Este martes, día 7 de noviembre, el pueblo estadounidense, por fin, parece haberse dado cuenta de que si seguían tal cual, con ambas cámaras haciéndole la rosca a George Bush júnior, la cosa no iba a cambiar jamás.
Y teniendo en cuenta que los elefantes republicanos movilizaron todo su arsenal logístico a fin de intentar convencer al electorado de que Iraq era una guerra justa hecha para liberar al pueblo iraquí de un dictador y convertirlo en un sitio más seguro sin armas de destrucción masiva (perdónenme un momento que no quiero mojar el teclado con las lágrimas de la risa que me ha entrado, ahora vuelvo... prosigo)- imagino que pensando que eran los mismos imbéciles que le dieron la reelección a George, eso sí, intentando que el propio Bush se mantuviera todo lo lejos posible de los mítines de la mayoría de los representantes republicanos que se presentaban a la cámara alta y la cámara baja, miedo a que se le asocie a uno con según que basura – pues como que la cosa no estaba del todo clara. Al final ha resultado que la mayoría de las familias que han perdido hijos y padres en Iraq, familias de origen humilde, el peso del desaguisado del Katrina – que parece que todos nos hemos olvidado de ello, pero seguro que la inmensa mayoría del voto negro, a excepción de Kondi, no -, el intentar darle puerta a la población hispana... pues como que les ha pasado factura. Una pena, tú.
Es evidente que yo no creo, para nada, que el pueblo estadounidense haya hecho esto porque piense que se está “gestionando” mal la guerra de Iraq. Más bien creo que el pueblo estadounidense está hasta los mismísimos de una guerra a la que nadie ha sacado provecho; ni el pueblo estadounidense, ni la ingente cantidad de soldados muertos, ni el pueblo iraquí; a excepción de Halliburton – Dick Cheney es uno de estos – y las empresas de suministros de armas y logística del departamento de Defensa de los Estados Unidos – Donald Rumsfeld es uno de estos -. Bajo mi punto de vista está claro que la mal llamada revolución republicana que iniciara Reagan en los 80, yo y unos cuantos más tenemos muy claro que ha sido el periodo straussiano más horripilante en todos los aspectos que ha sufrido el pueblo estadounidense – y sino se lo creen léanse cualquiera de los papeles de la PNAC para que se enteren de lo que vale un peine-, ha llegado a su fin, posiblemente para mejor. Aunque para que sea a mejor no hace falta mucho, con que se respeten los derechos civiles y el Estado de Derecho ya sería un gran avance, para el pueblo estadounidense y para las personas que se encuentran en los campos de concentración de Guantánamo y esas cárceles privadas de la CIA.
George júnior ha dicho que está abierto a sugerencias. Otro remedio no le queda, porque como intente hacer alguna barbaridad de las que tiene costumbre se va a encontrar con que las dos cámaras le van a decir que nones. Para colmo de males ha tenido que decir eso de que destituía a Rumsfeld, que a todas luces ha puesto pies en polvorosa en vista de que las comisiones de investigación del Senado van a ser el pan nuestro de cada día, sobre todo en el capítulo de defensa. Y no es que todo esto vaya a ser gran cosa, mucho tendrían que cambiar las cosas para que Estados Unidos se convirtiera en aquel país con el que soñó JFK o Martin Luther King y que, porque no decirlo, tanto me gustaría ver a mi.
Si Lincoln levantara la cabeza vomitaría al ver en que se ha convertido el partido que ayudó a fundar.
Suena de fondo “The Star-Spangled Banner”, del pueblo estadounidense (A ver si de una vez por todas hacen honor a su letra).