La astenia matutino-primaveral me desaparece como por ensalmo, no por efecto del té cargado ni del chorro de agua fría de la ducha, sino por la siguiente frase que me viene del inefable programa de Ana Rosa, uno de los muchos en los que se tritura la actualidad para regurgitarla en nuestros sufridos oídos: “El “merchandising” que ha producido la próxima proclamación de Felipe VI como Rey, se deja ver en las numerosas tiendas de souvenirs; mientras los vecinos “engalonan” los balcones de las calles por donde avanzará la comitiva real”
Pues sí, aunque no sea por falta de galones, no estará de más que doña Rosa (no hablo de Quintana, sino de cualquier doña Rosa) “engalone” sus macetas de geranios con tirabuzones de acetato en su versión rojo y gualda. Hasta la “alcalda” de Madrid lo ha recomendado.
Todo el país “espera con expectación” –diría uno de esos reporteros becarios- ese paseo, no triunfal pero sí muy simbólico, que antaño se hacía en carroza. Pero no están los tiempos para alardes regios ni principescos. El boato, la pompa y la circunstancia, que se las queden los británicos. En nosotros hasta la reverencia con que las damas del PP obsequian a SSMM queda bastante ridícula. Don Juan Carlos y Doña Sofía, con muy buen acuerdo, prescindieron de la corte, con lo que muchos cortesanos “in pectore” se quedaron con un palmo de narices. Algunos de “lo grandes” de aquella época –los que aún estén vivos- acaso se lo hayan perdonado; comprendiendo, quizá, que las mayordomías honoríficas y otras sinecuras palaciegas, pertenecen al antiguo régimen (y no pienso en el de Franco, sino en otro mucho más antiguo).
En fin, en vísperas de la proclamación de Felipe VI (algunos hablan de “coronación”, sin saber todavía que en España no se corona al Rey, sino que lo sancionan las Cortes Generales) creo expresar la opinión de muchos a través de la mía: Con excepción de dos naciones –Francia y Alemania- los países con más alto nivel de vida, mayor participación democrática de los ciudadanos en la “cosa pública” (“res publica”= república) de la Europa actual son monarquías.
¿Por qué no tratar de mejorar lo perfectible en vez de hacer experimentos con fórmulas que no han sido probadas (o sí: en países como Venezuela)?
Creo que ahora más que nunca deberíamos no ser cobayas. Es preciso desarrollar el verdadero sentido crítico.
Y tampoco estaría de más que fuéramos un poco más generosos con quienes sacaron al país del atolladero en un pasado bastante reciente ¿Por qué tendremos esa tendencia a levantar barricadas cada vez que no nos salen las cuentas o nos vienen mal dadas?
Dejemos las “fórmulas magistrales” a los boticarios. Tiempo habrá para consultas; no lo dudo. Pero entretanto creo que a Don Felipe habría que desearle un próspero reinado.
Y, colguemos o no guirnaldas de los balcones el próximo jueves, observemos de cerca a los que dicen luchar contra “la casta” (Porque ya se sabe: “de casta le viene al galgo” y me parece que estos, desde luego, no son podencos).