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Modelo EFQM

Modelo EFQM y otros bichos. El daño de unas siglas

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Antes que nada quería comentarte que hasta el jueves que viene no escribiré de nuevo en el blog. Empezaré la semana en Sigüenza descansando unos días. El miércoles día 5 empiezo a trabajar bien temprano cerca de allí once again con el grupo BdB, mejorando la experiencia del cliente. Nos hacía falta este kit kat después de las tres últimas semanas, que han sido de locura. Ahora el siguiente paréntesis lo veo ya en las vacaciones de Navidad, de paréntesis en paréntesis vamos caminando.

Por suerte cada día más las empresas deciden emprender procesos de mejora, y digo por suerte, porque muchos habían creído que a la gallina de los huevos de oro se le podía exprimir ad infinitum. Ahora cada día hay más información, muchos más métodos como el modelo EFQM o LEAN y filosofías para trabajar de forma eficiente, organizada y efectiva…

Como verás en el título de este post, esto de las siglas me tiene algo resentido, y es porque ya he visto en varias ocasiones el daño que pueden hacer unas siglas, o una filosofía de trabajo, si no se interioriza lo suficiente.

Pongamos el caso de que el gerente de una empresa asiste a una conferencia sobre lean manufacturing y eficiencia en las operaciones, al día siguiente vuelve a su empresa y lo primero que dice es: Tenemos que ser Lean (y se queda tan ancho, luego se va a almorzar).

La gente sin saber exactamente de qué se trata se vuelve medio loca buscando qué es eso del lean. Se contrata a consultores lean, nos hablan del SMED, MUDA y más tecnicismos. Al final la empresa parece haber mejorado algo, pero con el tiempo las aguas vuelven a su cauce y desgraciadamente los cambios que se habían producido.

Lean no ha entrado en la cultura de la empresa, ha sido el fruto del sueño de una noche de verano… Miles de euros tirados por el suelo.

Así ocurre con muchas otras disciplinas y métodos. El otro día una empresa quería que hiciéramos una intervención de desarrollo organizacional y de EFQM en su empresa. Estaban convencidos de que esto es lo que haría que pudieran dar el salto. Cuando profundicé un poco sobre lo que creían que significaba EFQM, me di cuenta de que no estaban muy acertados, por decirlo de alguna forma.

En seguida pensé: el dueño de esta empresa ha ido recientemente a alguna conferencia de EFQM.

El problema es que esto también ocurre con palabras como coaching, etc… no sería la primera empresa en la que el coaching se tira encima de los empleados como cuando se lanza fertilizante sobre una tomatera. Y al final los empleados acaban mirando en internet qué es eso del coaching para saber qué es lo que se les viene encima, descubriendo en uno de esos videos que a Telecinco y otras cadenas les gusta poner con ejecutivos bailando, dando palmas y abrazándose entre lágrimas. Nada más alejado de la realidad.

El problema suele ser que nos fijamos más en la herramienta que en el propósito de la misma. Es como en medicina occidental, nos fijamos más en el síntoma que en el qué provoca ese síntoma. Si te duele la cabeza te tomas una aspirina y a correr (que no te pare un dolor de cabeza! Para matar al publicista).

De esta forma, si en tu empresa hay desmotivación, le pones un coach. Si hay problemas de productividad, le pones un consultor Lean, que los problemas son de calidad, EFQM hombre. Y si no es suficiente le pones un coach motivacional, un Lean plus o un EFQM integral.

La cuestión es marear la perdiz y no ir al problema de raiz.

Aquí el problema lo hemos creado sobretodo los que presentamos soluciones. Nos gusta identificarnos con unas siglas, con un método, con una herramienta… En lugar de arreglar el grifo decimos: “señor, no sé cuál será su problema, pero tengo una llave inglesa excelente”. Luego las consecuencias las pagan los que vienen detrás: “Ah, yo creía que los fontaneros tenían que tener todos esa llave inglesa, y si usted no la tiene es porque a lo mejor no es un buen fontanero”.

Lo importante no es la herramienta, la herramienta te la copiarán otros en dos semanas, un software sustituirá tu metodología Lean, EFQM, Seis Sigma o como quieras llamarla. Lo importante realmente es tu actitud, lo que tú haces para provocar el cambio, las habilidades que utilizas y lo que transmites.

De la herramienta tienes que saber al máximo, pero que no te sustituya.

En el modelo de gran consultoría tradicional, lo importante es la herramienta y el método. Es normal que sea así, se pretende cobrar 200€/hora pagando a los consultores que realizan las intervenciones 35€/hora. Sin embargo en el modelo de consultoría actual, lo importante es la solución, cuánto valor (duradero) aportas a una empresa.

Así que la próxima vez que te pidan algo sobre el Modelo EFQM o similar, pregunta a tu cliente ¿qué necesitas? será más útil.

Que tengas un gran día.

