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“Un pueblo ignorante solo será gobernado por los peores hombres” Platón

España en peligro, mientras Sánchez sigue su campaña de engaños

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Cuando el torero quiere evitar que el morlaco fije su atención en su propio cuerpo, utiliza el capote para distraerlo hacia la tela roja que se agita delante de su morro, otro objetivo hacia el que el animal dirigirá su furia. El señor Pedro Sánchez pretende convertirnos a todos los españoles en cornudos cuadrúpedos, cuando decide distraer nuestra atención del evidente intento de convertir a España en nación de naciones, tal y como el mismo señor Presidente dejó claro que era su pretensión en un pasado almuerzo informativo donde se explayó a gusto sobre lo que él entendía que debería ser el concepto de nación de naciones, aplicado a nuestro país: "La nación de naciones estaría formada por España, Cataluña, Galicia y País Vasco".

Esta idea es la que ha estado alimentando desde hace mucho tiempo el señor Sánchez, pensando que sería la solución al problema catalán y, de paso, al principal obstáculo que tienen él y su partido para conseguir mantenerse en el poder; al menos para lo que queda de legislatura. El federalismo, como cebo para los independentistas, que según su forma especial de enfocar las aspiraciones del catalanismo independentista, sería suficiente para que los independentistas se amortiguaran, apaciguaran y se conformaran con llegar a ser un ente federado de una nación de naciones, en este caso España. Lo que parece que todavía no ha asimilado nuestro Presidente, pese a la serie de disgustos que le vienen proporcionando los rebeldes catalanistas, es que hay una parte muy importante de entre los separatistas catalanes a los que no entra, dentro de sus planes, una solución semejante; porque lo que buscan no es continuar dependiendo del resto de la patria española, aunque fuere solamente en algunos aspectos generales, sino que aspiran a la independencia absoluta del resto del territorio español.

Pero, en estos momentos, el problema que tiene el señor Sánchez del PSOE, es convencer o, al menos intentarlo, al resto de autonomías, que están trinando por considerarse minusvaloradas, postergadas, perjudicadas y olvidadas por parte del actual Gobierno, debido a toda aquella parafernalia y preferencia por los problemas catalanes que ha venido mostrando hasta ahora, de que todas son iguales para su gobierno. No es, simplemente, una ostentosa bajada de pantalones para que lo sigan apoyando en el Parlamento de la nación, pese a ser ésta la región que más claramente ha mostrado su intención de utilizar las malas artes políticas y la desobediencia para conseguir su objetivo, que no se cansan de repetir, una y otra vez, que consiste en lograr dejar de formar parte de la nación española; sino que siguen dispuestos a negocias con ellos sobre temas que rozan de una manera evidente con la legalidad y normas constitucionales. Ahora el gobierno quiere convencer al resto de autonomías de que van a prestarles la misma atención que a Cataluña, a cuyo fin han organizado lo que se podría calificar de una caravana laica de los Reyes Magos de la Moncloa, con la que se van a trasladar, con gran presencia de ministros y asesores, para hacer visitas de cortesía a todos los parlamentos o gobiernos autonómicos que, como es natural, van a tener escrita su carta de peticiones ( algo que nunca falta en cualquier administración) con la peregrina esperanza, la ilusoria confianza y la absurda convicción de que las “arcas reales” van a tener suficientes recursos para solucionar, de una sola tacada, todos los problemas económicos que afectan a las 17 comunidades; como si España estuviera navegando en una opulencia que todos sabemos que sólo está en las imaginaciones calenturientas de nuestros gobernantes de izquierdas.

