Dejemos por unos minutos apartados los colores del equipo que defenderemos y apoyaremos siempre. Seamos realistas y reconozcamos la calidad, el juego, la veteranía, la picardía y la profesionalidad de una persona más allá de un escudo o un himno. Repasemos cada instante, cada jugada, cada toque, cada partido, cada movimiento, pero sin importar de qué color sean las calcetas, el pantalón o la camiseta. Qué más da del Madrid, del Barça, del Valencia o del Sevilla.

Es italiano; nació un jueves trece de septiembre de 1973 en Naples y se llama Fabio, Fabio Cannavaro. Hasta hace unos días competía con varios de los mejores jugadores que ha dado nunca la historia del fútbol mundial. Lo más curioso de la historia, es que prácticamente todos los rivales para conseguir el ansiado Balón de Oro, son delanteros o centrocampistas. Él es defensa.

Conste aquí que al comienzo de esta Liga, le di una temporada para que demostrara la valía del número que lleva ahora a las espaldas en su nuevo equipo. Conste también que sigue teniéndola, porque a mi parecer aún no está muy fino con los blancos. Ha competido con Zidane, Eto´o, Ronaldinho o Buffon y ha ganado. A partir de aquí le han llovido más críticas negativas que positivas y aún me pregunto por qué.

Les voy a enumerar unas cuantas razones de las muchas que hay, para argumentar por qué el nuevo cinco madridista se merece ese reconocimiento: porque es uno de los mejores defensas que ha tenido nunca el fútbol, porque es el capitán de la italiana, porque a sus 33 años es el padre de la patria zaguera, caracterizada por su eficacia, su desparpajo con el balón, su mentalidad ganadora y su capacidad de concentración; porque si juega en el mejor club del siglo XX, no es por capricho merengue; pero sobre todo, porque tiene algo que la mayoría de nominados no tiene este año: un Mundial y como capitán.

Por primera vez se reconoce la labor de la defensa en el fútbol. Que si los delanteros no marcan a veces goles, es mayormente por culpa de ella. Se ha hecho justicia con una posición algo irreconocida y con un jugador que aunque polémico, ha sabido poner en práctica sobre el césped de los mejores estadios del fútbol, la más complicada teoría de los estudiosos del incomprensible, a veces, deporte del fútbol.