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Entrevista al escritor Manuel Lacarta

"Hoy el papel del escritor en la realidad social española es residual"

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Manuel Lacarta está estos días presentando su última obra, 'Yo, Lope de Aguirre, rebelde hasta la muerte' (Araña Editorial), en la Feria del Libro de Madrid. Es la historia fidedigna del libertador vascongado del siglo XVI y, a la vez, la de un incierto protagonista que escribe, también él a lo largo de su vida, obsesivamente el libro de la aventura de aquél en el Perú virreinal. Al final, no sabemos quién es quién, pues personaje, escritor y lector se funden en uno solo. Otro tanto acontece con lo “real” y lo “imaginado”; a decir verdad, desconocemos dónde empieza el argumento literario y dónde el suceder cotidiano más actual. No se trata de una novela galdosiana, sino que en ella se cruzan muchas maneras diversas de hacer y entender la literatura: vanguardia y vocación clásica. Si buscáramos un modelo de referencia, sin duda, no sería otro que el Quijote. Con este Aguirre, Manuel Lacarta confirma la trayectoria que nos lo sitúa como uno de los escritores más dignos e independientes del momento actual.

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Te pido, antes de nada, y a propósito de tu último libro, una visión o un resumen de las etapas últimas de nuestra narrativa.
Es muy difícil opinar sin establecer antes un cortafuegos para no quemarnos las cejas con la respuesta. Pero, a pesar de todo, ahí va: Yo, en realidad, creo que desde los años setenta del siglo pasado, el XX, la literatura comercial ha condenado al ostracismo más absoluto a los creadores de algún temperamento. ¡Se acabó la individualidad! ¡Abajo con lo diverso! Todos los libros de poesía, en consecuencia, son el mismo libro de poesía y todas las novelas nos cuentan semejante peli. Si miro atrás, estoy esperando leer de nuevo a un Benjamín Jarnés o poemas como Jacinta la pelirroja, de Moreno Villa. Novelistas como Joaquín Arderíus no han tenido continuación. Escritores como Ciro Bayo o Ramón Gómez de la Serna no han pasado de la categoría de estrafalarios en los manuales de historia de la literatura. Si acaso, Valle-Inclán… Dicho sin nostalgia. Aquella no era mi época. Hablando de lo más reciente, libros tenidos como geniales en las últimas cuatro décadas no pasan de ser sino resultados discretos en temporada de sequía. No significa ello que no se den obras de valía, sino que tenemos que reposar para ver de uno en uno los árboles del bosque. La crítica no se hace desde la inmediatez que nos compromete.

Respecto a la literatura que hoy se hace en España, ¿cuál es tu opinión? ¿Dónde han quedado las vanguardias?
Mediocre. No necesariamente por no ser vanguardista. No necesariamente por no ser clásica. Hay demasiada prisa a la hora de decir algo; incluso, a la hora de no decir nada.

¿Cuál es tu opinión acerca de la “creación social” ¿Cómo ves tu obra más reciente en relación a los movimientos de indignación social surgidos al calor del 15-M.?
Históricamente, refleja su época. Desde luego, Zugazagoitia, Carranque de Ríos, Ciges Aparicio conforman una nómina en los años treinta que enlaza a medio siglo de distancia con los Goytisolo, Hortelano, Marsé, Caballero Bonald, aunque ignoro si los últimos fueron lectores de los primeros. Algunos me consta que no. Respecto a lo otro, yo veo una coincidencia casi total entre los “indignados” últimos y mi obra literaria. No solo en mi Yo, Lope de Aguirre, rebelde hasta la muerte, sino ya en libros de poesía como Reducto (1977) o 34 posiciones para amar a Bambi (1988), cuando algunos de vosotros no habíais nacido. Estamos hablando de algo social, antes que político, y es preciso comprender que el primero es un momento previo siempre al otro. Indudablemente, resulta árido racionalizar de golpe que se protesta contra la mentira, el engaño, la estafa, el fraude, la continuidad a golpe de decreto; pero no de esa forma organizada que pide detrás un líder, una cabeza. Cuando se da esa organización, estamos en otra cosa, y, desde luego, la protesta se desvirtúa, pues se jerarquiza, se concreta. No es espontánea. Sin embargo, yo me pregunto si cabe o no plantarle cara a un sistema presentando un rostro tan poliédrico como es el 15-M. Entiendo que algunos organicen una jerarquía que en su vértice puede dar peligrosamente en más de lo mismo.

