El titular podría ser una metáfora, pero tristemente el pasado miércoles fue una realidad, que no novedad.

Comentándolo al día siguiente con un buen amigo, muy futbolero y bastante más seguidor de la colorada que uno, resulta que buena parte de la segunda mitad fue atrapado irremisiblemente por Morfeo. Pues a mi me sucedió lo mismo.

Cierto es que la hora no acompañaba, pero la causa principal fue inevitablemente el aburrimiento al que nos condenaron Luis y sus muchachos.

Ya era significativo observar los huecos en las gradas del Carranza, un feudo tan futbolero e incondicional con los suyos, por más que lloviera a base de bien.

Tras una primera mitad digna, el encuentro cayó en picado en la segunda. Lo único salvable del experimento fue la notable actuación de Silva. El gran canario aprovechó su oportunidad y se configuró como el mejor hombre del combinado nacional, con su desparpajo y velocidad por banda izquierda. Lástima que sus compañeros le secundaran poco. Desde luego a Reyes y a Vicente les ha salido un caro competidor; el chaval isleño se ha curtido a base de bien en Eibar y Celta las dos campañas anteriores y ésta se está consolidando en un grande como el Valencia, por méritos propios.

La selección, por otro lado, sigue destilando tristeza y un estilo ciertamente indefinido, donde el juego es errático, sin ritmo y el equipo rara vez da la impresión de saber a qué juega exactamente. Para más inri, el sabio de Hortaleza sigue adoptando algunas decisiones difíciles de entender, como la inclusión en el combinado de un chaval joven como Javi Navarro - el futuro de la selección en la zaga -, o el doble cambio al descanso de los dos cerebros del equipo, Cesc y Xabi Alonso, para acabar de eliminar las escasas ideas que poblaban el medio campo hispano... ¿quién entiende algo?

No se trata de jugar a seleccionador, pero hay jugadores en la Liga española que están pidiendo a gritos su inclusión en alguna lista. Y la oportunidad de ayer era idónea para, por ejemplo, haber visto a hombres como Guti, Yeste, Albiol o Palop desenvolverse sobre el césped gaditano.

Más de lo mismo, apatía y desilusión. España tiene los jugadores que tiene, no hay centrocampistas tipo Vieira o killers como Henry, pero lo mínimo que se puede pedir es un esquema de juego claro y sentimiento y espíritu de equipo. Y de que no exista ni uno ni otro desde hace tiempo, los principales responsables son quienes la dirigen, tanto desde la Federación, como desde el terreno de juego.

Mal panorama para afrontar el trascendental choque ante Dinamarca en Marzo, que nos puede dejar con pie y medio fuera de la Eurocopa.