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Opinión
Etiquetas | Animalismo | Coronavirus | Pandemia
​Sal del barro

​Que la lucha animalista y por la Tierra no se detenga

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Tomamos las medidas adecuadas con respecto al coronavirus, mucha gente mayor está muriendo por este virus de mierda, o salido del inmundo escenario de podredumbre de la explotación animal o echado por los que mandan y joden, mismo es una cosa que otra, todo es un descalabro donde quienes en una bajada gradual más pierden son los animales no humanos.


Las medidas adecuadas ya las sabemos, tomar distancia entre personas, no tocar manos ni hablarse desde cerca, lavarse las manos en el exterior (saliendo lo mínimo) a menudo con geles hidroalcohólicos y en casa con champú. Y poco más.

Respecto a la lucha, prosigue, por encima de todo lo demás. Porque a quienes representamos y por quienes luchamos no tienen nada ni a nadie. Aquí estamos todos envueltos en un esperpento mundial parece surgido de la nada y que paraliza el mundo por momentos. Da lo mismo, el Capital no permitirá esto, en términos de parar y avanzar, lo tiene todo controlado el Capital. Cuando considere "adecuado" la vacuna para esta miseria saldrá, y los media focalizarán sus cámaras y discursos unificados en otro monotema, ese es el lema, monotemas para cubrir, ensombrecer, hacer desaparecer lo importante: que el planeta naufraga, que la crisis climática prosigue con fuerza, que si no se cambian los hábitos ya, el naufragio será mucho más doloso, más sanguinario, más insufrible y letal.

Sabemos ya todos, y el o la que no lo sepa, que se entere por aquí, que el "paciente cero" de todo este problema no es el paciente cero del coronavirus, el paciente cero es el comprador, el consumidor, según la opción de consumo que elijamos el mundo es uno u otro.

Y este ahora es como es por lo que lleva eligiendo siglos la Demanda.

La Demanda lleva demasiado tiempo eligiendo comer cadáveres, en putrefacción desde el segundo cero de su crimen, y consumir cosas que no nos sirven más que para una vida superficial, pero que permiten girar con fuerza renovada los gigantes engranajes de la máquina letal del Capital, del negocio de los grandes ricos mundiales. Si no compramos lo que nos venden, sus fábricas se detendrán.


Tanto filósofo, tanto teorema para una mierda. Gente con tiempo que deliraba, delirios que se enseñan en las clases, ¿para qué?

Este es el residuo de toda verdad: el mundo es lo que queramos que sea.

Y ahora es como hemos querido que sea.

No tiene la culpa por entero el que vende las antorchas verdes, la larga fila de compradores de antorchas verdes son solidarios con ese incendio verde del campo que en un segundo lo convierte en yermo, sin árboles, es un incendio de las cosas conocidas, un fuego que hace desaparecer todo, con una rapidez que es imposible ni imaginarla. Árboles en todo el mundo-antorchas verdes, vida que muere por doquier: en nuestras manos, firmada su finación por nosotros.

Y esas antorchas se siguen vendiendo a día de hoy. Se venden muy bien, tanto como la comida, que también son antorchas, fuegos de universos que se apagan, y que apagándose lo incendian todo. En fuego moriremos. Somos la Resistencia, venimos a hablar por el mar y por el ave.

Que los que mueren, enferman, lloran en silencio tras barrotes, en establos, apretados en naves, los no humanos, ellas, ellos, a billones en el mundo, para ellas/os sólo silencio y desprecio.

¿Hospitalización domiciliaria? Qué susto, eh? La gente tiene un franco miedo respecto a lo que ocurre con este virus, uno más de los que han surgido en el mundo, éste más letal, parece; pero lo actual siempre parece peor que lo anterior.

Nada, en dolor, en pérdidas, es peor que otra cosa. Lo que se lleva por delante a algunas/os es tan malo como lo que se lleva por delante a otros/as, el número es sólo una sucesión de grafías que escribimos en una hoja en blanco.

Las vidas. Las mentes. Los sueños. Quienes quieren paz y vivir. Cada una. Cada uno. Eso es lo que defendemos quienes militamos en el movimiento de defensa de los animales.

Enfermeros y guerrileras/os en el frente contra el antropocentrismo y el especismo, protegiendo como podemos a las víctimas de una guerra, de un bombardeo diario, en el que no pueden defenderse y no entienden.

Quiero decir, sí, que esto del coronavirus comparado con el clamor de miedo cósmico en el pecho de una vaca pateada de camino al tío del cuchillo, no es nada.

No es una vaca. Son todo el mundo de vacas. Son todo el mundo de cerdos. De animales libres siendo disparados en su mundo verde, de animales en su mundo de agua siendo asfixiados y macheteados, partidos sus cráneos a martillazos. Es nuestra tierra y sus múltiples caras siendo pisoteada, humillada, chuleada y escupida por el mismo ser que ahora siente miedo por un virus que pasará, pero su odio -o desprecio- por lo que no es como él, como ella, no pasará.

