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Una muestra de la política del PP

Castelló, un caro aeropuerto de capricho

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Durante años el Partido Popular de la Comunitat ha creído que el País Valencià era su cortijo particular y ha estado haciendo y deshaciendo a su libre albedrio, nadie les plantaba cara y cada cuatro años los ciudadanos valencianos, no sé si en un alarde de masoquismo, volvían a elegir como mandatarios a los mismos que legislatura a legislatura iban empobreciendo el solar valenciano quedándose con el santo y la peana mientras distribuían miles de euros entre sus más allegados, euros que, naturalmente, provenían de los fondos públicos y que se detraían de los presupuestos de sanidad, cultura y bienestar social, tres aspectos que a la muchachada de la gaviota siempre les han traído al pairo.

Ha sido tan continuo y exagerado el asalto de algunos políticos del Partido Popular a las arcas públicas de la tierra valenciana que, a pesar de que en la actualidad más de cien de sus dirigentes están a punto de desfilar por el banco de los acusados en las sedes judiciales de las tres provincias, hoy en día cualquier nueva noticia sobre el procesamiento de algún dirigente del PP o la aparición de antiguas trapisondas, cambalaches y choriceos no alteran para nada la vida ciudadana ni el sentimiento de la mayoría de los valencianos de haber sido esquilmados por aquellos a los que prestaron su voto. Al final será cierta la frase atribuida al Conde-Duque de Olivares que decía que los valencianos “eran más muelles”, es decir menos protestones que los demás y más acomodaticios al poder establecido.

Hace unos días un informe policial acusaba a Cotino, President de les Corts, de ser el “capo” de la trama que se lucró con la visita del Papa en el 2006, la respuesta fue el silencio y también las declaraciones de Cotino indicando que iba a ampliar la denuncia que tenía puesta contra la policía, a estas alturas del partido a algunos nos gustaría ver dicha denuncia ya que mucho me temo que todo ha sido una bravuconada de quien, como Cotino, dirigió las fuerzas policiales en tiempos de Aznar.

A Carlos Fabra, el viejo “don” de Castelló, condenado a cuatro años de prisión por defraudar a Hacienda sus antiguos conmilitones, aquellos que, como Rajoy ponían la mano en el fuego por él y su honradez, es posible que le queden pocas semanas para pasear libremente por las calles del que durante años ha sido su feudo y el de toda su familia desde la época del caciquismo, sería reconfortante y una muestra de limpieza democrática verle entrar en prisión. Pero aunque este Fabra desaparezca de la vida pública siempre nos quedará el recuerdo de ese aeropuerto que hizo construir para engordar su propio ego, “el aeropuerto del abuelito” le decía a su nieto el 25 de Marzo del 2011 cuando junto a Camps, otro que tal baila, lo inauguró ante más de 1.500 invitados llegados en autobuses desde todas las partes del País Valencià.

Hoy nos hemos enterado que este aeropuerto por el que no ha pasado una sola aeronave ha costado a los valencianos 660.000 euros que la Generalitat del otro Fabra ha pagado hoy al Club Deportivo Castellón, un club de tercera división, por el acuerdo de publicidad de los años 2009 y 2010, aunque desde el 2006 el club albinegro ha cobrado casi dos millones y medio de euros por este concepto. Las tierras castellonenses han sido durante años el feudo del “último Don”, allá la familia Fabra ha ejercido la política haciendo lo que le daba la gana, quisieron un aeropuerto y lo tuvieron sin importarle que costará más de 170 millones de euros del erario público, al fin y al cabo si Valencia tenía aeropuerto por qué no lo iba a tener Castellón. Hoy aquel aeropuerto todavía no ha visto un solo avión aterrizando o despegando de sus pistas, la empresa pública, Aeropuerto de Castellón (Aerocas) no ha visto un solo euro en su haber y por el contrario ha tenido que hacer frente a más de 35 millones en patrocinios y publicidad.

Todo eso nunca les ha importado a los dirigentes políticos del PP, ellos han hecho de las grandes obras su única razón de ser, y lo que al final han conseguido es un gran decorado de cartón piedra, una lujosa falla en la que hacerse la foto cortando la cinta de la inauguración. Un panorama que está derrumbándose, y no sólo metafóricamente, las obras de Calatrava, unas sin ejecutar y las otras con el trencadis por tierra son el mejor ejemplo de lo que el PP ha hecho en tierras valencianas, al fin y al cabo Calatrava durante todos estos años ha sido el arquitecto de cabecera de los dirigentes del PP. Las últimas encuestas dicen que el PP, como sus gigantescas obras, se viene abajo, al final sus cantos de sirena ya no adormecen tanto a los valencianos.