Una postura de extrema “generosidad” que, no obstante, contrasta radicalmente con la tacañería del ministerio de Hacienda y su titular la señora Montero, cuando se trata de devolver, a cada una de las autonomías, la parte del impuesto del IVA que les viene adeudando desde hace tiempo, a la vez que, con una marrullería difícilmente explicable, les niega a las administraciones autonómicas la posibilidad de endeudarse, para poder llevando a cabo sus planes sociales y económicos, condenándolas a una situación difícilmente soportable. Pero, en toda esta maquiavélica combinación, concienzudamente preparada para proporcionarle al actual gobierno tiempo, si señores, lo que siempre ha necesitado el señor Sánchez ha sido tiempo, para que todas aquellas artimañas e irregularidades con las que viene impactando y, en ocasiones alarmando, a la ciudadanía española se vayan difuminando de la memoria, por otra parta sumamente frágil, de esta numerosa izquierda que los está apoyando; de modo que, cuando dejan de ser de actualidad parece como si, en realidad, nunca hubieran tenido lugar y los malos, una vez más, vuelvan a ser los “fachas de la derecha” que, por otra parte, vienen siendo blanco directo de la actual Administración que, con la mayor desvergüenza del mundo, no se oculta de ir pergeñando todo tipo de trampas y obstáculos para que, las pocas autonomías gobernadas por el PP ( las únicas que van mejorando, progresando, pagando menos impuestos y aumentando la confianza de sus ciudadanos en sus respectivos gobiernos locales) se vean obligadas a llevar una política de izquierdas para que así se vean impotentes ante la imposibilidad de aplicar las medidas liberales que son las que, en definitiva, hacen funcionar un país.

Y, hete aquí que, mientras esta “lumbrera” que Podemos ha aportado al gobierno para ocupar el ministerio de Igualdad; esta feminista radical y obsesionada con su batalla hacia el sexo contrario, la señora Inés Montero, la del casoplón en la sierra madrileña, tiene que retirar, una y otra vez, sus proyectos de Ley de igualdad, todos ellos por ser manifiestamente y vergonzosamente anticonstitucionales, la señora ministra de Hacienda, María Jesús Montero, nos anticipa que tiene un proyecto de “ARMONIZACIÓN FISCAL” que nada más tiene una lectura válida: una maquinación directamente dirigida contra las autonomías dirigidas por el PP, que son las que han conseguido mejorar la vida de sus ciudadanos aplicando un método que a los socialistas les suena a rebeldía, traición y profanación de su biblia ideológica : ¡bajando los impuestos de sus ciudadanos! La falta de imaginación, la indiferencia respecto a lo que puedan pensar los españoles sobre su forma dictatorial de obrar o su carencia absoluta de escrúpulos y vergüenza, al actuar sin importarles si su actividad es correcta, legal, constitucional o simplemente ética y moral ( algo que ya se está maquinando respecto al cambio de la tipificación del delito se secesión para, claramente, conseguir la rápida excarcelación de sus socios en el desguace de España) de una forma que perjudica directamente a las autonomías gobernadas por el PP (Madrid, Galia y Murcia), que son las que han conseguido magníficos resultados, aplicando la idea de bajar impuestos, con cuya medida han conseguido recaudar más que el resto de las autonomías gobernadas por el PSOE y los secesionistas, las que han venido hundiendo a sus ciudadanos a base de tasas, impuestos y demás medidas fiscales propias de gobiernos intervencionistas y partidarios de ir acogotando a los ciudadanos para que sea el Estado el que les solucione sus necesidades. Lo malo de este tipo de políticas es que los que solucionan sus problemas de verdad, enriqueciéndose, suelen ser los que organizan el cotarro mientras que, los ciudadanos, en especial las clases bajas y medias, salen trasquilados de esta clase de ensayos que, como se ha evidenciado en las naciones en las que se ha intentado aplicar tales procedimientos, normalmente han acabado siendo convertidos en verdaderos esclavos de sus gobernantes, transformados en verdaderos dictadores.

