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Franciso Montesano

Argentina: nación o colonia (Capitulo I)

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Intentar determinar los alcances económicos, políticos y sociales que tuvo el desenlace de la batalla de Caseros es una tarea enorme que requiere la ecuanimidad en el estudio y la investigación de nuestra historia en el siglo XIX.

Esta tarea solo puede ser realizada con la lectura y comprensión de los textos que reflejan la discrepancia de la época. De este modo, realizaré un breve desarrollo previo a la batalla y posteriormente podremos analizar sus resultados y su vinculación con nuestros días.

UN BREVE RESUMEN DESDE 1820 A 1852
Entre 1820 y 1852, dos proyectos políticos diferentes se enfrentaron, en la puja por organizar un Estado.

El general Juan Lavalle y Rivadavia, desde 1820 y los miembros de la Sociedad Literaria, lideraban el grupo porteño de los unitarios. En 1828, el general Juan Lavalle encabezó un levantamiento militar contra el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, y los unitarios porteños lo eligieron gobernador y lo reconocieron como jefe, Salvador Alaría del Carril, Juan Cruz Varela y Florencio Varela fueron de los más activos del unitarismo.

Manuel Dorrego era un federal, que no coincidía en todo con los caudillos provinciales.

Se lo reconocía como el jefe de los federales doctrinarios, él consideraba al federalismo como una doctrina política de sólidos fundamentos jurídicos, y no la simple autonomía sostenida por la fuerza de un régimen autocrático, como lo entendían los caudillos.

El federalismo, según sus planteos, era una garantía del régimen republicano y de la libertad, y el mejor camino para estimular la cultura, la población y la riqueza del país.

El hacendado Juan Manuel de Rosas era el jefe de los federales bonaerenses que defendían la autonomía de la provincia de Buenos Aires, este grupo estaba también conformado Braulio Costa, y hacendados y terratenientes como Tomás de Anchorena, Juan N. Terrero y José María Rojas.

La diferencia entre los proyectos opuestos básicamente se daba en la forma de organización política que proponían, en el centralismo, todos los niveles de gobierno están subordinados al poder central, y unifican la legislación y la administración en todo el país más allá de particularidades regionales o diversidades culturales.

El federalismo, en cambio, se basa en la asociación voluntaria o federación de Estados o poderes regionales, que delegan algunas de sus atribuciones para constituir el Estado o poder central.

Después de 1810, las provincias mostraron un fuer­te localismo en defensa de sus intereses, en colisión con los in­tereses de Buenos Aires. Muchos de estos gobiernos provinciales comen­zaron a declararse federales, cuando comprobaron los privilegios de la ciudad, con su puerto.

La forma unitaria de gobierno fue sostenida no sólo por grupos porteños sino también por los grupos sociales del interior cuyos ingresos dependían de acti­vidades económicas relacionadas con el puerto de Buenos Aires.

Varios fueron los intentos de constituir la unidad nacional, bajo un común denominador, la primera constitución argentina fue sancionada en 1819, por el Congreso de Tucumán. Era de carácter centralista y conservador, fue rechazada por las provincias, que deseaban la instalación de una confederación.

En 1824, se convoca nuevamente a un Congreso Constituyente, que en 1826, sanciona una nueva constitución, la cual fue asimismo resistida por las provincias, por los mismos motivos y no alcanzó a entrar en vigencia.
En 1820 Juan Manuel de Rosas había incursionado en política al apoyar para Gobernador a su colega Martín Rodríguez.

El electo presidente por el Congreso en 1826, Bernardino Rivadavia, lo nombra Comandante General de la Campaña, a mando del ejército más importante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, circunstancia clave en la crisis sucesiva, agudizada por la caída de Rivadavia y, posteriormente, por el fusilamiento de Manuel Dorrego a manos de Juan Lavalle.

En 1827, Rosas era un dirigente militar, representante de la aristocracia conservadora, alineado a la corriente federalista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte liberal preconizadas por la tendencia unitaria, en la que militaba el gobernador de Buenos Aires.

