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Considera Bayle que es posible la construcción de un mundo laico

Bayle y la acción moral

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Pedro Bayle nació en Francia en 1647 y murió en 1706. Su pensamiento se puede calificar de escepticismo crítico, y en este sentido es cierto que destruyó muchos ídolos y falsas ideas, por lo que es, en cierto modo, un ilustrado que se anticipa a su propio tiempo. A lo largo de sus obras trata las cuestiones morales desde diversas perspectivas. Su obra más influyente es su Diccionario Histórico y Crítico que fue leída por los enciclopedistas franceses, y por otros filósofos como Hume.

En un curso de moral que impartió Bayle insiste en la relevancia de la moral en la enseñanza, ya que conduce a las acciones humanas hacia el bien. Además escribe: «Los filósofos consagran lo mejor de su tiempo a la lógica y a la metafísica y dejan en el abandono la moral, que debería ser el principal objeto de sus estudios».

Considera Bayle que es posible la construcción de un mundo laico. Porque, independientemente, de la religión profesada el buen comportamiento es posible. De esto está plenamente convencido, ya que confía en la ley natural y en la razón y la conciencia. En este sentido, Bayle no tiene dudas acerca de la existencia de conductas negativas, aún cuando se tenga la religión más excelente. Porque la voluntad de cada individuo se manifiesta a través de sus acciones libres y responsables.

En su primera obra importante publicada que se titula Pensamientos diversos sobre el cometa, ya analiza cuestiones de la naturaleza que están sujetas a las leyes del movimiento, explicables de un modo físico.

A juicio de Bayle no existe relación entre moral y religión. O dicho de otro modo, para este pensador es definible, claramente, una independencia entre lo trascendente, y una razón natural que fundamenta la moral.

En relación con la conciencia moral considera que puede ser arrastrada por las pasiones y escribe: «Nuestra naturaleza es un fondo viciado y corrompido y una tierra maldita, cuyos frutos son la avidez, el orgullo, la cólera, la avaricia, los celos, la envidia, el deseo de venganza, la lujuria». Aunque también reconoce, que es pensable, que el propósito divino al establecer la religión es, precisamente, abrir a los seres humanos el tránsito hacia el cielo.

Bayle afirma la absoluta necesidad de las leyes para la sociedad humana. La recta razón es la regla fundamental que debe dirigir las acciones humanas, ya que considera que los cristianos aunque vivan en una dulce paz y felicidad, no podrían hacer frente a los ataques enemigos, con la fuerza de las armas. En su época la actitud pacifista no era la tendencia habitual en las relaciones entre estados, sino todo lo contrario. Incluso existían enfrentamientos religiosos violentos, y guerras religiosas.

Para Bayle existen motivos psicológicos fuertes que sostienen la religión. En este sentido escribe: «La religión es una cosa que, una vez que ha sido establecida en un país, debe permanecer eternamente. Se fija en él por motivos de interés para la felicidad temporal y para la eterna».

Indudablemente, este pensador indica la necesidad de una moral natural. Pero su enfoque de la moral está dirigido por el racionalismo de su periodo, que es el siglo XVII. De esto modo lucha contra la intolerancia y el fanatismo que eran dos grandes males, y que estaban relacionados con el dogmatismo existente en el ambiente de su época. Porque la autonomía ética del ser humano se basa en la razón y en las normas racionales, que deben ser uno de los fundamentos organizativos, de la colectividad entera.

Bayle y la acción moral

Considera Bayle que es posible la construcción de un mundo laico
José Manuel López García
viernes, 21 de noviembre de 2014, 08:06 h (CET)
Pedro Bayle nació en Francia en 1647 y murió en 1706. Su pensamiento se puede calificar de escepticismo crítico, y en este sentido es cierto que destruyó muchos ídolos y falsas ideas, por lo que es, en cierto modo, un ilustrado que se anticipa a su propio tiempo. A lo largo de sus obras trata las cuestiones morales desde diversas perspectivas. Su obra más influyente es su Diccionario Histórico y Crítico que fue leída por los enciclopedistas franceses, y por otros filósofos como Hume.

En un curso de moral que impartió Bayle insiste en la relevancia de la moral en la enseñanza, ya que conduce a las acciones humanas hacia el bien. Además escribe: «Los filósofos consagran lo mejor de su tiempo a la lógica y a la metafísica y dejan en el abandono la moral, que debería ser el principal objeto de sus estudios».

Considera Bayle que es posible la construcción de un mundo laico. Porque, independientemente, de la religión profesada el buen comportamiento es posible. De esto está plenamente convencido, ya que confía en la ley natural y en la razón y la conciencia. En este sentido, Bayle no tiene dudas acerca de la existencia de conductas negativas, aún cuando se tenga la religión más excelente. Porque la voluntad de cada individuo se manifiesta a través de sus acciones libres y responsables.

En su primera obra importante publicada que se titula Pensamientos diversos sobre el cometa, ya analiza cuestiones de la naturaleza que están sujetas a las leyes del movimiento, explicables de un modo físico.

A juicio de Bayle no existe relación entre moral y religión. O dicho de otro modo, para este pensador es definible, claramente, una independencia entre lo trascendente, y una razón natural que fundamenta la moral.

En relación con la conciencia moral considera que puede ser arrastrada por las pasiones y escribe: «Nuestra naturaleza es un fondo viciado y corrompido y una tierra maldita, cuyos frutos son la avidez, el orgullo, la cólera, la avaricia, los celos, la envidia, el deseo de venganza, la lujuria». Aunque también reconoce, que es pensable, que el propósito divino al establecer la religión es, precisamente, abrir a los seres humanos el tránsito hacia el cielo.

Bayle afirma la absoluta necesidad de las leyes para la sociedad humana. La recta razón es la regla fundamental que debe dirigir las acciones humanas, ya que considera que los cristianos aunque vivan en una dulce paz y felicidad, no podrían hacer frente a los ataques enemigos, con la fuerza de las armas. En su época la actitud pacifista no era la tendencia habitual en las relaciones entre estados, sino todo lo contrario. Incluso existían enfrentamientos religiosos violentos, y guerras religiosas.

Para Bayle existen motivos psicológicos fuertes que sostienen la religión. En este sentido escribe: «La religión es una cosa que, una vez que ha sido establecida en un país, debe permanecer eternamente. Se fija en él por motivos de interés para la felicidad temporal y para la eterna».

Indudablemente, este pensador indica la necesidad de una moral natural. Pero su enfoque de la moral está dirigido por el racionalismo de su periodo, que es el siglo XVII. De esto modo lucha contra la intolerancia y el fanatismo que eran dos grandes males, y que estaban relacionados con el dogmatismo existente en el ambiente de su época. Porque la autonomía ética del ser humano se basa en la razón y en las normas racionales, que deben ser uno de los fundamentos organizativos, de la colectividad entera.

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