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Sólo el 14% de los estadounidenses siente simpatía por Palestina

Los demócratas pierden la lucidez moral con Israel

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El Pew Research Center difundía la pasada semana un nuevo estudio de las posturas norteamericanas en Oriente Próximo. Los resultados no son sorprendentes. En el conflicto entre Israel y los palestinos, el 51 por ciento de los estadounidenses dicen simpatizar más con Israel. Sólo el 14 por ciento siente mayor afinidad por los palestinos.

Las conclusiones del Pew ponen de manifiesto la fortaleza de la opinión proisraelí en los Estados Unidos. El sondeo fue llevado a cabo durante el actual enfrentamiento con Hamás, pero las conclusiones apenas difieren del último sondeo del Pew llevado a cabo en abril, cuando informaba que en los 36 años que lleva realizando encuestas entre la opinión pública, "la simpatía hacia Israel nunca ha sido mayor". Otros sondeos han recabado la misma disparidad. En un sondeo Gallup llevado a cabo en febrero, el 72 por ciento de los estadounidenses tenían una opinión favorable de Israel; la Autoridad Palestina era considerada favorablemente por tan sólo el 19 por ciento.

Pero bajo la superficie, el consenso favorablemente dispuesto a Israel de América se divide siguiendo la misma brecha cultural que ha polarizado tantas otras cuestiones. Si bien el apoyo a Israel es aplastante entre los conservadores y los Republicanos, entre los progres y los Demócratas viene contrayéndose.

"La brecha entre los simpatizantes de Oriente Próximo de las partes nunca ha sido más amplia", recoge el Pew, con el 73 por ciento de los Republicanos partidarios de Israel en el actual conflicto, pero sólo el 44 por ciento de los Demócratas. Los encuestados que se identifican como Demócratas de izquierdas mostraron cinco veces más probabilidad de simpatizar con los palestinos que los conservadores Republicanos.

Así pierde el norte en el Partido Demócrata en una de las grandes cuestiones morales de nuestro tiempo.

Durante el primer tercio de existencia de Israel, los Demócratas tendieron a apoyar al estado judío con mayor firmeza que los Republicanos. En una atractiva obra nueva, Conversión de David en Goliat: cómo se volvió contra Israel el mundo, el analista exterior Joshua Muravchik escribe que durante las jornadas previas a la Guerra de los Seis Días de 1967, "Israel era sobre todo una causa defendida por la gente de izquierdas". Tan encarecido era este apoyo que hasta los detractores Demócratas de la Guerra de Vietnam, como el economista John Kenneth Galbraith o los senadores Wayne Morse y Eugene McCarthy, defendían la intervención militar norteamericana en defensa de Israel.

Sólo a lo largo de los 25 últimos años el apoyo a Israel ha crecido mucho más entre los Republicanos que entre los Demócratas. Los motivos de divergencia son múltiples. A la derecha, incluyen el elevado valor que adjudican a Israel los Republicanos como aliado estable en una región muy inestable, valor consolidado por el 11 de Septiembre y el contagio del islam radical. También importante es la migración al Partido Republicano de los cristianos evangélicos, muchos de los cuales apoyan al estado judío por motivos de trascendente convicción.

Pero entre la izquierda, el conflicto árabe-israelí se ha visto redefinido. Los izquierdistas solían mirar las cifras sin artificio: Una democracia judía pequeña, un baluarte de los valores occidentales de izquierda, rodeada de brutales dictaduras árabes que niegan su mismo derecho a existir. Esa lucidez moral se ha erosionado, en parte a causa de la realidad de la situación sobre el terreno a lo largo de años de conflicto — pero en última instancia a través de una diestra guerra de ideas, iniciada primero en la extrema izquierda, encaminada a enmarcar el conflicto de forma que Israel sea el villano y presentando a "los palestinos", que nunca han sido considerados nación, una población oprimida que aspira a la independencia.

