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Opinión
Etiquetas | Cayetano Rivera | Tauromaquia | Animalismo
​Al final decides hacerte el chisposo y lanzar una propuesta a los animalistas diciendo que adopten a todos esos toros

Carta a Cayetano Rivera

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Tras los muros

Cayetano Rivera,

Es probable que te suene mi nombre, de hecho me tienes bloqueado en twitter. Cobarde en las redes y cobarde en los ruedos. Así eres tú.

Vuelves a ser noticia y para no variar no es por sinceridad, empatía o inteligencia que regreses a los titulares, pero entiendo que es imposible ofrecer evidencias de aquello de lo que se carece. Numerosas personas ya te han expresado en las redes la opinión que les merecen tus últimas declaraciones y por ende tú calidad como ser humano, porque no finges, eres lo que defiendes, defiendes lo que haces y lo que haces manifiesta lo que eres, y ninguno de esos verbos rima en ti con buena persona. No es la primera vez, y me viene a la memoria entre otras aquella que dijiste que desearías que esos que se hacen llamar animalistas le profesaran a las personas tanto amor y respeto como tú le tienes al toro. Para vomitar directamente. Lo cierto es que el desprecio y asco de tantos te lo ganas a pulso con tus palabras y actos, del mismo modo que has vuelto a hacer gala de tu característica del primer párrafo cuando has corrido a denunciar que tienes miedo por haber recibido amenazas de muerte. Cayetano, ¿no te parece que ya está muy manida esa estrategia victimista por vuestra parte y, sobre todo, no entiendes que cada tarde de corrida deja claro que aquí los únicos, repito, los únicos que matáis sois vosotros? Deberíais renovar el repertorio de falacias para intentar demonizar no sólo al movimiento por los derechos de los animales, sino a una inmensa parte de la sociedad que sin ser activista siente repugnancia por vuestra forma sangrienta de ganaros la vida.

Tienes la desfachatez de asegurar que enviar a los toros al sacrificio, al contrario de hacerlo a una plaza para ser lidiados, es condenarlos a una muerte prematura, y añades que «No van a tener la oportunidad de salvar la vida a través de su fuerza, su nobleza o su embestida que es para lo que son criados». Y aprovecho para apuntar que desde la COPE, donde según su titular nos dejas KO a los animalistas con tu entrevista, escriben “envestida”. Creo que quien se queda noqueada aquí es la gramática a manos de esta emisora taurina.

Pero volvamos a ti: ¿cómo se puede ser tan cínico? Los toros van al matadero cuando cuentan entre 4 y 6 años, en el ruedo se les lidia con 5 ó 6 y su esperanza de vida si se les deja en paz es de unos 20 años. ¿De verdad dices que la tauromaquia le otorga al toro no morir antes de tiempo? Tú tienes 43 años, y de haber sido toro en vez de la persona que los tortura llevarías unos 22 años en una caja. Estoy convencido de que en ese caso sí te parecería prematura tu muerte aunque hubiese sido entre “Olés”, pasodobles y tu verdugo te jurase amor y respeto sobre tu cadáver.

¿Salvar la vida el toro?, como si alguna de las dos alternativas no significase la muerte para esa criatura, como si fuésemos imbéciles y no viésemos que lo que realmente te duele y falta en la segunda es que tú puedas torturarlos y cobrar por ello varios cientos de miles de euros. Al leerte me he acordado de un acertijo que circulaba por las redes. En él se explicaba que un asesino en serie daba a elegir una píldora entre dos a su víctima, siendo una de ellas inofensiva y la otra veneno. El asesino se tomaba una y la víctima la otra con un vaso de agua. Y la pregunta era que cómo se las arreglaba el psicópata para matar siempre a la víctima. Así es tu opción para ese toro que dices que pierde la oportunidad de salvar su vida en la plaza: letal en cualquier caso, igual que para el desdichado envenenado del enigma, y sabes bien que tu pretendida magnanimidad hacia quien no ha hecho nada para merecer esa suerte no es más que una mentira ruin que trata de disimular infructuosamente que ese toro saldrá sí o sí del ruedo arrastrado, agonizando y dejando un rastro de hemorragias. Y en el caso de ser uno de los poquísimos “indultados” -¿dónde está su delito?- acabará sacrificado porque las heridas que le habrás infligido serán mortales casi siempre.

