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Cine
Etiquetas | Cartelelera | Crítica de cine
Estrenos del viernes 26 de septiembre de 2014

Cartelera de la semana

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La isla mínima
Título original: La isla mínima
Género: Thriller
Nacionalidad: Española
Año de producción: 2014
Director: Alberto Rodríguez
Guion: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos
Fotografía: Álex Catalán
Música: Julio de la Rosa
Duración: 117 minutos
Intérpretes: Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez, Antonio de la Torre, Jesús Carroza, Nerea Barros, Jesús Castro, Cecilia Villanueva, Salvador Reina

Buen cine. Gran cine. Un thriller magnífico por guion, interpretación y factura visual. Una de las películas españolas que nadie debe perderse si le gusta el policíaco. E incluso si no le gusta.

La isla mínima resume cómo hacer una película de género con un relato universal y, sin embargo, cimentarlo en unas características locales que subliman el realismo huyendo del lugar común; define cómo alcanzar la perfección mediante una fotografía portentosa de los espacios abiertos y retratar, a la vez, el ambiente opresivo y clausurado de la putrefacción moral; construye sin estridencias una narración pausada pero magnética. Es, en definitiva, el estreno que no hay que perderse esta semana.

Alberto Rodríguez (Grupo 7, 7 vírgenes) dirige y escribe la investigación que dos agentes llevan a cabo para averiguar el paradero de dos jóvenes desaparecidas en una apartada zona rural del sur español en 1980. De manera sutil Rodríguez construye los personajes, añadiendo profundidad y complejidad capa tras capa según avanza el metraje. Pero lo hace de una forma inteligente, verosímil, sin interferir en la trama si no enriqueciéndola. Como resultado no tenemos el típico discurso maniqueo sobre la Transición española: no es condescendiente, ni edulcorado, ni extremista, ni adoctrinador. Sin ser un film sobre la Transición es, seguramente, uno de los mejores retratos de ese momento de inestabilidad, esperanza y peligro previo al golpe de Estado de 1981.

El reparto se distingue en esta excelencia. Raúl Arévalo logra un protagonista de carne y hueso, pero Javier Gutiérrez va más allá y pone corazón, entrañas y alma a uno de sus mejores papeles. Antonio de la Torre se esfuerza igualmente en un personaje secundario, al igual que la sorpresa de la temporada, un Jesús Castro con soltura y solvencia. El único pero es una Nerea Barros muy poco creíble, una pieza que no encaja en el puzle.

La fotografía de Alex Catalán no sólo es efectiva: es prácticamente un milagro. Al igual que una sobresaliente dirección de arte que recrea 1980 sin excesos ni clichés, donde la mesura y el realismo cuidados al detalle nunca sucumben a la tentación de recrear un abigarrado caos de objetos nostálgicos.

Muy recomendable para los amantes del buen cine, en general.


Frank
Título original: Frank
Género: Comedia
Nacionalidad: Británica
Año de producción: 2014
Director: Lenny Abrahamson
Guion: Jon Ronson, Peter Straughan
Fotografía: James Mather
Música: Stephen Rennicks
Duración: 95 minutos
Intérpretes: Domhnall Gleeson, Michael Fassbender, Maggie Gyllenhaal, Scoot McNairy, Lauren Poole, Hayley Derryberry, Mark Huberman, Travis Hammer, Matthew Page

Curiosa cinta que comienza en clave de comedia para terminar en drama surrealista. Divertida a veces, Frank despierta tanto el interés como la irritación.

De ella se ha comentado que era el mejor trabajo de Michael Fassbender: sinceramente, yo tomaría por insulto dicha sentencia, habida cuenta de que sólo mencionar que la mejor interpretación la ha logrado con una caja de cartón en la cabeza diría muy poco de la capacidad del actor. Sobre todo porque ni el papel ni la dirección exigen una gestualidad corporal o vocal que justifique la afirmación. Por una vez, seamos un poco serios y no nos dejemos llevar por el postureo intelectualoide.

