entonces y solamente entonces existirá una sociedad que vivirá en perfecta paz. 

El significado de la paz

De pacificadores, al decir de Jesús, siempre han sido una minoría
Octavi Pereña
lunes, 25 de mayo de 2020, 09:13 h (CET)

El título de este escrito es el mismo que lleva el cuento escrito por <b >Paulo Coelho</b>, publicado con el propósito “que los niños lo lean en compañía de sus padres durante el confinamiento”. Es pues un relato de entretenimiento que distorsiona el significado de la paz.


"Érase una vez un rey que gobernaba un reino en donde todo el mundo era feliz, a pesar de que los reinos vecinos vivían en un estado de guerra permanente”.

“Es peligroso vivir rodeados de guerra”, pensó el rey preocupado. “Un día se pueden cansar de luchar entre ellos y atacarnos. ¿Cómo les podemos enseñar a nuestros vecinos la importancia de la paz?”

Un día que el rey estaba sentado en la orilla de un lago, pasó un barquero al que le preguntó: “¿Se te ocurre cómo podríamos enseñar a nuestros vecinos la importancia de la paz?” El barquero le respondió: “Como todos hablan idiomas diferentes no sé si nos podríamos entender”. Después de un rato de pensar en las palabras del barquero al rey se le acudió la idea de consultar a sus súbditos: “Quien consiga crear un cuadro sobre la paz recibirá diez monedas de oro”. Finalizado el plazo establecido por el rey y estimulados por la recompensa todo el mundo pintó un cuadro siguiendo las bases del concurso establecidas por el rey.

Escogida la pintura “el cuadro viajó hacia muchos reyes, y uno a uno todos comprendieron el mensaje del rey, y la paz llenó sus corazones”. Colorín colorado y este cuento ha terminado. No creo que el lector crea la enseñanza que aporta el cuento de <b >Paulo Coelho</b>. No es nada más que una moraleja.

La paz no es precisamente una ausencia de guerra. A lo largo de la historia las naciones han firmado tratados de paz. Los cañones han dejado de vomitar fuego, pero en los países pacificados sus ciudadanos siguen resentidos, descontentos y el odio sigue aflorando en sus corazones lo cual genera nuevos conflictos. Siguiendo la táctica de las “fake news” los gobernantes dicen que han aprendido la lección y que esta ha sido la última guerra. Pero las guerras estallan de acá a acullá motivadas por fabricantes y traficantes de armas que no quieren perder su negocio. La paz verdadera se la tiene que ir a buscar en otro lugar.

Jesús en el llamado Sermón de la Montaña, entre otras cosas, dijo: “Felices los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5: 9). Pacificador, en el verdadero sentido de la palabra no lo es cualquier persona que tenga a flor de labios la palabra paz. A pesar de no estar en época navideña, recordar el nacimiento de Jesús es bueno hacerlo en cualquier época del año. El profeta Isaías que anunció la encarnación del Hijo de Dios lo hizo con estas palabras: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su Nombre…Príncipe de Paz” (9:5,6). Quienes creen en Jesús como a su Señor y Salvador poseen su Espíritu y, éste va formando en ellos la imagen de Jesús lo cual los convierte en personas felices porque en ellas se forma el carácter pacificador de Jesús, el Príncipe de Paz, se va formando en ellos. Los creyentes en Cristo se convierten en pacificadores y la paz se extiende en nuevas personas que asimismo creen en el Príncipe de Paz.

Nuestra sociedad mayormente está formada por persona, agnósticas, ateas, incrédulas, es decir, por personas no regeneradas que no saben lo que es “el camino de la paz” (Romanos 8: 17). Esta multitud, codo a codo con <b >Paulo Coelho</b> enseña a los niños “el significado de la paz” que no tiene nada que ver con el sentido que le da la Biblia. La enseñanza de <b >Paulo Coelho</b> es una fábula que jamás aportará paz genuina.

El papa Pablo VI promulgó que en el primer día del año se celebrase el día de la paz, con estas palabras: “Nos dirigimos a todos los hombres de buena voluntad para exhortarlos a celebrar el día de la paz en todo el mundo, en el primer día del año civil, 1 de enero de 1968.

Han transcurrido 52 años desde que se promulgó la celebración del día de la paz en todo el mundo. Por lo que se ve no se han encontrado hombres de buena voluntad que se encarguen de llevar la paz en el mundo. Guerras y rumores de guerra a doquier. No está al alcance de hombre instaurar la paz verdadera.

De pacificadores, al decir de Jesús, siempre han sido una minoría. Estas minorías que han vivido a lo largo de la historia serán .los ciudadanos del Reino de Dios eterno, en el que el pecado que es el causante de todos los males que nos afligen no habrá lugar en él. Quienes hoy son pacificadores a la vez que pecadores, son pacificadores muy imperfectos. Cuando se establezca el Reino de Dios eterno, estos pacificadores hoy defectuosos, habrán sido desposeídos de la más mínima mácula de pecado. Entonces y solamente entonces existirá una sociedad que vivirá en perfecta paz. 

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