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Patxo Palacios

Castro y Pinochet: punto y final

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El primero es posible que vea el nuevo año, aun agonizante; el segundo lo tiene más complicado, tras el severo infarto que sufrió hace un par de días. Los dos dictadores van a morir seguramente sin haber rendido cuentas a la justicia, tras décadas de tropelías, asesinatos y sometimientos inmisericordes al pueblo al que decían amar y proteger.

Dios - o quien sea - nos libre de estos salvapatrias iluminados, que han convertido la vida de miles de personas en un infierno diario, por el mero hecho de discrepar de sus opiniones, de su verdad absoluta.

Estos dos ‘Grandes Hermanos’ de signo opuesto se han significado como los dos líderes americanos más longevos en el poder en Centro y Sudamérica.

Augusto Pinochet se hizo con el poder tras el golpe de Estado de 1973, en el que asesinó de paso al legítimo presidente de la nación Salvador Allende, que pudo huir, pero eligió resistir hasta el último momento en la sede gubernamental del Palacio de la Moneda.

Lo único que se puede salvar de la gestión del dictador golpista fueron algunas medidas económicas que su gobierno adoptó, de la mano de un puñado de brillantes economistas de la ‘Escuela de Chicago’, que colocó al país en el más desarrollado del cono sur durante unos cuantos años ... pero a qué precio.

La falta de libertad y la liquidación física de cualquier disidente del ‘pensamiento único’ son crímenes de lesa humanidad, que no deben prescribir nunca y deben ser enjuiciados por el Tribunal Internacional de Justicia en último caso, caiga quien caiga. El hecho de que haya jueces mediáticos (Baltasar Garzón, p.ej) detrás de algunos procesamientos y de que haya filias o fobias personales, no puede nunca hacernos dejar de ver los hechos que se enjuician y su gravedad de manera objetiva: el ser humano como un fin en sí mismo y como un valor absoluto.

De Fidel Castro qué se puede decir a estas alturas. El gran pueblo cubano corre aún el riesgo de ver cómo los sátrapas como su hermano Raúl y otros que le rodean, se perpetúan en el poder durante unos cuantos años más. Ya se sabe, el eterno ‘enemigo yankee capitalista’ sigue acechando.

Será una sorpresa para los cubanos medios y también para los adeptos al régimen socialista comprobar lo rápido que van a crecer y se va a desarrollar el pueblo cubano en cuanto entre en la isla la libertad de acción y de pensamiento, las libres elecciones y el libre comercio, los represaliados y los exiliados... la justicia y la libertad.

Las oportunidades de desarrollo económico y social van a crecer como la espuma y La Habana dejará de ser el medio burdel que es para miles de chicas y mujeres que se ganan así la vida con los turistas occidentales.

Ahí surgirá entonces la pregunta que muchos se hicieron en España hacia 1977: ¿por qué no antes?

In libris libertas

Castro y Pinochet: punto y final

Patxo Palacios
Patxo Palacios
martes, 5 de diciembre de 2006, 23:55 h (CET)
El primero es posible que vea el nuevo año, aun agonizante; el segundo lo tiene más complicado, tras el severo infarto que sufrió hace un par de días. Los dos dictadores van a morir seguramente sin haber rendido cuentas a la justicia, tras décadas de tropelías, asesinatos y sometimientos inmisericordes al pueblo al que decían amar y proteger.

Dios - o quien sea - nos libre de estos salvapatrias iluminados, que han convertido la vida de miles de personas en un infierno diario, por el mero hecho de discrepar de sus opiniones, de su verdad absoluta.

Estos dos ‘Grandes Hermanos’ de signo opuesto se han significado como los dos líderes americanos más longevos en el poder en Centro y Sudamérica.

Augusto Pinochet se hizo con el poder tras el golpe de Estado de 1973, en el que asesinó de paso al legítimo presidente de la nación Salvador Allende, que pudo huir, pero eligió resistir hasta el último momento en la sede gubernamental del Palacio de la Moneda.

Lo único que se puede salvar de la gestión del dictador golpista fueron algunas medidas económicas que su gobierno adoptó, de la mano de un puñado de brillantes economistas de la ‘Escuela de Chicago’, que colocó al país en el más desarrollado del cono sur durante unos cuantos años ... pero a qué precio.

La falta de libertad y la liquidación física de cualquier disidente del ‘pensamiento único’ son crímenes de lesa humanidad, que no deben prescribir nunca y deben ser enjuiciados por el Tribunal Internacional de Justicia en último caso, caiga quien caiga. El hecho de que haya jueces mediáticos (Baltasar Garzón, p.ej) detrás de algunos procesamientos y de que haya filias o fobias personales, no puede nunca hacernos dejar de ver los hechos que se enjuician y su gravedad de manera objetiva: el ser humano como un fin en sí mismo y como un valor absoluto.

De Fidel Castro qué se puede decir a estas alturas. El gran pueblo cubano corre aún el riesgo de ver cómo los sátrapas como su hermano Raúl y otros que le rodean, se perpetúan en el poder durante unos cuantos años más. Ya se sabe, el eterno ‘enemigo yankee capitalista’ sigue acechando.

Será una sorpresa para los cubanos medios y también para los adeptos al régimen socialista comprobar lo rápido que van a crecer y se va a desarrollar el pueblo cubano en cuanto entre en la isla la libertad de acción y de pensamiento, las libres elecciones y el libre comercio, los represaliados y los exiliados... la justicia y la libertad.

Las oportunidades de desarrollo económico y social van a crecer como la espuma y La Habana dejará de ser el medio burdel que es para miles de chicas y mujeres que se ganan así la vida con los turistas occidentales.

Ahí surgirá entonces la pregunta que muchos se hicieron en España hacia 1977: ¿por qué no antes?

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