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Parece que Pedro Sánchez y los suyos no aceptan ni el más mínimo ápice de crítica

La espiral del miedo

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Estamos viviendo un tiempo en el que no es nada extraño que el miedo se haga presente en las vidas de las gentes. Miedo al contagio, miedo a la muerte, y, especialmente, miedo a lo que vendrá, miedo a un futuro de horizontes negros, sombríos e inciertos. La fúnebre contabilidad de muertos e infectados de la que cada día nos informa la “autoridad competente” nos habla de miles de fallecidos afectados por el COVID-19, Una cifra en la que los responsables no se ponen de acuerdo, y que ha hecho que algunos registros civiles hayan dejado de inscribir los fallecidos por acumulación de trabajo. Actualmente desconocemos el criterio empleado para llenar cada día la triste casilla de los fallecidos e infectados. La explicación que se nos da es que se producen fallecimientos en centros sanitarios, residencias de la tercera edad y domicilios particulares y esto hace difícil dar a ciencia cierta un número de fallecidos.


Los casos positivos de COVID-19 todavía son más difíciles de computar. Para hacerlo con exactitud se debería analizar a todos los ciudadanos, y eso, actualmente, es imposible, no existe material suficiente para hacerlo. Hay científicos que ya hablan de numerosas personas que han sufrido el ataque del virus antes de la declaración de pandemia y que fueron tratados como si padecieran una simple afección gripal. En resumen, estamos ante un virus desconocido, no existe vacuna alguna contra él, y pese al esfuerzo de los científicos para encontrar una solución ésta todavía tardará en llegar.


El Gobierno español no lo está haciendo bien, está haciendo lo que puede, intentado tomar soluciones ante lo desconocido. Pero quienes no tienen legitimidad alguna para criticarlo son los políticos de la derecha extrema y la extrema derecha. Un vistazo a las hemerotecas nos ilustra sobre las actitudes de aquel partido Popular, con Marino Rajoy al frente, un PP que desmanteló la sanidad madrileña de la mano de Esperanza Aguirre y sus sucesores, un PP que dejó sin vacuna a miles de ciudadanos españoles contagiados por la hepatitis C, un PP que allá donde ha tenido el Gobierno ha adjudicado prebendas a la sanidad privada en perjuicio de la sanidad pública. Por tanto, ellos, los carroñeros seguidores de la gaviota azulada y sus secuaces de VOX, no podemos olvidar que Abascal lleva años viviendo de las “mamandurrias” de su maestra Aguirre, no tienen razón moral alguna para criticar al Gobierno PSOE/UNIDAS PODEMOS. La única razón que les mueve a querer descabalgar a Pedro Sánchez y sus ministros del banco azul del Gobierno es el odio y la sumisión que desde años les llevan a ser peones del capitalismo más sucio de los socios del IBEX-35.


Pero eso no es óbice para reconocer que el Gobierno español lo está haciendo mal, y por tanto no podemos estar callados, el miedo no nos puede hacer callar. Ni el miedo ni los uniformes que cada día aparecen en la televisión para darnos “el parte”, las novedades que publicita un denominado equipo técnico en el que de cinco componentes tres van uniformados y con el pecho lleno de medallas. Esta, es mi opinión, no es una buena manera de hacer bien las cosas. A muchos, desde el principio de estas apariciones, los mandos militares, de la guardia civil y de la policía no nos producen ninguna credibilidad, ni tampoco vemos la necesidad de su presencia para que simplemente nos digan que han encontrado 30 kilos de naranjas que habían sido robadas, o, como ha hecho el General Jefe del Ejercito, nos recuerde el refranero español. Queremos eficacia, y la eficacia nos la pueden dar los técnicos no los militares.


