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La salvación cristiana es integral, es decir, afecta a toda la persona: alma y cuerpo

Crionización o resurreción

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Crionización o resurrección: he aquí el dilema que se le presenta al hombre en su afán de cerciorarse si continua existiendo de manera consciente más allá de la muerte

La paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23), pero en el ser humano existe un sentido de trascendencia que le hace difícil aceptar que la muerte física sea su destino definitivo. Con el fin de vencer a la muerte que es el final de trayecto de todos los humanos se ha inventado la crionización que consiste en someter a un cadáver a una situación de frío intenso con el propósito de conservarlo en condiciones para ser reanimado en el futuro cuando los progresos médicos encuentren solución a la enfermedad que le causó el deceso.

Anders Sandberg, investigador del Instituto del Futuro de la Humanidad de Oxford dice que cada mes paga 20 euros para que lo crionicen. Con esta finalidad lleva la medalla de la crionización con instrucciones para congelar a su cuerpo hasta la resurrección transhumana. El deseo de preservar a los cadáveres de la corrupción ya viene de la antigüedad con la momificación. La ciencia moderna con la técnica de la congelación ha mejorado la conservación de los cadáveres. El deseo de impedir la corrupción de los cadáveres proviene de la enseñanza errónea que imparten las religiones al considerar la salvación como algo que afecta exclusivamente al alma, considerando el cuerpo como algo que molesta y la necesidad de liberarse de él para que el alma obtenga la libertad que no goza en tanto el cuerpo la envuelva. De ahí nace el ascetismo que en casos extremos somete al cuerpo a mortificaciones crueles con el propósito de que el alma no esté sujeta al dominio corporal.

La salvación cristiana es integral, es decir, afecta a toda la persona: alma y cuerpo. Una evidencia de que la salvación cristiana es integral se encuentra en el hecho de que Jesús el Hijo de Dios vino aquí en la tierra a salvar al pueblo de Dios de sus pecado, no lo hizo solamente en espíritu, se encarnó en el vientre de la virgen María haciéndose hombre de carne y huesos como lo somos nosotros.

La muerte y la resurrección de Jesús indica claramente que al Padre le interesa la salvación integral de su pueblo, salvación que por cierto consta de dos fases separadas por el tiempo. La primera tiene lugar en el momento en que el pecador cree que Jesús es su Salvador. En este preciso instante recibe la vida eterna que Jesús atorga a todos quienes creen en Él. El alma es purificada de sus pecados por la sangre de Jesús. A partir del momento de la conversión el alma tiene acceso directo en la presencia de Dios. La lectura de la Biblia y la plegaria inducidas por el Espíritu Santo demuestra que el alma puede mantener contacto con Dios. Con la muerte, el alma abandona el cuerpo que era su morada y accede directamente a la presencia de Dios gozando de su gloria. El cuerpo sin el alma duerme en el sepulcro esperando que sea despertado en el día de la resurrección.

Resurrección es una palabra tabú que a muchos sigue despertando burlas de la misma manera como lo hicieron los racionalistas atenienses cuando oyeron hablar de la resurrección de los muertos por boca del apóstol Pablo. A los partidarios de la momificación - hoy todavía los hay – y de la crionización el salmista les plantea una pregunta: “¿Qué hombre vivirá y no vera muerte? ¿Librará su vida del poder del sepulcro?” (Salmo 89: 48). Desde Adán hasta hoy todos los hombres sin excepción mueren. De ello no tenemos ninguna duda. La momificación no ha servido para hacer revivir a los antiguos faraones egipcios, a pesar de los avances en medicina, ni la crionización ha servido para resucitar a un cadáver auténtico. Si lo hubiese conseguido habría sido una noticia que hubiera ocupado grandes titulares en los medios de comunicación. La respuesta es el silencio. Quienes como Anders Sandberg pagan a plazos su futura crionización para volver a la vida cuando la medicina encuentre el remedio a la enfermedad causante de su muerte se llevarán un gran desengaño porque la resurrección de los muertos no está al alcance del hombre. “De manera que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Es la ley del pecado que afecta a todos.

La segunda fase de la salvación, la que afecta al cuerpo se llama resurrección. ¿Qué enseña la Biblia sobre este tema? La resurrección está basada sobre el hecho histórico de la resurrección de Jesús. Si Jesús no murió ni resucitó como enseñan algunos, imposible es que haya resurrección de los muertos. Jesús murió realmente. El gobernador romano Pilatos dejó bajar el cuerpo de Jesús de la cruz después de oír el informe del centurión que dirigió la crucifixión de que Jesús estaba muerto. Fue enterrado y al tercer día resucitó conforme a las Escrituras. De ello existen testigos oculares que lo certifican: “Se apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a mas de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen…” (1 Corintios 15:5-8).

Algunos se preguntan: “¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con que cuerpo vendrán? (v.35). Para ayudar a entender dicho misterio el apóstol Pablo usa la analogía de una simiente que para que pueda brotar una planta primero debe destruirse.. Así lo explica la Biblia: “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes” (v.36). “Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (vv.42-44). “Pero esto os digo, hermanos: que la carne ni la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (v.50). “Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (v.54). ”Más gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v.57).

