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Etiquetas | Política | Coronavirus | Pablo Iglesias
“La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”. Edmond Thiaudière

​¿Fondos buitres o los buitres comunistas de Podemos, señor Iglesias?

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La forma arbitrariamente utilizada por el señor Pablo Iglesias, intentando compaginar su condición de vicepresidente del Gobierno con su adscripción al partido comunista bolivariano de Podemos del que es, por añadidura, su secretario general, podríamos decir que, al menos, resulta insólita, contradictoria, poco ejemplarizante y, en la mayoría de casos en los que aparece en público, incompatible con lo que debería ser su cualidad de miembro del Gobierno de la nación y su obligación de gobernar equitativamente para todos y en beneficio de toda la ciudadanía, independientemente de sus ideologías políticas y, por otra parte, sus creencias particulares, sus resabios comunistas, sus irreprimibles deseos particulares o sus irrefrenables intentos, a la menor ocasión que se le presenta, de introducir en sus discursos sus resabios comunistas, sus ideologías totalitarias y su rechazo frontal a todo lo que suene a libertad, economía libre, propiedad, libre mercado o promoción de la iniciativa privada como motor de la economía y garantía del bienestar de una nación; algo que para él, de acuerdo con su ideología bolchevique, suele ser simplemente un ejemplo de capitalismo puro y duro; no porque esté convencido de ello en su fuero interno, sino porque sabe que, desde el punto de vista propagandístico y proselitista, es lo que mejor rendimiento le va a proporcionar.

Que, con la pandemia desatada por el coronavirus, el señor Pablo Iglesias se siente como pez en el agua, basta ver cómo se mueve, lo que dice, las diatribas con la que trata a la derecha, en un intento baldío de trasladar las responsabilidades la epidemia a las comunidades del PP y a gobiernos pasados, acusándolos de supuestos recortes en la sanidad, ignorando que cada situación tiene su contexto particular y que, cuando fue necesario que se arbitraran medidas excepcionales, debido a la desastrosa política del gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero durante los inicios de la crisis del 2008, se recortaron por el PP gastos de todos los ministerios precisamente en unos momentos en los que el ministerio de Sanidad no era precisamente el que necesitaba una especial atención. Pero la expresión del filósofo Francis Bacon de “Calumniad con audacia; siempre quedará algo”, es una muestra de que, el señor Iglesias, ha interiorizado la frase como uno de sus métodos favoritos para utilizar contra sus adversarios políticos que, para él, no son tales sino enemigos a los que hay que destrozar y borrar del mapa. Y es que, para esta izquierda que padecemos en España la palabra mentir o lo que para los católicos sería el octavo mandamiento “No darás falso testimonio ni mentirás”, no existe, no le dan la menor importancia porque, para ellos, lo que sí vale es aquella otra expresión que Napoleón Bonaparte escribió en la última página de El Príncipe de Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.

El periódico ABC ha incluido entre sus críticas al Gobierno la siguiente expresión: “se han impuesto el adoctrinamiento marxista de Podemos”. En efecto, un atribulado Sánchez, sobrepasado por las circunstancias por las que atraviesa el país, emperrado en no pactar nada con la oposición de centro y derechas, para intentar dar la sensación de que es él el que domina la situación y el que, en realidad, se atribuirá el ¿mérito?, de que, cuando pase la epidemia (si es que algún día conseguimos erradicarla) afirmarse como el artífice de haber vencido al coronavirus. Parece que ha decidido pasar “los trastos de matar”, como se dice en el argot taurino, a su vicepresidente comunista que es el que parece que impone su ley en las decisiones del consejo de ministros, si es que debemos guiarnos por algunas de las disposiciones, atentatorias la mayoría de ellas al derecho de propiedad, seguramente abundando en las ideas de la señora ministra de Trabajo respeto a lo que es “el interés general” de los españoles. Veremos cuando la economía se dé el gran batacazo, en virtud de la precipitadas de cisiones de este Gobierno y el paro alcance cifras de escándalo, cuál va a ser la justificación de ambos políticos en su descargo. Lo malo será que, entonces, ya no habrá remedio que valga para salvar la situación.

