Luis (Luis Bermejo), profesor de literatura en paro, quiere cumplir el último deseo de su hija Alicia (Lucía Pollán), de doce años y enferma de cáncer. Ese deseo no es otro que el de conseguir el vestido de Magical Girl Yukiko, la protagonista de una serie animada japonesa.
En una de las mejores secuencias de Magical Girl, Concha de Oro a la Mejor película y Concha de Plata al Mejor director durante el pasado Festival de Cine de San Sebastián, uno de sus personajes dice que España está en permanente conflicto debido a que aún no ha resuelto si se trata de un país racional o un país emocional, siendo las corridas de toros la máxima expresión de esa irresoluble lucha entre la razón y el instinto. Pues bien, esa misma confrontación se da en el interior de cada uno de los tres personajes principales de la película: Luis (Luis Bermejo), Bárbara (Bárbara Lennie) y Damián (José Sacristán).
Magical Girl constituye un turbador thriller dramático con trazos de humor negro que engarza los destinos de los tres personajes mencionados con anterioridad. Luis es un profesor al que los recortes del gobierno en materia de educación han condenado al paro. Vive junto con su hija enferma malvendiendo parte de su biblioteca en una librería que compra libros al peso. Su amor por ella lo convierte en un tipo capaz de cualquier cosa con tal de verla feliz. Bárbara, por su parte, es una joven que padece algún tipo de desorden mental no especificado. Está casada con un prestigioso psiquiatra que se empeña en cuidarla para que no recaiga en su dolencia. Por último, tenemos a Damián, maestro retirado con un oscuro pasado que lo vincula a Bárbara. Tras el prólogo, la cinta se estructura en tres capítulos (Mundo, Demonio, Carne), correspondiendo el peso dramático de cada uno de ellos a uno de los tres personajes en liza. La caligrafía narrativa puede pecar de caprichosa (Vermut “adorna” con la superposición de tiempos una trama bastante lineal en realidad), pero hay que reconocer que está muy bien trenzada. El ritmo es pausado, con preponderancia de planos fijos (la cámara apenas se mueve), aunque en ningún momento decae. El relato va ganando en interés con el transcurso de los minutos. Vermut muestra un exquisito gusto por el encuadre, además de saber utilizar la música con un sentido marcadamente narrativo (ojo a la importancia de la canción La niña de fuego, de Manolo Caracol, para entender la enigmática relación existente entre Damián y Bárbara).
Uno de los aspectos más destacables del filme, es la ambigüedad moral que caracteriza a sus personajes, que no son ni buenos ni malos, sino simplemente humanos en su compleja construcción. Espléndidas interpretaciones del trío protagonista, con mención especial para un soberbio José Sacristán.
Extraña, misteriosa, singular. Magical Girl supone uno de los mejores ejercicios cinematográficos del cine español de los últimos años.