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Patxo Palacios

Tiempo de enmendar errores

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En estas fechas de balances de todo tipo, corresponde analizar algunos aspectos de la política nacional e internacional sobre los que nuestros representantes políticos deberían reflexionar en profundidad y corregir cara a 2007 por lo mucho que hay en juego.

Comenzando por lo nacional, el Gobierno español debe asentar de manera definitiva el proceso de paz que tantos altibajos viene sufriendo y dejar claras las condiciones a ETA sobre el qué se va a hablar y que todas las decisiones de calado (mesa de partidos, referendum, excarcelaciones, modificación de la ley...) se hará con el beneplácito del Parlamento, que es donde genuinamente reside la soberanía del pueblo.

A este respecto, uno no entiende el especial énfasis del monarca en su discurso navideño sobre la Constitución como bien supremo y - al parecer - inmutable. Pues no, como cualquier ley, aun siendo orgánica y ley de leyes, y como tal sujeta a condiciones especiales para su modificación, se podrá discutir lo que sea sobre ella en un Estado de Derecho en que vivimos, ¿no?.

Seré más concreto: desde una perspectiva puramente democrática, no me gusta, por ejemplo, el artículo que reserva al Ejército las funciones de garante de la 'indisoluble' unidad de España (sin admitir que se pueda votar siquiera).

Otra cuestión que permanece dormida ahí como si no existiese es la situación lamentable del pueblo saharaui, al cual el pueblo español ha abandonado a su triste suerte, tras haber sido protectorado y colonia. Los marroquíes los han machacado, incumpliendo reiteradamente el compromiso adquirido de referendum en el territorio para solucionar su situación y recuperar su autonomía... Mientras tanto, España - al parecer - tiene otras prioridades internacionales.

Siguiendo con el ámbito internacional, la sangría de la guerra civil en Irak (puesto que iraquíes matan a iraquíes, básicamente) no cesa. El clamoroso error de la intervención de Inglaterra y EE.UU. ha propiciado más enconamiento en la zona, pese a que los propósitos de ayudar a asentar la democracia allí y eliminar las - nunca encontradas - armas de destrucción masiva fueran loables.
Un dato: la guerra en Irak se ha cobrado más víctimas que las bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima juntas. La guerra es un horror en sí misma y como tal debe ser siempre el último remedio para solventar cualquier conflicto; no es este el caso, como sí lo fue en Los Balcanes o en la II Guerra Mundial. Hemos tenido muchas como para no entender que la mayoría de las guerras, aun las preventivas, generan más odios, venganzas y muertes de inocentes que los bienes que se pretenden salvaguardar.

Cometido el error, americanos e ingleses no han tenido la gallardía de rectificar a tiempo y de haber dejado la zona, dejando a la ONU que liderara la labor de pacificación y democratización de la zona por parte de Occidente. Papelón de la ONU, para variar, por cierto. Kofi Annan ha fracasado clamorosamente, esperemos que su sucesor tenga más fortuna y capacidad de liderazgo para actuar en Oriente Medio, tanto en Irak como en Irán y parar los pies al iluminado Amahdineyad en su escalada de enriquecimiento de uranio para fabricar bombas atómicas, que nos puede llevar a otro big bang, si al discípulo de Jomeini le da por ahí.

Sobre el papel de la ONU en el conflicto árabe-israelí, no es de recibo su constante 'lavada de manos' ante las constantes vulneraciones de los acuerdos de paz y treguas que palestinos e israelitas van pactando a duras penas. Y la solución, desde fuera, pasa inevitablemente por que Israel respete las fronteras decididas en 1967, abandone los territorios ocupados y se establezca una zona israelita en Jerusalem y otra bajo gobierno palestino. Los radicales violentos de ambos pueblos seguirán utilizando el asesinato para imponer su criterio 'a fuego', a buen seguro, como hasta ahora. Es ahí donde Ehud Olmert y Mahmud deben imponer su autoridad, con la ayuda de la ONU y EE.UU. Pero la solución pasa por el respeto de palestinos e israelitas al derecho a existir de ambos, en las fronteras decididas hace 40 años.

En este sentido, es una buena noticia el reciente desbloqueo por parte del primer ministro israelí de algo más de 75 millones de euros de fondos palestinos retenidos, que servirán para paliar la crisis y carencias que sufre la población civil palestina.