¿Crees que el poeta/prosista es una pieza vital, que abre los ojos a la gente o que al menos lo intenta?
No me considero comprendido en esa entelequia romántica, aunque, bien mirado, sí pienso que el poeta debe de acercarse en sus emociones a los demás. Por ahí…

¿Qué es lo que diferencia a Manuel Lacarta de los demás (escritores y cristianos)?
Bueno… De los demás, muy poco. De otros escritores, algunos cosas; según de quiénes. De los cristianos, mi fe. No puedo evitar mirar a estos últimos sino con cara de estupidez. Yo, yo soy quien pone cara de estupidez. No los comprendo; pero eso sí, tampoco tolero su intromisión en mi libertad, su afán beligerante por salvarme, perdonarme, hacerme comulgar con ruedas de molino.

¿Cuándo eras adolescente, soñabas con escribir y poder vivir de ello, estar solo, vivir a tu aire?
¿Es una pregunta interesada? Verás. Cuando era adolescente, solo pensaba en chicas, mujeres; más mujeres, más chicas. Escribía, sí; leía mucho, también. Pero, desde luego, nunca me dije: -“Voy a ser escritor, voy a vivir de eso, “a mi aire”-. Estamos hablando de una tarea extemporánea, un oficio malquisto.

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¿Te queda algún reto por cumplir?
No quedarme nunca atrás. No quiero ser ese que escribió, ese que dijo, ese que salió con Margot hace cuarenta años. Voy a ser ese que escribe, ese que dice, ese que sale con una muchacha rubia de veinte años. También, ese que no engañó a nadie, no prometió nada, nunca quiso ser un Craso, un Midas.

¿Crees que el paso del tiempo te da paz o te da caos?
¿Tengo que elegir?

¿Se puede acudir a ti buscando morbo y provocación?
Yo siempre he sido un provocador, alguien que no guarda la fila. Lo morboso está en que alguien te rasque bajo la pelambre de las barbas.

¿Qué tan beneficioso es para un escritor que su libro sea atacado?
Mercantilmente, las bofetadas de esa índole son buenas. Ahí está además el morbo: qué princesa se deja fotografiar en brazos de qué príncipe. Al margen de eso, las críticas conviene no hacerlas a un lado por costumbre.

Cuéntame un poco sobre Lope de Aguirre...
Era un hombre de los de en medio, ni de los de “arriba” ni de los de “abajo”. Profundamente desengañado, pienso. Vivió las guerras civiles del Perú y proclamó la primera independencia de América anticipándose a Simón Bolívar. Fracasó, pero casi a cien metros de meta.

¿Qué tiene Manuel Lacarta de Lope de Aguirre?
La rebeldía; la insensatez, a veces. Un átomo de lucidez, de individualismo, de locura. Claro que no me siento ni caudillo ni redentor.

¿Qué opinas sobre la barbarie colonial a que se sometió a aquellas vastísimas y solemnes tierras?
Me parece imprescindible rescatar la verdad histórica. No me refiere a la “Leyenda Negra” antiespañola, claro; sino a los hechos constatables que dicen muy poco a favor del descubrimiento, conquista y colonización en Indias. Cierto que proceder como se procedió no es una actuación privativa de los españoles. Masacres y genocidios hubo en toda empresa de semejante signo. No es una disculpa.

