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Daniel Tercero

Realidad nacional

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Avanzamos. La esencia de Andalucía se basa en una frase de un texto, auspiciado por cuatro iluminados, de 1919. Eso es lo que el nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía recoge en el preámbulo y han aceptado PP y PSOE recientemente en el Congreso de los Diputados. Siete recursos, ya, tiene encima de la mesa el Tribunal Constitucional (TC) contra parte del articulado del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Los parlamentos de Aragón y Castilla-La Mancha blindan “sus ríos” en los proyectos de los nuevos estatutos correspondientes. En Murcia y la Comunidad Valenciana la indignación, por los blindajes hidrográficos, es alarmante. Suma y sigue. Auténtica realidad nacional, ¡qué duda cabe!

Nadie puede dudar a estas alturas de la película -cuyo final desconocemos- que la distancia entre los políticos y los contribuyentes en España se agranda cada día más y más. La distancia entre lo que nos proponen los profesionales de la cosa y lo que entiende los que les pagamos para ello es tan abismal que, verbigracia, cada vez se entienden menos los redactados de las leyes. Hay quien piensa que es una táctica utilizada por los mercenarios para que, con la confusión y la ininteligibilidad de la literalidad del texto, sigan manteniendo esa distancia que hace que unos sean “ellos”, y los otros seamos “nosotros” -véase el redactado inicial y final, que tanto da, del Estatuto engendrado en el Parque de la Ciudadela barcelonés-.

El esperpento es mayúsculo. Estoy deseando ver la cara de pánico, y ridículo, que pondrá el portavoz de turno del TC para justificar a la gallega -ni sí, ni no, ni todo lo contrario- la partición estatutaria de los ríos. Faltan los montes, los valles, el aire, y prepárense, no lo duden, los peajes a las nubes. No funcionará nada, o mejor, funcionara lo mismo que ahora -que viene a ser similar-, pero la culpa será del Gobierno central, no lo duden tampoco, que no permite la transferencia y control del agua que baja del embalse de El Cortijo, dirán en Zaragoza. ¿Cómo controlarán los aragoneses que se cumpla lo propuesto en su Estatuto sobre el caudal del río Ebro? En lugar de fronteras entre comunidades autónomas veremos embalses. Acabaremos por pedirles el pasaporte a las truchas.

De este momento valleinclanesco -excepcional definición del Diccionario de la Real Academia Española: género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado- no se libra ningún partido político. El PSOE por su deriva, ilógica con su propio ser en cuanto que (supuestamente) socialista, cada vez más cercana a los partidos nacionalistas. Y el PP por ese complejo de partido de derechas -debe ser el único partido en Europa de derechas y no nacionalista- que le ha llevado, voluntariamente, ha aceptar el juego del PSOE. Nada que objetar a los partidos nacionalistas -tanto en su versión separatista como en su versión light regionalista- ya que actúan con coherencia y sin mentiras en cuanto a la palabra España se refiere. Es lo único digno de admirar, la coherencia digo, de estos partidos.

Lo último en trocear viene sobre raíles. Cada cuatro días, los trenes de RENFE en Cataluña, es decir el servicio nacional de Cercanías, han sufrido algún parón, altercado o avería desde el mes pasado de septiembre. El consejero regional del ramo Joaquim Nadal, como solución a la última avería de un tren que quedó más de una hora parado -con 300 pasajeros en su interior- en un túnel de la estación barcelonesa de Sants, pidió al Gobierno central que traspasase cuanto antes el servicio de trenes que circulan por Cataluña. Y ya está. Solucionado el problema. Como si con un traspaso de transferencias -es decir, responsabilidades- el problema quedase solucionado ipso facto. En lugar de pedir más inversión en la compañía de trenes; en lugar de pedir que el ministerio de Fomento dedique más horas a revisar y controlar las vías de trenes en Cataluña... ¡No! Lo primero es lo primero. Y, en esta realidad nacional, lo primero es que los reyezuelos regionales controlen cuanto más mejor. ¿Qué me dicen de lo transferido ya? ¿Sanidad? ¿Educación?...

Una y mil veces: que un servicio esté transferido a una Comunidad Autónoma no significa que esa prestación mejore. Hay recursos que se gestionan mejor desde la centralidad, igual que otros son más eficaces desde los entes locales. Con la realidad nacional nuestra, la de las transferencias a doquier, sólo cambia una cosa: que ante el mal funcionamiento de un servicio, en lugar de manifestarse ante el ministerio correspondiente, hay que hacerlo a las puertas de la consejería de turno.

Realidad nacional

Daniel Tercero
Daniel Tercero
viernes, 17 de noviembre de 2006, 07:35 h (CET)
Avanzamos. La esencia de Andalucía se basa en una frase de un texto, auspiciado por cuatro iluminados, de 1919. Eso es lo que el nuevo Estatuto de Autonomía de Andalucía recoge en el preámbulo y han aceptado PP y PSOE recientemente en el Congreso de los Diputados. Siete recursos, ya, tiene encima de la mesa el Tribunal Constitucional (TC) contra parte del articulado del Estatuto de Autonomía de Cataluña. Los parlamentos de Aragón y Castilla-La Mancha blindan “sus ríos” en los proyectos de los nuevos estatutos correspondientes. En Murcia y la Comunidad Valenciana la indignación, por los blindajes hidrográficos, es alarmante. Suma y sigue. Auténtica realidad nacional, ¡qué duda cabe!

Nadie puede dudar a estas alturas de la película -cuyo final desconocemos- que la distancia entre los políticos y los contribuyentes en España se agranda cada día más y más. La distancia entre lo que nos proponen los profesionales de la cosa y lo que entiende los que les pagamos para ello es tan abismal que, verbigracia, cada vez se entienden menos los redactados de las leyes. Hay quien piensa que es una táctica utilizada por los mercenarios para que, con la confusión y la ininteligibilidad de la literalidad del texto, sigan manteniendo esa distancia que hace que unos sean “ellos”, y los otros seamos “nosotros” -véase el redactado inicial y final, que tanto da, del Estatuto engendrado en el Parque de la Ciudadela barcelonés-.

El esperpento es mayúsculo. Estoy deseando ver la cara de pánico, y ridículo, que pondrá el portavoz de turno del TC para justificar a la gallega -ni sí, ni no, ni todo lo contrario- la partición estatutaria de los ríos. Faltan los montes, los valles, el aire, y prepárense, no lo duden, los peajes a las nubes. No funcionará nada, o mejor, funcionara lo mismo que ahora -que viene a ser similar-, pero la culpa será del Gobierno central, no lo duden tampoco, que no permite la transferencia y control del agua que baja del embalse de El Cortijo, dirán en Zaragoza. ¿Cómo controlarán los aragoneses que se cumpla lo propuesto en su Estatuto sobre el caudal del río Ebro? En lugar de fronteras entre comunidades autónomas veremos embalses. Acabaremos por pedirles el pasaporte a las truchas.

De este momento valleinclanesco -excepcional definición del Diccionario de la Real Academia Española: género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en el que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos, sometiendo a una elaboración muy personal el lenguaje coloquial y desgarrado- no se libra ningún partido político. El PSOE por su deriva, ilógica con su propio ser en cuanto que (supuestamente) socialista, cada vez más cercana a los partidos nacionalistas. Y el PP por ese complejo de partido de derechas -debe ser el único partido en Europa de derechas y no nacionalista- que le ha llevado, voluntariamente, ha aceptar el juego del PSOE. Nada que objetar a los partidos nacionalistas -tanto en su versión separatista como en su versión light regionalista- ya que actúan con coherencia y sin mentiras en cuanto a la palabra España se refiere. Es lo único digno de admirar, la coherencia digo, de estos partidos.

Lo último en trocear viene sobre raíles. Cada cuatro días, los trenes de RENFE en Cataluña, es decir el servicio nacional de Cercanías, han sufrido algún parón, altercado o avería desde el mes pasado de septiembre. El consejero regional del ramo Joaquim Nadal, como solución a la última avería de un tren que quedó más de una hora parado -con 300 pasajeros en su interior- en un túnel de la estación barcelonesa de Sants, pidió al Gobierno central que traspasase cuanto antes el servicio de trenes que circulan por Cataluña. Y ya está. Solucionado el problema. Como si con un traspaso de transferencias -es decir, responsabilidades- el problema quedase solucionado ipso facto. En lugar de pedir más inversión en la compañía de trenes; en lugar de pedir que el ministerio de Fomento dedique más horas a revisar y controlar las vías de trenes en Cataluña... ¡No! Lo primero es lo primero. Y, en esta realidad nacional, lo primero es que los reyezuelos regionales controlen cuanto más mejor. ¿Qué me dicen de lo transferido ya? ¿Sanidad? ¿Educación?...

Una y mil veces: que un servicio esté transferido a una Comunidad Autónoma no significa que esa prestación mejore. Hay recursos que se gestionan mejor desde la centralidad, igual que otros son más eficaces desde los entes locales. Con la realidad nacional nuestra, la de las transferencias a doquier, sólo cambia una cosa: que ante el mal funcionamiento de un servicio, en lugar de manifestarse ante el ministerio correspondiente, hay que hacerlo a las puertas de la consejería de turno.

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