Evidentemente que el vicepresidente, señor Iglesias, con su lenguaje transgresor, demagógico populachero y con su desparpajo habitual y su incapacidad para medir el sentido de las palabras antes de pronunciarlas, metió la pata hasta el corvejón cuando, para designar a unos fondos especulativos, los fondos distressed o holdouts, que son fondos de capital riesgo que compran deuda de economías en problemas y que, en el momento de la venta, en un periodo a corto o medio plazo, se venda a otros inversores para conseguir altas rentabilidades; utilizó el calificativo de “fondos buitres”, como vulgarmente son conocidos en el argot popular. Conviene aclarar que los inversores en este tipo de fondos de capital riesgo (también pueden fallar las expectativas y perder el dinero invertido) son ahorradores, pequeños y grandes, que buscan rentabilizar sus recursos conseguidos a lo largo de una vida de trabajo que, en la mayoría de los casos, tienen por fin servir de complemento a las pensiones que puedan venir percibiendo o que esperen a percibir cuando se retiren, por parte del Estado, en los casos en los que desgraciadamente su cuantía no es suficiente para cubrir sus necesidades.

Al respecto, convendría aclarar que, cuando la famosa especulación inmobiliaria que precedió a la crisis del 2008, fueron muchos miles de ciudadanos, incluso millones de ellos, los que aprovechándose de que el IPC no paraba de subir y los precios de las viviendas se fueron disparando de mes en mes, compraban inmuebles ( en la mayoría de casos utilizando la financiación de las hipotecas ) para volver a revender la vivienda unos meses más tarde, especulando con el aumento de los precios ¿Qué diferencia hay entre unos y otros? Pues, simplemente, que para los comunistas unos son capitalistas y los otros que, intentaban convertirse en capitalista, “honrados ciudadanos” que querían salir de la pobreza sin importarles si, aquella especulación, era bien entendida por los comunistas o no. Esto fue la causa de que, cuando llegó la crisis, muchos de los que pretendían enriquecerse especulando y endeudándose, se arruinaran cuando los precios de las viviendas se hundieron y no pudieron hacer frente a sus deudas y al pago de sus hipotecas.

En todo caso, lo único cierto es que estamos ante un evidente intento de politizar la crisis del Covid19 por el actual Gobierno. Los unos, los del PSOE, derivando hacia lo que se podría calificar como extrema izquierda, ante la evidencia del desgaste que están sufriendo dentro del socialismo moderado, que no alcanza a entender como su partido, por culpa de los graves errores gubernamentales, está conduciendo al país a una situación todavía más grave que la que afectaba a la nación cuando, el señor Rodríguez Zapatero perdió las elecciones a finales del año 2011 y, los otros, comandados por el señor Iglesias y seguramente con el beneplácito de una parte de los ministros socialistas, que lo que están intentando es sacar provecho del disgusto generalizado de la ciudadanía por el retraso, desconcierto y falta de efectividad con el que el actual ejecutivo está manejando la pandemia, intentando ocultar que ellos también forman parte del Gobierno y llevando a cabo una campaña vergonzosa y partidista, por medido de la cual lo que se pretende, aparte de lanzar falsas acusaciones contra el papel de la Derecha en esta crisis, es aparentar constituirse en los defensores de la implantación de un régimen comunista; intentando imponerse al gobierno socialista que hoy ostenta la mayoría, desacreditando a aquellos que se oponen frontalmente a ellos y acaparando aquellos puestos clave (P.Iglesias ya ha conseguido estar en el CIS) como es el ministerio de Trabajo, en manos de una de estas ministras totalitarias, la señora Díaz, que de la mano del Podemos, ha empezado a imponer sus doctrinas comunistas pretendiendo confundir a las empresas, incluso asumiendo potestades que no le corresponden como es la de “prohibir” los despidos”, algo que sería función del Legislativo si es que pretendiera cambiar la legislación laboral vigente.

