Es el sueño de todo aficionado que se precie y la eterna carencia que tienen la inmensa mayoría de equipos de esta liga, al menos. Me atrevería a decir que salvo el Recreativo de Huelva, con Sinama-Pongolle, Uche, que marca un gol cada 55 minutos, y Javi Guerrero, el resto de equipos ansían un 9 de referencia. Les reto a hacer una prueba. Pregunten a varios seguidores de un equipo sobre cuál es la demarcación que más se precisaría reforzar. La respuesta, ya la saben de antemano.

Ni siquiera el Barcelona, que achaca la muchas veces más psicológica que real carencia de Eto’o se salva de esa búsqueda. Con un Ronaldinho que anota hasta de espaldas, con un Gudjohnsen al que no se le da nada mal el capítulo goleador y con otro delantero en nómina como Saviola, a veces cabe reflexionar sobre la realidad de que la gente se queja de vicio. Pero esto también pasa en el Madrid, con un Van Nistelrooy que un día es capaz de anotar 5 goles, aunque luego se pase dos meses sin volver a conocer el dulce sabor del gol. Y Ronaldo en la recámara. O al Valencia de Quique, que cuenta con una pareja de oro de 24 quilates. Villa y Morientes, que ahora ya no es el que era, serían la aspiración que codiciarían muchos entrenadores del mundo.

Pero esto no aleja el debate. Se necesita un 9. O mejor dicho, un 9 para muchos equipos. El Deportivo, que se empeña en fichar a centrocampistas o extremos para suplir esa plaza, y así le va; la Real Sociedad, que no termina de levantar cabeza; el Betis, que tras la marcha de Oliveira y la caída en desgracia de Dani, no tiene esa referencia. Podría haber muchos ejemplos de algo que es una realidad.

Las “fábricas” de futbolistas ya no hornean grandes goleadores, o al menos grandes goleadores a precios muy baratos. Si no hace muchos años esa carencia estaba en los centrales o los mediapuntas, ahora está en los delanteros. No es descabellado decir que como las meigas, haberlos haylos. Pero no todos pueden acceder a ellos.