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De conferencias motivacionales y Dioses

Aburrido de conferencias motivacionales

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En más de una vez habrás asistido a una conferencia motivacional, por suerte es algo que está creciendo, cada vez más hay mayor conciencia en la sociedad de la necesidad de cambiar de actitud, de mejorar habilidades y de sacar a la luz nuevas actitudes. Hace un tiempo que me cansé de ir a ese tipo de conferencias motivacionales en las que el/la conferenciante habla de lo magnífica que es la vida, lo fabuloso que es todo y lo bien que le va. Hoy tengo una pequeña crítica…

Creo que no está mal de vez en cuando ser crítico, incluso conmigo mismo que también me dedico a hacer conferencias. Las conferencias tienen un efecto muy concreto para las personas que las hacen, yo le llamo el “síndrome de la radio”. Explícate César.

Me explico: Es ponernos un micro delante y una audiencia escuchando y parece que el que habla no tenga problemas, que esté por encima del bien y del mal y que todo lo tenga superado. Es algo así como un “efecto Dios”. De conferencias motivacionales y Dioses.

He asistido a conferencias en las que el conferenciante hablaba de que lo primero es su familia, pasar tiempo con ellos, los hijos… y sin embargo viajaba 250 días al año.

En otros casos el conferenciante (y dueño de una empresa nacional importante) hablaba de la importancia de las personas en las empresas, y sin embargo sabes que en su empresa cuando suena su voz todo el mundo agacha la cabeza y piensa “que no me toque a mi por favor”.

Otros nos hablan de “libertad financiera” y sin embargo su cuenta corriente está rozando la línea de flotación…

Hecho de menos conferenciantes humanos, que nos hablen de sus problemas actuales, no de sus problemas pasados, que se muestren humanos (y no semidioses). Es fácil decir “Lo pasé muy mal, bajé a los infiernos por unos años y me arrastré por los suelos sin aliento buscando una solución. Pero hoy lo tengo todo superado y aquí estoy, impoluto” Le falta añadir: “Y os voy a dar algunos consejos a vosotros (pringaillos) que os seguís arrastrando todos los días”.

De alguna forma, nos hablan de sus éxitos en la vida o de situaciones de fracaso que han superado. Se visten de éxito actual al 100%, sin fisuras. Algo así como “En el pasado yo era un desgraciado y ahora soy hiper-fantástico”. No dudo que en el pasado no fueras un desgraciado/a (todos lo hemos sido alguna vez, yo lo fui en el pasado y también lo soy en ocasiones en el presente), pero motivarías más si en el presente te mostraras más humano.

Quizás lo que falta para motivar es quitarse la máscara, mostrarse más humano, más real. Creo que la sinceridad influye más que cualquier tipo de maquillaje. Es importante que hables de cómo has salido de las cenizas, pero cuéntanos también a qué retos te enfrentas hoy, qué dificultades estás encontrando, qué te duele y cómo es el final de cada día, cuando tienes que hacer las paces con la almohada.

Algunos conferenciantes incluso (hoy me ha dado por criticar a mi gremio, lo siento) se hacen protagonistas de historias que son conocidas por todos. Las cuentan en primera persona como si las hubieran vivido ellos:

“Iba yo por un camino que quedaba cerca de un lago helado. De repente un niño de los que jugaba sobre el hielo cayó dentro del agua….” puf… si esa historia ya la hemos leído en miles de libros.

“Tenía yo un maestro Zen en mi viaje a Japón que una tarde me invitó a tomar el té…. Se puso a llenar mi taza vacía hasta que la taza rebosaba por el borde…” Buf, otra vez la historia de la taza vacía… Es como recibir una formación sobre equipos y encontrarte otra vez el famoso caso de la NASA. Noooo…

En fin, este tipo de cosas… Los conferenciantes motivacionales podemos tener la mala constumbre de apropiarnos de cosas que no son nuestras, de construir una historia impresionante para “impresionar”. Sin embargo, hemos olvidado que lo que más impresiona es un ser humano, alguien con sus virtudes y defectos, que nos habla de sus vivencias actuales, de sus dolores actuales y también de sus aprendizajes pasados, siempre desde una visión llana, humilde y sencilla de la vida.

Creo que lo que más puede conectar a un conferenciante con su audiencia es saberse igual de humano que ella, con los mismos peligros y oportunidades, con sus mismos dolores y satisfacciones.

Lo que se necesita es conexión, humanidad, sinceridad. Son los valores que vemos en los integrantes y protagonistas de la nueva economía, que irrumpe como lo haría un vendedor de enciclopedias en tu puerta (sigo con mi training de metáforas raras).

Confieso que no suelo asistir a conferencias motivacionales, a no ser que la persona me enganche mucho. Me salto todo tipo de eventos que no me parecen auténticos, reales, y que tienen un efecto motivador breve, pues descubrimos a un conferenciante que se situa a otro nivel, o que hace un papel, un guión aparentemente magnífico y motivador, pero no auténtico/a.

El maestro Machado nos decía hace algunas décadas:

“Tu verdad no. La verdad. Y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela”

Quizás sea cuestión de guardarnos nuestra verdad, y de buscar otra con los demás, de cocrear con el público para que nazca algo valioso y significativo.

Que tengas un gran día.