¿Hasta cuándo tenemos que decir con la extrema claridad que conlleva nuestro discurso que Basta ya de muerte que lleva a más muerte? ¿Cuánto le falta a nuestros vecinos para darse cuenta de que no habrá salud, paz, amor, en tanto ellos paguen para que toda esta Tierra sea un gigantesco infierno para quienes no lo merecen, y todo por un capricho de sabor? Porque el veganismo es la opción que cambiaría al ser humano de malo a bueno, de inmoral a ético, de inconsciente a consciente con la tierra que habita y con el clima, que el clima es el aire que respiramos todos, el agua que bebemos, la tierra que nos da y debería dar alimento durante más tiempo. ¿Qué alimento? Einstein aventuró que "el futuro será vegetariano o no será".

¿Te apuntas ya a este paso inequívoco hacia una liberación real, una sanidad real?

¿Prefieres habitar un mundo de incertidumbre donde no sabes qué va a llegar?

No pueden habitar en un mismo edificio gentes sin nombre habitando a montones un sótano entre su sangre y heces y los de los pisos sucesivamente subientes, hacer vida normal, con carneles de identitá, tan contentos, ellos, con los cimientos de la finca rojos podridos. Ese edificio acaba desmoronándose -ya lo está haciendo-. Las toses de todos son por el polvo que produce al caer. ¿Seguimos hablando de Sanidad?

Mejor hablemos de limpieza.

De limpieza de corazón. De mente. Sabes de lo que hablo y si llegaste hasta aquí en nuestro Decir sabes bien que tenemos razón.

Tú eliges. Pero debes saber que esta lucha por liberar de las garras del Poder al mundo Nos lleva a neutralizar ese poder y sus tentáculos. Y o estás con lo inocente o contra él.

La inocencia es limpia, lleva el humano ensuciándola siglos. Es el día de impedir que se siga haciendo.

Para esto no vale un champú de manos. Hemos de realizar una completa higienización mental.

Y se puede. Sólo si tú quieres. Nosotras/os solas/os no podremos hacerlo. Aunque seguimos avanzando hasta la fuente de todo dolor, para cerrarla.

Por favor... (ese por favor lo emite lo más puro e inocente de esta tierra, al fin, lo más Poderoso).

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

Únete. Nosotras/os nos lavamos las manos de la mente cada día. El "paciente cero" al que se le dará el alta del Hospital de un mundo Estafa y que podrá unirse a la única verdad limpia eres tú.

Sal del barro.

​Que la lucha animalista y por la Tierra no se detenga

​Sal del barro
Ángel Padilla
lunes, 16 de marzo de 2020, 08:01 h (CET)

Tomamos las medidas adecuadas con respecto al coronavirus, mucha gente mayor está muriendo por este virus de mierda, o salido del inmundo escenario de podredumbre de la explotación animal o echado por los que mandan y joden, mismo es una cosa que otra, todo es un descalabro donde quienes en una bajada gradual más pierden son los animales no humanos.


Las medidas adecuadas ya las sabemos, tomar distancia entre personas, no tocar manos ni hablarse desde cerca, lavarse las manos en el exterior (saliendo lo mínimo) a menudo con geles hidroalcohólicos y en casa con champú. Y poco más.

Respecto a la lucha, prosigue, por encima de todo lo demás. Porque a quienes representamos y por quienes luchamos no tienen nada ni a nadie. Aquí estamos todos envueltos en un esperpento mundial parece surgido de la nada y que paraliza el mundo por momentos. Da lo mismo, el Capital no permitirá esto, en términos de parar y avanzar, lo tiene todo controlado el Capital. Cuando considere "adecuado" la vacuna para esta miseria saldrá, y los media focalizarán sus cámaras y discursos unificados en otro monotema, ese es el lema, monotemas para cubrir, ensombrecer, hacer desaparecer lo importante: que el planeta naufraga, que la crisis climática prosigue con fuerza, que si no se cambian los hábitos ya, el naufragio será mucho más doloso, más sanguinario, más insufrible y letal.

Sabemos ya todos, y el o la que no lo sepa, que se entere por aquí, que el "paciente cero" de todo este problema no es el paciente cero del coronavirus, el paciente cero es el comprador, el consumidor, según la opción de consumo que elijamos el mundo es uno u otro.

Y este ahora es como es por lo que lleva eligiendo siglos la Demanda.

La Demanda lleva demasiado tiempo eligiendo comer cadáveres, en putrefacción desde el segundo cero de su crimen, y consumir cosas que no nos sirven más que para una vida superficial, pero que permiten girar con fuerza renovada los gigantes engranajes de la máquina letal del Capital, del negocio de los grandes ricos mundiales. Si no compramos lo que nos venden, sus fábricas se detendrán.


Tanto filósofo, tanto teorema para una mierda. Gente con tiempo que deliraba, delirios que se enseñan en las clases, ¿para qué?

Este es el residuo de toda verdad: el mundo es lo que queramos que sea.

Y ahora es como hemos querido que sea.