¿Hacia dónde va España? ¿Sobrevivirá de nuevo al cataclismo judeomasónico?
Yo eso no lo sé. Creo en la libertad de los individuos, más que en los pueblos; en los vecinos de un bloque de casas, más que en los estados; en dos tipos tomando cervezas y charlando, que en un cónclave de obispos. Algo bueno será de España también en este siglo, sí, pero hay que evitar que trescientos vivan a costa de cuarenta millones.

¿A qué atribuyes el éxito de tu obra? ¿Debe ser/es un escritor, además de lo manuscrito, la prolongación de lo que escribe?
  1. Yo nunca he tenido ese éxito; mi obra, tampoco. A lo otro, pienso que cada cual debería de ser al menos coherente. La verdad es que he conocido mucho cabrón en la vida con una pluma de oro. No entiendo que Cervantes, además describir el Quijote, el Persiles, las Novelas y su teatro, esté obligado a ser un faro de luz que nos ilumine moralmente a todos.

¿Cuál es el papel del escritor en la realidad social española?
Hoy en día, residual. Se ha dejado comer el terreno por las chicas de los show bizness de la tele.

¿En qué medida beneficia a la producción literaria que un gobierno se interese en la industria cultural?
Creo que el “gobierno” debe de amparar la educación, la sanidad, la cultura; nunca tutelar. Eso son malas componendas que llevan al clientelismo.

¿Y entre los jóvenes, adviertes el más mínimo talento?
¡Sí! No es tan difícil dar con él. Ser escritor hoy no es más peliagudo que ser escritor hace veinte, treinta, cuarenta años, y los más jóvenes leen, viajan incluso sin descanso, escriben y se pasan sus cosas en la red. ¿No es verdad? Quizá admiren menos a menos gente, maduren más rápido, se dejen caer antes del árbol. Pero, talento, ¡claro que lo hay!

Genio y Figura.

"Hoy el papel del escritor en la realidad social española es residual"

Entrevista al escritor Manuel Lacarta
Martín Parra
domingo, 15 de junio de 2014, 17:35 h (CET)
Manuel Lacarta está estos días presentando su última obra, 'Yo, Lope de Aguirre, rebelde hasta la muerte' (Araña Editorial), en la Feria del Libro de Madrid. Es la historia fidedigna del libertador vascongado del siglo XVI y, a la vez, la de un incierto protagonista que escribe, también él a lo largo de su vida, obsesivamente el libro de la aventura de aquél en el Perú virreinal. Al final, no sabemos quién es quién, pues personaje, escritor y lector se funden en uno solo. Otro tanto acontece con lo “real” y lo “imaginado”; a decir verdad, desconocemos dónde empieza el argumento literario y dónde el suceder cotidiano más actual. No se trata de una novela galdosiana, sino que en ella se cruzan muchas maneras diversas de hacer y entender la literatura: vanguardia y vocación clásica. Si buscáramos un modelo de referencia, sin duda, no sería otro que el Quijote. Con este Aguirre, Manuel Lacarta confirma la trayectoria que nos lo sitúa como uno de los escritores más dignos e independientes del momento actual.

1400614lacarta2
Te pido, antes de nada, y a propósito de tu último libro, una visión o un resumen de las etapas últimas de nuestra narrativa.
Es muy difícil opinar sin establecer antes un cortafuegos para no quemarnos las cejas con la respuesta. Pero, a pesar de todo, ahí va: Yo, en realidad, creo que desde los años setenta del siglo pasado, el XX, la literatura comercial ha condenado al ostracismo más absoluto a los creadores de algún temperamento. ¡Se acabó la individualidad! ¡Abajo con lo diverso! Todos los libros de poesía, en consecuencia, son el mismo libro de poesía y todas las novelas nos cuentan semejante peli. Si miro atrás, estoy esperando leer de nuevo a un Benjamín Jarnés o poemas como Jacinta la pelirroja, de Moreno Villa. Novelistas como Joaquín Arderíus no han tenido continuación. Escritores como Ciro Bayo o Ramón Gómez de la Serna no han pasado de la categoría de estrafalarios en los manuales de historia de la literatura. Si acaso, Valle-Inclán… Dicho sin nostalgia. Aquella no era mi época. Hablando de lo más reciente, libros tenidos como geniales en las últimas cuatro décadas no pasan de ser sino resultados discretos en temporada de sequía. No significa ello que no se den obras de valía, sino que tenemos que reposar para ver de uno en uno los árboles del bosque. La crítica no se hace desde la inmediatez que nos compromete.

