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Cuando el profesorado mira a Europa, muchas veces piensa que desde allí se intenta crear en el sector un sentimiento de 'pobres de solemnidad', como en los primeros años del siglo XX

Destrozos educativos del PP

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Está a punto de terminar el curso académico 2013/14 y estamos en la misma situación que el curso pasado. Hemos empezado con una tremenda reducción de los presupuestos dedicados a educación y, a estas alturas del curso, comprobamos que la administración educativa sigue pasando de la educación pública, aunque ya verán ustedes cómo de cara a 2015 cambiarán muchas cosas, porque es año electoral y porque nuestra 'casta' piensa que el pueblo olvida con facilidad. Pero están equivocados y, si no lo tienen claro, ahí está la 'bofetada' electoral que se ha llevado el Gobierno recientemente. Incluso, la encuesta de ayer indica que el PP bajaría dos puntos si las elecciones se celebraran ahora.

Estamos en una situación en la que el profesorado pierde por todos los lados; da igual que sean funcionarios, interinos o contratados. Todos han visto recortados sus salarios de forma brutal desde que el PP llegó al poder. Hay una pérdida de poder adquisitivo de alrededor de un 27,3% con respecto a otros trabajadores y otros sectores. Si bien la 'casta' que nos gobierna no quiere reconocer ese dato, lo cierto es que lo pagarán no tardando. ¿Apostamos?

Por otra parte, en los tres últimos cursos hemos presenciado un destrozo de plantillas sin precedentes. No se ha hecho caso a los equipos directivos de los centros educativos y sí a otras instancias de la administración educativa que se pasan el día rellenando cuadritos, estadísticas y casillas varias. Incluso, muchos de quienes pretenden planificar la educación (y la lían como siempre) no han pisado en su vida en una clase con 35 discentes y, a veces, más. De ello doy fe por lo que compruebo en el día a día.

Presenciamos un recorte en becas, en inversión, en convocatorias de empleo público y un largo etcétera. Todo lo achacan a la crisis, como si el sector docente fuera el culpable de la dejadez y desidia que alumbra al MECD y a las Consejerías de Educación de las comunidades autónomas. Tan solo excluyo de la planificación de grandes insensateces y estupideces a la Comunidad Foral de Navarra. Y no hay más excepciones. Doy fe de ello porque lo vengo demostrando desde hace dos años.

Otra prueba de la desidia ministerial es que no ha escuchado a la comunidad educativa, además de pasarse por el 'arco del triunfo' la opinión de la ciudadanía: lo mismo ha despreciado al profesorado que menospreciado las manifestaciones contra la LOMCE y contra el desarrollo y aprobación de esa. Nos toman el pelo desde el MECD y desde las Consejerías y, además, nos menosprecian y nos hacen de menos con su hipocresía política, mediática y con su enquistamiento propio de una 'casta' que no reacciona ante estímulos negativos y que se encuentra parapetada tras los lujos, los abusos, las prebendas y el provecho propio.

Si a todo eso añadimos el mal trato recibido por parte de FMI, UE y otros organismos internacionales de matiz recortador, pues entonces estamos ante una necesidad de cambio social urgente y ante la necesidad de trocear el bipartidismo. Cuando el profesorado mira a Europa, muchas veces piensa que desde allí se intenta crear en el sector un sentimiento de 'pobres de solemnidad', como en los primeros años del siglo XX. Y si no atamos corta a la 'casta', corremos el riesgo de ser esos pobres de solemnidad a los que -- sin haber creado ni participado en la agudización de la crisis-- se nos culpa de ello y de muchas otras cuestiones peores.

No es de recibo que se pueda llegar a pensar que el profesorado es como la gata Flora. Y tampoco como aquella huelguista confusa de la izquierda radical que, ante una manifestación convocada, se presentó con veinte pancartas y veinte preservativos y, al ser preguntada por otras manifestantes, dijo que se había liado y que no sabía si es que iban a montar un follón o a follar un montón. Perdón por el exceso lingüístico, pero a veces lo gráfico es más expresivo y comprensible.