Frank es, sin embargo, de las películas que sorprenden a pesar de una realización bastante llana. El conjunto de la labor actoral es prácticamente perfecto. El argumento, atractivo: un joven abandona su trabajo para enrolarse casi sin saberlo en un experimento musical con una banda de perturbados mentales. Bizarro y extravagante, pero atractivo y proclive a situaciones de un humor delirante aunque discreto.

La sorpresa real llega cuando nos damos cuenta, en mitad del metraje, de que no estamos viendo una comedia: es un drama que ahonda en nuestros anhelos y sueños, en cómo afrontamos lo que somos y lo que queremos ser, un reconocimiento de cómo lo correcto y lo incorrecto pueden llegar a confundirse, entrelazarse y hermanarse. De cómo el cuerdo puede ser el peor de los locos.

Apta para amantes de la tragicomedia surrealista que no se irriten escuchando música enervante.


La danza de la realidad
Título original: La danza de la realidad
Género: Drama
Nacionalidad: Chilena / francesa
Año de producción: 2013
Director: Alejandro Jodorowsky
Guion: Alejandro Jodorowsky, adaptando su propia obra original
Fotografía: Jean-Marie Dreujou
Música: Adan Jodorowsky, Jonathan Handelsman
Duración: 130 minutos
Intérpretes: Brontis Jodorowsky, Jeremías Herskovits, Pamela Flores, Alejandro Jodorowsky, Axel Jodorowsky, Adan Jodorowsky

La danza de la realidad quiere parecerse a Federico Fellini y a Peter Greenaway. No consigue ni lo uno ni lo otro, pero lo intenta. Un drama autobiográfico lleno de lirismo y metáforas oníricas, sorprendentemente narrativo pero demasiado largo.

Alejandro Jodorowsky es un artista polifacético: escritor, músico, escultor, tarotista, psicoterapeuta... Con tal currículum vítae es de suponer que su cine no iba a conformarse con contar una historia. Su pretensión es perturbar al espectador para que experimente emociones y sensaciones. Está más cercano a la psicomagia, la técnica que mezcla psicoanálisis y chamanismo para lograr una catarsis, que de la narrativa tradicional.

En La danza de la realidad lo consigue, pero sólo a medias. Esta vez sí cuenta una historia, la autobiografía del propio director, describiendo su relación de niño con su padre, aunque a través de un filtro de cristales poéticos. La primera mitad de la película, sin embargo, naufraga varias veces y sólo cobra fuerza e impacto en su segunda parte, cuando la audiencia puede haberse cansado del intento. Bastante tiene que ver en esto la clara división entre la (muchas veces) aburrida biografía de Alejandro como niño, interpretado por un poco cargante Jeremias Herskovits, y el gran relato protagonizado por un magnífico Brontis Jodorowsky en el papel de su padre. 130 minutos de cine dan para mucho: para aciertos y para errores, y en este caso unos y otros dan como resultado una obra valiosa pero irregular.

De aspecto teatral, algunas veces mágico, con claras referencias iconográficas al imaginario recurrente de Fellini, el film de Alejandro Jodorowsky no se atiene a las normas: impreca, desgarra, ofende, enternece, sonroja. Casi siempre sorprende, aunque algunas veces sólo consiga incomprensión por parte del espectador, porque la valentía, mérito de una persona a la edad de Jodorowsky, no siempre va acompañada del éxito.

Recomendable para amantes del cine poético más que narrativo, pero que no se asusten de ver a una cantante de ópera interpretando una lluvia dorada que nada tiene ver con Dánae.


Un viaje de diez metros
Título original: The Hundred-Foot Journey
Género: Comedia
Nacionalidad: Estadounidense
Año de producción: 2014
Director: Lasse Hallström
Guion: Steven Knight, adaptando la novella de Richard C. Morais
Fotografía: Linus Sandgren
Música: A.R. Rahman
Duración: 122 minutos
Intérpretes: Helen Mirren, Manish Dayal, Charlotte Le Bon, Juhi Chawla, Om Puri, Rohan Chand, Amit Shah, Dillon Mitra, Farzana Dua Elahe, Malcolm Granath, Sanjay Sharma

Anodina comedia sobre comida y amor. Amable sí, pero olvidable y un poco aburrida.