Lo peor del caso es que, ante semejante situación, como si lo que estamos viviendo entrase dentro de la normalidad de una nación democrática, como si estos temas que hemos tratado, en los que se ponen en cuestión temas tan graves como la unidad de España, el mantenimiento de los valores que heredamos de nuestros mayores, la evidencia de que nuestra seguridad jurídica está en entredicho y que existen intentos de pasarse por alto nuestra Constitución en beneficio de aquellos que solamente buscan el crear enfrentamientos entre los españoles; todavía existen algunos periodistas que, no negamos que de buena fe pero no con gran clarividencia, hablan de que “es la hora de los políticos moderados”. Vamos a ver si aclaramos conceptos, ¿qué se entiende por moderados, señor López Burniol?, porque si ser moderado y dialogante quiere decir ceder ante aquellos que quieren dividir o bolchevizar al país o darles facilidades para que pongan los cimientos para una futura independencia de algunas de sus comunidades autónomas; entonces señor mío ya no hablamos de moderados, sino de traidores a España y a todos los españoles que, mayoritariamente, no están por la labor de dejar que semejante barbaridad tenga lugar. Es cierto que hay políticos y, muy pocos, medios de comunicación que, como usted dice en su artículo en La Vanguardia, no lo aceptan, pero, no lo dude ni piense que el resto de españoles aprueban lo que está ocurriendo porque, lo que sucede es que son personas de orden, amantes de la paz, muy difíciles de movilizar y, por consiguiente, muy pacientes, que también están en contra de todo este galimatías en el que las izquierdas nos están metiendo. Los gobernantes de la II República también, seguramente, pensaron en que había llegado la hora de los moderados, pero no se dieron cuenta o no quisieron darse y, cuando intentaron poner remedio ya las turbas de las calles los habían superado y fueron incapaces de restablecer el orden que, desgraciadamente, tuvo que conseguirse por otros medios. No sea, señor López Burniol, que si seguimos pensando como usted hace, en buscar soluciones de compromiso, en ir cediendo o en confiar en la buena fe de los adversarios, cuando queramos darnos cuenta ya no nos encontremos en condiciones de salir de la trampa saducea a la que nos conducen estos señores, a los que usted califica de moderados. Le recuerdo aquella dura expresión romana: “Vae victis”.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que, este nuevo Gobierno que nos ha tocado en suerte, pretende abarcar más de lo que, en realidad, está en condiciones de poder hacer. Pretende dar un bocado que, en realidad, no le cabe en la boca y, si no reacciona a tiempo, no toma conciencia de la situación en la que se encuentra España, Europa y una parte importante del mundo y de su economía, vamos a tener importantes problemas. Si ya tendremos que absorber las pérdidas que se nos anuncian como consecuencia del “Brexit” de la GB; si se anticipan situaciones de estancamiento económico que nos van a afectar de lleno y si, como colofón, tenemos ante nosotros lo que evidentemente es una pandemia de dimensiones incontrolables, el corona virus, que ya viene azotando con fuerza a las bolsas de todo el mundo y, como no podía ser de otra manera, a la nuestra; el seguir persistiendo en compromisos por encima de nuestras posibilidades económicas, no es más que una forma absurda, descerebrada y podríamos decir que temeraria, de afrontar una legislatura que, a todas luces, si Dios no lo remedia, lleva rumbo de ser una de las peores de los últimos años.

España en peligro, mientras Sánchez sigue su campaña de engaños

“Un pueblo ignorante solo será gobernado por los peores hombres” Platón
Miguel Massanet
sábado, 29 de febrero de 2020, 20:47 h (CET)

Cuando el torero quiere evitar que el morlaco fije su atención en su propio cuerpo, utiliza el capote para distraerlo hacia la tela roja que se agita delante de su morro, otro objetivo hacia el que el animal dirigirá su furia. El señor Pedro Sánchez pretende convertirnos a todos los españoles en cornudos cuadrúpedos, cuando decide distraer nuestra atención del evidente intento de convertir a España en nación de naciones, tal y como el mismo señor Presidente dejó claro que era su pretensión en un pasado almuerzo informativo donde se explayó a gusto sobre lo que él entendía que debería ser el concepto de nación de naciones, aplicado a nuestro país: "La nación de naciones estaría formada por España, Cataluña, Galicia y País Vasco".

Esta idea es la que ha estado alimentando desde hace mucho tiempo el señor Sánchez, pensando que sería la solución al problema catalán y, de paso, al principal obstáculo que tienen él y su partido para conseguir mantenerse en el poder; al menos para lo que queda de legislatura. El federalismo, como cebo para los independentistas, que según su forma especial de enfocar las aspiraciones del catalanismo independentista, sería suficiente para que los independentistas se amortiguaran, apaciguaran y se conformaran con llegar a ser un ente federado de una nación de naciones, en este caso España. Lo que parece que todavía no ha asimilado nuestro Presidente, pese a la serie de disgustos que le vienen proporcionando los rebeldes catalanistas, es que hay una parte muy importante de entre los separatistas catalanes a los que no entra, dentro de sus planes, una solución semejante; porque lo que buscan no es continuar dependiendo del resto de la patria española, aunque fuere solamente en algunos aspectos generales, sino que aspiran a la independencia absoluta del resto del territorio español.

