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Un filósofo idealista que elabora claras reflexiones acerca de la realidad y del ser humano

Emerson y la fuerza de la verdad

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Este pensador estadounidense del siglo XIX aunque no es uno de los filósofos más conocidos ofrece ideas y planteamientos que apoyan una actitud reflexiva, vital, libre y crítica. Si bien Emerson es un filósofo idealista elabora claras reflexiones acerca de la realidad y del ser humano, ya que nada le deja indiferente. Porque escribe: «Necesito ir de frente, con rectitud y vitalidad, manifestando siempre la verdad por cruda que esta sea».


A mi juicio, lo que más llama la atención de su actitud filosófica general es su insistencia en la autonomía del carácter humano y la extraordinaria significación y valor que da a la discusión, y al rechazo de cualquier clase de dogmatismo. Además está convencido de lo decisivo de la independencia de criterio de todas las personas frente a potenciales imposiciones externas y argumentos de autoridad. Su convencimiento acerca de lo bueno de seguir las propias ideas y sentimientos en el desarrollo de la existencia se expresan en esta frase: «Lo único que me concierne es lo que debo hacer, no lo que la gente crea que debo hacer».

En este sentido, se observa la radical libertad que impulsa su pensamiento ético, y de modo más general su conocimiento de la racionalidad sentiente del mundo interior de cada mente reflejado en la conducta. La crítica por parte de Emerson a ciertas prácticas religiosas se sitúan en una línea paralela a la kantiana por considerarlas supersticiosas e innecesarias. Ya que dice este pensador norteamericano: «Las oraciones de los hombres son una enfermedad de la voluntad al igual que sus credos son una enfermedad del intelecto». Aunque parece que desde la importancia que poseen las convicciones de cada sujeto para Emerson se vislumbra una aparente contradicción, ya que las mismas son resultado, al menos en parte, de la reflexión subjetiva de cada individuo, con lo que pueden ser objeto de análisis crítico.

De todos modos, es cierto que lo más recóndito del ser de cada persona o lo más profundo debe ser lo que impulse realmente la existencia de cada sujeto y es la expresión de la auténtica originalidad del carácter de los hombres. Indudablemente, la autenticidad fue algo que le interesó vivamente a Emerson, porque es la mejor manifestación de la creatividad del intelecto que es, en mi opinión, lo más valioso de la naturaleza humana. No extraña, por tanto, que afirme de modo convencido: «Di ahora sin tapujos lo que piensas, y mañana no vaciles en decirlo, aunque contradiga cada una de las palabras que dijiste hoy». Aunque esto me parezca, en líneas generales, excesivo puede haber circunstancias que requieran actuar de esa manera.

En cualquier caso, pone de relieve que la coherencia no se opone a los cambios de opiniones, y a la matizada explicitación de los mismos. El esfuerzo y la perseverancia son valores esenciales para Emerson, porque la voluntad de cada sujeto es la que afronta e intenta la superación de los retos a los que se enfrentan los seres humanos a lo largo de su existencia. Para este pensador existe un fondo universal de sabiduría común algo que es la expresión de un cierto idealismo o espiritualismo que es artificial, porque la naturaleza social y cultural del ser humano explica algunos aspectos de la conducta humana a través de los tiempos. Afirma Emerson de un modo relativista e individualista que: «Lo único correcto es lo que dicta mi manera de ser, lo único equivocado es lo que la contradice».

En todo caso, considero que la frase es afortunada, puesto que cada persona tiene derecho a acertar en mayor o menor medida en las decisiones conductuales que toma partiendo de su responsabilidad, y de sus deseos y aspiraciones. Lo más valioso del pensamiento de Emerson es para mí es la fuerza de la verdad y de la razón como impulsoras de la actividad y de la creatividad. A diferencia del alma o del espíritu que según este filósofo nos hace vislumbrar una realidad trascendente, pienso que la deiformación o divinización de lo humano, es la verdadera trascendencia.

