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Opinión
Etiquetas | Pandemia | Pedro Sánchez | Crítica
(ahora resulta que, de antemano, quedan descalificados los que quieran opinar o ejercer la crítica a la desastrosa gestión del gobierno en esta crisis)

Incompetentes

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A estas alturas, lo mismo que los grandes generales se prueban en el campo de batalla, y no en el de los trienios, el gobierno da ya muestras patentes de una incompetencia que ni siquiera los que no les votamos imaginábamos. Me ratifico en que lo peor que nos ha pasado a los españoles en la crisis del 2008 y en esta es que las han conducido dos tipos demasiado incompetentes: Zapatero y Sánchez; este último ayudado por otro todavía más incompetente, el marqués de Galapagar.

En mi opinión, hay algunas cuestiones en las que el mentiroso compulsivo de la Moncloa se viene aferrando desde hace días, cuestiones que en el pleno del Congreso pasado quedaron en evidencia y que querría comentar.

Una de ellas es el populismo patriotero de que Sánchez viene haciendo gala en sus múltiples comparecencias diarias de “Aló presidente”, al estilo del maestro venezolano de Iglesias, felizmente desaparecido.

Varios diputados de diverso signo político le puntualizaron a Sánchez que lo que los españoles necesitan no son sermones presidenciales militaristas, sino soluciones eficaces al problema.

El recurso a “esto es la guerra”, más parecido a Groucho Marx o a la guerra telefónica de Gila, despertó en las diputadas de Bildu y CUP los peores comentarios hacia el ejército. A mi modo de ver, lo que realmente sucede aquí es una confusión propiciada por el errático planteamiento del presidente. Coincido con estas diputadas en que esto no es una guerra, sino un virus, y por tanto sobran todas las liturgias militares de las que viene haciendo gala el gobierno en los últimos días.

Ahora bien, sin tratarse de una guerra, lo cierto es que estamos en una situación de economía de guerra sin guerra, pero economía parecida o similar a la que se lleva a cabo en situaciones de guerra, caracterizada por una pérdida espeluznante de la productividad y por una extrema necesidad de reconducir recursos para hacer frente al enemigo, en este caso la pandemia, exigiendo aparcar otras cuestiones – que temporalmente pasan a un segundo plano – para centrarse en este objetivo, casi único, de vencer la pandemia. Es decir, una exigencia temporal de unidad de acción, lo cual exige UN ÚNICO MANDO.

Aquí es donde está la piedra de toque de la incompetencia de este gobierno. Efectivamente, esta situación exige una unidad de acción en vez de 17 reinos de taifas. Ahora bien, el gobierno se ha equivocado al confundir el principio de unidad de acción y de coordinación con un centralismo político sobrevenido, ajeno a nuestra situación legal constitucional.

Es verdad que ante una situación de emergencia, determinados poderes deben coordinarse bajo una unidad de mando, y que el ejército debe salir a la calle a prestar determinados servicios propios de emergencia, análogos a los que lleva a cabo en situaciones de guerra. Todo esto es verdad. Y es lo que está haciendo perfectamente.

Pero es un error por parte del gobierno IGNORAR que España es un Estado descentralizado en 17 autonomías, las cuales tienen competencias propias sobre la Sanidad, y aunque una situación como esta exija una COORDINACIÓN con mando único, los sistemas de sanidad de las autonomías son un activo valioso en cada comunidad autónoma que el gobierno ha ignorado y sustituido por un ministro de sanidad recién llegado que no tiene ni idea de lo que pasa en la sanidad de cada comunidad autónoma.

El resultado ha sido una parálisis propia de una burocracia esclerótica, incapaz de dar solución a un problema que le viene grande, porque si hay algo evidente es que los señores que ocupan el gobierno tienen como factor común el no saber gobernar.

Mitinear, lo saben sobradamente. Engañar al pueblo, también, incluso con discursos ñoños, como Pablo Iglesias, que se emociona con las caceroladas o que llora cuando Pedro Sánchez logra la investidura. Pero en cuanto a gestionar situaciones, han demostrado no tener ni la menor idea.

Siempre me ha llamado la atención el nombre de esa carrera universitaria “Administración de Empresas”. Para administrar, para gobernar, hay que prepararse, estudiar, aprender, saber. Esta gente del gobierno, auténticos irresponsables, creen que son capaces de gobernar por ciencia infusa o a golpe de ocurrencia. Una situación como esta les ha venido larga, porque a su osadía se une una ignorancia enciclopédica en cuanto a dirección y administración de organizaciones.

El pasado día 25, Pedro Sánchez, con varios miles de muertos a las espaldas, vino a mencionar que ya se han repartido casi un millón de mascarillas, y “prometió” que en el “breve plazo” de 8 semanas habrá mascarillas para todos. Esto suena a chiste surrealista cuando hace varios días oí en la radio que en China hay muchas empresas fabricantes de mascarillas que producen tres millones de unidades diarias. ¿En qué coño ha estado pensando Pedro Sánchez durante los dos meses pasados en vez de preocuparse de conseguir material sanitario.

