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El fin de la Transición, el fin de la Segunda Restauración

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Por Rubén Fernández-Avilés
Historiador, director de la revista H& y miembro de Podemos

Como historiador siempre he defendido que realmente la Transición aun no había acabado, que aun vivíamos en ese periodo. Y no ha acabado porque lo que se supone que es un proceso de transición desde una dictadura hacia una democracia no puede acabar hasta que no dejan de mandar las mismas personas que lo hacían en la dictadura, hasta que las instituciones no se ponen al servicio del pueblo y dejan de servir a los intereses de la misma élite económica que había sustentando el Franquismo, como la propia Monarquía, que ostenta la Jefatura del Estado por designio de Franco. Esa monarquía que encabezada por Juan Carlos I ayudaba a financiar con dinero español las matanzas de la dictadura argentina de Videla, como hace poco se ha conocido (http://www.publico.es/politica/551005/espana-financio-a-la-dictadura-de-videla). No podemos hablar de que la Transición ha finalizado cuando nos regimos por una Constitución obsoleta, que no impone mecanismos para controlar la actividad de la casta, y que fue redactada por Manuel Fraga, ministro de Franco y firmante de sentencias de muerte en la dictadura.

Una transición por definición debería ser un periodo más o menos corto, no un periodo de casi 40 años. Lo que la casta ha convenido en llamar Transición no ha sido más que la palabra bonita tras la que se esconde su adaptación al nuevo contexto mundial de los años 80, con el fin de poder seguir manteniendo sus privilegios y su poder económico, que ya no podía mantener en una estructura dictatorial de espaldas a un mundo regido por una economía de mercado que empezaba a tener un marcado acento neoliberal. Por lo tanto, más que una Transición lo que se vive en España desde la muerte de Franco es una Segunda Restauración.

La Restauración fue el periodo histórico comprendido entre el fin de la Primera República tras el Golpe de Estado del general Martínez Campos en 1874, y la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. El nombre del periodo hace referencia a la vuelta de los Borbones al poder. Se estableció un sistema político bipartidista, con dos partidos (Partido Conservador de Cánovas y Partido Liberal de Sagasta) que se alternaban continuamente en el poder cuando el otro presentaba desgaste. Dicha alternancia se conseguía en muchas ocasiones mediante pactos de despacho y se refrendaba en las urnas mediante pucherazos. Era un sistema político hecho para que esos dos partidos aseguraran la pervivencia del régimen. El resultado fue que el caciquismo dominaba las zonas rurales y que la corrupción política inundó el sistema en todas sus esferas. Un sistema que se tornó insostenible y que conllevó que Alfonso XIII recurriera a la dictadura de Primo de Rivera como medida desesperada para salvar al régimen.

Como vemos hay ciertas similitudes entre la Restauración y el periodo actual, que hace viable entender a éste como una segunda parte del primero, como la Segunda Restauración. Un régimen sustentado en instituciones herederas de una dictadura que se instauró tras derrocar a un sistema democrático republicano, con una Monarquía como garante de dicho régimen que ha mostrado signos evidente de corrupción, con un sistema político regido por dos partidos (PP y PSOE) que se alternan en el poder y que salvaguardan los intereses de la élite económica, para lo cual no dudan en establecer la corrupción como forma generalizada de gobernar. Hace un mes en un programa de debate de máxima audiencia el diputado nacional del PP Rafael Hernando elogiaba la Restauración como modelo en oposición a medidas más democráticas como las listas abiertas (min. 45 http://www.ivoox.com/sexta-noche-06-septiembre-2014-roberto-saviano-audios-mp3_rf_3470957_1.html). También hace poco se ha conocido que la sicav Torrenova ha sido de las que más ha incrementado su patrimonio en el primer semestre (http://www.publico.es/dinero/542825/el-patrimonio-de-las-grandes-fortunas-espanolas-crecio-un-9-5-hasta-junio), sicav vinculada a la familia March, una de los principales sustentos de la dictadura franquista, siendo Juan March quien pagó el “Dragon Rapide”, el avión que trasladó a Franco de Las Palmas a Tetuán el día del Golpe de Estado contra la Segunda República. Dos citas que ejemplifican muy bien porque el concepto que la casta nos ha impuesto es falso, que realmente estamos ante la Segunda Restauración.

En la actualidad estamos ante un momento histórico, ante la oportunidad de acabar con la Segunda Transición. Un momento histórico que comenzó con el 15-M, a partir del cual comenzó a cambiar el sentido común de la gente. Ese históricamente siempre es el principal motor de cambio, lo que nos dice que la ciudadanía empieza a tener otra noción de las cosas y que el cambio es posible porque lo desea la mayoría. Ese nuevo sentido común que está acabando con el sentido común neoliberal, que está pasando del individualismo al colectivo, al todos juntos, al nosotros, y que se ha manifestado en las asambleas de barrios y en las mareas. Ahora toca a aprovechar el momento histórico, solo vamos a tener una oportunidad para hacerlo antes de que el régimen consiga reestructurarse como lo ha hecho otras veces, y aprovechar el momento histórico significa gobernar, todos juntos, nosotros. Todas las encuestas apuntan que ese nuevo sentido común está cristalizando en Podemos. Hay que ser conscientes del momento histórico que vivimos y estar a la altura. Podemos ganar. Vamos a ganar. Todos juntos, nosotros.

