Puede que sea difícil desde fuera, desde la visión simplista de un ciudadano de a pie, emitir una
opinión sobre lo que ha sucedido entre la formación de Rosa Díez y la de Albert Ribera para que,
después de meses de contactos, de intentos de llegar a acuerdos; de pronto, sin que sepamos por
qué motivos ( ambas partes alegan distintas causas que, a simple vista, parecen más excusas que
verdaderas razones de peso), aunque, como es evidente, cada formación sabrá las verdaderos
móviles que la ha impelido a querer afrontar las elecciones municipales del próximo mes de
mayo y, seguramente, las legislativas del 2015, en solitario. Podemos intuir diversos pretextos
que pudieran haber servido, a cada formación, para renunciar a un acuerdo de unión, aunque, no
podamos llegar a entender que fueran los suficientemente importantes para que justificaran la
ruptura de una operación política que, en los momentos por los que está trascurriendo España, ante
el reforzamiento de las izquierdas más radicales y el evidente desmoronamiento de los dos partidos
clásicos protagonistas, hasta ahora, del bipartidismo en la alternancia en el poder; hubiera sido, a
nuestro criterio, de una importancia sustancial, ante unas posibles coaliciones postelectorales, para
evitar que la extrema izquierda de Podemos consiguiera hacerse con el poder.
Nadie puede poner en duda que, una fusión entre UPyD y C’s, aparte de la suma de sus respectivos
votantes, generaría unas potentes sinergias que se potenciarían, en unos próximos comicios ( quizá
menos en los de mayo pero si, con toda probabilidad, en los de fines del 2015) de modo que, si de
momento no suficientes para poder ganar las elecciones, teniendo en cuenta las particularidades de la
ley D’Hont; tendrían grandes posibilidades de conseguir una masa de votantes lo bastante numerosa
para poderse erigir en un partido bisagra en el 2015. Por el contrario, mucho nos tememos que, tanto
UPyD como C ́s, acudiendo en solitario a las próximas citas electorales, si bien es evidente que
conseguirán una mejora en sus resultados, no van a ser lo bastante satisfactorios para que puedan
disputar protagonismo a las izquierdas, en esta ocasión reforzadas por el partido del señor Pablo
Iglesias que, si es probable que cuando tenga que poner sobre el tapete sus programas irrealizables
y sus objetivos insostenibles dentro de una democracia, pierda algo de fuelle pero, así y todo, en
España hay muchos resentidos, desesperados, nostálgicos de la Guerra Civil y antisistema que, con
tal de apartar a la derecha y al centro del poder, estarían dispuestos a dar su voto aunque fuera al
mismísimo Diablo.
El problema es que, aún prescindiendo de los resultados de las municipales de mayo del 2015, que,
con toda probabilidad, van a ser de castigo para los dos partidos principales, el PP y el PSOE; los
españoles van a tener que decidir, más divididos que nunca, con un alta tasa de desempleo ( es
imposible que, los cinco millones de desocupados que tenemos en la actualidad, puedan quedar lo
suficientemente reducidos, por mucho que mejorara la economía y la actividad empresarial, algo que
es evidente que todavía no ha ocurrido, al menos en la forma que sería preciso para que, la masa de
desempleados pudiera quedar mermada de una forma significativa); un descontento generalizado por
los impuestos que pagamos; un problema añadido como es el desafío separatista catalán; el peligro
de que se vaya extendiendo a otras regiones, como el País Vasco, que están pendientes de todo
lo que sucede en la comunidad catalana para, si se produce el menor intento de llegar a acuerdos
económicos, ser los primeros en alargar la mano para pedir el mismo trato; algo que ya anticipó que
haría el propio señor Urkullu, del PNV; entre una serie de opciones políticas que, a diferencia de lo
que ha venido sucediendo durante los años anteriores, van a conseguir recoger votos provenientes
del descontento generalizado con el bipartidismo existente hasta ahora.
Si Podemos, como parece que todo indica que va a suceder, consigue fagocitar a IU y, los partidos
nacionalistas que, especialmente en Catalunya, es posible que consigan captar un voto que, en
anteriores ocasiones, iba a parar al PSC y otro proveniente de catalanes descontentos con la postura
del PP; algo que, aún en la hipótesis de que CIU saliera vencedora ( algo bastante difícil) necesitaría
del apoyo de ERC que, con toda probabilidad, va a conseguir los mejores resultados de su historia;
sería muy posible que surgiera un mapa político que hiciera ingobernable la nación española. Las
coaliciones van a ser precisas y, en este punto, es evidente que el frente de izquierdas va a tener
ventajas para conseguir llegar a acuerdos con los partidos nacionalistas en poder en el País Vasco
de los abertzales de Bildu, cada vez con más poyos y, en Catalunya, con ERC, UP, ICyV y con el
soporte de la ANC y el Omnium. Y aquí es donde, un tercer partido moderado, capaz de recoger
a los descontentos del PP y del PSOE (es muy probable que el señor Sánchez prefiera intentar
pactar con la izquierda, según se desprende de sus primeros actos como líder del PSOE), ayudara
a establecer un equilibrio que permitiera que, al menos, los extremismos y las políticas sociales
llevadas a sus extremos insostenibles para la economía del país, pudieran ser controladas.
Es posible que, ciertos personalismos exacerbados, estén nublando las mentes de personas que,
hasta ahora, se han mostrado capacitados para atraer hacia su partido a muchos miembros valiosos
desde el punto de vista político y humano. Sería conveniente que procurasen apartar de sí, en bien
de la nación española, estas actitudes, comprensibles pero egoístas, y rectificaran para evitar que
un nuevo Frente Popular, como el que tuvimos en España a partir del febrero de 1.936, consiga, si
no una nueva guerra civil ( algo que no se puede descartar por completo) sí un empobrecimiento
general de la nación; la más que evidente cesión de la izquierda a las peticiones soberanas de
Catalunya y el, inevitable desmoronamiento de nuestras finanzas y economía, en manos de señores
que pretenden apartarnos del euro, de la UE y de los EE.UU. España, como la ínsula Barataria, en
manos de los sanchos panza de turno, sólo que, sin su madurez ni inteligencia. Es deber de todos
los que nos consideramos españoles, por encima de conveniencias personales o de consideraciones
partidistas, conseguir unirnos para presentar un frente compacto en defensa de la unidad de España,
de nuestras familias y de la locura de quienes pretenden implantar, de nuevo, un régimen, al estilo de
los que hubo detrás del Telón de Acero, que consiga llevarnos a la opresión dictatorial del régimen
comunista y a la subsiguiente opresión y miseria.
El precio que puede tener que pagar España por los errores del señor Rajoy y su Gobierno, al
permitir que los dirigente políticos catalanes hayan sido los que hayan llevado, desde hace años, la
batuta del separatismo actuando, sin miramientos, de forma siempre opuesta a lo dispuesto en la
Constitución y a las normas gubernamentales. Lo mismo que; por la conducta desleal del PSOE que,
después de la marcha del señor Rubalcaba, aún ha extremado más sus discrepancias con el Gobierno,
actuando en contra de los intereses de la nación española; pretendiendo sacar tajada en votos, incluso
en materias en las que debería haber apoyado, sin fisuras, al Ejecutivo, como ha sido el caso catalán;
donde sigue pretendiendo ir por libre, con esta tontería de la federalización del país como tercera vía;
algo que ningún catalán iba a aceptar pero que, para los socialistas, parece ser una mina para atacar
al Gobierno de España. O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadanos de a pie, vemos
preocupados como se esfuma una ocasión de oro para el entendimiento entre UPyD y C ́s.