Dicen que se puede engañar a muchos muchas veces pero que no es posible engañar a todos todas las veces. Y eso le ha pasado esta semana al Gobierno español, no han podido engañar a todos todas las veces. Dar la palabra a las gentes de uniforme no es una buena idea, su lenguaje no es el de los civiles y puede dar lugar a equívocos. El General Santiago, de la Guardia Civil, según el Ministro Marlaska ha tenido un lapsus, y gracias al mismo nos hemos enterado que envió un mail a todas las comandancias de la Benemérita para que vigilaran y compilaran las críticas y bulos que sobre el COVID-19 criticaran al Gobierno. Vade retro, ¿vivimos en democracia?, si es así con esta actuación de los hombres del tricornio ¿dónde queda la libertad de expresión? Me temo que un poco malparada.


La portavoz del Gobierno ha querido arreglarlo, pero lo ha hecho a la antigua manera del “mantenella y no enmendalla” de cuando en el Imperio español no se ponía el Sol. Creo que algunos deben de dejar de soñar en antiguas grandezas imperiales, y comenzar a conocer el suelo que pisan cuando se apean del coche oficial. Deben salir un poco más de los despachos, convivir con la gente, ver cómo viven algunos y como malviven otros. Los políticos, todos, deben salir de sus acomodados despachos y conocer la vida real, la del autónomo que ha tenido que pagar la cuota de la Seguridad Social del mes de Marzo sin haber podido facturar y con el puesto de trabajo cerrado, y esto se hubiera podido evitar si se hubiera previsto, la vida de los centenares de miles de parados afectados por los ERTE que esperaban el 10 de Abril para cobrar y se han quedado con las mieles del subsidio en la boca, la vida de los que se han quedado sin los pocos ingresos que un contrato por horas les daba y que, es posible, no tengan derecho al subsidio de paro cuando su empresa, posiblemente, desaparezca, la vida de miles de familias que se han quedado sin ningún tipo de ingresos y que ya saben lo que es pasar hambre, la vida de las parejas confinadas en menos de 60 metros cuadrados con tres niños pequeños. El desconocimiento de casos como estos, pura vida del día a día, y de otros similares hace que algunas disposiciones gubernamentales nos parezcan tomadas por un grupo de aprendices desconocedores de la vida real. Aunque la verdad creo que lo que está pasando es que este Gobierno, al que muchos, ellos mismos, se empeñan en definir como el más izquierdoso que ha tenido España, se encuentran atados de pies y manos ante las presiones del gran capital, una parte de la prensa e incluso por la cúpula judicial,


Ya sé que un Gobierno de la derecha extrema y la extrema derecha lo haría mucho peor, pero eso no es excusa para esconder las críticas a lo que, considero, se está haciendo mal. Se comenzó mal centralizando todo el poder en un Ministerio, el de Sanidad, que hace más de veinte años tiene transferidas las competencias a las CC.AA, se siguió haciendo mal las cosas imponiendo a golpe de “Ucase” las soluciones a tomar para después, en casos como el de Catalunya, tomar quince días después de manera general las medidas que la Generalitat había solicitado. Se ha hecho mal dando mando en plaza a la institución de la Guardia Civil para que haga de escudo protector del Gobierno.


Parece que Pedro Sánchez y los suyos no aceptan ni el más mínimo ápice de crítica. Se consideran intocables, cuando no pueden ser más que dioses con los pies de barro. Lo primero que deben hacer un Gobierno y sus hooligans es reconocer los errores, todos, todos somos humanos y nos podemos equivocar, el reconocer los errores nos hace más humanos y más grandes. Yo prefiero un político que se atreva a decir que erró que a uno que, altanero, azuce a los suyos contra quienes le critican, algunos políticos suelen olvidar que la crítica va con el sueldo. No tengo ninguna intención en que España cambie de Gobierno, y menos ahora que estamos atravesando el río del COVID-19, solo pido que cumplan con su tarea, la de gobernar y que dejen de querer darnos miedo enviando al Ejercito a patrullar las calles o a ordenar la cola del supermercado, no me gusta esa imagen. Y para miedo ya tenemos bastante con la amenaza del virus. Del tema del levantamiento parcial del confinamiento de los niños escribiré otro día, Lo que al respecto ha dicho la portavoz en rueda de prensa me parece un sublime error. Seguro que mañana lo corregirán, es lo que vienen haciendo desde hace casi dos meses. 

