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La corrupción, la falta de empatía del Gobierno y la recuperación que nadie ve, dan la victoria a Podemos en la encuesta de El País

Iglesias camino de Moncloa

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Desde hace unos días, en los medios de comunicación se especula con los resultados de la inminente encuesta del CIS, en la que Podemos podría hacer Historia. Pero el diario El País, sin dar tiempo a que vea la luz ese sondeo oficial realizado semanas atrás, publicaba ayer domingo uno propio que ha supuesto una auténtica conmoción nacional; Podemos se convierte en la primera fuerza política del momento, con 7 puntos de ventaja en intención de voto sobre el PP y 1,5 respecto de los socialistas. El pánico está servido.

Es obvio que la corrupción ha tenido mucho que ver en este vuelco demoscópico, antesala tal vez de la revolución que puede producirse en las urnas en los próximos meses. Los españoles, hartos ya de modernos bandoleros y saqueadores de finas maneras, gomina, traje y corbata, han decidido pasar a la acción. Pero esta vez la rebelión no será con algaradas callejeras, sino sirviendo el típico plato frío que ha de estar presente en toda aquella venganza que se precie de serlo.

Un manjar en forma de papeletas depositadas en las urnas que con toda probabilidad se le atragantará en un primer momento a Rajoy en mayo de 2015, con motivo de la celebración de las Elecciones Municipales y Autonómicas; y unos meses más tarde cuando los españoles seamos llamados a renovar la composición del Congreso y el Senado. El actual presidente del Gobierno parece tener los días contados.

Porque tanto ha ido el cántaro a la fuente de la corrupción, que finalmente los ciudadanos han decidido romperlo. Si antaño se permitieron situaciones indeseables de las que salieron indemnes y con mayorías absolutas personajes tan nocivos como Camps, hoy la forma de proceder de los votantes es otra bien distinta. La permisividad se ha acabado.

Pero la revolución de las papeletas no se explica únicamente porque hayan aflorado innumerables casos de corrupción; también coadyuva y de forma importante la falta de empatía con las personas que sufren del actual Gobierno de España y la mayoría parlamentaria que lo sostiene. Hay que tener la humanidad muy oculta en las entrañas para reírse de un orador en el Congreso de los Diputados cuando pide que se actúe contra la pobreza, o para gritar un impúdico “que se jodan” desde un escaño cuando en la cámara se habla de las personas sin empleo.

Si a todo lo anterior sumamos que el Gobierno no para de hablar de una recuperación económica a todas luces invisible para muchos españoles zaheridos por la crisis, resulta del todo comprensible que estos hayan decidido que el actual presidente del Gobierno pase a la Historia como ‘Mariano el breve’. Y es que la gente se suele enfadar cuando sospecha que le toman el pelo.

Iglesias camino de Moncloa

La corrupción, la falta de empatía del Gobierno y la recuperación que nadie ve, dan la victoria a Podemos en la encuesta de El País
Rafa García
lunes, 3 de noviembre de 2014, 08:16 h (CET)
Desde hace unos días, en los medios de comunicación se especula con los resultados de la inminente encuesta del CIS, en la que Podemos podría hacer Historia. Pero el diario El País, sin dar tiempo a que vea la luz ese sondeo oficial realizado semanas atrás, publicaba ayer domingo uno propio que ha supuesto una auténtica conmoción nacional; Podemos se convierte en la primera fuerza política del momento, con 7 puntos de ventaja en intención de voto sobre el PP y 1,5 respecto de los socialistas. El pánico está servido.

Es obvio que la corrupción ha tenido mucho que ver en este vuelco demoscópico, antesala tal vez de la revolución que puede producirse en las urnas en los próximos meses. Los españoles, hartos ya de modernos bandoleros y saqueadores de finas maneras, gomina, traje y corbata, han decidido pasar a la acción. Pero esta vez la rebelión no será con algaradas callejeras, sino sirviendo el típico plato frío que ha de estar presente en toda aquella venganza que se precie de serlo.

Un manjar en forma de papeletas depositadas en las urnas que con toda probabilidad se le atragantará en un primer momento a Rajoy en mayo de 2015, con motivo de la celebración de las Elecciones Municipales y Autonómicas; y unos meses más tarde cuando los españoles seamos llamados a renovar la composición del Congreso y el Senado. El actual presidente del Gobierno parece tener los días contados.

Porque tanto ha ido el cántaro a la fuente de la corrupción, que finalmente los ciudadanos han decidido romperlo. Si antaño se permitieron situaciones indeseables de las que salieron indemnes y con mayorías absolutas personajes tan nocivos como Camps, hoy la forma de proceder de los votantes es otra bien distinta. La permisividad se ha acabado.

Pero la revolución de las papeletas no se explica únicamente porque hayan aflorado innumerables casos de corrupción; también coadyuva y de forma importante la falta de empatía con las personas que sufren del actual Gobierno de España y la mayoría parlamentaria que lo sostiene. Hay que tener la humanidad muy oculta en las entrañas para reírse de un orador en el Congreso de los Diputados cuando pide que se actúe contra la pobreza, o para gritar un impúdico “que se jodan” desde un escaño cuando en la cámara se habla de las personas sin empleo.

Si a todo lo anterior sumamos que el Gobierno no para de hablar de una recuperación económica a todas luces invisible para muchos españoles zaheridos por la crisis, resulta del todo comprensible que estos hayan decidido que el actual presidente del Gobierno pase a la Historia como ‘Mariano el breve’. Y es que la gente se suele enfadar cuando sospecha que le toman el pelo.

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