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La prueba la tenemos en el sospechoso "céntimo sanitario"; comunidades como Castilla y León están bajo sospecha por el destino de esos cientos de millones, cuyo destino no se ve ni se adivina ni se supone

Destrozos en la política sanitaria

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De todos es sabido que el sistema educativo español se ha convertido en una chapuza de órdago a la grande. Algunos lo llaman "chapuza institucional"; de ahí que se hable tanto de la cantidad de analfabetos funcionales existentes hoy. Hemos pasado por varios intentos de reforma educativa desde la famosa LOGSE y cada vez vamos a peor; todas ellas están impregnadas de ideología y, no solo lo están, sino que entre la 'casta' se acusan de ello en función de quién haga el remedo de reforma. Créanme que yo lo llamaría "deforma educativa", que es como nos dicta el día a día y como el empirismo demuestra.


También hay otros ámbitos donde, tanto los recortes como las injusticias que traen aparejadas las políticas del Partido Popular, han hecho mella en la ciudadanía. La prueba la tenemos en el famosos y sospechoso "céntimo sanitario": comunidades como Castilla y León están bajo sospecha por el destino de esos cientos de millones, cuyo destino no se ve ni se adivina ni se supone. Tal vez estemos, como algunos sospechan, ante el gran escándalo de la última legislatura del gobierno de Juan Vicente Herrera Campo.


Esa política del "céntimo sanitario" ha hecho que se cerraran empresas, que se dejara de servir millones de litros de gasóleo y gasoil en las estaciones de servicio de la comunidad, que se recaudara mucho menos de lo esperado, que los transportistas se vieran con el agua al cuello, que se destrozara un sector boyante debido a la mala gestión de la ‘casta’ regional que gobierna y que no se viera el trasfondo de la cuestión: el dinero recaudado ha venido suponiendo 5,6 céntimos por litro a mayores --durante varios años--. Por lo que comprobamos ese dinero no ha llegado a la sanidad pública de la comunidad. Nos ha mentido la consejera de Hacienda y el propio presidente de la comunidad ha dejado hacer, convirtiéndose en cómplice de la chapuza; un adefesio institucionalizado y emperifollado de indignidad, desidia e indiferencia y --según la oposición-- también con una fuerte carga de mala fe.


Pero tranquilos que ahora se lo voy a explicar detenidamente con un ejemplo llamativo del que fuimos testigos ayer; un ejemplo lleno de desprecio hacia el ciudadano, venganza contra la administración sanitaria y falta de planificación por parte de un Hospital de Valladolid (Hospital Clínico Universitario), una Consejería de Sanidad y una gerencia claramente incompetente, además de evidentemente desprestigiada. Todos esos calificativos son así; podemos poner más, pero no quitar ninguno de ellos, pues esos son sus justos términos. Hay que dejarse de paños calientes de una vez por todas. Lo peor de todo es que se suelen poner en práctica dando la patada, pero en el trasero del usuario, en vez de plantar cara ante quien hace daño por arriba.


Todo ello evidencia la falta de criterio sanitario (y también en otros muchos ámbitos) existente en la Junta de Castilla y León donde, el titular y sus 'mariachis' disfrutan acudiendo allí donde hay un buen vino acompañado de canapés, a fiestas de todo tipo, a aparecer en la prensa 'vendida' al poder regional y a dar una imagen inexistente, en vez de dedicar sus esfuerzo y compromiso a trabajar por la ciudadanía, por el desarrollo de la comunidad y por cambiar el mercado laboral para que pueda acceder la juventud; por cierto, una comunidad que se muere ante la fuerte emigración existente, la destrucción de puestos de trabajo, la improvisación en las infraestructuras, la nula inversión en nuevo tejido empresarial y la escandalosa descoordinación entre las titulaciones universitarias y el mercado laboral.


