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La pandemia que nos azota ha puesto de manifiesto la politización de la declaración del luto oficial

​El luto, expresión política del duelo

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Por el mes de marzo se comenzó a solicitar públicamente la declaración de luto nacional. Una petición de determinados líderes de la oposición dirigida al presidente del Gobierno. Estas palabras encontraron respuesta en la Comunidad de Madrid ya que su presidenta decretó luto oficial en su territorio con motivo de los fallecidos a consecuencia de la COVID-19. De esta manera, se convirtió en la primera en izar las banderas a media asta en el estado de alarma, iniciativa que días después seguirían otras regiones españolas. Mientras esto sucedía, el Gobierno de España guardaba silencio. Un silencio roto durante el primer pleno de mayo. El presidente español anuncia la declaración de luto nacional, más pronto que tarde, ante un Congreso que negocia su apoyo al Gobierno.

La declaración del luto nacional en España debe ser aprobada por el Gobierno y se hace realidad con la bandera a media asta, tal y como regula el Reglamento de Honores Militares, y con la ausencia de actos oficiales.

Sin embargo, el uso político de la declaración de luto oficial no es contemporáneo al coronavirus. Data de la Edad Media.

Por luto entendemos la expresión social del comportamiento de un grupo frente al duelo. Esta manifestación externa del sentimiento de pena se ha escenificado con diferentes acciones a lo largo de la historia.

El profeta Samuel nos relata como el rey David por el asesinato del comandante Abner insta a todos a «rasgad vuestras vestiduras, vestíos de saco y guardad luto por Abner».

El luto también tiene su referencia mitológica en Cipariso. Este joven de Ceos mata por accidente a un amigo y debido a su dolor pide a los dioses estar de luto hasta el final de sus días. Un deseo que le concede Apolo transformándole en ciprés: «luto serás desde este instante para la gente y consuelo serás de los dolientes». A raíz del mito, este árbol se relaciona con el duelo.

Además, en la Antigua Grecia la comunidad celebraba un banquete fúnebre, el perideipnon, con la finalidad de mostrar su dolor por uno de los suyos. Una costumbre que se mantuvo en la Antigua Roma, cultura que adoptó el negro como el color del luto. De esta manera, la persona enlutada era diferenciada socialmente del resto. A partir del siglo XVI, en el mundo occidental el negro se convierte, oficialmente, en el color del duelo.

También de la Edad Antigua nos llega la relación de la expresión «a media asta» con la muerte, en referencia a las columnas quebradas que se colocaban cercanas a las tumbas. Con el tiempo esta voz es recogida por el ceremonial marítimo. La tradición recuerda que las velas y el pabellón se colocaban a media asta en los navíos como muestra de dolor por el fallecimiento de autoridades.

El luto como estrategia política

Durante la Edad Media el luto se traslada del ámbito social y religioso al político. Este uso del luto como estrategia de comunicación política es practicado por los Trastámara.

Los monarcas encontraron en el luto una escenificación perfecta de unión con su pueblo ante la pena por la pérdida de un ser querido familiar o socialmente. Y a su vez, se convertía en una manifestación de lealtad de los súbditos hacia su rey.

A partir del siglo XV se comienzan a adoptar otras manifestaciones de luto desde el poder político como la suspensión de actividades festivas durante los días de duelo, el uso del crespón en las armas de la villa, o recursos sonoros, como el doblar de las campanas.

Estas expresiones de dolor oficial llegan hasta el siglo XX, tal y como podemos leer en El Imparcial con motivo del fallecimiento de la reina María Cristina: «los edificios públicos, además de la bandera a media asta, pusieron colgaduras negras o cubiertas con crespones».

La crisis sanitaria es la responsable de la primera, y confiemos única, declaración de luto nacional en 2020 en España. Una herramienta del Estado dispuesta para que todo el pueblo español en común exprese su duelo por las víctimas de esta enfermedad. El luto, así expresado, debe superar el negocio político porque solamente desde el sincero y vacuo dolor podremos sentir como el luto se nos mete «hasta el alma», recordando las palabras de Delibes en La sombra del ciprés es alargada.