Cierto que el toro tiene fuerza, Cayetano, de ahí que en tu cobardía (de nuevo) necesites que esté ya malherido cuando te enfrentas a él. Y sí, tiene nobleza como cuentas, toda la que a ti te falta y cuyo espacio has rellenado de impiedad e hipocresía. La embestida a estas alturas ya sabemos que es el último recurso de un herbívoro que se ve herido, agotado y acorralado, porque la plaza está diseñada para que él no pueda escapar de ella y los burladeros para que tú sí puedas refugiarte. Lo de que han sido criados para eso ya se los habíamos oído a los esclavistas al referirse a seres humanos, lo que ocurre es que más de siglo y medio después hay quienes todavía utilizáis ese discurso sin que se os caiga la cara de vergüenza.

Al final decides hacerte el chisposo y lanzar una propuesta a los animalistas diciendo que adopten a todos esos toros.

Mira, Cayetano: la solución para la pederastia o la violencia de género no es la adopción de esos niños y mujeres, sino su protección empezando por leyes que tipifiquen esas acciones como delito. Y ese es uno de los objetivos del activismo por los derechos de los animales (que tampoco quiere mataderos): que la tauromaquia se convierta en un hecho ilegal igual que ya lo son las peleas de perros, lanzar una cabra desde un campanario o alancear a un toro. Y en ese propósito a la mayor parte de las ciudadanas y ciudadanos nos tienes enfrente, matador, porque lo que tú haces en la plaza nos parece un acto de crueldad y cobardía amparado en embustes, y en lo que realmente eres tú “maestro” es en esas tres condiciones, pero de nada te sirven ante mujeres y hombres que tienen de su lado la fuerza porque sus armas son la ciencia, la empatía y la no violencia. Tú, con tus puyas, tus banderillas, tus espadas, tus estoques de descabello y tus manos manchadas de sangre ajena eres el que pierde esta batalla, Cayetano. No lo dudes.

Carta a Cayetano Rivera

​Al final decides hacerte el chisposo y lanzar una propuesta a los animalistas diciendo que adopten a todos esos toros
Julio Ortega Fraile
martes, 28 de abril de 2020, 08:38 h (CET)



Tras los muros

Cayetano Rivera,

Es probable que te suene mi nombre, de hecho me tienes bloqueado en twitter. Cobarde en las redes y cobarde en los ruedos. Así eres tú.

Vuelves a ser noticia y para no variar no es por sinceridad, empatía o inteligencia que regreses a los titulares, pero entiendo que es imposible ofrecer evidencias de aquello de lo que se carece. Numerosas personas ya te han expresado en las redes la opinión que les merecen tus últimas declaraciones y por ende tú calidad como ser humano, porque no finges, eres lo que defiendes, defiendes lo que haces y lo que haces manifiesta lo que eres, y ninguno de esos verbos rima en ti con buena persona. No es la primera vez, y me viene a la memoria entre otras aquella que dijiste que desearías que esos que se hacen llamar animalistas le profesaran a las personas tanto amor y respeto como tú le tienes al toro. Para vomitar directamente. Lo cierto es que el desprecio y asco de tantos te lo ganas a pulso con tus palabras y actos, del mismo modo que has vuelto a hacer gala de tu característica del primer párrafo cuando has corrido a denunciar que tienes miedo por haber recibido amenazas de muerte. Cayetano, ¿no te parece que ya está muy manida esa estrategia victimista por vuestra parte y, sobre todo, no entiendes que cada tarde de corrida deja claro que aquí los únicos, repito, los únicos que matáis sois vosotros? Deberíais renovar el repertorio de falacias para intentar demonizar no sólo al movimiento por los derechos de los animales, sino a una inmensa parte de la sociedad que sin ser activista siente repugnancia por vuestra forma sangrienta de ganaros la vida.