Respecto a la literatura que hoy se hace en España, ¿cuál es tu opinión? ¿Dónde han quedado las vanguardias?
Mediocre. No necesariamente por no ser vanguardista. No necesariamente por no ser clásica. Hay demasiada prisa a la hora de decir algo; incluso, a la hora de no decir nada.

¿Cuál es tu opinión acerca de la “creación social” ¿Cómo ves tu obra más reciente en relación a los movimientos de indignación social surgidos al calor del 15-M.?
Históricamente, refleja su época. Desde luego, Zugazagoitia, Carranque de Ríos, Ciges Aparicio conforman una nómina en los años treinta que enlaza a medio siglo de distancia con los Goytisolo, Hortelano, Marsé, Caballero Bonald, aunque ignoro si los últimos fueron lectores de los primeros. Algunos me consta que no. Respecto a lo otro, yo veo una coincidencia casi total entre los “indignados” últimos y mi obra literaria. No solo en mi Yo, Lope de Aguirre, rebelde hasta la muerte, sino ya en libros de poesía como Reducto (1977) o 34 posiciones para amar a Bambi (1988), cuando algunos de vosotros no habíais nacido. Estamos hablando de algo social, antes que político, y es preciso comprender que el primero es un momento previo siempre al otro. Indudablemente, resulta árido racionalizar de golpe que se protesta contra la mentira, el engaño, la estafa, el fraude, la continuidad a golpe de decreto; pero no de esa forma organizada que pide detrás un líder, una cabeza. Cuando se da esa organización, estamos en otra cosa, y, desde luego, la protesta se desvirtúa, pues se jerarquiza, se concreta. No es espontánea. Sin embargo, yo me pregunto si cabe o no plantarle cara a un sistema presentando un rostro tan poliédrico como es el 15-M. Entiendo que algunos organicen una jerarquía que en su vértice puede dar peligrosamente en más de lo mismo.

¿Crees que el poeta/prosista es una pieza vital, que abre los ojos a la gente o que al menos lo intenta?
No me considero comprendido en esa entelequia romántica, aunque, bien mirado, sí pienso que el poeta debe de acercarse en sus emociones a los demás. Por ahí…

¿Qué es lo que diferencia a Manuel Lacarta de los demás (escritores y cristianos)?
Bueno… De los demás, muy poco. De otros escritores, algunos cosas; según de quiénes. De los cristianos, mi fe. No puedo evitar mirar a estos últimos sino con cara de estupidez. Yo, yo soy quien pone cara de estupidez. No los comprendo; pero eso sí, tampoco tolero su intromisión en mi libertad, su afán beligerante por salvarme, perdonarme, hacerme comulgar con ruedas de molino.

¿Cuándo eras adolescente, soñabas con escribir y poder vivir de ello, estar solo, vivir a tu aire?
¿Es una pregunta interesada? Verás. Cuando era adolescente, solo pensaba en chicas, mujeres; más mujeres, más chicas. Escribía, sí; leía mucho, también. Pero, desde luego, nunca me dije: -“Voy a ser escritor, voy a vivir de eso, “a mi aire”-. Estamos hablando de una tarea extemporánea, un oficio malquisto.