No se trata de desviar la atención del preocupante coronavirus y sus dramáticas consecuencias pero sí de llamar la atención del hecho evidente de que los hay que pretenden pescar en aguas revueltas y del grave peligro de que, absortos en la pandemia que nos puede afectar a todos, permitamos que algunos aprovechados, desaprensivos de la política y buitres carroñeros de las desgracias que actualmente afectan gravemente al pueblo español, intenten, una vez más, confundir a las personas de buena voluntad, apelando a sus instintos más bajos, a la superficialidad de los análisis de café, hurtando la verdad para arrimar la sardina de la opinión pública a la brasa de sus intereses espurios, detrás de los cuales sólo hay algo que comparten con los separatistas catalanes y vascos: el intento de acabar con la nación Española para, una vez conseguido el enfrentamiento entre españoles, hundida la economía de la nación y creado el ambiente propicio para una revolución proletaria, presentarse ellos, los comunistas como los verdaderos salvadores de la patria o de lo que quedase de ella una vez satisfechas las aspiraciones separatistas de catalanes y vascos.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el grave presentimiento de que, lo que nos va a traer esta pandemia que estamos padeciendo y a la que todavía parece que nadie se atreve a pronosticar cuál será su final; además del reguero de muertes que nos va a dejar y de las consecuencias económicas a las que vamos a tener que enfrentarnos, existe la posibilidad, si nadie se toma en serio al señor Pablo Iglesias y sus colaboradores, de que España entre en una involución que nos lleve a lo que, por desgracia, ocurrió en la España de los años 30 del siglo pasado. Entonces logramos libramos de la condena a la que nos conducía el gobierno del Frente Popular hoy, sin embargo, no estamos seguros de que la reacción de los patriotas españoles fuera capaz de contrarrestar el pasotismo, conformismo y acomodamiento de una sociedad que no ha conocido las consecuencias trágicas de una posguerra, sus servidumbres y los evidentes resultados desestabilizadores de lo que representa un enfrentamiento entre ciudadanos de diversas ideas políticas, cuando los ánimos están exaltados y los bolsillos afectados. Parece ser que la suerte está echada y no estamos convencidos de lo que va a salir de ello.

​¿Fondos buitres o los buitres comunistas de Podemos, señor Iglesias?

“La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”. Edmond Thiaudière
Miguel Massanet
jueves, 2 de abril de 2020, 13:14 h (CET)

La forma arbitrariamente utilizada por el señor Pablo Iglesias, intentando compaginar su condición de vicepresidente del Gobierno con su adscripción al partido comunista bolivariano de Podemos del que es, por añadidura, su secretario general, podríamos decir que, al menos, resulta insólita, contradictoria, poco ejemplarizante y, en la mayoría de casos en los que aparece en público, incompatible con lo que debería ser su cualidad de miembro del Gobierno de la nación y su obligación de gobernar equitativamente para todos y en beneficio de toda la ciudadanía, independientemente de sus ideologías políticas y, por otra parte, sus creencias particulares, sus resabios comunistas, sus irreprimibles deseos particulares o sus irrefrenables intentos, a la menor ocasión que se le presenta, de introducir en sus discursos sus resabios comunistas, sus ideologías totalitarias y su rechazo frontal a todo lo que suene a libertad, economía libre, propiedad, libre mercado o promoción de la iniciativa privada como motor de la economía y garantía del bienestar de una nación; algo que para él, de acuerdo con su ideología bolchevique, suele ser simplemente un ejemplo de capitalismo puro y duro; no porque esté convencido de ello en su fuero interno, sino porque sabe que, desde el punto de vista propagandístico y proselitista, es lo que mejor rendimiento le va a proporcionar.

