Nunca he dudado que en Hollywood, ciudad del glamur más afectado, hubiese asimismo gente necesitada vagando por sus avenidas o calles en busca de alimento y cobijo. Y como en el resto de Estados Unidos, los pobres allí también tienen su espacio, o aún más si cabe. La imagen del indigente arrastrando penosamente un carrito sisado al supermercado es de lo más fotogénica, y por eso estamos cansados de verla en los telefilmes y películas que llegan a Europa desde la costa opuesta del océano Atlántico; a menudo ataviada con una vitola de falsa excelencia, porque al final resulta que son un truño infumable.
La población estadounidense está tan habituada a coincidir con esa imagen en sus ciudades que ya no le hacen ni caso. Por eso Miley Cyrus, la que en su día fuese la popular niña del canal Disney, Hannah Montana, decidió llamar su atención en la ceremonia de entrega de premios MTV este domingo, disfrazando de galán a un joven mendigo para que recogiese en su nombre el trofeo que le concedía la cadena de música al mejor video del año. Como es natural, la reacción del público asistente no se hizo esperar, pero en lugar de censurarle su acción por lo histriónica y aprovechada acabó celebrando el ingenio de la cantante.
No se sabe muy bien qué pudo influir más sobre los que seguían la gala en directo por la televisión, si la agudeza preclara de la cantante y actriz o la sensibilidad desplegada por el muchacho, leyendo un manifiesto que ponía todo su énfasis en la situación de franca desprotección de más de 50.000 necesitados sólo en esa ciudad, pero el caso es que a partir de ese momento las redes sociales comenzaron a echar humo. Parece mentira, pero mientras estoy escribiendo este artículo, cerca de medio millón de personas se han interesado ya por la campaña emprendida por Miley en favor de My Friend´s Place.