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El PP teme perder grandes alcaldías

Golpe de mano a la política municipal

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En 1977 meses antes de la celebración de las primeras elecciones democráticas desde la época republicana y una vez enterrado Franco España era un hervidero de formaciones políticas de todas las medidas y colores. Los años de silencio democrático y casi cuarenta años sin que los españoles pudieran ejercer libremente el derecho a voto habían hecho crecer, muchas veces en la clandestinidad, una amplia diversidad de formaciones políticas, algunas de ellas vistas con recelo por parte de las formaciones políticas que querían repartirse el pastel de los escaños en el Congreso de los Diputados. Y en aquellos momentos, como en tantos otros, la izquierda, la socialdemocracia, la derecha y los partidos de centro del nacionalismo vasco y catalán establecieron un pacto para evitar que los partidos minoritarios pudieran tener parlamentarios. Aquel pacto fue la llamada Ley d’Hont que a la hora del recuento mejora y favorece los resultados de los partidos mayoritarios y castiga, enviando a las tinieblas políticas, a los minoritarios.

Durante años esta triquiñuela legal les ha ido muy bien a los dos partidos mayoritarios, tanto el Partido Popular como el PSOE a lo largo de todos estos años se han encontrado cómodos contando los votos con arreglo a los designios del señor d’Hont. Con esta manera de adjudicar los escaños desde la primera votación en el verano del 1977 de facto se ha establecido en España un sistema bipartidista y a lo largo de los años unas veces ha gobernado la derecha y otras la socialdemocracia mientras el resto de partidos ha visto cómo la mayoría de sus propuestas caían en saco roto ya que los dos partidos mayoritarios unas veces han gobernado con mayoría absoluta y cuando no ha sido así y les ha convenido se han unido para desestimar las propuestas de las fuerzas políticas minoritarias.

Pero el 25 de Mayo, en las elecciones al Parlamento europeo, la ciudadanía, por fin, dio un puñetazo sobre la mesa, dijo basta, y nuevas formaciones políticas aparecieron con fuerza mientras tanto el PP como el PSOE, i CiU en Catalunya, veían cómo los votantes comenzaban a darles la espalda tal y como venían prediciendo las encuestas de diversas procedencias. La muchachada de la gaviota ha visto que en las próximas elecciones municipales peligran sus privilegios en muchos Ayuntamientos donde las votaciones tal vez den un vuelco a años y años de gobiernos municipales del PP. En capitales como Madrid, Valencia o Sevilla, entre otras, puede cambiar de signo el poder municipal, y eso no es bueno para los designios que dictan desde la calle de Génova Mariano Rajoy y sus palmeros. Las mentes pensantes del PP han comenzado a estudiar cómo y de qué manera pueden evitar la pérdida de infinidad de gobiernos municipales en Mayo del año próximo.

Y como al PP parece importarle un pepino la democracia, y además todavía tienen mayoría absoluta en el Parlamento, no han dudado en comenzar a preparar los borradores de una nueva ley electoral, otra vez con la excusa de que los Ayuntamientos con tantos partidos políticos y agrupaciones vecinales en liza pueden ser ingobernables, en esta disposición el presidente del “plasma” para no perder ni el santo ni la peana que tanto le costó afanar quiere que el partido que obtenga más del 40 % sea el que nombre alcalde y gobierne, olvidando que queda un 60 % que no le ha votado.

El Partido Popular quiere falsear la democracia municipal para seguir montado en el machito de la poltrona y para ello no duda en dar un golpe de mano a la democracia queriendo cambiar la ley pocos meses antes de las elecciones municipales. Sus antecesores, algunos apellidos ilustres del PP también lo fueron del franquismo, acabaron con la democracia vestidos de uniforme y con las armas en la mano, estos de ahora, con traje, camisa con iniciales bordadas y corbata de seda atacan la decisión democrática del voto ciudadano con el Boletín Oficial del Estado.

Y aunque todos los partidos de la oposición han puesto el grito en el cielo cuando comience a discutirse la ley, si es que llega a discutirse, podemos encontrarnos con sorpresas y es posible que, retocada de alguna manera, la ley salga adelante ya que la disposición legal tal y como el PP la ha presentado puede favorecer en Euskadi a Bildu y en Catalunya a ERC. Y ante esta perspectiva es muy posible que el PSOE, e incluso CiU, lleguen a algún acuerdo con el PP, eso sí, moderando o disfrazando las ideas poco democráticas de la muchachada de la gaviota. Pero si la ley sale adelante y la mayoría para ser alcalde y gobernar es el 40 % de los votos habrá llegado la hora de que las fuerzas progresistas se unan y presenten en pueblos y ciudades candidaturas unitarias para apear del sillón municipal a aquellos que gobiernan contra los ciudadanos. Esta unión obligará a sacrificios por parte de todos y a dejar en el cajón más de un ego pero seguro que los ciudadanos, que lo merecen, lo agradecerán.

