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Cuando el pensamiento sobrio y la moral victoriana parecían volver a reinar en el Paraguay, la dirigencia de la Iglesia Católica y el Senado reincidieron en el acostumbrado escándalo

Pedófilos en el Senado

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Se ha dicho que lo peor del escándalo es que uno se acostumbra, y las noticias escandalosas de la clase política y jerarquía eclesiástica de Paraguay no están muy lejos de convertirse en costumbre.

Una escabrosa historia de encubrimiento a un farsante acabó durante las pascuas del año 2009, cuando el obispo Fernando Lugo reconoció públicamente ante las cámaras de televisión haber tenido relaciones con una jovencita de 15 años, Viviana Carrillo, en tiempos en que se desempeñaba como Obispo de San Pedro. Para mayor escándalo, la confesión la hizo siendo ya presidente del Paraguay.

El escándalo abrió en Paraguay el debate que ya estaba instalado en otras latitudes: el de las aberraciones sexuales que venían sacudiendo a la Iglesia Católica.

Estos escándalos empeoraron porque la Iglesia Católica por mucho tiempo protegió a estos delincuentes para defender su propia imagen en lugar de denunciarlos y expulsarlos para defender al resto de ciudadanos. La mayoría de los casos de pedofilia los intentaron resolver internamente, trasladando a los curas pederastas a otras parroquias y hablando con las familias para evitar las denuncias.

Cuando el escándalo Lugo parecía ir rumbo al olvido, la Diócesis paraguaya de Ciudad del Este, dirigida por el Obispo Rogelio Livieres Plano, fue inspiración de varias notas internacionales al conocerse que albergaba al cura argentino Aldo Vara, prófugo en su país por crímenes de lesa humanidad.

En medios periodísticos paraguayos se consignó que no era la primera vez que Livieres protegía a un religioso con fuertes acusaciones en contra. Entre 2006 y 2008, albergó y defendió al sacerdote argentino Carlos Urrutigoity, quien fue cesado en EEUU por acusaciones de pedofilia. Para colmo, el obispo paraguayo le confió la formación de jóvenes en el seminario diocesano.

Carlos Urrutigoity había sido expulsado junto a Eric Ensey de la diócesis de Scranton (EE.UU.), ambos acusados por abuso sexual. Luego serían acogidos por Livieres Plano, lo cual le valió la censura verbal del jefe de la iglesia paraguaya, Pastor Cuquejo.

La polémica estaba lejos de concluir, dado que Livieres decidió contraatacar revelando que la máxima figura de la iglesia católica paraguaya era bien conocida por su tendencia homosexual.

“Para mí Monseñor Cuquejo es homosexual, siempre lo fue. Pero no solamente para mí sino para 20 mil personas de Asunción. No es que sea un descubrimiento mío, sino que es un descubrimiento de muchísima gente que lo trata, que lo conoce. Curas, monjas, laicos, todo tipo de personas” declaró sobre su jefe el obispo, dejando estupefacta a la ciudadanía.

Poco tiempo habría de pasar para que algunos senadores paraguayos decidan defender la pedofilia en pleno Parlamento.

En ese contexto, el diputado Óscar Tuma lamentó que se haya rechazado su proyecto de ley que impone sanciones a los pedófilos que acosan a menores mediante internet.

Su proyecto de ley intentaba establecer un castigo más severo a los acosadores de menores en redes sociales, pero curiosamente algunos senadores decidieron rechazarlo en la Cámara Alta.

El legislador expresó que el acoso a menores de edad a través de redes sociales es un mal que se registra a diario en las redes sociales de Paraguay. Esclareció que aunque existe un abuso tipificado en el Código Penal, no se puntualiza sobre acoso a través de Perfiles falsos, por Webcams o solicitando fotografías de niños aprovechándose de la inocencia de los mismos.

Tuma aclaró que con su proyecto se ampliaba el Código número 158, que habla de un contacto de manoseo, mientras que en Diputados se tipificó la figura de las redes sociales.

Lamentó que por motivos mezquinos su proyecto haya sido rechazado en el Senado por motivaciones mezquinas, por no decir sospechosas.

Señaló que el senador Enrique Bachetta argumentó a favor del rechazo afirmando que está en estudio la Reforma del Código Penal, que puede tardar dos o tres años. Definió al argumento como irresponsable, dado que durante un extenso lapso los niños estarán expuestos.

Tuma aclaró que su proyecto de ninguna manera pretende censurar a los cibernautas. “Esto es importantísimo porque estamos hablando de menores, y los acosadores ven como una herramienta la red social para acercarse”, puntualizó.

Ante esta situación, los diputados colorados Éber Ovelar y Óscar Tuma presentaron un nuevo proyecto de ley que modifica y amplía el artículo 135 de la Ley 1160/97, del Código Penal, sobre el abuso sexual en niños, a abuso por medios tecnológicos, que puede llegar a tener una expectativa de pena de hasta tres años de cárcel o multas.

El grooming hace referencia a una serie de conductas y acciones deliberadamente emprendidas por un adulto con el objetivo de ganarse la amistad de un menor de edad, creando una conexión emocional con el mismo, con el fin de disminuir las inhibiciones del niño y poder abusar sexualmente de él. El cybergrooming del acoso sexual aparecerá por primera vez en la legislación paraguaya, dado que el artículo 135 sobre abuso sexual en niños no detalla ni hace mención al delito del grooming, que hoy día abunda en las redes sociales.

En caso de no tomarse en serio el nuevo proyecto, crecerían las sospechas de que algunos senadores en realidad se encuentran encubriendo graves delitos como la pedofilia.

Dice una célebre frase que la injusticia prevalece, hasta que las víctimas encuentran el valor para rebelarse contra ella. La ciudadanía paraguaya debería estar atenta para evitar la impunidad que algunos senadores parecen querer conferir a unos deleznables abusadores, tolerando la conversión de niños paraguayos en meros juguetes sexuales.

Pedófilos en el Senado

Cuando el pensamiento sobrio y la moral victoriana parecían volver a reinar en el Paraguay, la dirigencia de la Iglesia Católica y el Senado reincidieron en el acostumbrado escándalo
Luis Agüero Wagner
martes, 1 de julio de 2014, 07:01 h (CET)
Se ha dicho que lo peor del escándalo es que uno se acostumbra, y las noticias escandalosas de la clase política y jerarquía eclesiástica de Paraguay no están muy lejos de convertirse en costumbre.

Una escabrosa historia de encubrimiento a un farsante acabó durante las pascuas del año 2009, cuando el obispo Fernando Lugo reconoció públicamente ante las cámaras de televisión haber tenido relaciones con una jovencita de 15 años, Viviana Carrillo, en tiempos en que se desempeñaba como Obispo de San Pedro. Para mayor escándalo, la confesión la hizo siendo ya presidente del Paraguay.

El escándalo abrió en Paraguay el debate que ya estaba instalado en otras latitudes: el de las aberraciones sexuales que venían sacudiendo a la Iglesia Católica.

Estos escándalos empeoraron porque la Iglesia Católica por mucho tiempo protegió a estos delincuentes para defender su propia imagen en lugar de denunciarlos y expulsarlos para defender al resto de ciudadanos. La mayoría de los casos de pedofilia los intentaron resolver internamente, trasladando a los curas pederastas a otras parroquias y hablando con las familias para evitar las denuncias.

Cuando el escándalo Lugo parecía ir rumbo al olvido, la Diócesis paraguaya de Ciudad del Este, dirigida por el Obispo Rogelio Livieres Plano, fue inspiración de varias notas internacionales al conocerse que albergaba al cura argentino Aldo Vara, prófugo en su país por crímenes de lesa humanidad.

En medios periodísticos paraguayos se consignó que no era la primera vez que Livieres protegía a un religioso con fuertes acusaciones en contra. Entre 2006 y 2008, albergó y defendió al sacerdote argentino Carlos Urrutigoity, quien fue cesado en EEUU por acusaciones de pedofilia. Para colmo, el obispo paraguayo le confió la formación de jóvenes en el seminario diocesano.

Carlos Urrutigoity había sido expulsado junto a Eric Ensey de la diócesis de Scranton (EE.UU.), ambos acusados por abuso sexual. Luego serían acogidos por Livieres Plano, lo cual le valió la censura verbal del jefe de la iglesia paraguaya, Pastor Cuquejo.

La polémica estaba lejos de concluir, dado que Livieres decidió contraatacar revelando que la máxima figura de la iglesia católica paraguaya era bien conocida por su tendencia homosexual.

“Para mí Monseñor Cuquejo es homosexual, siempre lo fue. Pero no solamente para mí sino para 20 mil personas de Asunción. No es que sea un descubrimiento mío, sino que es un descubrimiento de muchísima gente que lo trata, que lo conoce. Curas, monjas, laicos, todo tipo de personas” declaró sobre su jefe el obispo, dejando estupefacta a la ciudadanía.

Poco tiempo habría de pasar para que algunos senadores paraguayos decidan defender la pedofilia en pleno Parlamento.

En ese contexto, el diputado Óscar Tuma lamentó que se haya rechazado su proyecto de ley que impone sanciones a los pedófilos que acosan a menores mediante internet.

Su proyecto de ley intentaba establecer un castigo más severo a los acosadores de menores en redes sociales, pero curiosamente algunos senadores decidieron rechazarlo en la Cámara Alta.

El legislador expresó que el acoso a menores de edad a través de redes sociales es un mal que se registra a diario en las redes sociales de Paraguay. Esclareció que aunque existe un abuso tipificado en el Código Penal, no se puntualiza sobre acoso a través de Perfiles falsos, por Webcams o solicitando fotografías de niños aprovechándose de la inocencia de los mismos.

Tuma aclaró que con su proyecto se ampliaba el Código número 158, que habla de un contacto de manoseo, mientras que en Diputados se tipificó la figura de las redes sociales.

Lamentó que por motivos mezquinos su proyecto haya sido rechazado en el Senado por motivaciones mezquinas, por no decir sospechosas.

Señaló que el senador Enrique Bachetta argumentó a favor del rechazo afirmando que está en estudio la Reforma del Código Penal, que puede tardar dos o tres años. Definió al argumento como irresponsable, dado que durante un extenso lapso los niños estarán expuestos.

Tuma aclaró que su proyecto de ninguna manera pretende censurar a los cibernautas. “Esto es importantísimo porque estamos hablando de menores, y los acosadores ven como una herramienta la red social para acercarse”, puntualizó.

Ante esta situación, los diputados colorados Éber Ovelar y Óscar Tuma presentaron un nuevo proyecto de ley que modifica y amplía el artículo 135 de la Ley 1160/97, del Código Penal, sobre el abuso sexual en niños, a abuso por medios tecnológicos, que puede llegar a tener una expectativa de pena de hasta tres años de cárcel o multas.

El grooming hace referencia a una serie de conductas y acciones deliberadamente emprendidas por un adulto con el objetivo de ganarse la amistad de un menor de edad, creando una conexión emocional con el mismo, con el fin de disminuir las inhibiciones del niño y poder abusar sexualmente de él. El cybergrooming del acoso sexual aparecerá por primera vez en la legislación paraguaya, dado que el artículo 135 sobre abuso sexual en niños no detalla ni hace mención al delito del grooming, que hoy día abunda en las redes sociales.

En caso de no tomarse en serio el nuevo proyecto, crecerían las sospechas de que algunos senadores en realidad se encuentran encubriendo graves delitos como la pedofilia.

Dice una célebre frase que la injusticia prevalece, hasta que las víctimas encuentran el valor para rebelarse contra ella. La ciudadanía paraguaya debería estar atenta para evitar la impunidad que algunos senadores parecen querer conferir a unos deleznables abusadores, tolerando la conversión de niños paraguayos en meros juguetes sexuales.

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Al fin, el sistema educativo (aunque fundamentalmente lo es, o habría de serlo, de enseñanza-aprendizaje) está dentro de una dinámica social y en su transcurrir diario forja futuros ciudadanos con base en unos valores imperantes de los que es complicado sustraerse. Desde el XIX hasta nuestros días dichos valores han estado muy influenciados por la evolución de la ética económico-laboral, a la que Jorge Dioni López se refería afinadamente en un artículo.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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