Los ensalzados museos de arte contemporáneo reclaman más ayudas económicas para poder subsistir. Lo piden el Centre Pompidou de París y el Reina Sofia de Madrid, los cuales, día tras día, constatan que les baja el número de visitantes. Ambos museos reconocen que unicamente se beneficiaron económicamente con la gran afluencia de público que les reportó la última exposición antológíca de Salvador Dalí.
El problema del fracaso de los mencionados museos -y de las "galerías de arte contemporáneo"- se halla en que mayormente exponen los esoterismos de los grafistas abstractos -que pasan sin pena ni gloria- que fueron catapultados a la gloriola por la política cultural impulsada en el período de la guerra fría. Se hace evidente que la estatalización de la cultura es una pura ilusión del espíritu ya que que su aplicación resulta ineficaz en los países democráticos, en que es la ciudadanía la que libremente establece quien es quien en el mundo del arte. Es por ello que Picasso y Dalí -los grandes ausentes en el ortodoxo Macba de Barcelona por el pecado de ser figurativos, ay!- han devenido los pintores más apreciados por las nuevas generaciones...