Como decía antes, paso a contar fielmente un ejemplo llamativo en el ámbito sanitario sobre cómo --por las malas políticas de la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León--, algunos médicos se convierten en simples funcionarios. Pero en funcionarios chapuceros en vez de responsables. Eso es lo que hemos comprobado en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, donde el correspondiente doctor (llamémosle Dr. López, de forma imaginaria y por respeto) comunica a los familiares del enfermo que no puede intervenirle porque es su hora de salida. Finalizado su horario de trabajo la Consejería de Sanidad ha dejado de pagarle, por lo que “les pido a ustedes disculpas por las molestias, pero no trabajo gratis y no voy a quitar tiempo a mi familia. Constantemente me estoy llevando broncas. Puede quedarse ingresado el paciente o marcharse a casa y regresar el lunes a las siete y media de la mañana, si lo desean” (sic). Todo ello, dicho sea de paso, expuesto con cortesía y educación.


En palabras del periodista Ónega, puedo prometer y prometo que eso fue así. Es una prueba de cómo la Consejería de Sanidad –cuyo titular es Antonio María Sáez Aguado-- con sus recortes ha convertido a algunos médicos (al menos al médico del que hablo y presuntamente a ese Servicio) en meros funcionarios de “tantas horas, tantas pelas”.


Una prueba más, aunque hay muchas otras, de cómo el “céntimo sanitario” no ha llegado al ámbito sanitario en Castilla y León. A pesar de algunos médicos --que no representan a la generalidad de ellos, como todos los políticos no son ‘casta’-- sigo pensando que ayudar a los demás es fascinante: solo hay que mirarlo a través de las gafas correctas.


Antes se decía que los médicos velaban por la salud y los cocineros la destruían; ahora parece que algunos médicos también quieren imitar a los cocineros. ¡No sé qué pensaría Hipócrates si levantara la cabeza! Visto lo visto acabaría siendo médico-funcionario de “tantas horas, tantas pelas”.

Destrozos en la política sanitaria

La prueba la tenemos en el sospechoso "céntimo sanitario"; comunidades como Castilla y León están bajo sospecha por el destino de esos cientos de millones, cuyo destino no se ve ni se adivina ni se supone
Jesús  Salamanca
domingo, 13 de julio de 2014, 06:37 h (CET)

De todos es sabido que el sistema educativo español se ha convertido en una chapuza de órdago a la grande. Algunos lo llaman "chapuza institucional"; de ahí que se hable tanto de la cantidad de analfabetos funcionales existentes hoy. Hemos pasado por varios intentos de reforma educativa desde la famosa LOGSE y cada vez vamos a peor; todas ellas están impregnadas de ideología y, no solo lo están, sino que entre la 'casta' se acusan de ello en función de quién haga el remedo de reforma. Créanme que yo lo llamaría "deforma educativa", que es como nos dicta el día a día y como el empirismo demuestra.


También hay otros ámbitos donde, tanto los recortes como las injusticias que traen aparejadas las políticas del Partido Popular, han hecho mella en la ciudadanía. La prueba la tenemos en el famosos y sospechoso "céntimo sanitario": comunidades como Castilla y León están bajo sospecha por el destino de esos cientos de millones, cuyo destino no se ve ni se adivina ni se supone. Tal vez estemos, como algunos sospechan, ante el gran escándalo de la última legislatura del gobierno de Juan Vicente Herrera Campo.


Esa política del "céntimo sanitario" ha hecho que se cerraran empresas, que se dejara de servir millones de litros de gasóleo y gasoil en las estaciones de servicio de la comunidad, que se recaudara mucho menos de lo esperado, que los transportistas se vieran con el agua al cuello, que se destrozara un sector boyante debido a la mala gestión de la ‘casta’ regional que gobierna y que no se viera el trasfondo de la cuestión: el dinero recaudado ha venido suponiendo 5,6 céntimos por litro a mayores --durante varios años--. Por lo que comprobamos ese dinero no ha llegado a la sanidad pública de la comunidad. Nos ha mentido la consejera de Hacienda y el propio presidente de la comunidad ha dejado hacer, convirtiéndose en cómplice de la chapuza; un adefesio institucionalizado y emperifollado de indignidad, desidia e indiferencia y --según la oposición-- también con una fuerte carga de mala fe.