Que, con la pandemia desatada por el coronavirus, el señor Pablo Iglesias se siente como pez en el agua, basta ver cómo se mueve, lo que dice, las diatribas con la que trata a la derecha, en un intento baldío de trasladar las responsabilidades la epidemia a las comunidades del PP y a gobiernos pasados, acusándolos de supuestos recortes en la sanidad, ignorando que cada situación tiene su contexto particular y que, cuando fue necesario que se arbitraran medidas excepcionales, debido a la desastrosa política del gobierno socialista del señor Rodríguez Zapatero durante los inicios de la crisis del 2008, se recortaron por el PP gastos de todos los ministerios precisamente en unos momentos en los que el ministerio de Sanidad no era precisamente el que necesitaba una especial atención. Pero la expresión del filósofo Francis Bacon de “Calumniad con audacia; siempre quedará algo”, es una muestra de que, el señor Iglesias, ha interiorizado la frase como uno de sus métodos favoritos para utilizar contra sus adversarios políticos que, para él, no son tales sino enemigos a los que hay que destrozar y borrar del mapa. Y es que, para esta izquierda que padecemos en España la palabra mentir o lo que para los católicos sería el octavo mandamiento “No darás falso testimonio ni mentirás”, no existe, no le dan la menor importancia porque, para ellos, lo que sí vale es aquella otra expresión que Napoleón Bonaparte escribió en la última página de El Príncipe de Maquiavelo: “El fin justifica los medios”.

El periódico ABC ha incluido entre sus críticas al Gobierno la siguiente expresión: “se han impuesto el adoctrinamiento marxista de Podemos”. En efecto, un atribulado Sánchez, sobrepasado por las circunstancias por las que atraviesa el país, emperrado en no pactar nada con la oposición de centro y derechas, para intentar dar la sensación de que es él el que domina la situación y el que, en realidad, se atribuirá el ¿mérito?, de que, cuando pase la epidemia (si es que algún día conseguimos erradicarla) afirmarse como el artífice de haber vencido al coronavirus. Parece que ha decidido pasar “los trastos de matar”, como se dice en el argot taurino, a su vicepresidente comunista que es el que parece que impone su ley en las decisiones del consejo de ministros, si es que debemos guiarnos por algunas de las disposiciones, atentatorias la mayoría de ellas al derecho de propiedad, seguramente abundando en las ideas de la señora ministra de Trabajo respeto a lo que es “el interés general” de los españoles. Veremos cuando la economía se dé el gran batacazo, en virtud de la precipitadas de cisiones de este Gobierno y el paro alcance cifras de escándalo, cuál va a ser la justificación de ambos políticos en su descargo. Lo malo será que, entonces, ya no habrá remedio que valga para salvar la situación.

Evidentemente que el vicepresidente, señor Iglesias, con su lenguaje transgresor, demagógico populachero y con su desparpajo habitual y su incapacidad para medir el sentido de las palabras antes de pronunciarlas, metió la pata hasta el corvejón cuando, para designar a unos fondos especulativos, los fondos distressed o holdouts, que son fondos de capital riesgo que compran deuda de economías en problemas y que, en el momento de la venta, en un periodo a corto o medio plazo, se venda a otros inversores para conseguir altas rentabilidades; utilizó el calificativo de “fondos buitres”, como vulgarmente son conocidos en el argot popular. Conviene aclarar que los inversores en este tipo de fondos de capital riesgo (también pueden fallar las expectativas y perder el dinero invertido) son ahorradores, pequeños y grandes, que buscan rentabilizar sus recursos conseguidos a lo largo de una vida de trabajo que, en la mayoría de los casos, tienen por fin servir de complemento a las pensiones que puedan venir percibiendo o que esperen a percibir cuando se retiren, por parte del Estado, en los casos en los que desgraciadamente su cuantía no es suficiente para cubrir sus necesidades.

Al respecto, convendría aclarar que, cuando la famosa especulación inmobiliaria que precedió a la crisis del 2008, fueron muchos miles de ciudadanos, incluso millones de ellos, los que aprovechándose de que el IPC no paraba de subir y los precios de las viviendas se fueron disparando de mes en mes, compraban inmuebles ( en la mayoría de casos utilizando la financiación de las hipotecas ) para volver a revender la vivienda unos meses más tarde, especulando con el aumento de los precios ¿Qué diferencia hay entre unos y otros? Pues, simplemente, que para los comunistas unos son capitalistas y los otros que, intentaban convertirse en capitalista, “honrados ciudadanos” que querían salir de la pobreza sin importarles si, aquella especulación, era bien entendida por los comunistas o no. Esto fue la causa de que, cuando llegó la crisis, muchos de los que pretendían enriquecerse especulando y endeudándose, se arruinaran cuando los precios de las viviendas se hundieron y no pudieron hacer frente a sus deudas y al pago de sus hipotecas.