Tienes la desfachatez de asegurar que enviar a los toros al sacrificio, al contrario de hacerlo a una plaza para ser lidiados, es condenarlos a una muerte prematura, y añades que «No van a tener la oportunidad de salvar la vida a través de su fuerza, su nobleza o su embestida que es para lo que son criados». Y aprovecho para apuntar que desde la COPE, donde según su titular nos dejas KO a los animalistas con tu entrevista, escriben “envestida”. Creo que quien se queda noqueada aquí es la gramática a manos de esta emisora taurina.

Pero volvamos a ti: ¿cómo se puede ser tan cínico? Los toros van al matadero cuando cuentan entre 4 y 6 años, en el ruedo se les lidia con 5 ó 6 y su esperanza de vida si se les deja en paz es de unos 20 años. ¿De verdad dices que la tauromaquia le otorga al toro no morir antes de tiempo? Tú tienes 43 años, y de haber sido toro en vez de la persona que los tortura llevarías unos 22 años en una caja. Estoy convencido de que en ese caso sí te parecería prematura tu muerte aunque hubiese sido entre “Olés”, pasodobles y tu verdugo te jurase amor y respeto sobre tu cadáver.

¿Salvar la vida el toro?, como si alguna de las dos alternativas no significase la muerte para esa criatura, como si fuésemos imbéciles y no viésemos que lo que realmente te duele y falta en la segunda es que tú puedas torturarlos y cobrar por ello varios cientos de miles de euros. Al leerte me he acordado de un acertijo que circulaba por las redes. En él se explicaba que un asesino en serie daba a elegir una píldora entre dos a su víctima, siendo una de ellas inofensiva y la otra veneno. El asesino se tomaba una y la víctima la otra con un vaso de agua. Y la pregunta era que cómo se las arreglaba el psicópata para matar siempre a la víctima. Así es tu opción para ese toro que dices que pierde la oportunidad de salvar su vida en la plaza: letal en cualquier caso, igual que para el desdichado envenenado del enigma, y sabes bien que tu pretendida magnanimidad hacia quien no ha hecho nada para merecer esa suerte no es más que una mentira ruin que trata de disimular infructuosamente que ese toro saldrá sí o sí del ruedo arrastrado, agonizando y dejando un rastro de hemorragias. Y en el caso de ser uno de los poquísimos “indultados” -¿dónde está su delito?- acabará sacrificado porque las heridas que le habrás infligido serán mortales casi siempre.

Cierto que el toro tiene fuerza, Cayetano, de ahí que en tu cobardía (de nuevo) necesites que esté ya malherido cuando te enfrentas a él. Y sí, tiene nobleza como cuentas, toda la que a ti te falta y cuyo espacio has rellenado de impiedad e hipocresía. La embestida a estas alturas ya sabemos que es el último recurso de un herbívoro que se ve herido, agotado y acorralado, porque la plaza está diseñada para que él no pueda escapar de ella y los burladeros para que tú sí puedas refugiarte. Lo de que han sido criados para eso ya se los habíamos oído a los esclavistas al referirse a seres humanos, lo que ocurre es que más de siglo y medio después hay quienes todavía utilizáis ese discurso sin que se os caiga la cara de vergüenza.

Al final decides hacerte el chisposo y lanzar una propuesta a los animalistas diciendo que adopten a todos esos toros.

Mira, Cayetano: la solución para la pederastia o la violencia de género no es la adopción de esos niños y mujeres, sino su protección empezando por leyes que tipifiquen esas acciones como delito. Y ese es uno de los objetivos del activismo por los derechos de los animales (que tampoco quiere mataderos): que la tauromaquia se convierta en un hecho ilegal igual que ya lo son las peleas de perros, lanzar una cabra desde un campanario o alancear a un toro. Y en ese propósito a la mayor parte de las ciudadanas y ciudadanos nos tienes enfrente, matador, porque lo que tú haces en la plaza nos parece un acto de crueldad y cobardía amparado en embustes, y en lo que realmente eres tú “maestro” es en esas tres condiciones, pero de nada te sirven ante mujeres y hombres que tienen de su lado la fuerza porque sus armas son la ciencia, la empatía y la no violencia. Tú, con tus puyas, tus banderillas, tus espadas, tus estoques de descabello y tus manos manchadas de sangre ajena eres el que pierde esta batalla, Cayetano. No lo dudes.

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