Pero, en estos momentos, el problema que tiene el señor Sánchez del PSOE, es convencer o, al menos intentarlo, al resto de autonomías, que están trinando por considerarse minusvaloradas, postergadas, perjudicadas y olvidadas por parte del actual Gobierno, debido a toda aquella parafernalia y preferencia por los problemas catalanes que ha venido mostrando hasta ahora, de que todas son iguales para su gobierno. No es, simplemente, una ostentosa bajada de pantalones para que lo sigan apoyando en el Parlamento de la nación, pese a ser ésta la región que más claramente ha mostrado su intención de utilizar las malas artes políticas y la desobediencia para conseguir su objetivo, que no se cansan de repetir, una y otra vez, que consiste en lograr dejar de formar parte de la nación española; sino que siguen dispuestos a negocias con ellos sobre temas que rozan de una manera evidente con la legalidad y normas constitucionales. Ahora el gobierno quiere convencer al resto de autonomías de que van a prestarles la misma atención que a Cataluña, a cuyo fin han organizado lo que se podría calificar de una caravana laica de los Reyes Magos de la Moncloa, con la que se van a trasladar, con gran presencia de ministros y asesores, para hacer visitas de cortesía a todos los parlamentos o gobiernos autonómicos que, como es natural, van a tener escrita su carta de peticiones ( algo que nunca falta en cualquier administración) con la peregrina esperanza, la ilusoria confianza y la absurda convicción de que las “arcas reales” van a tener suficientes recursos para solucionar, de una sola tacada, todos los problemas económicos que afectan a las 17 comunidades; como si España estuviera navegando en una opulencia que todos sabemos que sólo está en las imaginaciones calenturientas de nuestros gobernantes de izquierdas.

Una postura de extrema “generosidad” que, no obstante, contrasta radicalmente con la tacañería del ministerio de Hacienda y su titular la señora Montero, cuando se trata de devolver, a cada una de las autonomías, la parte del impuesto del IVA que les viene adeudando desde hace tiempo, a la vez que, con una marrullería difícilmente explicable, les niega a las administraciones autonómicas la posibilidad de endeudarse, para poder llevando a cabo sus planes sociales y económicos, condenándolas a una situación difícilmente soportable. Pero, en toda esta maquiavélica combinación, concienzudamente preparada para proporcionarle al actual gobierno tiempo, si señores, lo que siempre ha necesitado el señor Sánchez ha sido tiempo, para que todas aquellas artimañas e irregularidades con las que viene impactando y, en ocasiones alarmando, a la ciudadanía española se vayan difuminando de la memoria, por otra parta sumamente frágil, de esta numerosa izquierda que los está apoyando; de modo que, cuando dejan de ser de actualidad parece como si, en realidad, nunca hubieran tenido lugar y los malos, una vez más, vuelvan a ser los “fachas de la derecha” que, por otra parte, vienen siendo blanco directo de la actual Administración que, con la mayor desvergüenza del mundo, no se oculta de ir pergeñando todo tipo de trampas y obstáculos para que, las pocas autonomías gobernadas por el PP ( las únicas que van mejorando, progresando, pagando menos impuestos y aumentando la confianza de sus ciudadanos en sus respectivos gobiernos locales) se vean obligadas a llevar una política de izquierdas para que así se vean impotentes ante la imposibilidad de aplicar las medidas liberales que son las que, en definitiva, hacen funcionar un país.

Y, hete aquí que, mientras esta “lumbrera” que Podemos ha aportado al gobierno para ocupar el ministerio de Igualdad; esta feminista radical y obsesionada con su batalla hacia el sexo contrario, la señora Inés Montero, la del casoplón en la sierra madrileña, tiene que retirar, una y otra vez, sus proyectos de Ley de igualdad, todos ellos por ser manifiestamente y vergonzosamente anticonstitucionales, la señora ministra de Hacienda, María Jesús Montero, nos anticipa que tiene un proyecto de “ARMONIZACIÓN FISCAL” que nada más tiene una lectura válida: una maquinación directamente dirigida contra las autonomías dirigidas por el PP, que son las que han conseguido mejorar la vida de sus ciudadanos aplicando un método que a los socialistas les suena a rebeldía, traición y profanación de su biblia ideológica : ¡bajando los impuestos de sus ciudadanos! La falta de imaginación, la indiferencia respecto a lo que puedan pensar los españoles sobre su forma dictatorial de obrar o su carencia absoluta de escrúpulos y vergüenza, al actuar sin importarles si su actividad es correcta, legal, constitucional o simplemente ética y moral ( algo que ya se está maquinando respecto al cambio de la tipificación del delito se secesión para, claramente, conseguir la rápida excarcelación de sus socios en el desguace de España) de una forma que perjudica directamente a las autonomías gobernadas por el PP (Madrid, Galia y Murcia), que son las que han conseguido magníficos resultados, aplicando la idea de bajar impuestos, con cuya medida han conseguido recaudar más que el resto de las autonomías gobernadas por el PSOE y los secesionistas, las que han venido hundiendo a sus ciudadanos a base de tasas, impuestos y demás medidas fiscales propias de gobiernos intervencionistas y partidarios de ir acogotando a los ciudadanos para que sea el Estado el que les solucione sus necesidades. Lo malo de este tipo de políticas es que los que solucionan sus problemas de verdad, enriqueciéndose, suelen ser los que organizan el cotarro mientras que, los ciudadanos, en especial las clases bajas y medias, salen trasquilados de esta clase de ensayos que, como se ha evidenciado en las naciones en las que se ha intentado aplicar tales procedimientos, normalmente han acabado siendo convertidos en verdaderos esclavos de sus gobernantes, transformados en verdaderos dictadores.

