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Viajando por las emociones

¿Es posible alcanzar la Felicidad?

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En estos días mientras paseaba por las calles de mi ciudad con una amiga recordaba el motivo último por el que he dedicado mis esfuerzos e ilusiones personales y profesionales a descubrir y conocer cómo funciona el bienestar en las personas y el potencial que cada uno de nosotros puede implementar en sus vidas para potenciar su valor en felicidad, en definitiva y en palabras de Sonja Lybourminsky de su libro: la ciencia de la felicidad, que hace que a unas personas más felices que a otras. Es más nos podría parecer paradójico, ya que incluso las personas más felices lo son aunque haya vivido o pasado por situaciones traumáticas a lo largo de su vida. Mientras conversaba, acudía a mi mente el recuerdo de ese interés por el concepto Bienestar subjetivo, y como en la actualidad somos capaces de definir la felicidad como: “aquella experiencia de alegría, satisfacción o bienestar positivo, combinada con la sensación de que nuestra vida es buena, tiene sentido y vale la pena”, como bien plantea Sonja Lyubomirsky en su libro “La Ciencia de La Felicidad”.

Lo curioso de la felicidad es que al parecer nuestro carácter, ese temperamento, influye sobre nuestra capacidad para ser más felices que otras personas; por lo tanto, podemos afirmar que si existen personas con un potencial de felicidad mayor, como muestran los estudios de Lyubomirsky y Sheldon, que encontraron que hasta un 50% de la felicidad total que sentimos, que expresamos e incluso proyectamos está definida por este potencial. En un primer momento, mientras leía los resultados de esta investigación, pensé, como va a ser posible que ya la felicidad venga determinada genéticamente, es decir, las experiencias, los momentos vivenciados en el pasado tamizan nuestro carácter, nos ayudan a potenciarnos positivamente. Esto nos puede parecer un hándicap para el resto de nosotros, ¿qué pasa si tu genética no ha sido buena contigo? Ahí parece estar la clave, en ese 50% restante del valor total: por una parte nos encontramos con las circunstancias vitales, todas aquellas circunstancias que nos suceden y que mitificamos acerca de la felicidad, como el dinero, la salud, el trabajo, una pareja, pues tan solo explican un 10% de ese potencial global de felicidad, lo que denominaremos con el tiempo los Mitos de la Felicidad y a lo que dedicaremos otro día más atención mientras caminamos por las emociones.

Claro que ante esta situación nos podemos plantear, si mi genética es caprichosa y mi vida no me premia con cosas, que me queda, pues ahí está el matiz de este tema, nos queda un 40 % restante de ese valor total de la felicidad que lo aportamos nosotros y no está vinculado a la suerte que hayas tenido en la vida, o si te toca la lotería o no. Puesto que somos los únicos responsables de potenciar en nuestra vida aquellos elementos que den significado a nuestra felicidad. Por ello debes de dirigir tus fuerzas hacia el aprendizaje de competencias vitales dirigidas a fomentar tu crecimiento personal, por esa razón debes de reenfocar tu vida hacia el optimismo, cambiando así tu actitud ante la vida, definiendo una nueva forma de vivir, mientras pones en tu vida unas dosis de emociones positivas ya que potencian las posibilidades de pensamiento y acción al mismo tiempo.

Esto te irá conduciendo poco a poco a experimentar tu vida, como una vida cargada de potencialidades y comenzarás a vivir tu presente, atendiendo a lo que pasa a nuestro alrededor, comenzando un viaje apasionante hacia la felicidad.

¿Es posible alcanzar la Felicidad?

Viajando por las emociones
José J. Rivero
lunes, 13 de octubre de 2014, 08:09 h (CET)
En estos días mientras paseaba por las calles de mi ciudad con una amiga recordaba el motivo último por el que he dedicado mis esfuerzos e ilusiones personales y profesionales a descubrir y conocer cómo funciona el bienestar en las personas y el potencial que cada uno de nosotros puede implementar en sus vidas para potenciar su valor en felicidad, en definitiva y en palabras de Sonja Lybourminsky de su libro: la ciencia de la felicidad, que hace que a unas personas más felices que a otras. Es más nos podría parecer paradójico, ya que incluso las personas más felices lo son aunque haya vivido o pasado por situaciones traumáticas a lo largo de su vida. Mientras conversaba, acudía a mi mente el recuerdo de ese interés por el concepto Bienestar subjetivo, y como en la actualidad somos capaces de definir la felicidad como: “aquella experiencia de alegría, satisfacción o bienestar positivo, combinada con la sensación de que nuestra vida es buena, tiene sentido y vale la pena”, como bien plantea Sonja Lyubomirsky en su libro “La Ciencia de La Felicidad”.

Lo curioso de la felicidad es que al parecer nuestro carácter, ese temperamento, influye sobre nuestra capacidad para ser más felices que otras personas; por lo tanto, podemos afirmar que si existen personas con un potencial de felicidad mayor, como muestran los estudios de Lyubomirsky y Sheldon, que encontraron que hasta un 50% de la felicidad total que sentimos, que expresamos e incluso proyectamos está definida por este potencial. En un primer momento, mientras leía los resultados de esta investigación, pensé, como va a ser posible que ya la felicidad venga determinada genéticamente, es decir, las experiencias, los momentos vivenciados en el pasado tamizan nuestro carácter, nos ayudan a potenciarnos positivamente. Esto nos puede parecer un hándicap para el resto de nosotros, ¿qué pasa si tu genética no ha sido buena contigo? Ahí parece estar la clave, en ese 50% restante del valor total: por una parte nos encontramos con las circunstancias vitales, todas aquellas circunstancias que nos suceden y que mitificamos acerca de la felicidad, como el dinero, la salud, el trabajo, una pareja, pues tan solo explican un 10% de ese potencial global de felicidad, lo que denominaremos con el tiempo los Mitos de la Felicidad y a lo que dedicaremos otro día más atención mientras caminamos por las emociones.

Claro que ante esta situación nos podemos plantear, si mi genética es caprichosa y mi vida no me premia con cosas, que me queda, pues ahí está el matiz de este tema, nos queda un 40 % restante de ese valor total de la felicidad que lo aportamos nosotros y no está vinculado a la suerte que hayas tenido en la vida, o si te toca la lotería o no. Puesto que somos los únicos responsables de potenciar en nuestra vida aquellos elementos que den significado a nuestra felicidad. Por ello debes de dirigir tus fuerzas hacia el aprendizaje de competencias vitales dirigidas a fomentar tu crecimiento personal, por esa razón debes de reenfocar tu vida hacia el optimismo, cambiando así tu actitud ante la vida, definiendo una nueva forma de vivir, mientras pones en tu vida unas dosis de emociones positivas ya que potencian las posibilidades de pensamiento y acción al mismo tiempo.

Esto te irá conduciendo poco a poco a experimentar tu vida, como una vida cargada de potencialidades y comenzarás a vivir tu presente, atendiendo a lo que pasa a nuestro alrededor, comenzando un viaje apasionante hacia la felicidad.

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