Castelló, un caro aeropuerto de capricho

Una muestra de la política del PP
Rafa Esteve-Casanova
jueves, 14 de agosto de 2014, 07:10 h (CET)
Durante años el Partido Popular de la Comunitat ha creído que el País Valencià era su cortijo particular y ha estado haciendo y deshaciendo a su libre albedrio, nadie les plantaba cara y cada cuatro años los ciudadanos valencianos, no sé si en un alarde de masoquismo, volvían a elegir como mandatarios a los mismos que legislatura a legislatura iban empobreciendo el solar valenciano quedándose con el santo y la peana mientras distribuían miles de euros entre sus más allegados, euros que, naturalmente, provenían de los fondos públicos y que se detraían de los presupuestos de sanidad, cultura y bienestar social, tres aspectos que a la muchachada de la gaviota siempre les han traído al pairo.

Ha sido tan continuo y exagerado el asalto de algunos políticos del Partido Popular a las arcas públicas de la tierra valenciana que, a pesar de que en la actualidad más de cien de sus dirigentes están a punto de desfilar por el banco de los acusados en las sedes judiciales de las tres provincias, hoy en día cualquier nueva noticia sobre el procesamiento de algún dirigente del PP o la aparición de antiguas trapisondas, cambalaches y choriceos no alteran para nada la vida ciudadana ni el sentimiento de la mayoría de los valencianos de haber sido esquilmados por aquellos a los que prestaron su voto. Al final será cierta la frase atribuida al Conde-Duque de Olivares que decía que los valencianos “eran más muelles”, es decir menos protestones que los demás y más acomodaticios al poder establecido.

Hace unos días un informe policial acusaba a Cotino, President de les Corts, de ser el “capo” de la trama que se lucró con la visita del Papa en el 2006, la respuesta fue el silencio y también las declaraciones de Cotino indicando que iba a ampliar la denuncia que tenía puesta contra la policía, a estas alturas del partido a algunos nos gustaría ver dicha denuncia ya que mucho me temo que todo ha sido una bravuconada de quien, como Cotino, dirigió las fuerzas policiales en tiempos de Aznar.

A Carlos Fabra, el viejo “don” de Castelló, condenado a cuatro años de prisión por defraudar a Hacienda sus antiguos conmilitones, aquellos que, como Rajoy ponían la mano en el fuego por él y su honradez, es posible que le queden pocas semanas para pasear libremente por las calles del que durante años ha sido su feudo y el de toda su familia desde la época del caciquismo, sería reconfortante y una muestra de limpieza democrática verle entrar en prisión. Pero aunque este Fabra desaparezca de la vida pública siempre nos quedará el recuerdo de ese aeropuerto que hizo construir para engordar su propio ego, “el aeropuerto del abuelito” le decía a su nieto el 25 de Marzo del 2011 cuando junto a Camps, otro que tal baila, lo inauguró ante más de 1.500 invitados llegados en autobuses desde todas las partes del País Valencià.

Hoy nos hemos enterado que este aeropuerto por el que no ha pasado una sola aeronave ha costado a los valencianos 660.000 euros que la Generalitat del otro Fabra ha pagado hoy al Club Deportivo Castellón, un club de tercera división, por el acuerdo de publicidad de los años 2009 y 2010, aunque desde el 2006 el club albinegro ha cobrado casi dos millones y medio de euros por este concepto. Las tierras castellonenses han sido durante años el feudo del “último Don”, allá la familia Fabra ha ejercido la política haciendo lo que le daba la gana, quisieron un aeropuerto y lo tuvieron sin importarle que costará más de 170 millones de euros del erario público, al fin y al cabo si Valencia tenía aeropuerto por qué no lo iba a tener Castellón. Hoy aquel aeropuerto todavía no ha visto un solo avión aterrizando o despegando de sus pistas, la empresa pública, Aeropuerto de Castellón (Aerocas) no ha visto un solo euro en su haber y por el contrario ha tenido que hacer frente a más de 35 millones en patrocinios y publicidad.

Todo eso nunca les ha importado a los dirigentes políticos del PP, ellos han hecho de las grandes obras su única razón de ser, y lo que al final han conseguido es un gran decorado de cartón piedra, una lujosa falla en la que hacerse la foto cortando la cinta de la inauguración. Un panorama que está derrumbándose, y no sólo metafóricamente, las obras de Calatrava, unas sin ejecutar y las otras con el trencadis por tierra son el mejor ejemplo de lo que el PP ha hecho en tierras valencianas, al fin y al cabo Calatrava durante todos estos años ha sido el arquitecto de cabecera de los dirigentes del PP. Las últimas encuestas dicen que el PP, como sus gigantescas obras, se viene abajo, al final sus cantos de sirena ya no adormecen tanto a los valencianos.

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