Por favor, desperdiciar el talento de Helen Mirren debería estar penado por las leyes internacionales. Ella y el resto de los actores hacen lo que pueden por levantar una película que, más que adaptar una novela, parece la versión cinematográfica del catálogo de paquetes turísticos a Francia de una agencia de viajes.

Un viaje de diez metros es una lista de tópicos para perpetuar la estereotipada imagen que los estadounidenses tienen de Europa. En concreto, de Francia: típico pueblo con casas de piedra, contraventanas de madera pintadas de colores, bosques húmedos pero soleados, alegres arroyos, muchachas bellas con faldas de vuelo circulando en una bicicleta con una cestita donde recogen la fruta bruñida de un mercado tradicional… Un hartazgo indigesto resultado de cómo Steven Spielberg y Oprah Winfrey, productores ejecutivos, creen poder realizar éxitos con recetas prefabricadas.

Y es que éste es el resultado cuando quieres hacer alta cocina con las maneras de la comida rápida: una comedia que, a fuerza de querer ser deliciosa, empalaga en un insípido bolo alimenticio. Un guion repleto de «deus ex machina» (esto pasa porque tiene que pasar y porque lo digo yo, que soy el guionista, faltaría más), sin justificación lógica alguna, tan previsible que no se molesta en construir una narración (para qué: si todo el mundo sabe lo que va a pasar). Sorprende que Steven Knight firme tan irrelevante guion después de haber escrito y dirigido el interesantísimo ejercicio Locke. Supongo que todos tenemos que cobrar para pagar alquiler y/o hipoteca.

Una familia india termina (pim, pam, pum) en un pueblecito francés y abre un restaurante en frente del que dirige el personaje interpretado por Helen Mirren. Separados por esos diez metros del título. Guerra abierta, reconciliación y triunfo del amor de dobles parejas (los jóvenes y los mayores, cada uno por su lado).

Para ser vista a las cuatro de la tarde de un domingo después de comer. Aconsejable para una siesta sin problemas.

Cartelera de la semana

Estrenos del viernes 26 de septiembre de 2014
Luis Alcázar
lunes, 29 de septiembre de 2014, 07:40 h (CET)
La isla mínima
Título original: La isla mínima
Género: Thriller
Nacionalidad: Española
Año de producción: 2014
Director: Alberto Rodríguez
Guion: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos
Fotografía: Álex Catalán
Música: Julio de la Rosa
Duración: 117 minutos
Intérpretes: Raúl Arévalo, Javier Gutiérrez, Antonio de la Torre, Jesús Carroza, Nerea Barros, Jesús Castro, Cecilia Villanueva, Salvador Reina

Buen cine. Gran cine. Un thriller magnífico por guion, interpretación y factura visual. Una de las películas españolas que nadie debe perderse si le gusta el policíaco. E incluso si no le gusta.

La isla mínima resume cómo hacer una película de género con un relato universal y, sin embargo, cimentarlo en unas características locales que subliman el realismo huyendo del lugar común; define cómo alcanzar la perfección mediante una fotografía portentosa de los espacios abiertos y retratar, a la vez, el ambiente opresivo y clausurado de la putrefacción moral; construye sin estridencias una narración pausada pero magnética. Es, en definitiva, el estreno que no hay que perderse esta semana.

Alberto Rodríguez (Grupo 7, 7 vírgenes) dirige y escribe la investigación que dos agentes llevan a cabo para averiguar el paradero de dos jóvenes desaparecidas en una apartada zona rural del sur español en 1980. De manera sutil Rodríguez construye los personajes, añadiendo profundidad y complejidad capa tras capa según avanza el metraje. Pero lo hace de una forma inteligente, verosímil, sin interferir en la trama si no enriqueciéndola. Como resultado no tenemos el típico discurso maniqueo sobre la Transición española: no es condescendiente, ni edulcorado, ni extremista, ni adoctrinador. Sin ser un film sobre la Transición es, seguramente, uno de los mejores retratos de ese momento de inestabilidad, esperanza y peligro previo al golpe de Estado de 1981.

