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Este domingo me uní a los actos del 12-O en Barcelona. Y me alegró ver a gente de todas las edades pero sobre todo a mucha más gente joven que el año pasado celebrar de forma cívica y festiva sentirse catalanes y españoles. Los que vivimos en Cataluña sabemos lo difícil que es manifestarse contra el poder político catalán que lo controla todo, desde los medios de comunicación hasta el trascendental sistema educativo pasando por las instituciones. Y a pesar de ello, la asistencia a la manifestación del Paseo de Gracia a la que yo fui fue muy superior al año pasado.
Me quedo con dos lemas: “queremos puentes, no fronteras” y “asturianos, valencianos y murcianos no son extranjeros, sino hermanos”. En definitiva, un acto por la unidad y la convivencia frente a los que alientan irresponsablemente odios, rupturas y divisiones.
Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.
Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.
El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.
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