Cada año por diferentes motivos de carácter económico en algunos países europeos
por estas fechas retrasamos o adelantamos nuestros relojes, una vez en otoño y otra
en primavera, según plantean algunos para economizar las horas de luz.
Es curioso que nunca se han planteado aspectos relacionados con nuestra propia
situación geográfica que nos permite potenciar las horas de sol sobre todo en horas de
tarde lo que nos permite mejorar nuestra calidad de vida, y como sabemos potenciar
nuestro bienestar y felicidad. Sin duda alguna esas cosas que buscan los visitantes
de nuestro país y fuente de ingresos importante de una industria que genera grandes
ingresos.
Pero centrándonos un poco más en nosotros, el cambio de hora produce en las
personas pequeños cambios y alteraciones biológicas que no llegan a incidir de
manera importante en las estadísticas sanitarias, y que en este sistema de salud
donde se potencia el déficit cero en la salud no constituyen motivos de enfermedad.
Los estudios plantean que el cambio de horario provoca diferentes cambios en nuestro
día a día, e incluso parece que en los tres días posteriores a dicho cambio, se han
encontrado resultados curiosos, como por ejemplo el aumento en la incidencia del
número de infartos de miocardio, con una mayor incidencia en el cambio de horario de
primavera. E incluso un aumento en esos tres días del número de accidentes de tráfico
en los tres días subsiguientes al cambio de horario de otoño.
Si parece que aunque ambos cambios afectan negativamente a adultos y niños,
parece que el cambio que menos afecta es el de otoño, ya que al potenciar las horas
de oscuridad, se aumenta la somnolencia, pero también aumentan los estados de
tristeza y existe una mayor cantidad de personas que se quejan de problemas del
estado de ánimo.
Los efectos que nos encontramos son variados, desde problemas más cognitivos
y mentales como es somnolencia, dificultades de atención y concentración, a
encontrarnos en algunos casos problemas de memoria e irritabilidad. Todo ello
nos afecta de manera directa sobre nuestro aumento de fatiga corporal, lo que
directamente está relacionado con problemas de productividad y rendimiento.
Todo ello como diría uno de estos chef que se encuentran de moda en muchos
programas de televisión, aderezado con un estado de ánimo en muchos casos
decaído y en otros más agresivo. Como vemos todo un primor en post del ahorro
económico que por familia no pasa de unos cien euros anuales, aunque en
contraposición con el gasto extra que acarrea en otros campos, habría que saber
cuántos nos genera en beneficios.
Parece que todo esto sucede pues reaccionamos como si vivenciásemos una
situación de JET LAG, desajustando nuestro reloj biológico, encargado de marcar
nuestras pautas de actividad y descanso, afectando además en algunos casos a
nuestro sistema hormonal.
Ahora la pregunta sería: ¿Y Jose, cuanto dura eso?. Pues parece que en los adultos
alrededor de tres días para adaptarnos, además estos cambios serán más intensos
en aquellas personas poco flexibles y muy sensibles a los cambios, para los que esta
situación es muy traumática.
En lo referente a los niños, como no, lo viven mejor que nosotros, ello son
todoterrenos y salvo por estar más irritables, se adaptan en un día o dos.
Otro de los aspectos a destacar es que en estos días para paliar estos efectos sería
interesante, no abusar de la siesta, así como del café y el alcohol, ya que debemos de
potenciar que nuestra capacidad de sueño no se vea alterada.
Pues bueno, les deseo suerte, y piensen que todos estos cambios y en como los
vivenciamos tienen que ver con nosotros y nuestra forma de afrontar los cambios, así
que normalicemos esta situación lo más posible y lo vivenciaremos de una manera
más normal. Ánimo!!