El reparto se distingue en esta excelencia. Raúl Arévalo logra un protagonista de carne y hueso, pero Javier Gutiérrez va más allá y pone corazón, entrañas y alma a uno de sus mejores papeles. Antonio de la Torre se esfuerza igualmente en un personaje secundario, al igual que la sorpresa de la temporada, un Jesús Castro con soltura y solvencia. El único pero es una Nerea Barros muy poco creíble, una pieza que no encaja en el puzle.

La fotografía de Alex Catalán no sólo es efectiva: es prácticamente un milagro. Al igual que una sobresaliente dirección de arte que recrea 1980 sin excesos ni clichés, donde la mesura y el realismo cuidados al detalle nunca sucumben a la tentación de recrear un abigarrado caos de objetos nostálgicos.

Muy recomendable para los amantes del buen cine, en general.


Frank
Título original: Frank
Género: Comedia
Nacionalidad: Británica
Año de producción: 2014
Director: Lenny Abrahamson
Guion: Jon Ronson, Peter Straughan
Fotografía: James Mather
Música: Stephen Rennicks
Duración: 95 minutos
Intérpretes: Domhnall Gleeson, Michael Fassbender, Maggie Gyllenhaal, Scoot McNairy, Lauren Poole, Hayley Derryberry, Mark Huberman, Travis Hammer, Matthew Page

Curiosa cinta que comienza en clave de comedia para terminar en drama surrealista. Divertida a veces, Frank despierta tanto el interés como la irritación.

De ella se ha comentado que era el mejor trabajo de Michael Fassbender: sinceramente, yo tomaría por insulto dicha sentencia, habida cuenta de que sólo mencionar que la mejor interpretación la ha logrado con una caja de cartón en la cabeza diría muy poco de la capacidad del actor. Sobre todo porque ni el papel ni la dirección exigen una gestualidad corporal o vocal que justifique la afirmación. Por una vez, seamos un poco serios y no nos dejemos llevar por el postureo intelectualoide.

Frank es, sin embargo, de las películas que sorprenden a pesar de una realización bastante llana. El conjunto de la labor actoral es prácticamente perfecto. El argumento, atractivo: un joven abandona su trabajo para enrolarse casi sin saberlo en un experimento musical con una banda de perturbados mentales. Bizarro y extravagante, pero atractivo y proclive a situaciones de un humor delirante aunque discreto.

La sorpresa real llega cuando nos damos cuenta, en mitad del metraje, de que no estamos viendo una comedia: es un drama que ahonda en nuestros anhelos y sueños, en cómo afrontamos lo que somos y lo que queremos ser, un reconocimiento de cómo lo correcto y lo incorrecto pueden llegar a confundirse, entrelazarse y hermanarse. De cómo el cuerdo puede ser el peor de los locos.

Apta para amantes de la tragicomedia surrealista que no se irriten escuchando música enervante.


La danza de la realidad
Título original: La danza de la realidad
Género: Drama
Nacionalidad: Chilena / francesa
Año de producción: 2013
Director: Alejandro Jodorowsky
Guion: Alejandro Jodorowsky, adaptando su propia obra original
Fotografía: Jean-Marie Dreujou
Música: Adan Jodorowsky, Jonathan Handelsman
Duración: 130 minutos
Intérpretes: Brontis Jodorowsky, Jeremías Herskovits, Pamela Flores, Alejandro Jodorowsky, Axel Jodorowsky, Adan Jodorowsky

La danza de la realidad quiere parecerse a Federico Fellini y a Peter Greenaway. No consigue ni lo uno ni lo otro, pero lo intenta. Un drama autobiográfico lleno de lirismo y metáforas oníricas, sorprendentemente narrativo pero demasiado largo.

Alejandro Jodorowsky es un artista polifacético: escritor, músico, escultor, tarotista, psicoterapeuta... Con tal currículum vítae es de suponer que su cine no iba a conformarse con contar una historia. Su pretensión es perturbar al espectador para que experimente emociones y sensaciones. Está más cercano a la psicomagia, la técnica que mezcla psicoanálisis y chamanismo para lograr una catarsis, que de la narrativa tradicional.