Lo peor del caso es que, ante semejante situación, como si lo que estamos viviendo entrase dentro de la normalidad de una nación democrática, como si estos temas que hemos tratado, en los que se ponen en cuestión temas tan graves como la unidad de España, el mantenimiento de los valores que heredamos de nuestros mayores, la evidencia de que nuestra seguridad jurídica está en entredicho y que existen intentos de pasarse por alto nuestra Constitución en beneficio de aquellos que solamente buscan el crear enfrentamientos entre los españoles; todavía existen algunos periodistas que, no negamos que de buena fe pero no con gran clarividencia, hablan de que “es la hora de los políticos moderados”. Vamos a ver si aclaramos conceptos, ¿qué se entiende por moderados, señor López Burniol?, porque si ser moderado y dialogante quiere decir ceder ante aquellos que quieren dividir o bolchevizar al país o darles facilidades para que pongan los cimientos para una futura independencia de algunas de sus comunidades autónomas; entonces señor mío ya no hablamos de moderados, sino de traidores a España y a todos los españoles que, mayoritariamente, no están por la labor de dejar que semejante barbaridad tenga lugar. Es cierto que hay políticos y, muy pocos, medios de comunicación que, como usted dice en su artículo en La Vanguardia, no lo aceptan, pero, no lo dude ni piense que el resto de españoles aprueban lo que está ocurriendo porque, lo que sucede es que son personas de orden, amantes de la paz, muy difíciles de movilizar y, por consiguiente, muy pacientes, que también están en contra de todo este galimatías en el que las izquierdas nos están metiendo. Los gobernantes de la II República también, seguramente, pensaron en que había llegado la hora de los moderados, pero no se dieron cuenta o no quisieron darse y, cuando intentaron poner remedio ya las turbas de las calles los habían superado y fueron incapaces de restablecer el orden que, desgraciadamente, tuvo que conseguirse por otros medios. No sea, señor López Burniol, que si seguimos pensando como usted hace, en buscar soluciones de compromiso, en ir cediendo o en confiar en la buena fe de los adversarios, cuando queramos darnos cuenta ya no nos encontremos en condiciones de salir de la trampa saducea a la que nos conducen estos señores, a los que usted califica de moderados. Le recuerdo aquella dura expresión romana: “Vae victis”.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que, este nuevo Gobierno que nos ha tocado en suerte, pretende abarcar más de lo que, en realidad, está en condiciones de poder hacer. Pretende dar un bocado que, en realidad, no le cabe en la boca y, si no reacciona a tiempo, no toma conciencia de la situación en la que se encuentra España, Europa y una parte importante del mundo y de su economía, vamos a tener importantes problemas. Si ya tendremos que absorber las pérdidas que se nos anuncian como consecuencia del “Brexit” de la GB; si se anticipan situaciones de estancamiento económico que nos van a afectar de lleno y si, como colofón, tenemos ante nosotros lo que evidentemente es una pandemia de dimensiones incontrolables, el corona virus, que ya viene azotando con fuerza a las bolsas de todo el mundo y, como no podía ser de otra manera, a la nuestra; el seguir persistiendo en compromisos por encima de nuestras posibilidades económicas, no es más que una forma absurda, descerebrada y podríamos decir que temeraria, de afrontar una legislatura que, a todas luces, si Dios no lo remedia, lleva rumbo de ser una de las peores de los últimos años.

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