Cuando veo a Pedro Sánchez diciendo que las mascarillas “han de ser homologadas” y por otra parte veo a monjas de clausura en whatsapp fabricando gratis mascarillas a destajo, o montones de tutoriales de youtube para autofabricar mascarillas, me doy cuenta de que el presidente está en la inopia con su guerra de salón, o que cree que en la guerra son preferibles mascarillas homologadas que nunca llegan y a precio de oro (los empresarios chinos no son tontos ante la ley de la oferta y la demanda), en vez de aprovechar las sinergias de un gran pueblo como el nuestro, cuyo único defecto es que es tonto a la hora de elegir a sus gobernantes.

A punto de terminar este artículo, me entero de que han llegado por fin unos aparatos de diagnóstico rápido importados desde China por el ministro de Sanidad y que al probarlos resulta que son una patata, pues no solo no funcionan, sino que tampoco están homologados. Vaya, que son un timo y que al ministro Illa le han engañado como a un chino de los de antes por tratarse de testadores piratillas. ¿Pero no habíamos quedado que desde el gobierno solo se iban a comprar aparatitos homologados?

Ante este incidente responde el ministro que no nos podemos hacer idea de lo complicado que es comprar estos aparatitos a los chinos.

No es que sea complicado, chaval, es que los que saben de sanidad en este país son las consejerías de las comunidades autónomas, que se dedican a ello como competencia propia desde hace muchos años, y no tú, que eres un advenedizo incompetente, como todos los del gobierno, que no os aclaráis con este problema, y que con vuestra incompetencia habéis logrado que incluso las comunidades autónomas empiecen a ser ineficaces también.

Dice Pedro Sánchez que mientras dure esta pandemia no va a polemizar ni se va a defender de quienes le atacan, que su única focalidad es vencer al virus.

Vaya, ahora resulta que, de antemano, quedan descalificados los que quieran opinar o ejercer la crítica a la desastrosa gestión del gobierno en esta crisis.

Esto es lo propio de las repúblicas bolivarianas o de las dictaduras bananeras: Está prohibido criticar al jefe; no se oirán las críticas; el disenso está mal.

Centralismo, militarismo de pacotilla, descalificación de la crítica y la opinión contraria…Todo esto suena mal, pero que muy mal.

En cuanto a la lamentable intervención de la ministra de defensa acusando de posible delito a los cuidadores de las residencias de ancianos, ya comentaré el asunto en próxima entrega porque merece comentario aparte. 

Incompetentes

(ahora resulta que, de antemano, quedan descalificados los que quieran opinar o ejercer la crítica a la desastrosa gestión del gobierno en esta crisis)
Antonio Moya Somolinos
sábado, 28 de marzo de 2020, 09:47 h (CET)

A estas alturas, lo mismo que los grandes generales se prueban en el campo de batalla, y no en el de los trienios, el gobierno da ya muestras patentes de una incompetencia que ni siquiera los que no les votamos imaginábamos. Me ratifico en que lo peor que nos ha pasado a los españoles en la crisis del 2008 y en esta es que las han conducido dos tipos demasiado incompetentes: Zapatero y Sánchez; este último ayudado por otro todavía más incompetente, el marqués de Galapagar.

En mi opinión, hay algunas cuestiones en las que el mentiroso compulsivo de la Moncloa se viene aferrando desde hace días, cuestiones que en el pleno del Congreso pasado quedaron en evidencia y que querría comentar.

Una de ellas es el populismo patriotero de que Sánchez viene haciendo gala en sus múltiples comparecencias diarias de “Aló presidente”, al estilo del maestro venezolano de Iglesias, felizmente desaparecido.

Varios diputados de diverso signo político le puntualizaron a Sánchez que lo que los españoles necesitan no son sermones presidenciales militaristas, sino soluciones eficaces al problema.

El recurso a “esto es la guerra”, más parecido a Groucho Marx o a la guerra telefónica de Gila, despertó en las diputadas de Bildu y CUP los peores comentarios hacia el ejército. A mi modo de ver, lo que realmente sucede aquí es una confusión propiciada por el errático planteamiento del presidente. Coincido con estas diputadas en que esto no es una guerra, sino un virus, y por tanto sobran todas las liturgias militares de las que viene haciendo gala el gobierno en los últimos días.

Ahora bien, sin tratarse de una guerra, lo cierto es que estamos en una situación de economía de guerra sin guerra, pero economía parecida o similar a la que se lleva a cabo en situaciones de guerra, caracterizada por una pérdida espeluznante de la productividad y por una extrema necesidad de reconducir recursos para hacer frente al enemigo, en este caso la pandemia, exigiendo aparcar otras cuestiones – que temporalmente pasan a un segundo plano – para centrarse en este objetivo, casi único, de vencer la pandemia. Es decir, una exigencia temporal de unidad de acción, lo cual exige UN ÚNICO MANDO.