En La danza de la realidad lo consigue, pero sólo a medias. Esta vez sí cuenta una historia, la autobiografía del propio director, describiendo su relación de niño con su padre, aunque a través de un filtro de cristales poéticos. La primera mitad de la película, sin embargo, naufraga varias veces y sólo cobra fuerza e impacto en su segunda parte, cuando la audiencia puede haberse cansado del intento. Bastante tiene que ver en esto la clara división entre la (muchas veces) aburrida biografía de Alejandro como niño, interpretado por un poco cargante Jeremias Herskovits, y el gran relato protagonizado por un magnífico Brontis Jodorowsky en el papel de su padre. 130 minutos de cine dan para mucho: para aciertos y para errores, y en este caso unos y otros dan como resultado una obra valiosa pero irregular.

De aspecto teatral, algunas veces mágico, con claras referencias iconográficas al imaginario recurrente de Fellini, el film de Alejandro Jodorowsky no se atiene a las normas: impreca, desgarra, ofende, enternece, sonroja. Casi siempre sorprende, aunque algunas veces sólo consiga incomprensión por parte del espectador, porque la valentía, mérito de una persona a la edad de Jodorowsky, no siempre va acompañada del éxito.

Recomendable para amantes del cine poético más que narrativo, pero que no se asusten de ver a una cantante de ópera interpretando una lluvia dorada que nada tiene ver con Dánae.


Un viaje de diez metros
Título original: The Hundred-Foot Journey
Género: Comedia
Nacionalidad: Estadounidense
Año de producción: 2014
Director: Lasse Hallström
Guion: Steven Knight, adaptando la novella de Richard C. Morais
Fotografía: Linus Sandgren
Música: A.R. Rahman
Duración: 122 minutos
Intérpretes: Helen Mirren, Manish Dayal, Charlotte Le Bon, Juhi Chawla, Om Puri, Rohan Chand, Amit Shah, Dillon Mitra, Farzana Dua Elahe, Malcolm Granath, Sanjay Sharma

Anodina comedia sobre comida y amor. Amable sí, pero olvidable y un poco aburrida.

Por favor, desperdiciar el talento de Helen Mirren debería estar penado por las leyes internacionales. Ella y el resto de los actores hacen lo que pueden por levantar una película que, más que adaptar una novela, parece la versión cinematográfica del catálogo de paquetes turísticos a Francia de una agencia de viajes.

Un viaje de diez metros es una lista de tópicos para perpetuar la estereotipada imagen que los estadounidenses tienen de Europa. En concreto, de Francia: típico pueblo con casas de piedra, contraventanas de madera pintadas de colores, bosques húmedos pero soleados, alegres arroyos, muchachas bellas con faldas de vuelo circulando en una bicicleta con una cestita donde recogen la fruta bruñida de un mercado tradicional… Un hartazgo indigesto resultado de cómo Steven Spielberg y Oprah Winfrey, productores ejecutivos, creen poder realizar éxitos con recetas prefabricadas.

Y es que éste es el resultado cuando quieres hacer alta cocina con las maneras de la comida rápida: una comedia que, a fuerza de querer ser deliciosa, empalaga en un insípido bolo alimenticio. Un guion repleto de «deus ex machina» (esto pasa porque tiene que pasar y porque lo digo yo, que soy el guionista, faltaría más), sin justificación lógica alguna, tan previsible que no se molesta en construir una narración (para qué: si todo el mundo sabe lo que va a pasar). Sorprende que Steven Knight firme tan irrelevante guion después de haber escrito y dirigido el interesantísimo ejercicio Locke. Supongo que todos tenemos que cobrar para pagar alquiler y/o hipoteca.

Una familia india termina (pim, pam, pum) en un pueblecito francés y abre un restaurante en frente del que dirige el personaje interpretado por Helen Mirren. Separados por esos diez metros del título. Guerra abierta, reconciliación y triunfo del amor de dobles parejas (los jóvenes y los mayores, cada uno por su lado).

Para ser vista a las cuatro de la tarde de un domingo después de comer. Aconsejable para una siesta sin problemas.

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