Argentina: nación o colonia (Capitulo I)

Franciso Montesano
Francisco Montesano
sábado, 9 de diciembre de 2006, 10:21 h (CET)
Intentar determinar los alcances económicos, políticos y sociales que tuvo el desenlace de la batalla de Caseros es una tarea enorme que requiere la ecuanimidad en el estudio y la investigación de nuestra historia en el siglo XIX.

Esta tarea solo puede ser realizada con la lectura y comprensión de los textos que reflejan la discrepancia de la época. De este modo, realizaré un breve desarrollo previo a la batalla y posteriormente podremos analizar sus resultados y su vinculación con nuestros días.

UN BREVE RESUMEN DESDE 1820 A 1852
Entre 1820 y 1852, dos proyectos políticos diferentes se enfrentaron, en la puja por organizar un Estado.

El general Juan Lavalle y Rivadavia, desde 1820 y los miembros de la Sociedad Literaria, lideraban el grupo porteño de los unitarios. En 1828, el general Juan Lavalle encabezó un levantamiento militar contra el gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego, y los unitarios porteños lo eligieron gobernador y lo reconocieron como jefe, Salvador Alaría del Carril, Juan Cruz Varela y Florencio Varela fueron de los más activos del unitarismo.

Manuel Dorrego era un federal, que no coincidía en todo con los caudillos provinciales.

Se lo reconocía como el jefe de los federales doctrinarios, él consideraba al federalismo como una doctrina política de sólidos fundamentos jurídicos, y no la simple autonomía sostenida por la fuerza de un régimen autocrático, como lo entendían los caudillos.

El federalismo, según sus planteos, era una garantía del régimen republicano y de la libertad, y el mejor camino para estimular la cultura, la población y la riqueza del país.

El hacendado Juan Manuel de Rosas era el jefe de los federales bonaerenses que defendían la autonomía de la provincia de Buenos Aires, este grupo estaba también conformado Braulio Costa, y hacendados y terratenientes como Tomás de Anchorena, Juan N. Terrero y José María Rojas.

La diferencia entre los proyectos opuestos básicamente se daba en la forma de organización política que proponían, en el centralismo, todos los niveles de gobierno están subordinados al poder central, y unifican la legislación y la administración en todo el país más allá de particularidades regionales o diversidades culturales.

El federalismo, en cambio, se basa en la asociación voluntaria o federación de Estados o poderes regionales, que delegan algunas de sus atribuciones para constituir el Estado o poder central.

Después de 1810, las provincias mostraron un fuer­te localismo en defensa de sus intereses, en colisión con los in­tereses de Buenos Aires. Muchos de estos gobiernos provinciales comen­zaron a declararse federales, cuando comprobaron los privilegios de la ciudad, con su puerto.

La forma unitaria de gobierno fue sostenida no sólo por grupos porteños sino también por los grupos sociales del interior cuyos ingresos dependían de acti­vidades económicas relacionadas con el puerto de Buenos Aires.

Varios fueron los intentos de constituir la unidad nacional, bajo un común denominador, la primera constitución argentina fue sancionada en 1819, por el Congreso de Tucumán. Era de carácter centralista y conservador, fue rechazada por las provincias, que deseaban la instalación de una confederación.

En 1824, se convoca nuevamente a un Congreso Constituyente, que en 1826, sanciona una nueva constitución, la cual fue asimismo resistida por las provincias, por los mismos motivos y no alcanzó a entrar en vigencia.
En 1820 Juan Manuel de Rosas había incursionado en política al apoyar para Gobernador a su colega Martín Rodríguez.

El electo presidente por el Congreso en 1826, Bernardino Rivadavia, lo nombra Comandante General de la Campaña, a mando del ejército más importante de las Provincias Unidas del Río de la Plata, circunstancia clave en la crisis sucesiva, agudizada por la caída de Rivadavia y, posteriormente, por el fusilamiento de Manuel Dorrego a manos de Juan Lavalle.

En 1827, Rosas era un dirigente militar, representante de la aristocracia conservadora, alineado a la corriente federalista, adversa a la influencia foránea y a las iniciativas de corte liberal preconizadas por la tendencia unitaria, en la que militaba el gobernador de Buenos Aires.

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