Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Coronavirus | Pandemia | Enfermedades
​Como maquinaria insensible, en ella los hombres son sustituibles como tornillos

Horas decisivas

|

Quizá todas lo son y hasta las horas muertas lo sean; no reconocemos a fondo las amplias repercusiones de cuanto acontezca durante esos tiempos. Los equívocos son habituales, complican las valoraciones. Las propias palabras oscilan, si serán las horas decisivas, si lo serán nuestras decisiones, o cuál sea el sentido de cualquier actividad.

Además, ¿Quién decide aquí? El destino fiero juega sus bazas. Las oportunidades son señuelos poco consistentes. Mientras, las personas somos capaces de soñar con las cuotas de libertad, entreviendo satisfacciones o sufriendo frustraciones. La DERIVA humana es apasionante, con opciones colocadas al borde de los caminos, abiertas al infinito.




A.J. Toynbee en las dificultades para precisar la ubicación de los humanos en sus ámbitos habituales. Decía: “No está trazada la línea de demarcación entre lo real y lo imaginario”. A la hora de enjuiciar los fenómenos naturales, los eventos en el seno de la sociedad, incluso si tratamos de avizorar el futuro; en efecto, el modo de escoger los datos, su clasificación y las maneras de presentarlos, nos deslizan subrepticiamente a la esfera de las FICCIONES. La costumbre nos aboca a la consideración reduccionista de la realidad, centrada en su elaboración grupal, métodos utilizados, cerrada a las percepciones divergentes, forjando así un notable desequilibrio, inquietante y reiterativo, por su deformación existencial.


Somos seres especiales, somo capaces de pensarnos, antes de valorarnos sobre aciertos o despendoles. Dejando el polvo aparte, todavía confiamos en las lejanías, en las ESTRELLAS. Bien para alcanzarlas o por sabernos portadores de ciertos destellos indudables. Algo se cuece entre los enigmas existenciales. Ese algo realza la posición humana en el estandarte que denomino de las cuatro I, contradictorias o complementarias. Intuición de la grandeza propia, con asombrosas capacidades sobre todo mentales. La Indudables trascendencia de las aportaciones derivadas a los sucesores y al conjunto. La iniquidad suele aparecer y la Intolerancia también. Apuntamos a una serie de disyuntivas relevantes.

No sólo se suceden numerosos momentos cruciales para dilucidar el camino más conveniente; en cada uno de ellos suelen coincidir variadas opciones de aparición simultánea. Las controversias quedan atrás, los pronunciamientos ajenos no sirven, las polémicas tampoco; en todo caso preceden al momento crucial. Si la postura adoptada está ceñida a estos condicionantes, no será personal; y en esa medida, extraña al sujeto protagonista. La UBICACIÓN de este en el sendero de la vida ha de ser una decisión propia o dejará de estar bajo su responsabilidad genuina. La delegación, en estas y otras cuestiones, contribuye al no saber estar de esta persona en la sociedad.

Suena bien, el individuo percatándose de sus circunstancias, para dilucidar entre sus opciones el plan a seguir. Suena así, pero ese discurso no es tan sencillo, tropieza con la dificultad natural inevitable, su puesta en práctica. Empezando por la dificultad de elegir entre las variadas opciones y los insuficientes conocimientos, nunca completos. Además, con los avances tecnológicos y la evolución social, nos vemos sometidos a un ARRASTRE inclemente por parte de la trama organizativa (Sistemas, empresas, instituciones). La acumulación de condicionamientos reducen y manipulan el poder decisorio individual hasta límites insospechados. El progreso desdibuja los matices humanos.

Sólo uno muy unamuniano, con mucho carácter, afrontaría con éxito la contienda frente a las innumerables fuerzas de arrastre y la consiguiente confusión generada entre las tensiones sociales. Bien sea por falta de arrestos o por cierto grado de complicidad, ignorancia también; abundan los ciudadanos claudicantes, acaban por ceder ante tantos impulsos generalizadores. Adquieren el rango FUNCIONARIAL adecuado para ser considerados como componentes fehacientes del sistema predominante en ese sector. En tanto sea más fuerte esa adhesión, insisto, van quedando desligados del resto de los humanos en cuanto a tales. Pasan a formar parte de la maquinaria intratable, de ahí la relevancia de la opción adoptada.

El tumulto no suele ser propicio para las bellas armonías, repele las conversaciones entrañables e impide las pausas reparadoras. Los pájaros escapan de los ámbitos ruidosos, cantan en lugares apacibles. De tal guisa, cuando nos vemos rodeados de sistemas absorbente, con sujetos al servicio de organizaciones despersonalizadas y estamos confusos en cuanto a los criterios a tener en cuenta; perdemos aquella antigua noción de compañerismo, aislados en las cuitas particulares. La calidad ambiental se deteriora, su enrarecimiento es ASFIXIANTE. Y no precisamente por falta de movimiento, manifestaciones o recursos, sino por la carencia de la tonalidad afectuosa sin la cual no recuperamos el buen ánimo.