1400614lacarta1
¿Te queda algún reto por cumplir?
No quedarme nunca atrás. No quiero ser ese que escribió, ese que dijo, ese que salió con Margot hace cuarenta años. Voy a ser ese que escribe, ese que dice, ese que sale con una muchacha rubia de veinte años. También, ese que no engañó a nadie, no prometió nada, nunca quiso ser un Craso, un Midas.

¿Crees que el paso del tiempo te da paz o te da caos?
¿Tengo que elegir?

¿Se puede acudir a ti buscando morbo y provocación?
Yo siempre he sido un provocador, alguien que no guarda la fila. Lo morboso está en que alguien te rasque bajo la pelambre de las barbas.

¿Qué tan beneficioso es para un escritor que su libro sea atacado?
Mercantilmente, las bofetadas de esa índole son buenas. Ahí está además el morbo: qué princesa se deja fotografiar en brazos de qué príncipe. Al margen de eso, las críticas conviene no hacerlas a un lado por costumbre.

Cuéntame un poco sobre Lope de Aguirre...
Era un hombre de los de en medio, ni de los de “arriba” ni de los de “abajo”. Profundamente desengañado, pienso. Vivió las guerras civiles del Perú y proclamó la primera independencia de América anticipándose a Simón Bolívar. Fracasó, pero casi a cien metros de meta.

¿Qué tiene Manuel Lacarta de Lope de Aguirre?
La rebeldía; la insensatez, a veces. Un átomo de lucidez, de individualismo, de locura. Claro que no me siento ni caudillo ni redentor.

¿Qué opinas sobre la barbarie colonial a que se sometió a aquellas vastísimas y solemnes tierras?
Me parece imprescindible rescatar la verdad histórica. No me refiere a la “Leyenda Negra” antiespañola, claro; sino a los hechos constatables que dicen muy poco a favor del descubrimiento, conquista y colonización en Indias. Cierto que proceder como se procedió no es una actuación privativa de los españoles. Masacres y genocidios hubo en toda empresa de semejante signo. No es una disculpa.

¿Hacia dónde va España? ¿Sobrevivirá de nuevo al cataclismo judeomasónico?
Yo eso no lo sé. Creo en la libertad de los individuos, más que en los pueblos; en los vecinos de un bloque de casas, más que en los estados; en dos tipos tomando cervezas y charlando, que en un cónclave de obispos. Algo bueno será de España también en este siglo, sí, pero hay que evitar que trescientos vivan a costa de cuarenta millones.

¿A qué atribuyes el éxito de tu obra? ¿Debe ser/es un escritor, además de lo manuscrito, la prolongación de lo que escribe?
  1. Yo nunca he tenido ese éxito; mi obra, tampoco. A lo otro, pienso que cada cual debería de ser al menos coherente. La verdad es que he conocido mucho cabrón en la vida con una pluma de oro. No entiendo que Cervantes, además describir el Quijote, el Persiles, las Novelas y su teatro, esté obligado a ser un faro de luz que nos ilumine moralmente a todos.

¿Cuál es el papel del escritor en la realidad social española?
Hoy en día, residual. Se ha dejado comer el terreno por las chicas de los show bizness de la tele.

¿En qué medida beneficia a la producción literaria que un gobierno se interese en la industria cultural?
Creo que el “gobierno” debe de amparar la educación, la sanidad, la cultura; nunca tutelar. Eso son malas componendas que llevan al clientelismo.

¿Y entre los jóvenes, adviertes el más mínimo talento?
¡Sí! No es tan difícil dar con él. Ser escritor hoy no es más peliagudo que ser escritor hace veinte, treinta, cuarenta años, y los más jóvenes leen, viajan incluso sin descanso, escriben y se pasan sus cosas en la red. ¿No es verdad? Quizá admiren menos a menos gente, maduren más rápido, se dejen caer antes del árbol. Pero, talento, ¡claro que lo hay!

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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