Este ataque intelectual comenzó, como detalla Muravchik, cuando la Unión Soviética, indignada por la derrota israelí de sus satélites árabes en 1967, ingenió una campaña propagandística encaminada a deslegitimar el sionismo. Moscú apoyó a la OLP, promoviendo de manera asidua su importancia en la "lucha global contra el imperialismo". La campaña se libró en muchos frentes, de los claustros académicos a las Naciones Unidas, pasando por los medios convencionales. El discurso antiisraelí cobró con el tiempo tamaña fuerza que el estado judío, aun siendo todavía una democracia humana y de izquierdas, se convirtió en uno de los países peor vistos del mundo.

No hace falta decir que las políticas israelíes son siempre motivo legítimo de crítica honesta, como los propios israelíes — entre los críticos más feroces de sus gobiernos — son los primeros en afirmar. Pero los críticos honestos tendrían que poder reconocer que las elecciones israelíes son tomadas por un gobierno democrático que se enfrenta a incontables amenazas de seguridad, desde un enemigo que jura su destrucción. Omitir el reconocimiento de ese contexto moral es pasar por alto intencionadamente lo que más importa — es cerrar los ojos a la esencia del conflicto.

Pero allí donde se presenta la izquierda, Israel es visto con prejuicios. Se ha producido una inversión moral sin precedentes, que ilustra la fortaleza de una idea repulsiva que salta del ostracismo ideológico al convencionalismo de referencia.

En los Estados Unidos todavía no queda una única formación proisraelí. Pero el goteo continúa entre los Demócratas. En la convención Demócrata de 2012, estalló el enfrentamiento con motivo del borrador de la plataforma de la formación de una formulación estándar que reconocía Jerusalén como capital de Israel. Hizo falta la orden de la Casa Blanca para devolver la cláusula proisraelí, pero incluso entonces hubo de ser impuesta sobre la oposición frontal de la mitad de los compromisarios de la convención.

No hace mucho, un gesto tan hostil habría sido impensable. ¿Podría ser hoy un precursor de algo peor en el futuro a cada sondeo nuevo que confirma la frialdad Demócrata hacia el estado judío adorado en tiempos por los Demócratas?

Los demócratas pierden la lucidez moral con Israel

Sólo el 14% de los estadounidenses siente simpatía por Palestina
Jeff Jacoby
viernes, 8 de agosto de 2014, 09:10 h (CET)
El Pew Research Center difundía la pasada semana un nuevo estudio de las posturas norteamericanas en Oriente Próximo. Los resultados no son sorprendentes. En el conflicto entre Israel y los palestinos, el 51 por ciento de los estadounidenses dicen simpatizar más con Israel. Sólo el 14 por ciento siente mayor afinidad por los palestinos.

Las conclusiones del Pew ponen de manifiesto la fortaleza de la opinión proisraelí en los Estados Unidos. El sondeo fue llevado a cabo durante el actual enfrentamiento con Hamás, pero las conclusiones apenas difieren del último sondeo del Pew llevado a cabo en abril, cuando informaba que en los 36 años que lleva realizando encuestas entre la opinión pública, "la simpatía hacia Israel nunca ha sido mayor". Otros sondeos han recabado la misma disparidad. En un sondeo Gallup llevado a cabo en febrero, el 72 por ciento de los estadounidenses tenían una opinión favorable de Israel; la Autoridad Palestina era considerada favorablemente por tan sólo el 19 por ciento.

Pero bajo la superficie, el consenso favorablemente dispuesto a Israel de América se divide siguiendo la misma brecha cultural que ha polarizado tantas otras cuestiones. Si bien el apoyo a Israel es aplastante entre los conservadores y los Republicanos, entre los progres y los Demócratas viene contrayéndose.

"La brecha entre los simpatizantes de Oriente Próximo de las partes nunca ha sido más amplia", recoge el Pew, con el 73 por ciento de los Republicanos partidarios de Israel en el actual conflicto, pero sólo el 44 por ciento de los Demócratas. Los encuestados que se identifican como Demócratas de izquierdas mostraron cinco veces más probabilidad de simpatizar con los palestinos que los conservadores Republicanos.

Así pierde el norte en el Partido Demócrata en una de las grandes cuestiones morales de nuestro tiempo.

