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El rechazo a un dúo musical en Venezuela pone en el tapete la cuestión de los artistas financiados para servir a intereses extranjeros a la región

La mafia cultural de la CIA y el repudio a Chino y Nacho

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Cuenta la historia antigua que cuando las legiones romanas cruzaron los Alpes y el mar, y conquistaron a los bárbaros, éstos no tardaron en adoptar los usos y costumbres de sus conquistadores creyéndose asimilados a la civilización. El historiador romano Tácito consignó este fenómeno con desprecio escribiendo que “a todo lo que aquellos simples llamaban civilizado, no era otra cosa que prueba de su servidumbre”.

Viene al caso citar esta perla referente al servilismo cultural en el contexto de la polémica suscitada en Venezuela a raíz de la inclusión de un dúo musical estrechamente relacionado con la ultraderecha venezolana en el festival de música latinoamericana Suena Caracas.

Al festival están invitados unos 137 artistas, entre los cuales el más cuestionado es el dúo de cantautores venezolanos Chino y Nacho, que tuvieron activa participación en la campaña antinacional contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Los disturbios que generó esta campaña costaron decenas de muertos, aunque no haya fracasado en sus objetivos de derrocar al gobierno bolivariano.

El mismo presidente Maduro se pronunció al respecto, llamando a la comprensión a sus compatriotas, dado que según señaló, existe una mafia musical dirigida por figuras como Gloria Estefan que imponen a los artistas ir en contra de su propio país para poder proyectarse en la música popular internacional. Maduro también dijo que comparte las críticas que se hacen al dúo, el repudio popular que sufren en las redes sociales, y llamó a los artistas a asumir las críticas con humildad. También recordó que deben aprender a respetar a su patria, donde la tolerancia del gobierno les permite participar del festival en prueba de que acompañaron una campaña internacional de mentiras.

El rechazo del público a la participación de estos artistas se debe a su marcada postura antibolivariana, expresada en diversos eventos musicales fuera de su país, y en el acompañamiento que hicieron de la campaña SOS Venezuela. Que se les cediera tan generosamente espacio sorprendió a muchos fieles de Chávez que se diera escenario a estas personas que atentan contra el proceso revolucionario.

La campaña desata tanto en las redes sociales como en el mundo real fue tan furibunda que los mismos artistas finalmente declinaron participar del festival, abrumados por el rechazo popular, afirmando que no desean alimentar la polémica. El anuncio fue realizado por el alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez.

Que la derecha internacional en general, y los organismos anexos a la CIA como NED o USAID en particular, busquen promover artistas que responden a sus intereses no es nada novedoso. La misma guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos tuvo su vertiente cultural, y renombradas figuras del arte y la literatura actuaron como fichas en ambos bandos. El arte abstracto expresionista recibía fuertes subsidios y era promovido como contrafigura del realismo socialista apoyado por Moscú.

Hoy lo peor del caso es que muchas veces estos artistas no sólo están financiados por la CIA, también por el tesoro público de países latinoamericanos que se encuentran bajo influencia de lo que el presidente Maduro llama “mafias” relacionadas a la cultura.

Un ejemplo es Paraguay, donde las ONG y el monopolio mediático inciden sobre el presupuesto y deciden los eventos culturales que deben sufragarse con dinero del pueblo. Desde el monopolio mediáitco manejan editoriales y moldean a su antojo la superestructura cultural a través de un grupito de “notables” acaparadores.

Como ejemplo, importantes sumas de dinero público para una película sobre el guitarrista Mangoré a ser realizada por un personaje que carece de trayectoria, formación artística o renombre como cineasta. El único mérito del “director” es pertenecer a una familia fuertemente relacionada con NED-USAID-CIA.

Por lo general estos grupos cercanos a la embajada de Estados Unidos se dedican a promover una cultura sin contenido social, crítico ni histórico.

Lo peor de todo es que durante el gobierno de Fernando Lugo se mimetizaron como referentes de la izquierda, logrando copar ministerios y captar rubros que financiaron la campaña contra el mismo gobierno que le había hecho concesiones. Esta experiencia debería ser una llamada de atención para el gobierno bolivariano de Venezuela, dado la avidez de muchos enemigos suyos por lograr espacios para minarlo por dentro.