El fin de la Transición, el fin de la Segunda Restauración

Redacción
miércoles, 29 de octubre de 2014, 11:20 h (CET)
Por Rubén Fernández-Avilés
Historiador, director de la revista H& y miembro de Podemos

Como historiador siempre he defendido que realmente la Transición aun no había acabado, que aun vivíamos en ese periodo. Y no ha acabado porque lo que se supone que es un proceso de transición desde una dictadura hacia una democracia no puede acabar hasta que no dejan de mandar las mismas personas que lo hacían en la dictadura, hasta que las instituciones no se ponen al servicio del pueblo y dejan de servir a los intereses de la misma élite económica que había sustentando el Franquismo, como la propia Monarquía, que ostenta la Jefatura del Estado por designio de Franco. Esa monarquía que encabezada por Juan Carlos I ayudaba a financiar con dinero español las matanzas de la dictadura argentina de Videla, como hace poco se ha conocido (http://www.publico.es/politica/551005/espana-financio-a-la-dictadura-de-videla). No podemos hablar de que la Transición ha finalizado cuando nos regimos por una Constitución obsoleta, que no impone mecanismos para controlar la actividad de la casta, y que fue redactada por Manuel Fraga, ministro de Franco y firmante de sentencias de muerte en la dictadura.

Una transición por definición debería ser un periodo más o menos corto, no un periodo de casi 40 años. Lo que la casta ha convenido en llamar Transición no ha sido más que la palabra bonita tras la que se esconde su adaptación al nuevo contexto mundial de los años 80, con el fin de poder seguir manteniendo sus privilegios y su poder económico, que ya no podía mantener en una estructura dictatorial de espaldas a un mundo regido por una economía de mercado que empezaba a tener un marcado acento neoliberal. Por lo tanto, más que una Transición lo que se vive en España desde la muerte de Franco es una Segunda Restauración.

La Restauración fue el periodo histórico comprendido entre el fin de la Primera República tras el Golpe de Estado del general Martínez Campos en 1874, y la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. El nombre del periodo hace referencia a la vuelta de los Borbones al poder. Se estableció un sistema político bipartidista, con dos partidos (Partido Conservador de Cánovas y Partido Liberal de Sagasta) que se alternaban continuamente en el poder cuando el otro presentaba desgaste. Dicha alternancia se conseguía en muchas ocasiones mediante pactos de despacho y se refrendaba en las urnas mediante pucherazos. Era un sistema político hecho para que esos dos partidos aseguraran la pervivencia del régimen. El resultado fue que el caciquismo dominaba las zonas rurales y que la corrupción política inundó el sistema en todas sus esferas. Un sistema que se tornó insostenible y que conllevó que Alfonso XIII recurriera a la dictadura de Primo de Rivera como medida desesperada para salvar al régimen.

Como vemos hay ciertas similitudes entre la Restauración y el periodo actual, que hace viable entender a éste como una segunda parte del primero, como la Segunda Restauración. Un régimen sustentado en instituciones herederas de una dictadura que se instauró tras derrocar a un sistema democrático republicano, con una Monarquía como garante de dicho régimen que ha mostrado signos evidente de corrupción, con un sistema político regido por dos partidos (PP y PSOE) que se alternan en el poder y que salvaguardan los intereses de la élite económica, para lo cual no dudan en establecer la corrupción como forma generalizada de gobernar. Hace un mes en un programa de debate de máxima audiencia el diputado nacional del PP Rafael Hernando elogiaba la Restauración como modelo en oposición a medidas más democráticas como las listas abiertas (min. 45 http://www.ivoox.com/sexta-noche-06-septiembre-2014-roberto-saviano-audios-mp3_rf_3470957_1.html). También hace poco se ha conocido que la sicav Torrenova ha sido de las que más ha incrementado su patrimonio en el primer semestre (http://www.publico.es/dinero/542825/el-patrimonio-de-las-grandes-fortunas-espanolas-crecio-un-9-5-hasta-junio), sicav vinculada a la familia March, una de los principales sustentos de la dictadura franquista, siendo Juan March quien pagó el “Dragon Rapide”, el avión que trasladó a Franco de Las Palmas a Tetuán el día del Golpe de Estado contra la Segunda República. Dos citas que ejemplifican muy bien porque el concepto que la casta nos ha impuesto es falso, que realmente estamos ante la Segunda Restauración.

En la actualidad estamos ante un momento histórico, ante la oportunidad de acabar con la Segunda Transición. Un momento histórico que comenzó con el 15-M, a partir del cual comenzó a cambiar el sentido común de la gente. Ese históricamente siempre es el principal motor de cambio, lo que nos dice que la ciudadanía empieza a tener otra noción de las cosas y que el cambio es posible porque lo desea la mayoría. Ese nuevo sentido común que está acabando con el sentido común neoliberal, que está pasando del individualismo al colectivo, al todos juntos, al nosotros, y que se ha manifestado en las asambleas de barrios y en las mareas. Ahora toca a aprovechar el momento histórico, solo vamos a tener una oportunidad para hacerlo antes de que el régimen consiga reestructurarse como lo ha hecho otras veces, y aprovechar el momento histórico significa gobernar, todos juntos, nosotros. Todas las encuestas apuntan que ese nuevo sentido común está cristalizando en Podemos. Hay que ser conscientes del momento histórico que vivimos y estar a la altura. Podemos ganar. Vamos a ganar. Todos juntos, nosotros.

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