Aburrido de conferencias motivacionales

De conferencias motivacionales y Dioses
César Piqueras
jueves, 2 de octubre de 2014, 08:02 h (CET)
En más de una vez habrás asistido a una conferencia motivacional, por suerte es algo que está creciendo, cada vez más hay mayor conciencia en la sociedad de la necesidad de cambiar de actitud, de mejorar habilidades y de sacar a la luz nuevas actitudes. Hace un tiempo que me cansé de ir a ese tipo de conferencias motivacionales en las que el/la conferenciante habla de lo magnífica que es la vida, lo fabuloso que es todo y lo bien que le va. Hoy tengo una pequeña crítica…

Creo que no está mal de vez en cuando ser crítico, incluso conmigo mismo que también me dedico a hacer conferencias. Las conferencias tienen un efecto muy concreto para las personas que las hacen, yo le llamo el “síndrome de la radio”. Explícate César.

Me explico: Es ponernos un micro delante y una audiencia escuchando y parece que el que habla no tenga problemas, que esté por encima del bien y del mal y que todo lo tenga superado. Es algo así como un “efecto Dios”. De conferencias motivacionales y Dioses.

He asistido a conferencias en las que el conferenciante hablaba de que lo primero es su familia, pasar tiempo con ellos, los hijos… y sin embargo viajaba 250 días al año.

En otros casos el conferenciante (y dueño de una empresa nacional importante) hablaba de la importancia de las personas en las empresas, y sin embargo sabes que en su empresa cuando suena su voz todo el mundo agacha la cabeza y piensa “que no me toque a mi por favor”.

Otros nos hablan de “libertad financiera” y sin embargo su cuenta corriente está rozando la línea de flotación…

Hecho de menos conferenciantes humanos, que nos hablen de sus problemas actuales, no de sus problemas pasados, que se muestren humanos (y no semidioses). Es fácil decir “Lo pasé muy mal, bajé a los infiernos por unos años y me arrastré por los suelos sin aliento buscando una solución. Pero hoy lo tengo todo superado y aquí estoy, impoluto” Le falta añadir: “Y os voy a dar algunos consejos a vosotros (pringaillos) que os seguís arrastrando todos los días”.

De alguna forma, nos hablan de sus éxitos en la vida o de situaciones de fracaso que han superado. Se visten de éxito actual al 100%, sin fisuras. Algo así como “En el pasado yo era un desgraciado y ahora soy hiper-fantástico”. No dudo que en el pasado no fueras un desgraciado/a (todos lo hemos sido alguna vez, yo lo fui en el pasado y también lo soy en ocasiones en el presente), pero motivarías más si en el presente te mostraras más humano.

Quizás lo que falta para motivar es quitarse la máscara, mostrarse más humano, más real. Creo que la sinceridad influye más que cualquier tipo de maquillaje. Es importante que hables de cómo has salido de las cenizas, pero cuéntanos también a qué retos te enfrentas hoy, qué dificultades estás encontrando, qué te duele y cómo es el final de cada día, cuando tienes que hacer las paces con la almohada.

Algunos conferenciantes incluso (hoy me ha dado por criticar a mi gremio, lo siento) se hacen protagonistas de historias que son conocidas por todos. Las cuentan en primera persona como si las hubieran vivido ellos:

“Iba yo por un camino que quedaba cerca de un lago helado. De repente un niño de los que jugaba sobre el hielo cayó dentro del agua….” puf… si esa historia ya la hemos leído en miles de libros.

“Tenía yo un maestro Zen en mi viaje a Japón que una tarde me invitó a tomar el té…. Se puso a llenar mi taza vacía hasta que la taza rebosaba por el borde…” Buf, otra vez la historia de la taza vacía… Es como recibir una formación sobre equipos y encontrarte otra vez el famoso caso de la NASA. Noooo…

En fin, este tipo de cosas… Los conferenciantes motivacionales podemos tener la mala constumbre de apropiarnos de cosas que no son nuestras, de construir una historia impresionante para “impresionar”. Sin embargo, hemos olvidado que lo que más impresiona es un ser humano, alguien con sus virtudes y defectos, que nos habla de sus vivencias actuales, de sus dolores actuales y también de sus aprendizajes pasados, siempre desde una visión llana, humilde y sencilla de la vida.

Creo que lo que más puede conectar a un conferenciante con su audiencia es saberse igual de humano que ella, con los mismos peligros y oportunidades, con sus mismos dolores y satisfacciones.

Lo que se necesita es conexión, humanidad, sinceridad. Son los valores que vemos en los integrantes y protagonistas de la nueva economía, que irrumpe como lo haría un vendedor de enciclopedias en tu puerta (sigo con mi training de metáforas raras).

Confieso que no suelo asistir a conferencias motivacionales, a no ser que la persona me enganche mucho. Me salto todo tipo de eventos que no me parecen auténticos, reales, y que tienen un efecto motivador breve, pues descubrimos a un conferenciante que se situa a otro nivel, o que hace un papel, un guión aparentemente magnífico y motivador, pero no auténtico/a.

El maestro Machado nos decía hace algunas décadas:

“Tu verdad no. La verdad. Y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela”

Quizás sea cuestión de guardarnos nuestra verdad, y de buscar otra con los demás, de cocrear con el público para que nazca algo valioso y significativo.

Que tengas un gran día.

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