Golpe de mano a la política municipal

El PP teme perder grandes alcaldías
Rafa Esteve-Casanova
miércoles, 3 de septiembre de 2014, 06:59 h (CET)
En 1977 meses antes de la celebración de las primeras elecciones democráticas desde la época republicana y una vez enterrado Franco España era un hervidero de formaciones políticas de todas las medidas y colores. Los años de silencio democrático y casi cuarenta años sin que los españoles pudieran ejercer libremente el derecho a voto habían hecho crecer, muchas veces en la clandestinidad, una amplia diversidad de formaciones políticas, algunas de ellas vistas con recelo por parte de las formaciones políticas que querían repartirse el pastel de los escaños en el Congreso de los Diputados. Y en aquellos momentos, como en tantos otros, la izquierda, la socialdemocracia, la derecha y los partidos de centro del nacionalismo vasco y catalán establecieron un pacto para evitar que los partidos minoritarios pudieran tener parlamentarios. Aquel pacto fue la llamada Ley d’Hont que a la hora del recuento mejora y favorece los resultados de los partidos mayoritarios y castiga, enviando a las tinieblas políticas, a los minoritarios.

Durante años esta triquiñuela legal les ha ido muy bien a los dos partidos mayoritarios, tanto el Partido Popular como el PSOE a lo largo de todos estos años se han encontrado cómodos contando los votos con arreglo a los designios del señor d’Hont. Con esta manera de adjudicar los escaños desde la primera votación en el verano del 1977 de facto se ha establecido en España un sistema bipartidista y a lo largo de los años unas veces ha gobernado la derecha y otras la socialdemocracia mientras el resto de partidos ha visto cómo la mayoría de sus propuestas caían en saco roto ya que los dos partidos mayoritarios unas veces han gobernado con mayoría absoluta y cuando no ha sido así y les ha convenido se han unido para desestimar las propuestas de las fuerzas políticas minoritarias.

Pero el 25 de Mayo, en las elecciones al Parlamento europeo, la ciudadanía, por fin, dio un puñetazo sobre la mesa, dijo basta, y nuevas formaciones políticas aparecieron con fuerza mientras tanto el PP como el PSOE, i CiU en Catalunya, veían cómo los votantes comenzaban a darles la espalda tal y como venían prediciendo las encuestas de diversas procedencias. La muchachada de la gaviota ha visto que en las próximas elecciones municipales peligran sus privilegios en muchos Ayuntamientos donde las votaciones tal vez den un vuelco a años y años de gobiernos municipales del PP. En capitales como Madrid, Valencia o Sevilla, entre otras, puede cambiar de signo el poder municipal, y eso no es bueno para los designios que dictan desde la calle de Génova Mariano Rajoy y sus palmeros. Las mentes pensantes del PP han comenzado a estudiar cómo y de qué manera pueden evitar la pérdida de infinidad de gobiernos municipales en Mayo del año próximo.

Y como al PP parece importarle un pepino la democracia, y además todavía tienen mayoría absoluta en el Parlamento, no han dudado en comenzar a preparar los borradores de una nueva ley electoral, otra vez con la excusa de que los Ayuntamientos con tantos partidos políticos y agrupaciones vecinales en liza pueden ser ingobernables, en esta disposición el presidente del “plasma” para no perder ni el santo ni la peana que tanto le costó afanar quiere que el partido que obtenga más del 40 % sea el que nombre alcalde y gobierne, olvidando que queda un 60 % que no le ha votado.

El Partido Popular quiere falsear la democracia municipal para seguir montado en el machito de la poltrona y para ello no duda en dar un golpe de mano a la democracia queriendo cambiar la ley pocos meses antes de las elecciones municipales. Sus antecesores, algunos apellidos ilustres del PP también lo fueron del franquismo, acabaron con la democracia vestidos de uniforme y con las armas en la mano, estos de ahora, con traje, camisa con iniciales bordadas y corbata de seda atacan la decisión democrática del voto ciudadano con el Boletín Oficial del Estado.

Y aunque todos los partidos de la oposición han puesto el grito en el cielo cuando comience a discutirse la ley, si es que llega a discutirse, podemos encontrarnos con sorpresas y es posible que, retocada de alguna manera, la ley salga adelante ya que la disposición legal tal y como el PP la ha presentado puede favorecer en Euskadi a Bildu y en Catalunya a ERC. Y ante esta perspectiva es muy posible que el PSOE, e incluso CiU, lleguen a algún acuerdo con el PP, eso sí, moderando o disfrazando las ideas poco democráticas de la muchachada de la gaviota. Pero si la ley sale adelante y la mayoría para ser alcalde y gobernar es el 40 % de los votos habrá llegado la hora de que las fuerzas progresistas se unan y presenten en pueblos y ciudades candidaturas unitarias para apear del sillón municipal a aquellos que gobiernan contra los ciudadanos. Esta unión obligará a sacrificios por parte de todos y a dejar en el cajón más de un ego pero seguro que los ciudadanos, que lo merecen, lo agradecerán.

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