En todo caso, lo único cierto es que estamos ante un evidente intento de politizar la crisis del Covid19 por el actual Gobierno. Los unos, los del PSOE, derivando hacia lo que se podría calificar como extrema izquierda, ante la evidencia del desgaste que están sufriendo dentro del socialismo moderado, que no alcanza a entender como su partido, por culpa de los graves errores gubernamentales, está conduciendo al país a una situación todavía más grave que la que afectaba a la nación cuando, el señor Rodríguez Zapatero perdió las elecciones a finales del año 2011 y, los otros, comandados por el señor Iglesias y seguramente con el beneplácito de una parte de los ministros socialistas, que lo que están intentando es sacar provecho del disgusto generalizado de la ciudadanía por el retraso, desconcierto y falta de efectividad con el que el actual ejecutivo está manejando la pandemia, intentando ocultar que ellos también forman parte del Gobierno y llevando a cabo una campaña vergonzosa y partidista, por medido de la cual lo que se pretende, aparte de lanzar falsas acusaciones contra el papel de la Derecha en esta crisis, es aparentar constituirse en los defensores de la implantación de un régimen comunista; intentando imponerse al gobierno socialista que hoy ostenta la mayoría, desacreditando a aquellos que se oponen frontalmente a ellos y acaparando aquellos puestos clave (P.Iglesias ya ha conseguido estar en el CIS) como es el ministerio de Trabajo, en manos de una de estas ministras totalitarias, la señora Díaz, que de la mano del Podemos, ha empezado a imponer sus doctrinas comunistas pretendiendo confundir a las empresas, incluso asumiendo potestades que no le corresponden como es la de “prohibir” los despidos”, algo que sería función del Legislativo si es que pretendiera cambiar la legislación laboral vigente.

No se trata de desviar la atención del preocupante coronavirus y sus dramáticas consecuencias pero sí de llamar la atención del hecho evidente de que los hay que pretenden pescar en aguas revueltas y del grave peligro de que, absortos en la pandemia que nos puede afectar a todos, permitamos que algunos aprovechados, desaprensivos de la política y buitres carroñeros de las desgracias que actualmente afectan gravemente al pueblo español, intenten, una vez más, confundir a las personas de buena voluntad, apelando a sus instintos más bajos, a la superficialidad de los análisis de café, hurtando la verdad para arrimar la sardina de la opinión pública a la brasa de sus intereses espurios, detrás de los cuales sólo hay algo que comparten con los separatistas catalanes y vascos: el intento de acabar con la nación Española para, una vez conseguido el enfrentamiento entre españoles, hundida la economía de la nación y creado el ambiente propicio para una revolución proletaria, presentarse ellos, los comunistas como los verdaderos salvadores de la patria o de lo que quedase de ella una vez satisfechas las aspiraciones separatistas de catalanes y vascos.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos el grave presentimiento de que, lo que nos va a traer esta pandemia que estamos padeciendo y a la que todavía parece que nadie se atreve a pronosticar cuál será su final; además del reguero de muertes que nos va a dejar y de las consecuencias económicas a las que vamos a tener que enfrentarnos, existe la posibilidad, si nadie se toma en serio al señor Pablo Iglesias y sus colaboradores, de que España entre en una involución que nos lleve a lo que, por desgracia, ocurrió en la España de los años 30 del siglo pasado. Entonces logramos libramos de la condena a la que nos conducía el gobierno del Frente Popular hoy, sin embargo, no estamos seguros de que la reacción de los patriotas españoles fuera capaz de contrarrestar el pasotismo, conformismo y acomodamiento de una sociedad que no ha conocido las consecuencias trágicas de una posguerra, sus servidumbres y los evidentes resultados desestabilizadores de lo que representa un enfrentamiento entre ciudadanos de diversas ideas políticas, cuando los ánimos están exaltados y los bolsillos afectados. Parece ser que la suerte está echada y no estamos convencidos de lo que va a salir de ello.

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