La espiral del miedo

Parece que Pedro Sánchez y los suyos no aceptan ni el más mínimo ápice de crítica
Rafa Esteve-Casanova
miércoles, 22 de abril de 2020, 09:33 h (CET)

Estamos viviendo un tiempo en el que no es nada extraño que el miedo se haga presente en las vidas de las gentes. Miedo al contagio, miedo a la muerte, y, especialmente, miedo a lo que vendrá, miedo a un futuro de horizontes negros, sombríos e inciertos. La fúnebre contabilidad de muertos e infectados de la que cada día nos informa la “autoridad competente” nos habla de miles de fallecidos afectados por el COVID-19, Una cifra en la que los responsables no se ponen de acuerdo, y que ha hecho que algunos registros civiles hayan dejado de inscribir los fallecidos por acumulación de trabajo. Actualmente desconocemos el criterio empleado para llenar cada día la triste casilla de los fallecidos e infectados. La explicación que se nos da es que se producen fallecimientos en centros sanitarios, residencias de la tercera edad y domicilios particulares y esto hace difícil dar a ciencia cierta un número de fallecidos.


Los casos positivos de COVID-19 todavía son más difíciles de computar. Para hacerlo con exactitud se debería analizar a todos los ciudadanos, y eso, actualmente, es imposible, no existe material suficiente para hacerlo. Hay científicos que ya hablan de numerosas personas que han sufrido el ataque del virus antes de la declaración de pandemia y que fueron tratados como si padecieran una simple afección gripal. En resumen, estamos ante un virus desconocido, no existe vacuna alguna contra él, y pese al esfuerzo de los científicos para encontrar una solución ésta todavía tardará en llegar.


El Gobierno español no lo está haciendo bien, está haciendo lo que puede, intentado tomar soluciones ante lo desconocido. Pero quienes no tienen legitimidad alguna para criticarlo son los políticos de la derecha extrema y la extrema derecha. Un vistazo a las hemerotecas nos ilustra sobre las actitudes de aquel partido Popular, con Marino Rajoy al frente, un PP que desmanteló la sanidad madrileña de la mano de Esperanza Aguirre y sus sucesores, un PP que dejó sin vacuna a miles de ciudadanos españoles contagiados por la hepatitis C, un PP que allá donde ha tenido el Gobierno ha adjudicado prebendas a la sanidad privada en perjuicio de la sanidad pública. Por tanto, ellos, los carroñeros seguidores de la gaviota azulada y sus secuaces de VOX, no podemos olvidar que Abascal lleva años viviendo de las “mamandurrias” de su maestra Aguirre, no tienen razón moral alguna para criticar al Gobierno PSOE/UNIDAS PODEMOS. La única razón que les mueve a querer descabalgar a Pedro Sánchez y sus ministros del banco azul del Gobierno es el odio y la sumisión que desde años les llevan a ser peones del capitalismo más sucio de los socios del IBEX-35.


Pero eso no es óbice para reconocer que el Gobierno español lo está haciendo mal, y por tanto no podemos estar callados, el miedo no nos puede hacer callar. Ni el miedo ni los uniformes que cada día aparecen en la televisión para darnos “el parte”, las novedades que publicita un denominado equipo técnico en el que de cinco componentes tres van uniformados y con el pecho lleno de medallas. Esta, es mi opinión, no es una buena manera de hacer bien las cosas. A muchos, desde el principio de estas apariciones, los mandos militares, de la guardia civil y de la policía no nos producen ninguna credibilidad, ni tampoco vemos la necesidad de su presencia para que simplemente nos digan que han encontrado 30 kilos de naranjas que habían sido robadas, o, como ha hecho el General Jefe del Ejercito, nos recuerde el refranero español. Queremos eficacia, y la eficacia nos la pueden dar los técnicos no los militares.


