Desde el falso robo de la silla de Zapatero en el Congreso ha sido un no parar. Los expertos en marketing político han descubierto con algo de retraso que esto de colgar vídeos en Internet les da una audiencia que ni Crónicas Marcianas, y una vez que han atisbado el filón desde luego no se les puede negar que estén poniendo empeño.
Antecedentes hay muchos. Recordarán, seguro, aquel vídeo electoral del PSOE en la campaña para las elecciones del 96, en las que el protagonista a la larga resultó ser un doberman. De poco sirvió a los socialistas el montaje, ya que perdieron la Moncloa a manos de Aznar. Precisamente el ex presidente también tuvo su momento de éxito con esto de la videopolítica, cuando la fundación FAES lanzó un montaje bastante inoportuno acerca de los atentados de Madrid el 11-M.
Unos y otros son, por tanto, expertos en esto de lanzarse dardos envenenados y manipulados en formato audiovisual. El último episodio de este toma y daca ha comenzado con un montaje realizado por el PP para denunciar el clima de inseguridad que, según plantean, se vive en nuestro país. Pero claro, resulta que algunas de las imágenes, según se ha sabido, estaban grabadas en Colombia, y otras antes de que Zapatero llegara al Gobierno.
La respuesta de los socialistas también ha estado algo salida de tono. Han elaborado un completo documental –bastante manipulado- sobre la tregua de ETA en 1998. Las declaraciones de varios miembros del Gobierno popular contrastan sin duda con la actitud que ahora adoptan al respecto, pero cabe plantearse si es políticamente responsable airear los trapos sucios a golpe de grabación o si no será Txapote quien más disfrute viendo estas producciones que dividen aún más a la sociedad española.