Decía Pablo Picasso que el arte debe ser una mentira que nos acerca a la verdad. Desgraciadamente en el caso de los criticados Chino y Nacho, paradigma del servilismo cultural imperante todavía en buena parte de Latinoamérica, no hace otra cosa que alejarnos de ella. LAW

La mafia cultural de la CIA y el repudio a Chino y Nacho

El rechazo a un dúo musical en Venezuela pone en el tapete la cuestión de los artistas financiados para servir a intereses extranjeros a la región
Luis Agüero Wagner
viernes, 21 de noviembre de 2014, 08:13 h (CET)
Cuenta la historia antigua que cuando las legiones romanas cruzaron los Alpes y el mar, y conquistaron a los bárbaros, éstos no tardaron en adoptar los usos y costumbres de sus conquistadores creyéndose asimilados a la civilización. El historiador romano Tácito consignó este fenómeno con desprecio escribiendo que “a todo lo que aquellos simples llamaban civilizado, no era otra cosa que prueba de su servidumbre”.

Viene al caso citar esta perla referente al servilismo cultural en el contexto de la polémica suscitada en Venezuela a raíz de la inclusión de un dúo musical estrechamente relacionado con la ultraderecha venezolana en el festival de música latinoamericana Suena Caracas.

Al festival están invitados unos 137 artistas, entre los cuales el más cuestionado es el dúo de cantautores venezolanos Chino y Nacho, que tuvieron activa participación en la campaña antinacional contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro. Los disturbios que generó esta campaña costaron decenas de muertos, aunque no haya fracasado en sus objetivos de derrocar al gobierno bolivariano.

El mismo presidente Maduro se pronunció al respecto, llamando a la comprensión a sus compatriotas, dado que según señaló, existe una mafia musical dirigida por figuras como Gloria Estefan que imponen a los artistas ir en contra de su propio país para poder proyectarse en la música popular internacional. Maduro también dijo que comparte las críticas que se hacen al dúo, el repudio popular que sufren en las redes sociales, y llamó a los artistas a asumir las críticas con humildad. También recordó que deben aprender a respetar a su patria, donde la tolerancia del gobierno les permite participar del festival en prueba de que acompañaron una campaña internacional de mentiras.

El rechazo del público a la participación de estos artistas se debe a su marcada postura antibolivariana, expresada en diversos eventos musicales fuera de su país, y en el acompañamiento que hicieron de la campaña SOS Venezuela. Que se les cediera tan generosamente espacio sorprendió a muchos fieles de Chávez que se diera escenario a estas personas que atentan contra el proceso revolucionario.

La campaña desata tanto en las redes sociales como en el mundo real fue tan furibunda que los mismos artistas finalmente declinaron participar del festival, abrumados por el rechazo popular, afirmando que no desean alimentar la polémica. El anuncio fue realizado por el alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez.

Que la derecha internacional en general, y los organismos anexos a la CIA como NED o USAID en particular, busquen promover artistas que responden a sus intereses no es nada novedoso. La misma guerra fría entre la Unión Soviética y Estados Unidos tuvo su vertiente cultural, y renombradas figuras del arte y la literatura actuaron como fichas en ambos bandos. El arte abstracto expresionista recibía fuertes subsidios y era promovido como contrafigura del realismo socialista apoyado por Moscú.

Hoy lo peor del caso es que muchas veces estos artistas no sólo están financiados por la CIA, también por el tesoro público de países latinoamericanos que se encuentran bajo influencia de lo que el presidente Maduro llama “mafias” relacionadas a la cultura.

Un ejemplo es Paraguay, donde las ONG y el monopolio mediático inciden sobre el presupuesto y deciden los eventos culturales que deben sufragarse con dinero del pueblo. Desde el monopolio mediáitco manejan editoriales y moldean a su antojo la superestructura cultural a través de un grupito de “notables” acaparadores.

Como ejemplo, importantes sumas de dinero público para una película sobre el guitarrista Mangoré a ser realizada por un personaje que carece de trayectoria, formación artística o renombre como cineasta. El único mérito del “director” es pertenecer a una familia fuertemente relacionada con NED-USAID-CIA.

Por lo general estos grupos cercanos a la embajada de Estados Unidos se dedican a promover una cultura sin contenido social, crítico ni histórico.

Lo peor de todo es que durante el gobierno de Fernando Lugo se mimetizaron como referentes de la izquierda, logrando copar ministerios y captar rubros que financiaron la campaña contra el mismo gobierno que le había hecho concesiones. Esta experiencia debería ser una llamada de atención para el gobierno bolivariano de Venezuela, dado la avidez de muchos enemigos suyos por lograr espacios para minarlo por dentro.

Decía Pablo Picasso que el arte debe ser una mentira que nos acerca a la verdad. Desgraciadamente en el caso de los criticados Chino y Nacho, paradigma del servilismo cultural imperante todavía en buena parte de Latinoamérica, no hace otra cosa que alejarnos de ella. LAW

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