Aquí es donde está la piedra de toque de la incompetencia de este gobierno. Efectivamente, esta situación exige una unidad de acción en vez de 17 reinos de taifas. Ahora bien, el gobierno se ha equivocado al confundir el principio de unidad de acción y de coordinación con un centralismo político sobrevenido, ajeno a nuestra situación legal constitucional.

Es verdad que ante una situación de emergencia, determinados poderes deben coordinarse bajo una unidad de mando, y que el ejército debe salir a la calle a prestar determinados servicios propios de emergencia, análogos a los que lleva a cabo en situaciones de guerra. Todo esto es verdad. Y es lo que está haciendo perfectamente.

Pero es un error por parte del gobierno IGNORAR que España es un Estado descentralizado en 17 autonomías, las cuales tienen competencias propias sobre la Sanidad, y aunque una situación como esta exija una COORDINACIÓN con mando único, los sistemas de sanidad de las autonomías son un activo valioso en cada comunidad autónoma que el gobierno ha ignorado y sustituido por un ministro de sanidad recién llegado que no tiene ni idea de lo que pasa en la sanidad de cada comunidad autónoma.

El resultado ha sido una parálisis propia de una burocracia esclerótica, incapaz de dar solución a un problema que le viene grande, porque si hay algo evidente es que los señores que ocupan el gobierno tienen como factor común el no saber gobernar.

Mitinear, lo saben sobradamente. Engañar al pueblo, también, incluso con discursos ñoños, como Pablo Iglesias, que se emociona con las caceroladas o que llora cuando Pedro Sánchez logra la investidura. Pero en cuanto a gestionar situaciones, han demostrado no tener ni la menor idea.

Siempre me ha llamado la atención el nombre de esa carrera universitaria “Administración de Empresas”. Para administrar, para gobernar, hay que prepararse, estudiar, aprender, saber. Esta gente del gobierno, auténticos irresponsables, creen que son capaces de gobernar por ciencia infusa o a golpe de ocurrencia. Una situación como esta les ha venido larga, porque a su osadía se une una ignorancia enciclopédica en cuanto a dirección y administración de organizaciones.

El pasado día 25, Pedro Sánchez, con varios miles de muertos a las espaldas, vino a mencionar que ya se han repartido casi un millón de mascarillas, y “prometió” que en el “breve plazo” de 8 semanas habrá mascarillas para todos. Esto suena a chiste surrealista cuando hace varios días oí en la radio que en China hay muchas empresas fabricantes de mascarillas que producen tres millones de unidades diarias. ¿En qué coño ha estado pensando Pedro Sánchez durante los dos meses pasados en vez de preocuparse de conseguir material sanitario.

Cuando veo a Pedro Sánchez diciendo que las mascarillas “han de ser homologadas” y por otra parte veo a monjas de clausura en whatsapp fabricando gratis mascarillas a destajo, o montones de tutoriales de youtube para autofabricar mascarillas, me doy cuenta de que el presidente está en la inopia con su guerra de salón, o que cree que en la guerra son preferibles mascarillas homologadas que nunca llegan y a precio de oro (los empresarios chinos no son tontos ante la ley de la oferta y la demanda), en vez de aprovechar las sinergias de un gran pueblo como el nuestro, cuyo único defecto es que es tonto a la hora de elegir a sus gobernantes.

A punto de terminar este artículo, me entero de que han llegado por fin unos aparatos de diagnóstico rápido importados desde China por el ministro de Sanidad y que al probarlos resulta que son una patata, pues no solo no funcionan, sino que tampoco están homologados. Vaya, que son un timo y que al ministro Illa le han engañado como a un chino de los de antes por tratarse de testadores piratillas. ¿Pero no habíamos quedado que desde el gobierno solo se iban a comprar aparatitos homologados?

Ante este incidente responde el ministro que no nos podemos hacer idea de lo complicado que es comprar estos aparatitos a los chinos.

No es que sea complicado, chaval, es que los que saben de sanidad en este país son las consejerías de las comunidades autónomas, que se dedican a ello como competencia propia desde hace muchos años, y no tú, que eres un advenedizo incompetente, como todos los del gobierno, que no os aclaráis con este problema, y que con vuestra incompetencia habéis logrado que incluso las comunidades autónomas empiecen a ser ineficaces también.

Dice Pedro Sánchez que mientras dure esta pandemia no va a polemizar ni se va a defender de quienes le atacan, que su única focalidad es vencer al virus.

Vaya, ahora resulta que, de antemano, quedan descalificados los que quieran opinar o ejercer la crítica a la desastrosa gestión del gobierno en esta crisis.

Esto es lo propio de las repúblicas bolivarianas o de las dictaduras bananeras: Está prohibido criticar al jefe; no se oirán las críticas; el disenso está mal.

Centralismo, militarismo de pacotilla, descalificación de la crítica y la opinión contraria…Todo esto suena mal, pero que muy mal.

En cuanto a la lamentable intervención de la ministra de defensa acusando de posible delito a los cuidadores de las residencias de ancianos, ya comentaré el asunto en próxima entrega porque merece comentario aparte. 

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