El hombre no puede liberarse del poder del sepulcro. La Biblia sigue diciendo: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre (Adán), también por un hombre (Cristo) la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (vv. 20-22). Hemos empezado este escrito con: “La paga del pecado es la muerte”. El resto del versículo dice: “mas el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

Crionización o resurreción

La salvación cristiana es integral, es decir, afecta a toda la persona: alma y cuerpo
Octavi Pereña
martes, 21 de octubre de 2014, 06:53 h (CET)
Crionización o resurrección: he aquí el dilema que se le presenta al hombre en su afán de cerciorarse si continua existiendo de manera consciente más allá de la muerte

La paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23), pero en el ser humano existe un sentido de trascendencia que le hace difícil aceptar que la muerte física sea su destino definitivo. Con el fin de vencer a la muerte que es el final de trayecto de todos los humanos se ha inventado la crionización que consiste en someter a un cadáver a una situación de frío intenso con el propósito de conservarlo en condiciones para ser reanimado en el futuro cuando los progresos médicos encuentren solución a la enfermedad que le causó el deceso.

Anders Sandberg, investigador del Instituto del Futuro de la Humanidad de Oxford dice que cada mes paga 20 euros para que lo crionicen. Con esta finalidad lleva la medalla de la crionización con instrucciones para congelar a su cuerpo hasta la resurrección transhumana. El deseo de preservar a los cadáveres de la corrupción ya viene de la antigüedad con la momificación. La ciencia moderna con la técnica de la congelación ha mejorado la conservación de los cadáveres. El deseo de impedir la corrupción de los cadáveres proviene de la enseñanza errónea que imparten las religiones al considerar la salvación como algo que afecta exclusivamente al alma, considerando el cuerpo como algo que molesta y la necesidad de liberarse de él para que el alma obtenga la libertad que no goza en tanto el cuerpo la envuelva. De ahí nace el ascetismo que en casos extremos somete al cuerpo a mortificaciones crueles con el propósito de que el alma no esté sujeta al dominio corporal.

La salvación cristiana es integral, es decir, afecta a toda la persona: alma y cuerpo. Una evidencia de que la salvación cristiana es integral se encuentra en el hecho de que Jesús el Hijo de Dios vino aquí en la tierra a salvar al pueblo de Dios de sus pecado, no lo hizo solamente en espíritu, se encarnó en el vientre de la virgen María haciéndose hombre de carne y huesos como lo somos nosotros.

La muerte y la resurrección de Jesús indica claramente que al Padre le interesa la salvación integral de su pueblo, salvación que por cierto consta de dos fases separadas por el tiempo. La primera tiene lugar en el momento en que el pecador cree que Jesús es su Salvador. En este preciso instante recibe la vida eterna que Jesús atorga a todos quienes creen en Él. El alma es purificada de sus pecados por la sangre de Jesús. A partir del momento de la conversión el alma tiene acceso directo en la presencia de Dios. La lectura de la Biblia y la plegaria inducidas por el Espíritu Santo demuestra que el alma puede mantener contacto con Dios. Con la muerte, el alma abandona el cuerpo que era su morada y accede directamente a la presencia de Dios gozando de su gloria. El cuerpo sin el alma duerme en el sepulcro esperando que sea despertado en el día de la resurrección.

Resurrección es una palabra tabú que a muchos sigue despertando burlas de la misma manera como lo hicieron los racionalistas atenienses cuando oyeron hablar de la resurrección de los muertos por boca del apóstol Pablo. A los partidarios de la momificación - hoy todavía los hay – y de la crionización el salmista les plantea una pregunta: “¿Qué hombre vivirá y no vera muerte? ¿Librará su vida del poder del sepulcro?” (Salmo 89: 48). Desde Adán hasta hoy todos los hombres sin excepción mueren. De ello no tenemos ninguna duda. La momificación no ha servido para hacer revivir a los antiguos faraones egipcios, a pesar de los avances en medicina, ni la crionización ha servido para resucitar a un cadáver auténtico. Si lo hubiese conseguido habría sido una noticia que hubiera ocupado grandes titulares en los medios de comunicación. La respuesta es el silencio. Quienes como Anders Sandberg pagan a plazos su futura crionización para volver a la vida cuando la medicina encuentre el remedio a la enfermedad causante de su muerte se llevarán un gran desengaño porque la resurrección de los muertos no está al alcance del hombre. “De manera que está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Es la ley del pecado que afecta a todos.

La segunda fase de la salvación, la que afecta al cuerpo se llama resurrección. ¿Qué enseña la Biblia sobre este tema? La resurrección está basada sobre el hecho histórico de la resurrección de Jesús. Si Jesús no murió ni resucitó como enseñan algunos, imposible es que haya resurrección de los muertos. Jesús murió realmente. El gobernador romano Pilatos dejó bajar el cuerpo de Jesús de la cruz después de oír el informe del centurión que dirigió la crucifixión de que Jesús estaba muerto. Fue enterrado y al tercer día resucitó conforme a las Escrituras. De ello existen testigos oculares que lo certifican: “Se apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a mas de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen…” (1 Corintios 15:5-8).

Algunos se preguntan: “¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con que cuerpo vendrán? (v.35). Para ayudar a entender dicho misterio el apóstol Pablo usa la analogía de una simiente que para que pueda brotar una planta primero debe destruirse.. Así lo explica la Biblia: “Lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes” (v.36). “Así es también la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual” (vv.42-44). “Pero esto os digo, hermanos: que la carne ni la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (v.50). “Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (v.54). ”Más gracias sean dadas a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (v.57).

El hombre no puede liberarse del poder del sepulcro. La Biblia sigue diciendo: “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre (Adán), también por un hombre (Cristo) la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados” (vv. 20-22). Hemos empezado este escrito con: “La paga del pecado es la muerte”. El resto del versículo dice: “mas el regalo de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 6:23).

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