La valoración social de las personas destapa una serie de reacciones curiosas, porque sin entrar en reflexiones intrincadas, de los encumbramientos al desprecio total, de su consideración como simple número a una estimación cualitativa, cuesta mucho saber con quien se cuenta. En medio de un utilitarismo simplón, arrinconamos la idea de unos intercambios concienzudos entre gentes dispares con arreglo a sus disposiciones; mientras asistimos a un TRÁFICO muy semejante al de mercancías, con la atención exclusiva al peso de las aportaciones. En las directrices de estas movilizaciones, de manera extraña, la delicadeza atenta a los requerimientos personales ocupa rangos impropios sin justificación, al servicio de los emporios.

Como maquinaria insensible, en ella los hombres son sustituibles como tornillos. Las catenarias establecidas enlazan a sus miembros férreamente, pero se pierde el sentido de sus orígenes, siendo aplicadas después a fines poco correspondientes con los humanos involucrados. Los conceptos nacen de fuertes algarabías en torno a lo que haga falta, una raza figurada, un idioma, un dinero, una posición social, una trama pergeñada por leguleyos o una masa enfebrecida; de donde se originan las finas corruptelas y terminan en decretos corruptos y las peores MALVERSACIONES. Alcanzadas esas andanzas, es natural, ya importan poco los perjuicios endilgados a mucha gente.

Como apreciamos enseguida, hablo de conductas añejas y sobre todo actuales, estas en plena acción incordiante. A pesar de sus intemperancias, su carácter reiterativo o la extensión de sus garras, superan la fogosa hipérbole; son un peso real para la gente corriente. La dejadez o la impotencia, quizá en partes iguales, abocan a la INDIFERENCIA ciudadana, adscrita a la extracción de los beneficios momentáneos sin ahondar en mejores aspiraciones.

A muchos se les para el reloj en plena indecisión rutinaria, contemplativa o de cómoda complacencia sacada de quién sabe donde. Europa flaquea, quién no. Llevamos tiempo sobrepasando la HORA DECISIVA, si pretendemos una revitalización a tiempo de la convivencia, como tal, vivencias compartidas.


Horas decisivas

​Como maquinaria insensible, en ella los hombres son sustituibles como tornillos
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 13 de marzo de 2020, 08:41 h (CET)

Quizá todas lo son y hasta las horas muertas lo sean; no reconocemos a fondo las amplias repercusiones de cuanto acontezca durante esos tiempos. Los equívocos son habituales, complican las valoraciones. Las propias palabras oscilan, si serán las horas decisivas, si lo serán nuestras decisiones, o cuál sea el sentido de cualquier actividad.

Además, ¿Quién decide aquí? El destino fiero juega sus bazas. Las oportunidades son señuelos poco consistentes. Mientras, las personas somos capaces de soñar con las cuotas de libertad, entreviendo satisfacciones o sufriendo frustraciones. La DERIVA humana es apasionante, con opciones colocadas al borde de los caminos, abiertas al infinito.




A.J. Toynbee en las dificultades para precisar la ubicación de los humanos en sus ámbitos habituales. Decía: “No está trazada la línea de demarcación entre lo real y lo imaginario”. A la hora de enjuiciar los fenómenos naturales, los eventos en el seno de la sociedad, incluso si tratamos de avizorar el futuro; en efecto, el modo de escoger los datos, su clasificación y las maneras de presentarlos, nos deslizan subrepticiamente a la esfera de las FICCIONES. La costumbre nos aboca a la consideración reduccionista de la realidad, centrada en su elaboración grupal, métodos utilizados, cerrada a las percepciones divergentes, forjando así un notable desequilibrio, inquietante y reiterativo, por su deformación existencial.


Somos seres especiales, somo capaces de pensarnos, antes de valorarnos sobre aciertos o despendoles. Dejando el polvo aparte, todavía confiamos en las lejanías, en las ESTRELLAS. Bien para alcanzarlas o por sabernos portadores de ciertos destellos indudables. Algo se cuece entre los enigmas existenciales. Ese algo realza la posición humana en el estandarte que denomino de las cuatro I, contradictorias o complementarias. Intuición de la grandeza propia, con asombrosas capacidades sobre todo mentales. La Indudables trascendencia de las aportaciones derivadas a los sucesores y al conjunto. La iniquidad suele aparecer y la Intolerancia también. Apuntamos a una serie de disyuntivas relevantes.

