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Opinión
Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

De Gallardos y Esperanzas

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Hoy, en uno de esos programas de zapping tan al uso, he visto un anuncio, creo que argentino, en el que Caperucita roja llega a casa de la abuelita y se encuentra al lobo disfrazado, por cierto, muy malamente, porque lo único que hizo fue ponerse el gorro de la anciana señora. Y, mientras el lobo se va acercando a ella con evidentes malas intenciones, la chiquilla comienza a hacer las consabidas frasesitas de "abuelita, abuelita, que ojos tan grandes tienes", y el lobo contestando en consecuencia, "son para verte mejor". Hasta que el lobo la trinca y ella chilla... pero, aunque pudiera parecerlo, no lo hace por miedo, sólo está concentrándose para darle un golpe de kung fu al más puro estilo Bruce Lee, eso sí, con coletitas rubias. Después de una buena entrada de palos, suspención en el aire tipo Matrix incluida, el lobo cae al suelo y Caperucita le pregunta que dónde está la abuelita. Este, atemorizado, contesta "me la comí", y claro, Caperucita salta en el aire y, no se ve pero se intuye, una de dos, o le pisa con saña los humildes, o le rompe el cuello con un movimiento de las caderas. Obviando el descalabro al cuento de los hermanos Green, mientras veía el anuncio, no podía dejar de pensar en Esperanza Aguirre y Gallardón. Aunque en mi cabeza se tornaban los géneros y este último aparecía con coletitas y caperuza roja dando leches con la maestría de un experto en artes marciales.

Una de las razones fundamentales por las que se está produciendo este, llamémoslo así, desencuentro entre los dos mayores representantes del PP en Madrid tiene mucho que ver con la altanería de pensar que sólo tienen que pelear entre ellos para ostentar la cabeza visible del partido después del adebacle que, previsiblemente, le espera al PP en las próximas generales. Y lo mismo se puede decir de sus cargos políticos en el Ayuntamiento y en la Comunidad Autónoma. Desde luego no será porque los madrileños no tengan de que quejarse, empezando por el absoluto desastre que es la sanidad y la educación pública en la Comunidad Autónoma madrileña, y terminando con esos sesenta euros por minuto que les está costando a los madrileños tener la capital con más agujeros sin tapar que New Orleans tras el paso del Katrina.

No crean que esas peleas de enamorados que se traen me preocupan en lo más mínimo. Me preocupa más que los madrileños se dejen engañar por nimiedades como que estos se estén dando de bofetadas y se olviden de los verdaderos problemas de sus barrios, de lo mal que lo pasan cuando tiene que acudir al médico o de la masificación de los colegios públicos madrileños cuando los privados, que, recordémoslo, también están subvencionados por la Comunidad Autónoma, resulta que van como miel sobre hojuelas. Ahora, que si usted es de los que piensa que Telemadrid es abierta y plural, teniendo en cuenta que la pagan los madrileños, todos los madrileños; si usted cree que la seguridad ciudadana va bien en la capital de reino; si cree que sus dineros no se lo están repartiendo entre cuatro constructoras no para poner Madrid más bonito sino para meterlo en interminables atascos cuando va a trabajar y cuando sale de su trabajo, pues oiga, usted entra en esa amplia clasificación, por otra parte tan española, de los que tienen lo que se merecen, ni más, ni menos.

Ahora, sino es así, tal vez debería plantearse el solucionarlo. Podría darle varias razones para ello, pero me voy a ceñir a esa gran verdad de la democracia, todo tiene solución metiendo la papeleta en la urna. Y quien le diga lo contrario miente como un bellaco, o bellaca, que de todo hay bajo el cielo de Madrid.

Suena de fondo "La verbena de la Paloma", de André Bretón.

Buenas noches, y buena suerte...

De Gallardos y Esperanzas

Santi Benítez
Santi Benítez
lunes, 27 de noviembre de 2006, 02:35 h (CET)
Hoy, en uno de esos programas de zapping tan al uso, he visto un anuncio, creo que argentino, en el que Caperucita roja llega a casa de la abuelita y se encuentra al lobo disfrazado, por cierto, muy malamente, porque lo único que hizo fue ponerse el gorro de la anciana señora. Y, mientras el lobo se va acercando a ella con evidentes malas intenciones, la chiquilla comienza a hacer las consabidas frasesitas de "abuelita, abuelita, que ojos tan grandes tienes", y el lobo contestando en consecuencia, "son para verte mejor". Hasta que el lobo la trinca y ella chilla... pero, aunque pudiera parecerlo, no lo hace por miedo, sólo está concentrándose para darle un golpe de kung fu al más puro estilo Bruce Lee, eso sí, con coletitas rubias. Después de una buena entrada de palos, suspención en el aire tipo Matrix incluida, el lobo cae al suelo y Caperucita le pregunta que dónde está la abuelita. Este, atemorizado, contesta "me la comí", y claro, Caperucita salta en el aire y, no se ve pero se intuye, una de dos, o le pisa con saña los humildes, o le rompe el cuello con un movimiento de las caderas. Obviando el descalabro al cuento de los hermanos Green, mientras veía el anuncio, no podía dejar de pensar en Esperanza Aguirre y Gallardón. Aunque en mi cabeza se tornaban los géneros y este último aparecía con coletitas y caperuza roja dando leches con la maestría de un experto en artes marciales.

Una de las razones fundamentales por las que se está produciendo este, llamémoslo así, desencuentro entre los dos mayores representantes del PP en Madrid tiene mucho que ver con la altanería de pensar que sólo tienen que pelear entre ellos para ostentar la cabeza visible del partido después del adebacle que, previsiblemente, le espera al PP en las próximas generales. Y lo mismo se puede decir de sus cargos políticos en el Ayuntamiento y en la Comunidad Autónoma. Desde luego no será porque los madrileños no tengan de que quejarse, empezando por el absoluto desastre que es la sanidad y la educación pública en la Comunidad Autónoma madrileña, y terminando con esos sesenta euros por minuto que les está costando a los madrileños tener la capital con más agujeros sin tapar que New Orleans tras el paso del Katrina.

No crean que esas peleas de enamorados que se traen me preocupan en lo más mínimo. Me preocupa más que los madrileños se dejen engañar por nimiedades como que estos se estén dando de bofetadas y se olviden de los verdaderos problemas de sus barrios, de lo mal que lo pasan cuando tiene que acudir al médico o de la masificación de los colegios públicos madrileños cuando los privados, que, recordémoslo, también están subvencionados por la Comunidad Autónoma, resulta que van como miel sobre hojuelas. Ahora, que si usted es de los que piensa que Telemadrid es abierta y plural, teniendo en cuenta que la pagan los madrileños, todos los madrileños; si usted cree que la seguridad ciudadana va bien en la capital de reino; si cree que sus dineros no se lo están repartiendo entre cuatro constructoras no para poner Madrid más bonito sino para meterlo en interminables atascos cuando va a trabajar y cuando sale de su trabajo, pues oiga, usted entra en esa amplia clasificación, por otra parte tan española, de los que tienen lo que se merecen, ni más, ni menos.

Ahora, sino es así, tal vez debería plantearse el solucionarlo. Podría darle varias razones para ello, pero me voy a ceñir a esa gran verdad de la democracia, todo tiene solución metiendo la papeleta en la urna. Y quien le diga lo contrario miente como un bellaco, o bellaca, que de todo hay bajo el cielo de Madrid.

Suena de fondo "La verbena de la Paloma", de André Bretón.

Buenas noches, y buena suerte...

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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