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Si la fiscal general Martha Coakley pronunció la palabra "Republicano" una vez al menos durante el debate televisado de candidatos a la gobernación la pasada noche, a más se me pasó por alto. Viniendo de una Demócrata que espera ocupar el cargo pœblico más elevado de uno de los estados más Demócratas del país, es una omisión desconcertante.
Después de todo, la mayoría de los electores de Massachusetts, la mayor parte de las veces, prefieren caminar sobre cristales rotos antes que votar al candidato que lleva la "R" detrás de su nombre. La marca Republicana no podría ser más tóxica en este estado. Es la razón de que la segunda campaña del candidato Charlie Baker a la gobernaci—n se haya construido de forma tan clara en torno a una estrategia consistente en ser el tipo de Republicano que hace sentir cómodos a los votantes de Massachusetts el Republicano partidario del Estado intervencionista socialmente progresista, pero que promete llevarlo de forma más eficiente y económica que Deval Patrick.
Baker tuvo oportunidades de lucir durante la pasada noche al personaje con el que espera convencer a los escépticos electores Demócratas de Massachusetts. En un momento concreto dijo a la fiscal Coakley graciosamente: "Nadie pone en tela de juicio su trayectoria como defensora de la infancia a lo largo de una larga y anodina carrera al servicio pœblico". Fue hábil y diplomático, considerando que un comité de acción política independiente que respalda firmemente a Baker ha estado emitiendo un anuncio electoral que cuestiona de forma salvaje la trayectoria de Coakley justamente en ese terreno: "Ella intentó censurar a los defensores de la infancia", entona la publicidad.
"Martha Coakley falló a nuestros ciudadanos más vulnerables".
De la boca de Baker no salió nada tan duro la pasada noche. En lugar de eso hubo montones de clichés prescindibles relativos a que durante los últimos años, la legislatura "no prestó atención todo el tiempo a lo que estaba haciendo", y que el próximo gobernador deber’a ser "un podador de malas hierbas" que hiciera hincapié en los datos imparciales e impidiera la malversación "con la mano firme en el cese". Cuando tocaba decir algo firme y notable, fue una promesa de cinco letras: "Los impuestos bajaron con Baker".
¿Se lo creerían los votantes? ¿Deberían de creerse algo de lo que dicen estos candidatos? Al postularse a la gobernación en el año 2006, Patrick insistió en que el impuesto de patrimonio bajaría con su administración. Ocho años después, el impuesto de patrimonio era muchísimo más elevado. El mentor político de Baker, el ex gobernador William Weld, prometió solemnemente oponerse vigorosamente al entonces presidente del Senado Bill Bulger y a las corruptelas de enchufismo que éste encarnaba en el año 1990. Después llegó a la gobernación y se reinventó como amigo del alma de Bulger.
Así que habrá que mirarlo con escepticismo, estimado elector. Los debates como el de la pasada noche pueden ser entretenidos. Pero como hoja de ruta de la próxima administración, tienen lamentables carencias.
EH Bildu estaría integrada por militantes de Aralar, Alternativa, EA e Independientes, todos ellos fagocitados por la estrella-alfa Sortu, cuyo ideólogo sería el actual candidato a Lehendakari, Pello Otxandiano, quien decidió revisar la anterior estrategia de Bildu e incorporar a su bagaje político la llamada inteligencia maquiavélica.
El pasado martes mientras limpiaba uno de los patios de colegio que me toca dos veces a la semana, una niña intentaba proteger a una abeja que no podía volar cogiéndola con una hoja y la apartó para que nadie la pisara estando pendiente para ver si se podía recuperar a lo que se sumaron una compañera y un compañero. Gestos que demuestran más empatía que muchos adultos.
En la colosal vorágine de los tiempos modernos, nos encontramos enredados en un tejido de deseos y ansias desbocadas. Nos hemos convertido en una sociedad dominada por la avaricia, un apetito voraz que desemboca en la insaciabilidad. La hambruna crónica de la insatisfacción. Más y más por el mero más y más. Lejos queda la capacidad personal y colectiva de detenernos a pensar quiénes somos y echar la vista atrás para recapitular de dónde venimos.
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