Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Cultura | Filosofía
. El problema es discriminar bien lo mejor, en cada momento, para nosotros en concordancia con nuestra naturaleza racional

Acción racional

|

Thomas Reid filósofo del siglo XVIII es uno de los mejores representantes de la Ilustración británica. Era amigo de David Hume. En sus Ensayos sobre los poderes activos de la mente humana elabora una amplia investigación sobre el entendimiento, la voluntad y la moral. El sentido común es fundamental en la filosofía de este pensador porque es la expresión de la razón y de la lógica de las cosas, desde un enfoque sensato y coherente. Se entiende que Reid escriba: «Actuar razonablemente es en todas las lenguas una frase no menos común que juzgar razonablemente». Y es que la racionalidad y el buen juicio es lo que define y determina la corrección de los pensamientos. La experiencia y la realidad son para Reid la base de los principios que rigen la conducta humana.

Se percibe un cierto sentido utilitarista en su filosofía moral, si bien matizado con el análisis conceptual de lo bueno y del bien. Su planteamiento ético se puede considerar que posee ciertos aspectos hedonistas, ya que dice: «Todo aquello que hace a un hombre más feliz o más perfecto es bueno y se convierte en objeto de deseo tan pronto como somos capaces de formarnos un concepto de él».

El nexo entre el propio bien y la razón está presente en la filosofía del sentido común de Reid de un modo claro e inequívoco. Si bien le influyó el emotivismo moral de Hume y su pensamiento empirista, se aparta en ciertos aspectos del predominio de lo afectivo en las acciones y decisiones morales. Valoró y analizó también la filosofía de Locke, aunque elaboró sus propias ideas filosóficas. La responsabilidad humana como elemento crucial en los actos morales es algo que Reid considera que diferencia a los seres racionales de los que no lo son. Por tanto, los juicios o la facultad de juzgar es lo decisivo en relación con la regulación de la conducta y del pensamiento. Lo que no impide, en modo alguno, la plena libertad de pensamiento y la discusión de ideas. El problema es discriminar bien lo mejor, en cada momento, para nosotros en concordancia con nuestra naturaleza racional.

Es cierto que no todas las acciones son iguales, pero la labor juzgadora de la razón o la inteligencia que también es sentiente es la que delimita la aprobación de las mismas. Las malas acciones o conductas, naturalmente, son irracionales, porque no siguen los dictados de la razón que está dirigida por la idea de bien. Además como dice Carlos Mellizo: «En este punto Reid nos recuerda que la estrecha relación existente entre derecho y deber ha de tenerse siempre en cuenta». En este sentido, se acerca en cierta medida a la perspectiva kantiana del imperativo categórico. El planteamiento filosófico de Thomas Reid es una afirmación de lo razonable y de la vida placentera.

El dolor es una de las cosas a evitar en la existencia humana, y está en profunda relación con la consecución de una vida agradable y satisfactoria. Su pensamiento irradia una sensación de optimismo razonable fundamentado en la sensatez, y el buen juicio acerca de la realidad. Porque el enfoque realista de Reid es indudable, ya que en su mente están presentes las circunstancias y avatares propios de la temporalidad de la existencia que deben ser regulados por el buen juicio o por el sentido común.

En la actualidad estoy convencido que esta filosofía del sentido común sería muy útil en el ámbito político, y también en el educativo, sanitario, tributario, social, laboral, pensiones, etc. Porque el derecho a unas condiciones de vida dignas para todos los ciudadanos no son negociables desde la perspectiva de un análisis racional, y no meramente economicista, porque se pueden priorizar determinados gastos que garantizan la cohesión y la justicia social.

Acción racional

. El problema es discriminar bien lo mejor, en cada momento, para nosotros en concordancia con nuestra naturaleza racional
José Manuel López García
lunes, 22 de septiembre de 2014, 07:24 h (CET)
Thomas Reid filósofo del siglo XVIII es uno de los mejores representantes de la Ilustración británica. Era amigo de David Hume. En sus Ensayos sobre los poderes activos de la mente humana elabora una amplia investigación sobre el entendimiento, la voluntad y la moral. El sentido común es fundamental en la filosofía de este pensador porque es la expresión de la razón y de la lógica de las cosas, desde un enfoque sensato y coherente. Se entiende que Reid escriba: «Actuar razonablemente es en todas las lenguas una frase no menos común que juzgar razonablemente». Y es que la racionalidad y el buen juicio es lo que define y determina la corrección de los pensamientos. La experiencia y la realidad son para Reid la base de los principios que rigen la conducta humana.

Se percibe un cierto sentido utilitarista en su filosofía moral, si bien matizado con el análisis conceptual de lo bueno y del bien. Su planteamiento ético se puede considerar que posee ciertos aspectos hedonistas, ya que dice: «Todo aquello que hace a un hombre más feliz o más perfecto es bueno y se convierte en objeto de deseo tan pronto como somos capaces de formarnos un concepto de él».

El nexo entre el propio bien y la razón está presente en la filosofía del sentido común de Reid de un modo claro e inequívoco. Si bien le influyó el emotivismo moral de Hume y su pensamiento empirista, se aparta en ciertos aspectos del predominio de lo afectivo en las acciones y decisiones morales. Valoró y analizó también la filosofía de Locke, aunque elaboró sus propias ideas filosóficas. La responsabilidad humana como elemento crucial en los actos morales es algo que Reid considera que diferencia a los seres racionales de los que no lo son. Por tanto, los juicios o la facultad de juzgar es lo decisivo en relación con la regulación de la conducta y del pensamiento. Lo que no impide, en modo alguno, la plena libertad de pensamiento y la discusión de ideas. El problema es discriminar bien lo mejor, en cada momento, para nosotros en concordancia con nuestra naturaleza racional.

Es cierto que no todas las acciones son iguales, pero la labor juzgadora de la razón o la inteligencia que también es sentiente es la que delimita la aprobación de las mismas. Las malas acciones o conductas, naturalmente, son irracionales, porque no siguen los dictados de la razón que está dirigida por la idea de bien. Además como dice Carlos Mellizo: «En este punto Reid nos recuerda que la estrecha relación existente entre derecho y deber ha de tenerse siempre en cuenta». En este sentido, se acerca en cierta medida a la perspectiva kantiana del imperativo categórico. El planteamiento filosófico de Thomas Reid es una afirmación de lo razonable y de la vida placentera.

El dolor es una de las cosas a evitar en la existencia humana, y está en profunda relación con la consecución de una vida agradable y satisfactoria. Su pensamiento irradia una sensación de optimismo razonable fundamentado en la sensatez, y el buen juicio acerca de la realidad. Porque el enfoque realista de Reid es indudable, ya que en su mente están presentes las circunstancias y avatares propios de la temporalidad de la existencia que deben ser regulados por el buen juicio o por el sentido común.

En la actualidad estoy convencido que esta filosofía del sentido común sería muy útil en el ámbito político, y también en el educativo, sanitario, tributario, social, laboral, pensiones, etc. Porque el derecho a unas condiciones de vida dignas para todos los ciudadanos no son negociables desde la perspectiva de un análisis racional, y no meramente economicista, porque se pueden priorizar determinados gastos que garantizan la cohesión y la justicia social.

Noticias relacionadas

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto