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Los macroprostíbulos que atraen a millones de hombres roban cruelmente el honor que se le debe a la mujer como vaso más frágil

Honrar a la mujer

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El periodista Amos Roberts explora el espectacular incremento del negocio de los macroprostíbulos en Alemania: “Más de 400.000 mujeres trabajan en prostíbulos alemanes, algunos son tan grandes que tienen diversos pisos. Se los describe como los supermercados del sexo. A los clientes se les atrae con el señuelo de la promesa de un ambiente lujoso, alcohol sin límites y sexo”. El reportero dice que el comercio del sexo genera más de 20 billones de dólares anualmente y aproximadamente un millón y medio de alemanes utilizan diariamente los servicios de una prostituta. El informador describe: “Se encuentran docenas de mujeres en los pasillos, sentadas en taburetes, por donde los hombres se pasean y escogen a las mujeres. Algo muy parecido a los supermercados con grupos de hombres andando arriba y debajo de los pasillos, es muy extraño”.

Michael Beretin, director de la cadena “Paradise Brothel” que ha hecho una gran fortuna con la rápida expansión de la prostitución se exime de su responsabilidad moral afirmando que “la prostitución siempre ha sido una necesidad social. No la ha inventado nadie. Debemos tratarla y hacerla manejable”.

Amos Roberts habló con diversas mujeres que se trasladaron a Alemania y escogieron la prostitución como trabajo, por diversas razones. Afirmaron que no fueron explotadas. Asimismo habló con un agente social de Aachen que aconsejó a mujeres que habían sido llevadas Alemania de Europa oriental y África. Le dijo: “No existen estadísticas pero según algunos miembros del gobierno se calcula que un 90% de las mujeres son forzadas a prostituirse o esclavizadas” . Un agente de la Guardia Civil se refiere a la denuncia presentada por una víctima que les abrió la puerta para eliminar a una organización de los Balcanes: “El día del juicio se negó a testificar. Le terminaban de enviar una fotografía de su hija, que vive en Rumania, con una pistola en la cabeza”. La Fundació Dones dice: “Esto no es prostitución, es esclavitud”.

Fede Cedó, en su escrito Con apariencia de hotel, dice: “Los inversores alemanes interesados en adquirir naves industriales vacías para ubicar macroprostíbulos vuelven a interesarse por el Maresme con nuevas propuestas que les permitan eludir las duras ordenanzas municipales”. Catalunya no se queda fuera de la mirada inmoral del capital destinado al comercio del sexo. Los macroprostíbulos que atraen a millones de hombres roban cruelmente el honor que se le debe a la mujer como vaso más frágil, robo que tiene funestas consecuencias familiares y sociales.

Laurence Noelle
, exprostituta, explica su drama personal: “Mi llegada a la prostitución, a los 17 años, fue el resultado de una infancia terrible. Mi madre me abandonó. Mi padrastro abusó sexualmente de mí. Me habían humillado, me habían hecho creer que era un objeto sucio. El daño ya estaba hecho…Me deprimen mucho las reacciones que se escuchan en el debate actual. ¿Por qué se muestra tanta complacencia y tantas ilusiones cuando la realidad es tan cruda y tan violenta? Yo he vivido la prostitución como una serie de violaciones, sin dejar de preguntarme cómo todos estos hombres podían venir tan tranquilos. Ni tan siquiera uno se preocupó por mi miseria. Pagan para esto, para comprar el derecho de poder preocuparse solamente de si mismos. Yo era menor de edad, estaba hecha una pena, y ninguno de ellos manifestó el mínimo interés por mí. Son putas, estamos para ello. Vienen a desfogarse”.

Las mujeres, sea cual sea la razón que las lleva a prostituirse, es un drama. Pero no deja de ser un drama tanto o más terrible el de los hombres que con dinero compran los servicios de prostitutas para desfogarse. Su condición moral está por los suelos. Con mucha razón Proverbios invita a los hombres a buscar la sabiduría que proporciona Dios que sirve para enderezar los pasos que los alejan del mal y los libra “de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras…Por lo cual su casa está inclinada a la muerte y sus caminos hacia los muertos…” (2:16-22). No son menos desgraciados los políticos, banqueros, empresarios, eclesiásticos, ejecutivos que como caballos en celo acuden hacia los grandes y lujosos prostíbulos para pasearse entre las hileras de mujeres sentadas en taburetes exponiendo todo lo que tienen a sus miradas lascivas para escoger a la preferidas como si fuesen ganado destinado al matadero. Estos honorables que con su lujuria endurecen sus corazones y se hacen insensibles al sufrimiento de las mujeres con las que comercian, ¿tendrán un final feliz? Dios que no considera justo al culpable dice a los clientes de los prostíbulos: “Y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías. Como caballos bien alimentados, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo. ¿No había de castigar esto?, dijo el Señor. De una nación como esta, ¿no se había de vengar mi alma? (Jeremías 5:7-9).