​El luto, expresión política del duelo

La pandemia que nos azota ha puesto de manifiesto la politización de la declaración del luto oficial
María del Carmen Portugal Bueno
lunes, 11 de mayo de 2020, 09:08 h (CET)

Por el mes de marzo se comenzó a solicitar públicamente la declaración de luto nacional. Una petición de determinados líderes de la oposición dirigida al presidente del Gobierno. Estas palabras encontraron respuesta en la Comunidad de Madrid ya que su presidenta decretó luto oficial en su territorio con motivo de los fallecidos a consecuencia de la COVID-19. De esta manera, se convirtió en la primera en izar las banderas a media asta en el estado de alarma, iniciativa que días después seguirían otras regiones españolas. Mientras esto sucedía, el Gobierno de España guardaba silencio. Un silencio roto durante el primer pleno de mayo. El presidente español anuncia la declaración de luto nacional, más pronto que tarde, ante un Congreso que negocia su apoyo al Gobierno.

La declaración del luto nacional en España debe ser aprobada por el Gobierno y se hace realidad con la bandera a media asta, tal y como regula el Reglamento de Honores Militares, y con la ausencia de actos oficiales.

Sin embargo, el uso político de la declaración de luto oficial no es contemporáneo al coronavirus. Data de la Edad Media.

Por luto entendemos la expresión social del comportamiento de un grupo frente al duelo. Esta manifestación externa del sentimiento de pena se ha escenificado con diferentes acciones a lo largo de la historia.

El profeta Samuel nos relata como el rey David por el asesinato del comandante Abner insta a todos a «rasgad vuestras vestiduras, vestíos de saco y guardad luto por Abner».

El luto también tiene su referencia mitológica en Cipariso. Este joven de Ceos mata por accidente a un amigo y debido a su dolor pide a los dioses estar de luto hasta el final de sus días. Un deseo que le concede Apolo transformándole en ciprés: «luto serás desde este instante para la gente y consuelo serás de los dolientes». A raíz del mito, este árbol se relaciona con el duelo.

Además, en la Antigua Grecia la comunidad celebraba un banquete fúnebre, el perideipnon, con la finalidad de mostrar su dolor por uno de los suyos. Una costumbre que se mantuvo en la Antigua Roma, cultura que adoptó el negro como el color del luto. De esta manera, la persona enlutada era diferenciada socialmente del resto. A partir del siglo XVI, en el mundo occidental el negro se convierte, oficialmente, en el color del duelo.

También de la Edad Antigua nos llega la relación de la expresión «a media asta» con la muerte, en referencia a las columnas quebradas que se colocaban cercanas a las tumbas. Con el tiempo esta voz es recogida por el ceremonial marítimo. La tradición recuerda que las velas y el pabellón se colocaban a media asta en los navíos como muestra de dolor por el fallecimiento de autoridades.

El luto como estrategia política

Durante la Edad Media el luto se traslada del ámbito social y religioso al político. Este uso del luto como estrategia de comunicación política es practicado por los Trastámara.

Los monarcas encontraron en el luto una escenificación perfecta de unión con su pueblo ante la pena por la pérdida de un ser querido familiar o socialmente. Y a su vez, se convertía en una manifestación de lealtad de los súbditos hacia su rey.

A partir del siglo XV se comienzan a adoptar otras manifestaciones de luto desde el poder político como la suspensión de actividades festivas durante los días de duelo, el uso del crespón en las armas de la villa, o recursos sonoros, como el doblar de las campanas.

Estas expresiones de dolor oficial llegan hasta el siglo XX, tal y como podemos leer en El Imparcial con motivo del fallecimiento de la reina María Cristina: «los edificios públicos, además de la bandera a media asta, pusieron colgaduras negras o cubiertas con crespones».

La crisis sanitaria es la responsable de la primera, y confiemos única, declaración de luto nacional en 2020 en España. Una herramienta del Estado dispuesta para que todo el pueblo español en común exprese su duelo por las víctimas de esta enfermedad. El luto, así expresado, debe superar el negocio político porque solamente desde el sincero y vacuo dolor podremos sentir como el luto se nos mete «hasta el alma», recordando las palabras de Delibes en La sombra del ciprés es alargada.

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