Destrozos educativos del PP

Cuando el profesorado mira a Europa, muchas veces piensa que desde allí se intenta crear en el sector un sentimiento de 'pobres de solemnidad', como en los primeros años del siglo XX
Jesús  Salamanca
jueves, 12 de junio de 2014, 20:20 h (CET)
Está a punto de terminar el curso académico 2013/14 y estamos en la misma situación que el curso pasado. Hemos empezado con una tremenda reducción de los presupuestos dedicados a educación y, a estas alturas del curso, comprobamos que la administración educativa sigue pasando de la educación pública, aunque ya verán ustedes cómo de cara a 2015 cambiarán muchas cosas, porque es año electoral y porque nuestra 'casta' piensa que el pueblo olvida con facilidad. Pero están equivocados y, si no lo tienen claro, ahí está la 'bofetada' electoral que se ha llevado el Gobierno recientemente. Incluso, la encuesta de ayer indica que el PP bajaría dos puntos si las elecciones se celebraran ahora.

Estamos en una situación en la que el profesorado pierde por todos los lados; da igual que sean funcionarios, interinos o contratados. Todos han visto recortados sus salarios de forma brutal desde que el PP llegó al poder. Hay una pérdida de poder adquisitivo de alrededor de un 27,3% con respecto a otros trabajadores y otros sectores. Si bien la 'casta' que nos gobierna no quiere reconocer ese dato, lo cierto es que lo pagarán no tardando. ¿Apostamos?

Por otra parte, en los tres últimos cursos hemos presenciado un destrozo de plantillas sin precedentes. No se ha hecho caso a los equipos directivos de los centros educativos y sí a otras instancias de la administración educativa que se pasan el día rellenando cuadritos, estadísticas y casillas varias. Incluso, muchos de quienes pretenden planificar la educación (y la lían como siempre) no han pisado en su vida en una clase con 35 discentes y, a veces, más. De ello doy fe por lo que compruebo en el día a día.

Presenciamos un recorte en becas, en inversión, en convocatorias de empleo público y un largo etcétera. Todo lo achacan a la crisis, como si el sector docente fuera el culpable de la dejadez y desidia que alumbra al MECD y a las Consejerías de Educación de las comunidades autónomas. Tan solo excluyo de la planificación de grandes insensateces y estupideces a la Comunidad Foral de Navarra. Y no hay más excepciones. Doy fe de ello porque lo vengo demostrando desde hace dos años.

Otra prueba de la desidia ministerial es que no ha escuchado a la comunidad educativa, además de pasarse por el 'arco del triunfo' la opinión de la ciudadanía: lo mismo ha despreciado al profesorado que menospreciado las manifestaciones contra la LOMCE y contra el desarrollo y aprobación de esa. Nos toman el pelo desde el MECD y desde las Consejerías y, además, nos menosprecian y nos hacen de menos con su hipocresía política, mediática y con su enquistamiento propio de una 'casta' que no reacciona ante estímulos negativos y que se encuentra parapetada tras los lujos, los abusos, las prebendas y el provecho propio.

Si a todo eso añadimos el mal trato recibido por parte de FMI, UE y otros organismos internacionales de matiz recortador, pues entonces estamos ante una necesidad de cambio social urgente y ante la necesidad de trocear el bipartidismo. Cuando el profesorado mira a Europa, muchas veces piensa que desde allí se intenta crear en el sector un sentimiento de 'pobres de solemnidad', como en los primeros años del siglo XX. Y si no atamos corta a la 'casta', corremos el riesgo de ser esos pobres de solemnidad a los que -- sin haber creado ni participado en la agudización de la crisis-- se nos culpa de ello y de muchas otras cuestiones peores.

No es de recibo que se pueda llegar a pensar que el profesorado es como la gata Flora. Y tampoco como aquella huelguista confusa de la izquierda radical que, ante una manifestación convocada, se presentó con veinte pancartas y veinte preservativos y, al ser preguntada por otras manifestantes, dijo que se había liado y que no sabía si es que iban a montar un follón o a follar un montón. Perdón por el exceso lingüístico, pero a veces lo gráfico es más expresivo y comprensible.

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