No sólo se suceden numerosos momentos cruciales para dilucidar el camino más conveniente; en cada uno de ellos suelen coincidir variadas opciones de aparición simultánea. Las controversias quedan atrás, los pronunciamientos ajenos no sirven, las polémicas tampoco; en todo caso preceden al momento crucial. Si la postura adoptada está ceñida a estos condicionantes, no será personal; y en esa medida, extraña al sujeto protagonista. La UBICACIÓN de este en el sendero de la vida ha de ser una decisión propia o dejará de estar bajo su responsabilidad genuina. La delegación, en estas y otras cuestiones, contribuye al no saber estar de esta persona en la sociedad.

Suena bien, el individuo percatándose de sus circunstancias, para dilucidar entre sus opciones el plan a seguir. Suena así, pero ese discurso no es tan sencillo, tropieza con la dificultad natural inevitable, su puesta en práctica. Empezando por la dificultad de elegir entre las variadas opciones y los insuficientes conocimientos, nunca completos. Además, con los avances tecnológicos y la evolución social, nos vemos sometidos a un ARRASTRE inclemente por parte de la trama organizativa (Sistemas, empresas, instituciones). La acumulación de condicionamientos reducen y manipulan el poder decisorio individual hasta límites insospechados. El progreso desdibuja los matices humanos.

Sólo uno muy unamuniano, con mucho carácter, afrontaría con éxito la contienda frente a las innumerables fuerzas de arrastre y la consiguiente confusión generada entre las tensiones sociales. Bien sea por falta de arrestos o por cierto grado de complicidad, ignorancia también; abundan los ciudadanos claudicantes, acaban por ceder ante tantos impulsos generalizadores. Adquieren el rango FUNCIONARIAL adecuado para ser considerados como componentes fehacientes del sistema predominante en ese sector. En tanto sea más fuerte esa adhesión, insisto, van quedando desligados del resto de los humanos en cuanto a tales. Pasan a formar parte de la maquinaria intratable, de ahí la relevancia de la opción adoptada.

El tumulto no suele ser propicio para las bellas armonías, repele las conversaciones entrañables e impide las pausas reparadoras. Los pájaros escapan de los ámbitos ruidosos, cantan en lugares apacibles. De tal guisa, cuando nos vemos rodeados de sistemas absorbente, con sujetos al servicio de organizaciones despersonalizadas y estamos confusos en cuanto a los criterios a tener en cuenta; perdemos aquella antigua noción de compañerismo, aislados en las cuitas particulares. La calidad ambiental se deteriora, su enrarecimiento es ASFIXIANTE. Y no precisamente por falta de movimiento, manifestaciones o recursos, sino por la carencia de la tonalidad afectuosa sin la cual no recuperamos el buen ánimo.

La valoración social de las personas destapa una serie de reacciones curiosas, porque sin entrar en reflexiones intrincadas, de los encumbramientos al desprecio total, de su consideración como simple número a una estimación cualitativa, cuesta mucho saber con quien se cuenta. En medio de un utilitarismo simplón, arrinconamos la idea de unos intercambios concienzudos entre gentes dispares con arreglo a sus disposiciones; mientras asistimos a un TRÁFICO muy semejante al de mercancías, con la atención exclusiva al peso de las aportaciones. En las directrices de estas movilizaciones, de manera extraña, la delicadeza atenta a los requerimientos personales ocupa rangos impropios sin justificación, al servicio de los emporios.

Como maquinaria insensible, en ella los hombres son sustituibles como tornillos. Las catenarias establecidas enlazan a sus miembros férreamente, pero se pierde el sentido de sus orígenes, siendo aplicadas después a fines poco correspondientes con los humanos involucrados. Los conceptos nacen de fuertes algarabías en torno a lo que haga falta, una raza figurada, un idioma, un dinero, una posición social, una trama pergeñada por leguleyos o una masa enfebrecida; de donde se originan las finas corruptelas y terminan en decretos corruptos y las peores MALVERSACIONES. Alcanzadas esas andanzas, es natural, ya importan poco los perjuicios endilgados a mucha gente.

Como apreciamos enseguida, hablo de conductas añejas y sobre todo actuales, estas en plena acción incordiante. A pesar de sus intemperancias, su carácter reiterativo o la extensión de sus garras, superan la fogosa hipérbole; son un peso real para la gente corriente. La dejadez o la impotencia, quizá en partes iguales, abocan a la INDIFERENCIA ciudadana, adscrita a la extracción de los beneficios momentáneos sin ahondar en mejores aspiraciones.

A muchos se les para el reloj en plena indecisión rutinaria, contemplativa o de cómoda complacencia sacada de quién sabe donde. Europa flaquea, quién no. Llevamos tiempo sobrepasando la HORA DECISIVA, si pretendemos una revitalización a tiempo de la convivencia, como tal, vivencias compartidas.


Noticias relacionadas

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto