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Cristóbal Villalobos

Benemérito Instituto

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Cuando la ridiculez de la actualidad parece que no puede asombrarte más, la lectura diaria de las noticias de la mañana te depara una nueva excentricidad de esta España tragicómica.

Tras ojear de forma rápida y distraída las primeras páginas del periódico, mi vista, incrédula, leyó y releyó un titular: Guardia Civil condenado a seis meses de prisión por faltar dos días al trabajo por encontrarse con gastroenteritis.

El infeliz número de la Guardia Civil, se había ausentado de su puesto por lo que había sido condenado a unos seis meses de estancia gratuita en una estupenda cárcel militar. La sentencia se ha hecho efectiva de forma más rápida que la de Farruquito, cosa que habla en pos de la efectividad del benemérito Instituto.

Nada que objetar a la legalidad de la sentencia sustentada en el Código Militar. Sin embargo el desgraciado soldado, que eso es lo que son los guardias civiles, no se ausentó de una trinchera en Afganistán, Irak o en la guerra del Vietnam, si no que faltó a su puesto de trabajo ,en el que realizaba una función civil supongo, por encontrarse enfermo con gastroenteritis. Es decir, el susodicho funcionario público se encontraba enfermo en su casa, tardó dos días en recuperarse y cuando regresó al cuartel se encontró con seis meses en la cárcel.

A cualquier mente más o menos normal le resulta esto cómico y despreciable a la vez. Resulta lógico que si estos hombres realizan funciones de policía se les deba aplicar el mismo código que a la policía y el militar cuando realicen una labor militar.

Pero la culpa de este atropello a las libertades individuales no es achacable a una simple legislación que pueda entenderse mal, si no a aquellos mandos de la Guardia Civil que le han seguido la gracia al superior más directo de este guardia y que lejos de reírse de la ocurrencia, la han respaldado.

Desde aquel que impuso la sanción hasta el ministro y el mando único de la Policía Nacional y la Guardia Civil pasando por el juez militar que sentenció al funcionario, merecen ser señalados como culpables ante tamaño ataque al sentido común y la dignidad de un cuerpo de nuestro ejército que tantas vidas ha dado por defender nuestros derechos.

Todavía no he escuchado a nadie defender a este hombre, espero que no se tarde mucho. Espero también que nadie aproveche esto para volver a pedir la desmilitarización de la Guardia Civil, que no es otra cosa que su desmantelamiento, ya que esta es un cuerpo militar, como tal está compuesto por soldados y aquel que no quiera serlo solo tiene que hacer oposiciones a cualquiera de las policías existentes.

Benemérito Instituto

Cristóbal Villalobos
Cristóbal Villalobos
martes, 7 de noviembre de 2006, 00:28 h (CET)
Cuando la ridiculez de la actualidad parece que no puede asombrarte más, la lectura diaria de las noticias de la mañana te depara una nueva excentricidad de esta España tragicómica.

Tras ojear de forma rápida y distraída las primeras páginas del periódico, mi vista, incrédula, leyó y releyó un titular: Guardia Civil condenado a seis meses de prisión por faltar dos días al trabajo por encontrarse con gastroenteritis.

El infeliz número de la Guardia Civil, se había ausentado de su puesto por lo que había sido condenado a unos seis meses de estancia gratuita en una estupenda cárcel militar. La sentencia se ha hecho efectiva de forma más rápida que la de Farruquito, cosa que habla en pos de la efectividad del benemérito Instituto.

Nada que objetar a la legalidad de la sentencia sustentada en el Código Militar. Sin embargo el desgraciado soldado, que eso es lo que son los guardias civiles, no se ausentó de una trinchera en Afganistán, Irak o en la guerra del Vietnam, si no que faltó a su puesto de trabajo ,en el que realizaba una función civil supongo, por encontrarse enfermo con gastroenteritis. Es decir, el susodicho funcionario público se encontraba enfermo en su casa, tardó dos días en recuperarse y cuando regresó al cuartel se encontró con seis meses en la cárcel.

A cualquier mente más o menos normal le resulta esto cómico y despreciable a la vez. Resulta lógico que si estos hombres realizan funciones de policía se les deba aplicar el mismo código que a la policía y el militar cuando realicen una labor militar.

Pero la culpa de este atropello a las libertades individuales no es achacable a una simple legislación que pueda entenderse mal, si no a aquellos mandos de la Guardia Civil que le han seguido la gracia al superior más directo de este guardia y que lejos de reírse de la ocurrencia, la han respaldado.

Desde aquel que impuso la sanción hasta el ministro y el mando único de la Policía Nacional y la Guardia Civil pasando por el juez militar que sentenció al funcionario, merecen ser señalados como culpables ante tamaño ataque al sentido común y la dignidad de un cuerpo de nuestro ejército que tantas vidas ha dado por defender nuestros derechos.

Todavía no he escuchado a nadie defender a este hombre, espero que no se tarde mucho. Espero también que nadie aproveche esto para volver a pedir la desmilitarización de la Guardia Civil, que no es otra cosa que su desmantelamiento, ya que esta es un cuerpo militar, como tal está compuesto por soldados y aquel que no quiera serlo solo tiene que hacer oposiciones a cualquiera de las policías existentes.

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