Dicen que se puede engañar a muchos muchas veces pero que no es posible engañar a todos todas las veces. Y eso le ha pasado esta semana al Gobierno español, no han podido engañar a todos todas las veces. Dar la palabra a las gentes de uniforme no es una buena idea, su lenguaje no es el de los civiles y puede dar lugar a equívocos. El General Santiago, de la Guardia Civil, según el Ministro Marlaska ha tenido un lapsus, y gracias al mismo nos hemos enterado que envió un mail a todas las comandancias de la Benemérita para que vigilaran y compilaran las críticas y bulos que sobre el COVID-19 criticaran al Gobierno. Vade retro, ¿vivimos en democracia?, si es así con esta actuación de los hombres del tricornio ¿dónde queda la libertad de expresión? Me temo que un poco malparada.


La portavoz del Gobierno ha querido arreglarlo, pero lo ha hecho a la antigua manera del “mantenella y no enmendalla” de cuando en el Imperio español no se ponía el Sol. Creo que algunos deben de dejar de soñar en antiguas grandezas imperiales, y comenzar a conocer el suelo que pisan cuando se apean del coche oficial. Deben salir un poco más de los despachos, convivir con la gente, ver cómo viven algunos y como malviven otros. Los políticos, todos, deben salir de sus acomodados despachos y conocer la vida real, la del autónomo que ha tenido que pagar la cuota de la Seguridad Social del mes de Marzo sin haber podido facturar y con el puesto de trabajo cerrado, y esto se hubiera podido evitar si se hubiera previsto, la vida de los centenares de miles de parados afectados por los ERTE que esperaban el 10 de Abril para cobrar y se han quedado con las mieles del subsidio en la boca, la vida de los que se han quedado sin los pocos ingresos que un contrato por horas les daba y que, es posible, no tengan derecho al subsidio de paro cuando su empresa, posiblemente, desaparezca, la vida de miles de familias que se han quedado sin ningún tipo de ingresos y que ya saben lo que es pasar hambre, la vida de las parejas confinadas en menos de 60 metros cuadrados con tres niños pequeños. El desconocimiento de casos como estos, pura vida del día a día, y de otros similares hace que algunas disposiciones gubernamentales nos parezcan tomadas por un grupo de aprendices desconocedores de la vida real. Aunque la verdad creo que lo que está pasando es que este Gobierno, al que muchos, ellos mismos, se empeñan en definir como el más izquierdoso que ha tenido España, se encuentran atados de pies y manos ante las presiones del gran capital, una parte de la prensa e incluso por la cúpula judicial,


Ya sé que un Gobierno de la derecha extrema y la extrema derecha lo haría mucho peor, pero eso no es excusa para esconder las críticas a lo que, considero, se está haciendo mal. Se comenzó mal centralizando todo el poder en un Ministerio, el de Sanidad, que hace más de veinte años tiene transferidas las competencias a las CC.AA, se siguió haciendo mal las cosas imponiendo a golpe de “Ucase” las soluciones a tomar para después, en casos como el de Catalunya, tomar quince días después de manera general las medidas que la Generalitat había solicitado. Se ha hecho mal dando mando en plaza a la institución de la Guardia Civil para que haga de escudo protector del Gobierno.


Parece que Pedro Sánchez y los suyos no aceptan ni el más mínimo ápice de crítica. Se consideran intocables, cuando no pueden ser más que dioses con los pies de barro. Lo primero que deben hacer un Gobierno y sus hooligans es reconocer los errores, todos, todos somos humanos y nos podemos equivocar, el reconocer los errores nos hace más humanos y más grandes. Yo prefiero un político que se atreva a decir que erró que a uno que, altanero, azuce a los suyos contra quienes le critican, algunos políticos suelen olvidar que la crítica va con el sueldo. No tengo ninguna intención en que España cambie de Gobierno, y menos ahora que estamos atravesando el río del COVID-19, solo pido que cumplan con su tarea, la de gobernar y que dejen de querer darnos miedo enviando al Ejercito a patrullar las calles o a ordenar la cola del supermercado, no me gusta esa imagen. Y para miedo ya tenemos bastante con la amenaza del virus. Del tema del levantamiento parcial del confinamiento de los niños escribiré otro día, Lo que al respecto ha dicho la portavoz en rueda de prensa me parece un sublime error. Seguro que mañana lo corregirán, es lo que vienen haciendo desde hace casi dos meses. 

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