Emerson y la fuerza de la verdad

Un filósofo idealista que elabora claras reflexiones acerca de la realidad y del ser humano
José Manuel López García
miércoles, 23 de julio de 2014, 07:08 h (CET)

Este pensador estadounidense del siglo XIX aunque no es uno de los filósofos más conocidos ofrece ideas y planteamientos que apoyan una actitud reflexiva, vital, libre y crítica. Si bien Emerson es un filósofo idealista elabora claras reflexiones acerca de la realidad y del ser humano, ya que nada le deja indiferente. Porque escribe: «Necesito ir de frente, con rectitud y vitalidad, manifestando siempre la verdad por cruda que esta sea».


A mi juicio, lo que más llama la atención de su actitud filosófica general es su insistencia en la autonomía del carácter humano y la extraordinaria significación y valor que da a la discusión, y al rechazo de cualquier clase de dogmatismo. Además está convencido de lo decisivo de la independencia de criterio de todas las personas frente a potenciales imposiciones externas y argumentos de autoridad. Su convencimiento acerca de lo bueno de seguir las propias ideas y sentimientos en el desarrollo de la existencia se expresan en esta frase: «Lo único que me concierne es lo que debo hacer, no lo que la gente crea que debo hacer».

En este sentido, se observa la radical libertad que impulsa su pensamiento ético, y de modo más general su conocimiento de la racionalidad sentiente del mundo interior de cada mente reflejado en la conducta. La crítica por parte de Emerson a ciertas prácticas religiosas se sitúan en una línea paralela a la kantiana por considerarlas supersticiosas e innecesarias. Ya que dice este pensador norteamericano: «Las oraciones de los hombres son una enfermedad de la voluntad al igual que sus credos son una enfermedad del intelecto». Aunque parece que desde la importancia que poseen las convicciones de cada sujeto para Emerson se vislumbra una aparente contradicción, ya que las mismas son resultado, al menos en parte, de la reflexión subjetiva de cada individuo, con lo que pueden ser objeto de análisis crítico.

De todos modos, es cierto que lo más recóndito del ser de cada persona o lo más profundo debe ser lo que impulse realmente la existencia de cada sujeto y es la expresión de la auténtica originalidad del carácter de los hombres. Indudablemente, la autenticidad fue algo que le interesó vivamente a Emerson, porque es la mejor manifestación de la creatividad del intelecto que es, en mi opinión, lo más valioso de la naturaleza humana. No extraña, por tanto, que afirme de modo convencido: «Di ahora sin tapujos lo que piensas, y mañana no vaciles en decirlo, aunque contradiga cada una de las palabras que dijiste hoy». Aunque esto me parezca, en líneas generales, excesivo puede haber circunstancias que requieran actuar de esa manera.

En cualquier caso, pone de relieve que la coherencia no se opone a los cambios de opiniones, y a la matizada explicitación de los mismos. El esfuerzo y la perseverancia son valores esenciales para Emerson, porque la voluntad de cada sujeto es la que afronta e intenta la superación de los retos a los que se enfrentan los seres humanos a lo largo de su existencia. Para este pensador existe un fondo universal de sabiduría común algo que es la expresión de un cierto idealismo o espiritualismo que es artificial, porque la naturaleza social y cultural del ser humano explica algunos aspectos de la conducta humana a través de los tiempos. Afirma Emerson de un modo relativista e individualista que: «Lo único correcto es lo que dicta mi manera de ser, lo único equivocado es lo que la contradice».

En todo caso, considero que la frase es afortunada, puesto que cada persona tiene derecho a acertar en mayor o menor medida en las decisiones conductuales que toma partiendo de su responsabilidad, y de sus deseos y aspiraciones. Lo más valioso del pensamiento de Emerson es para mí es la fuerza de la verdad y de la razón como impulsoras de la actividad y de la creatividad. A diferencia del alma o del espíritu que según este filósofo nos hace vislumbrar una realidad trascendente, pienso que la deiformación o divinización de lo humano, es la verdadera trascendencia.

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