No tiene la culpa por entero el que vende las antorchas verdes, la larga fila de compradores de antorchas verdes son solidarios con ese incendio verde del campo que en un segundo lo convierte en yermo, sin árboles, es un incendio de las cosas conocidas, un fuego que hace desaparecer todo, con una rapidez que es imposible ni imaginarla. Árboles en todo el mundo-antorchas verdes, vida que muere por doquier: en nuestras manos, firmada su finación por nosotros.

Y esas antorchas se siguen vendiendo a día de hoy. Se venden muy bien, tanto como la comida, que también son antorchas, fuegos de universos que se apagan, y que apagándose lo incendian todo. En fuego moriremos. Somos la Resistencia, venimos a hablar por el mar y por el ave.

Que los que mueren, enferman, lloran en silencio tras barrotes, en establos, apretados en naves, los no humanos, ellas, ellos, a billones en el mundo, para ellas/os sólo silencio y desprecio.

¿Hospitalización domiciliaria? Qué susto, eh? La gente tiene un franco miedo respecto a lo que ocurre con este virus, uno más de los que han surgido en el mundo, éste más letal, parece; pero lo actual siempre parece peor que lo anterior.

Nada, en dolor, en pérdidas, es peor que otra cosa. Lo que se lleva por delante a algunas/os es tan malo como lo que se lleva por delante a otros/as, el número es sólo una sucesión de grafías que escribimos en una hoja en blanco.

Las vidas. Las mentes. Los sueños. Quienes quieren paz y vivir. Cada una. Cada uno. Eso es lo que defendemos quienes militamos en el movimiento de defensa de los animales.

Enfermeros y guerrileras/os en el frente contra el antropocentrismo y el especismo, protegiendo como podemos a las víctimas de una guerra, de un bombardeo diario, en el que no pueden defenderse y no entienden.

Quiero decir, sí, que esto del coronavirus comparado con el clamor de miedo cósmico en el pecho de una vaca pateada de camino al tío del cuchillo, no es nada.

No es una vaca. Son todo el mundo de vacas. Son todo el mundo de cerdos. De animales libres siendo disparados en su mundo verde, de animales en su mundo de agua siendo asfixiados y macheteados, partidos sus cráneos a martillazos. Es nuestra tierra y sus múltiples caras siendo pisoteada, humillada, chuleada y escupida por el mismo ser que ahora siente miedo por un virus que pasará, pero su odio -o desprecio- por lo que no es como él, como ella, no pasará.

¿Hasta cuándo tenemos que decir con la extrema claridad que conlleva nuestro discurso que Basta ya de muerte que lleva a más muerte? ¿Cuánto le falta a nuestros vecinos para darse cuenta de que no habrá salud, paz, amor, en tanto ellos paguen para que toda esta Tierra sea un gigantesco infierno para quienes no lo merecen, y todo por un capricho de sabor? Porque el veganismo es la opción que cambiaría al ser humano de malo a bueno, de inmoral a ético, de inconsciente a consciente con la tierra que habita y con el clima, que el clima es el aire que respiramos todos, el agua que bebemos, la tierra que nos da y debería dar alimento durante más tiempo. ¿Qué alimento? Einstein aventuró que "el futuro será vegetariano o no será".

¿Te apuntas ya a este paso inequívoco hacia una liberación real, una sanidad real?

¿Prefieres habitar un mundo de incertidumbre donde no sabes qué va a llegar?

No pueden habitar en un mismo edificio gentes sin nombre habitando a montones un sótano entre su sangre y heces y los de los pisos sucesivamente subientes, hacer vida normal, con carneles de identitá, tan contentos, ellos, con los cimientos de la finca rojos podridos. Ese edificio acaba desmoronándose -ya lo está haciendo-. Las toses de todos son por el polvo que produce al caer. ¿Seguimos hablando de Sanidad?

Mejor hablemos de limpieza.

De limpieza de corazón. De mente. Sabes de lo que hablo y si llegaste hasta aquí en nuestro Decir sabes bien que tenemos razón.

Tú eliges. Pero debes saber que esta lucha por liberar de las garras del Poder al mundo Nos lleva a neutralizar ese poder y sus tentáculos. Y o estás con lo inocente o contra él.

La inocencia es limpia, lleva el humano ensuciándola siglos. Es el día de impedir que se siga haciendo.

Para esto no vale un champú de manos. Hemos de realizar una completa higienización mental.

Y se puede. Sólo si tú quieres. Nosotras/os solas/os no podremos hacerlo. Aunque seguimos avanzando hasta la fuente de todo dolor, para cerrarla.

Por favor... (ese por favor lo emite lo más puro e inocente de esta tierra, al fin, lo más Poderoso).

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

No somos los únicos que habitamos esta tierra y queremos vivir.

Únete. Nosotras/os nos lavamos las manos de la mente cada día. El "paciente cero" al que se le dará el alta del Hospital de un mundo Estafa y que podrá unirse a la única verdad limpia eres tú.

Sal del barro.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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