Honrar a la mujer

Los macroprostíbulos que atraen a millones de hombres roban cruelmente el honor que se le debe a la mujer como vaso más frágil
Octavi Pereña
martes, 29 de julio de 2014, 07:15 h (CET)
El periodista Amos Roberts explora el espectacular incremento del negocio de los macroprostíbulos en Alemania: “Más de 400.000 mujeres trabajan en prostíbulos alemanes, algunos son tan grandes que tienen diversos pisos. Se los describe como los supermercados del sexo. A los clientes se les atrae con el señuelo de la promesa de un ambiente lujoso, alcohol sin límites y sexo”. El reportero dice que el comercio del sexo genera más de 20 billones de dólares anualmente y aproximadamente un millón y medio de alemanes utilizan diariamente los servicios de una prostituta. El informador describe: “Se encuentran docenas de mujeres en los pasillos, sentadas en taburetes, por donde los hombres se pasean y escogen a las mujeres. Algo muy parecido a los supermercados con grupos de hombres andando arriba y debajo de los pasillos, es muy extraño”.

Michael Beretin, director de la cadena “Paradise Brothel” que ha hecho una gran fortuna con la rápida expansión de la prostitución se exime de su responsabilidad moral afirmando que “la prostitución siempre ha sido una necesidad social. No la ha inventado nadie. Debemos tratarla y hacerla manejable”.

Amos Roberts habló con diversas mujeres que se trasladaron a Alemania y escogieron la prostitución como trabajo, por diversas razones. Afirmaron que no fueron explotadas. Asimismo habló con un agente social de Aachen que aconsejó a mujeres que habían sido llevadas Alemania de Europa oriental y África. Le dijo: “No existen estadísticas pero según algunos miembros del gobierno se calcula que un 90% de las mujeres son forzadas a prostituirse o esclavizadas” . Un agente de la Guardia Civil se refiere a la denuncia presentada por una víctima que les abrió la puerta para eliminar a una organización de los Balcanes: “El día del juicio se negó a testificar. Le terminaban de enviar una fotografía de su hija, que vive en Rumania, con una pistola en la cabeza”. La Fundació Dones dice: “Esto no es prostitución, es esclavitud”.

Fede Cedó, en su escrito Con apariencia de hotel, dice: “Los inversores alemanes interesados en adquirir naves industriales vacías para ubicar macroprostíbulos vuelven a interesarse por el Maresme con nuevas propuestas que les permitan eludir las duras ordenanzas municipales”. Catalunya no se queda fuera de la mirada inmoral del capital destinado al comercio del sexo. Los macroprostíbulos que atraen a millones de hombres roban cruelmente el honor que se le debe a la mujer como vaso más frágil, robo que tiene funestas consecuencias familiares y sociales.

Laurence Noelle
, exprostituta, explica su drama personal: “Mi llegada a la prostitución, a los 17 años, fue el resultado de una infancia terrible. Mi madre me abandonó. Mi padrastro abusó sexualmente de mí. Me habían humillado, me habían hecho creer que era un objeto sucio. El daño ya estaba hecho…Me deprimen mucho las reacciones que se escuchan en el debate actual. ¿Por qué se muestra tanta complacencia y tantas ilusiones cuando la realidad es tan cruda y tan violenta? Yo he vivido la prostitución como una serie de violaciones, sin dejar de preguntarme cómo todos estos hombres podían venir tan tranquilos. Ni tan siquiera uno se preocupó por mi miseria. Pagan para esto, para comprar el derecho de poder preocuparse solamente de si mismos. Yo era menor de edad, estaba hecha una pena, y ninguno de ellos manifestó el mínimo interés por mí. Son putas, estamos para ello. Vienen a desfogarse”.

Las mujeres, sea cual sea la razón que las lleva a prostituirse, es un drama. Pero no deja de ser un drama tanto o más terrible el de los hombres que con dinero compran los servicios de prostitutas para desfogarse. Su condición moral está por los suelos. Con mucha razón Proverbios invita a los hombres a buscar la sabiduría que proporciona Dios que sirve para enderezar los pasos que los alejan del mal y los libra “de la mujer extraña, de la ajena que halaga con sus palabras…Por lo cual su casa está inclinada a la muerte y sus caminos hacia los muertos…” (2:16-22). No son menos desgraciados los políticos, banqueros, empresarios, eclesiásticos, ejecutivos que como caballos en celo acuden hacia los grandes y lujosos prostíbulos para pasearse entre las hileras de mujeres sentadas en taburetes exponiendo todo lo que tienen a sus miradas lascivas para escoger a la preferidas como si fuesen ganado destinado al matadero. Estos honorables que con su lujuria endurecen sus corazones y se hacen insensibles al sufrimiento de las mujeres con las que comercian, ¿tendrán un final feliz? Dios que no considera justo al culpable dice a los clientes de los prostíbulos: “Y adulteraron, y en casa de rameras se juntaron en compañías. Como caballos bien alimentados, cada cual relinchaba tras la mujer de su prójimo. ¿No había de castigar esto?, dijo el Señor. De una nación como esta, ¿no se había de vengar mi alma? (Jeremías 5:7-9).

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