Durante el primer tercio de existencia de Israel, los Demócratas tendieron a apoyar al estado judío con mayor firmeza que los Republicanos. En una atractiva obra nueva, Conversión de David en Goliat: cómo se volvió contra Israel el mundo, el analista exterior Joshua Muravchik escribe que durante las jornadas previas a la Guerra de los Seis Días de 1967, "Israel era sobre todo una causa defendida por la gente de izquierdas". Tan encarecido era este apoyo que hasta los detractores Demócratas de la Guerra de Vietnam, como el economista John Kenneth Galbraith o los senadores Wayne Morse y Eugene McCarthy, defendían la intervención militar norteamericana en defensa de Israel.

Sólo a lo largo de los 25 últimos años el apoyo a Israel ha crecido mucho más entre los Republicanos que entre los Demócratas. Los motivos de divergencia son múltiples. A la derecha, incluyen el elevado valor que adjudican a Israel los Republicanos como aliado estable en una región muy inestable, valor consolidado por el 11 de Septiembre y el contagio del islam radical. También importante es la migración al Partido Republicano de los cristianos evangélicos, muchos de los cuales apoyan al estado judío por motivos de trascendente convicción.

Pero entre la izquierda, el conflicto árabe-israelí se ha visto redefinido. Los izquierdistas solían mirar las cifras sin artificio: Una democracia judía pequeña, un baluarte de los valores occidentales de izquierda, rodeada de brutales dictaduras árabes que niegan su mismo derecho a existir. Esa lucidez moral se ha erosionado, en parte a causa de la realidad de la situación sobre el terreno a lo largo de años de conflicto — pero en última instancia a través de una diestra guerra de ideas, iniciada primero en la extrema izquierda, encaminada a enmarcar el conflicto de forma que Israel sea el villano y presentando a "los palestinos", que nunca han sido considerados nación, una población oprimida que aspira a la independencia.

Este ataque intelectual comenzó, como detalla Muravchik, cuando la Unión Soviética, indignada por la derrota israelí de sus satélites árabes en 1967, ingenió una campaña propagandística encaminada a deslegitimar el sionismo. Moscú apoyó a la OLP, promoviendo de manera asidua su importancia en la "lucha global contra el imperialismo". La campaña se libró en muchos frentes, de los claustros académicos a las Naciones Unidas, pasando por los medios convencionales. El discurso antiisraelí cobró con el tiempo tamaña fuerza que el estado judío, aun siendo todavía una democracia humana y de izquierdas, se convirtió en uno de los países peor vistos del mundo.

No hace falta decir que las políticas israelíes son siempre motivo legítimo de crítica honesta, como los propios israelíes — entre los críticos más feroces de sus gobiernos — son los primeros en afirmar. Pero los críticos honestos tendrían que poder reconocer que las elecciones israelíes son tomadas por un gobierno democrático que se enfrenta a incontables amenazas de seguridad, desde un enemigo que jura su destrucción. Omitir el reconocimiento de ese contexto moral es pasar por alto intencionadamente lo que más importa — es cerrar los ojos a la esencia del conflicto.

Pero allí donde se presenta la izquierda, Israel es visto con prejuicios. Se ha producido una inversión moral sin precedentes, que ilustra la fortaleza de una idea repulsiva que salta del ostracismo ideológico al convencionalismo de referencia.

En los Estados Unidos todavía no queda una única formación proisraelí. Pero el goteo continúa entre los Demócratas. En la convención Demócrata de 2012, estalló el enfrentamiento con motivo del borrador de la plataforma de la formación de una formulación estándar que reconocía Jerusalén como capital de Israel. Hizo falta la orden de la Casa Blanca para devolver la cláusula proisraelí, pero incluso entonces hubo de ser impuesta sobre la oposición frontal de la mitad de los compromisarios de la convención.

No hace mucho, un gesto tan hostil habría sido impensable. ¿Podría ser hoy un precursor de algo peor en el futuro a cada sondeo nuevo que confirma la frialdad Demócrata hacia el estado judío adorado en tiempos por los Demócratas?

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