Euforia en el Vicente Calderón, hasta los 1500 aficionados suecos botaron. Síntoma sin duda del buen nombre que tiene el equipo rojiblanco, capaz en la actualidad de que entre en la cabeza de los forofos visitantes la posibilidad de terminar viendo un chorreo como el acontecido. El Atlético de Madrid es sin duda uno de los mejores equipos de la competición, lejos queda el traspiés ante el Olympiakos, cómo dice su entrenador: “el fútbol son sensaciones”. El club madrileño ha pasado en sólo tres jornadas de jugarse contra el Juventus su continuidad en la Champions, a poder convertirse en su verdugo la última jornada. Y eso que el campeón italiano se ha postulado desde que el balón empezó a rodar como uno de los aspirantes a alcanzar las semifinales. Con el permiso de Real Madrid, Barcelona, Bayern… Y también del club colchonero.
Son las sensaciones que dejó el duelo con el Malmö. Pese a que los suecos realizaron un buen planteamiento en los primeros en los primeros 45 minutos… fueron sólo una tos para el subcampeón de Europa. Quien por algo ostenta ese galardón y respeto fuera de la frontera española, Hay que recordar que el conjunto nórdico batió al colíder del grupo B la pasada jornada, quien a su vez se impuso al Juventus en ésta. El Malmö como el cuadro blanquinegro, cayó en uno de los campos más complicados para los equipos foráneos: el Vicente Calderón.
Los rojiblancos no abrieron esta vez la lata ni de córner, ni en otras combinaciones por alto. Todo a pesar de la clarísima ocasión que desaprovechó Griezman en el primer período. El dinámico ariete francés hizo casi todo bien, gracias a la ayuda de Saúl y Siqueira, pero marró ocasiones de esas que sientan en el banquillo a un club tan competitivo como el de Simeone. El gol que marcó gracias al azar sin duda le servirá para tomar confianza en los sucesivos encuentros. Un caso parecido al de Cerci, el tanto le sitúa en la buena dirección para que algún se justifique los más de 20 millones de su traspaso.
No falló el de siempre: Koke. Por su regularidad, posiblemente se hable menos de lo que se debería. Sin duda es uno de los mejores centrocampistas del fútbol europeo. Capaz de hacer coberturas, centros medidos, asistencias y hasta marcar goles propios de un 7. Acudió al rescate del Atlético para dar la oportunidad que se luciera en el segundo tiempo el también infravalorado Arda Turan, quien con espacios exprimió su calidad, Junto al resto. Se divirtieran de lo lindo todos los presentes en el césped, hasta el punto de permitirse el lujo hasta de prescindir del turco. Algo impensable desde que el jugador con más calidad de la plantilla retomase el protagonismo que sin duda merece en el Santiago Bernabéu.
El Atlético se aproxima al de la temporada pasada, y lo hace a pasos agigantados. No sólo porque Godín sume dianas de córner. El segundo tiempo dio un acelerón propios de la histórica campaña 2013 – 14, en la que durante el primer tramo del campeonato pasaba por encima de sus rivales con algunas goleadas de escándalo que hicieron realidad el sueño de aspirar a todo.
No resulta inconsciente afirmar que los rojiblancos pueden repetir la memorable participación de la Liga de Campeones pasada. Cuenta con todo para llegar muy lejos en la máxima competición continental. El ganador de la liga pasada remontó una situación difícil con más fe que fútbol en la jornada anterior, y esta jornada se ha lucido para encarrilar con el permiso del Olympiakos su pase a octavos. Juega en bloque y se muestra tan eficaz en las grandes citas. El Atlético tiene la confianza que transmite Simeone, la cual llega desde el utillero hasta el más descreído de los aficionados que acuden al Calderón. Aunque tal vez el dato que más aliente a la parroquia rojiblanca sea que sus refuerzos no han brillado todavía como se esperaba. Posiblemente sea la guinda del pastel que el técnico argentino ponga a la sabrosa tarta que metió en el horno el invierno de 2011. Más adelante empezarán las especulaciones de venta de Koke y compañía. Pero aunque la historia se repite… eso es otra historia. Antes toca visitar Malmö.