Tiempo de enmendar errores

Patxo Palacios
Patxo Palacios
miércoles, 27 de diciembre de 2006, 02:45 h (CET)
En estas fechas de balances de todo tipo, corresponde analizar algunos aspectos de la política nacional e internacional sobre los que nuestros representantes políticos deberían reflexionar en profundidad y corregir cara a 2007 por lo mucho que hay en juego.

Comenzando por lo nacional, el Gobierno español debe asentar de manera definitiva el proceso de paz que tantos altibajos viene sufriendo y dejar claras las condiciones a ETA sobre el qué se va a hablar y que todas las decisiones de calado (mesa de partidos, referendum, excarcelaciones, modificación de la ley...) se hará con el beneplácito del Parlamento, que es donde genuinamente reside la soberanía del pueblo.

A este respecto, uno no entiende el especial énfasis del monarca en su discurso navideño sobre la Constitución como bien supremo y - al parecer - inmutable. Pues no, como cualquier ley, aun siendo orgánica y ley de leyes, y como tal sujeta a condiciones especiales para su modificación, se podrá discutir lo que sea sobre ella en un Estado de Derecho en que vivimos, ¿no?.

Seré más concreto: desde una perspectiva puramente democrática, no me gusta, por ejemplo, el artículo que reserva al Ejército las funciones de garante de la 'indisoluble' unidad de España (sin admitir que se pueda votar siquiera).

Otra cuestión que permanece dormida ahí como si no existiese es la situación lamentable del pueblo saharaui, al cual el pueblo español ha abandonado a su triste suerte, tras haber sido protectorado y colonia. Los marroquíes los han machacado, incumpliendo reiteradamente el compromiso adquirido de referendum en el territorio para solucionar su situación y recuperar su autonomía... Mientras tanto, España - al parecer - tiene otras prioridades internacionales.

Siguiendo con el ámbito internacional, la sangría de la guerra civil en Irak (puesto que iraquíes matan a iraquíes, básicamente) no cesa. El clamoroso error de la intervención de Inglaterra y EE.UU. ha propiciado más enconamiento en la zona, pese a que los propósitos de ayudar a asentar la democracia allí y eliminar las - nunca encontradas - armas de destrucción masiva fueran loables.
Un dato: la guerra en Irak se ha cobrado más víctimas que las bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima juntas. La guerra es un horror en sí misma y como tal debe ser siempre el último remedio para solventar cualquier conflicto; no es este el caso, como sí lo fue en Los Balcanes o en la II Guerra Mundial. Hemos tenido muchas como para no entender que la mayoría de las guerras, aun las preventivas, generan más odios, venganzas y muertes de inocentes que los bienes que se pretenden salvaguardar.

Cometido el error, americanos e ingleses no han tenido la gallardía de rectificar a tiempo y de haber dejado la zona, dejando a la ONU que liderara la labor de pacificación y democratización de la zona por parte de Occidente. Papelón de la ONU, para variar, por cierto. Kofi Annan ha fracasado clamorosamente, esperemos que su sucesor tenga más fortuna y capacidad de liderazgo para actuar en Oriente Medio, tanto en Irak como en Irán y parar los pies al iluminado Amahdineyad en su escalada de enriquecimiento de uranio para fabricar bombas atómicas, que nos puede llevar a otro big bang, si al discípulo de Jomeini le da por ahí.

Sobre el papel de la ONU en el conflicto árabe-israelí, no es de recibo su constante 'lavada de manos' ante las constantes vulneraciones de los acuerdos de paz y treguas que palestinos e israelitas van pactando a duras penas. Y la solución, desde fuera, pasa inevitablemente por que Israel respete las fronteras decididas en 1967, abandone los territorios ocupados y se establezca una zona israelita en Jerusalem y otra bajo gobierno palestino. Los radicales violentos de ambos pueblos seguirán utilizando el asesinato para imponer su criterio 'a fuego', a buen seguro, como hasta ahora. Es ahí donde Ehud Olmert y Mahmud deben imponer su autoridad, con la ayuda de la ONU y EE.UU. Pero la solución pasa por el respeto de palestinos e israelitas al derecho a existir de ambos, en las fronteras decididas hace 40 años.

En este sentido, es una buena noticia el reciente desbloqueo por parte del primer ministro israelí de algo más de 75 millones de euros de fondos palestinos retenidos, que servirán para paliar la crisis y carencias que sufre la población civil palestina.

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