Pero tranquilos que ahora se lo voy a explicar detenidamente con un ejemplo llamativo del que fuimos testigos ayer; un ejemplo lleno de desprecio hacia el ciudadano, venganza contra la administración sanitaria y falta de planificación por parte de un Hospital de Valladolid (Hospital Clínico Universitario), una Consejería de Sanidad y una gerencia claramente incompetente, además de evidentemente desprestigiada. Todos esos calificativos son así; podemos poner más, pero no quitar ninguno de ellos, pues esos son sus justos términos. Hay que dejarse de paños calientes de una vez por todas. Lo peor de todo es que se suelen poner en práctica dando la patada, pero en el trasero del usuario, en vez de plantar cara ante quien hace daño por arriba.


Todo ello evidencia la falta de criterio sanitario (y también en otros muchos ámbitos) existente en la Junta de Castilla y León donde, el titular y sus 'mariachis' disfrutan acudiendo allí donde hay un buen vino acompañado de canapés, a fiestas de todo tipo, a aparecer en la prensa 'vendida' al poder regional y a dar una imagen inexistente, en vez de dedicar sus esfuerzo y compromiso a trabajar por la ciudadanía, por el desarrollo de la comunidad y por cambiar el mercado laboral para que pueda acceder la juventud; por cierto, una comunidad que se muere ante la fuerte emigración existente, la destrucción de puestos de trabajo, la improvisación en las infraestructuras, la nula inversión en nuevo tejido empresarial y la escandalosa descoordinación entre las titulaciones universitarias y el mercado laboral.


Como decía antes, paso a contar fielmente un ejemplo llamativo en el ámbito sanitario sobre cómo --por las malas políticas de la Consejería de Sanidad de la Junta de Castilla y León--, algunos médicos se convierten en simples funcionarios. Pero en funcionarios chapuceros en vez de responsables. Eso es lo que hemos comprobado en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, donde el correspondiente doctor (llamémosle Dr. López, de forma imaginaria y por respeto) comunica a los familiares del enfermo que no puede intervenirle porque es su hora de salida. Finalizado su horario de trabajo la Consejería de Sanidad ha dejado de pagarle, por lo que “les pido a ustedes disculpas por las molestias, pero no trabajo gratis y no voy a quitar tiempo a mi familia. Constantemente me estoy llevando broncas. Puede quedarse ingresado el paciente o marcharse a casa y regresar el lunes a las siete y media de la mañana, si lo desean” (sic). Todo ello, dicho sea de paso, expuesto con cortesía y educación.


En palabras del periodista Ónega, puedo prometer y prometo que eso fue así. Es una prueba de cómo la Consejería de Sanidad –cuyo titular es Antonio María Sáez Aguado-- con sus recortes ha convertido a algunos médicos (al menos al médico del que hablo y presuntamente a ese Servicio) en meros funcionarios de “tantas horas, tantas pelas”.


Una prueba más, aunque hay muchas otras, de cómo el “céntimo sanitario” no ha llegado al ámbito sanitario en Castilla y León. A pesar de algunos médicos --que no representan a la generalidad de ellos, como todos los políticos no son ‘casta’-- sigo pensando que ayudar a los demás es fascinante: solo hay que mirarlo a través de las gafas correctas.


Antes se decía que los médicos velaban por la salud y los cocineros la destruían; ahora parece que algunos médicos también quieren imitar a los cocineros. ¡No sé qué pensaría Hipócrates si levantara la cabeza! Visto lo visto acabaría siendo médico-funcionario de “tantas horas, tantas pelas”.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de lo que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

Acaba de fallecer Joe Lieberman, con 82 años, senador estadounidense por Connecticut durante cuatro mandatos antes de ser compañero de Al Gore en el año 2000. Desde que se retiró en 2013 retomó su desempeño en la abogacía en American Enterprise Institute y se encontraba estrechamente vinculado al grupo político No Label (https://www.nolabels.org/ ) y que se ha destacado por impulsar políticas independientes y centristas.

Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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