Modelo EFQM y otros bichos. El daño de unas siglas

Modelo EFQM
César Piqueras
viernes, 31 de octubre de 2014, 09:55 h (CET)
Antes que nada quería comentarte que hasta el jueves que viene no escribiré de nuevo en el blog. Empezaré la semana en Sigüenza descansando unos días. El miércoles día 5 empiezo a trabajar bien temprano cerca de allí once again con el grupo BdB, mejorando la experiencia del cliente. Nos hacía falta este kit kat después de las tres últimas semanas, que han sido de locura. Ahora el siguiente paréntesis lo veo ya en las vacaciones de Navidad, de paréntesis en paréntesis vamos caminando.

Por suerte cada día más las empresas deciden emprender procesos de mejora, y digo por suerte, porque muchos habían creído que a la gallina de los huevos de oro se le podía exprimir ad infinitum. Ahora cada día hay más información, muchos más métodos como el modelo EFQM o LEAN y filosofías para trabajar de forma eficiente, organizada y efectiva…

Como verás en el título de este post, esto de las siglas me tiene algo resentido, y es porque ya he visto en varias ocasiones el daño que pueden hacer unas siglas, o una filosofía de trabajo, si no se interioriza lo suficiente.

Pongamos el caso de que el gerente de una empresa asiste a una conferencia sobre lean manufacturing y eficiencia en las operaciones, al día siguiente vuelve a su empresa y lo primero que dice es: Tenemos que ser Lean (y se queda tan ancho, luego se va a almorzar).

La gente sin saber exactamente de qué se trata se vuelve medio loca buscando qué es eso del lean. Se contrata a consultores lean, nos hablan del SMED, MUDA y más tecnicismos. Al final la empresa parece haber mejorado algo, pero con el tiempo las aguas vuelven a su cauce y desgraciadamente los cambios que se habían producido.

Lean no ha entrado en la cultura de la empresa, ha sido el fruto del sueño de una noche de verano… Miles de euros tirados por el suelo.

Así ocurre con muchas otras disciplinas y métodos. El otro día una empresa quería que hiciéramos una intervención de desarrollo organizacional y de EFQM en su empresa. Estaban convencidos de que esto es lo que haría que pudieran dar el salto. Cuando profundicé un poco sobre lo que creían que significaba EFQM, me di cuenta de que no estaban muy acertados, por decirlo de alguna forma.

En seguida pensé: el dueño de esta empresa ha ido recientemente a alguna conferencia de EFQM.

El problema es que esto también ocurre con palabras como coaching, etc… no sería la primera empresa en la que el coaching se tira encima de los empleados como cuando se lanza fertilizante sobre una tomatera. Y al final los empleados acaban mirando en internet qué es eso del coaching para saber qué es lo que se les viene encima, descubriendo en uno de esos videos que a Telecinco y otras cadenas les gusta poner con ejecutivos bailando, dando palmas y abrazándose entre lágrimas. Nada más alejado de la realidad.

El problema suele ser que nos fijamos más en la herramienta que en el propósito de la misma. Es como en medicina occidental, nos fijamos más en el síntoma que en el qué provoca ese síntoma. Si te duele la cabeza te tomas una aspirina y a correr (que no te pare un dolor de cabeza! Para matar al publicista).

De esta forma, si en tu empresa hay desmotivación, le pones un coach. Si hay problemas de productividad, le pones un consultor Lean, que los problemas son de calidad, EFQM hombre. Y si no es suficiente le pones un coach motivacional, un Lean plus o un EFQM integral.

La cuestión es marear la perdiz y no ir al problema de raiz.

Aquí el problema lo hemos creado sobretodo los que presentamos soluciones. Nos gusta identificarnos con unas siglas, con un método, con una herramienta… En lugar de arreglar el grifo decimos: “señor, no sé cuál será su problema, pero tengo una llave inglesa excelente”. Luego las consecuencias las pagan los que vienen detrás: “Ah, yo creía que los fontaneros tenían que tener todos esa llave inglesa, y si usted no la tiene es porque a lo mejor no es un buen fontanero”.

Lo importante no es la herramienta, la herramienta te la copiarán otros en dos semanas, un software sustituirá tu metodología Lean, EFQM, Seis Sigma o como quieras llamarla. Lo importante realmente es tu actitud, lo que tú haces para provocar el cambio, las habilidades que utilizas y lo que transmites.

De la herramienta tienes que saber al máximo, pero que no te sustituya.

En el modelo de gran consultoría tradicional, lo importante es la herramienta y el método. Es normal que sea así, se pretende cobrar 200€/hora pagando a los consultores que realizan las intervenciones 35€/hora. Sin embargo en el modelo de consultoría actual, lo importante es la solución, cuánto valor (duradero) aportas a una empresa.

Así que la próxima vez que te pidan algo sobre el Modelo EFQM o similar, pregunta a tu cliente ¿qué necesitas? será más útil.

Que tengas un gran día.

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He mostrado públicamente mis diferencias con algunas medidas que ha tomado el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y con su política de alianzas en los últimos tiempos. Lo hice por convicción y lealtad y por esas mismas razones quiero expresarle ahora mi completo apoyo, mi solidaridad, mi afecto y mi agradecimiento.

 
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