Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Contar por no callar
La Corona cambia de cabeza

El adiós de un rey cansado

|

Definitivamente a los Borbones hay veces en que las elecciones no les son nada propicias a pesar de que ni alcanzaron el cargo por medio de las urnas ni lo han mantenido sometiéndose a la voluntad popular. En Abril de 1931 unas elecciones municipales derrocaron a Alfonso XIII, abuelo del hasta ahora rey de España, y 83 años más tarde el resultado de otras elecciones, esta europeas, han precipitado la abdicación de Juan Carlos I para dar paso a su hijo Felipe dispuesto a reinar con el nombre de Felipe VI.

La Monarquía española nacida de la ilegitimidad del franquismo, no olvidemos que fue el dictador Franco quien nombró a Juan Carlos su sucesor al frente de la Jefatura del Estado español, no fue cuestionada en los años de la llamada Transición. En aquellos años los perdedores de la guerra civil olvidaron muchas cosas y a cambio de las libertades que, tras la muerte del dictador, asomaban por el cercano horizonte los partidos de izquierda dieron su brazo a torcer en demasiadas cosas. Durante aquellos primeros años, y a veces parece que todavía sigue todo igual, la policía política del franquismo siguió en las comisarias, los jueces seguían vistiendo la toga y las mismas ideas que lucieron durante los largos y negros años en que Franco mandó sobres vidas y haciendas, la Administración siguió dominada por el funcionariado que había jurado fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento y en las salas de bandera de los cuarteles se siguió durante años venerando al que los milicos llamaban su Caudillo. La izquierda cedió en casi todo, unos, como el PSOE, abandonaron el marxismo y otros como el PCE arrinconaron la bandera republicana para envolverse en los colores rojigualdas de la nueva bandera constitucional.

Y ahora todos aquellos sacrificios la prensa laudatoria de la Monarquía los olvida y atribuye tan sólo a una persona, el rey Juan Carlos I, el haber traído la paz y las libertades a los españoles. Una restauración monárquica por la que nunca se preguntó a los españoles aunque ahora algunos interesadamente afirmen que al aprobar la Constitución intrínsecamente quedaba aprobada la forma del Estado constituido en Reino y, naturalmente, bajo la égida de la dinastía borbónica. Aquella Constitución, redactada bajo las amenazas que llegaban desde los altos mandos del Ejército, todavía franquista, es muy difícil de reformar, ya se encargaron los partidos políticos del momento en dejar para la posteridad toda una serie de dificultades por si a alguien se le ocurría querer tocar alguna de las partes importantes de la misma. Hoy una gran mayoría de españoles no votó aquella Constitución, no tenían edad para hacerlo, y están en su perfecto derecho de no considerarla como propia, como de no considerar como rey propio a alguien que les fue impuesto por decreto de la mano de un dictador.

El Rey se ha ido, y lo ha hecho cuando la Monarquía está en las horas más bajas de su reinado, los españoles valoran la institución monárquica con una nota media de 3,7, (2,4 en Catalunya y 1,7 en Euskadi y Navarra) suspenso total que se viene repitiendo desde hace algún tiempo. Los españoles no tienen en buen concepto a la Monarquía y sus representantes, se lo han ganado a pulso con sus maneras de actuar, negocios sucios y presunta corrupción del yerno del Rey y cacerías y amoríos del monarca cuando en España hay gente que no puede dar de comer a sus hijos. Ante este panorama y su estado de salud, agravado en los últimos tiempos, Juan Carlos I ha decidido que éste era el momento de decir adiós y lo ha hecho justo después de unas elecciones que han roto el bipartidismo de PP y PSOE y en las que han aparecido con fuerza partidos políticos nada proclives a la defensa de las prebendas de monarcas y poderosos.

Por eso el Rey de acuerdo con los dos máximos dirigentes del PP y del PSOE ha decidido que ahora es el momento de abdicar, no puede esperar a hacerlo cuando tal vez dentro de poco tiempo la composición del Parlamento español no sea tan propicia como lo es en estos momentos a la continuidad de la Monarquía. De ahí las prisas para acelerar el proceso de toma de posesión del nuevo monarca, un Felipe VI que tendrá que tener mucha mano izquierda para lidiar con lo que se le viene encima si quiere salvar y recuperar el maltrecho prestigio de la institución monárquica. El futuro rey se va a encontrar cogido entre dos fuegos, por un lado las ansias de votar de los catalanes su derecho a la soberanía y por otro el deseo más patente que nunca de miles de ciudadanos españoles que quieren ser parte en este proceso y desean votar en un referéndum entre la Monarquía y la República como forma de estado para España. Celebrar ambas votaciones sería una muestra de que nuevas maneras de gobernar han llegado a Zarzuela con Felipe VI al tiempo que un paso para legitimizarle ya que a él sí que nadie le ha votado para ocupar la más alta instancia del Estado.

Los regímenes monárquicos por muy modernos que quieran parecer son una institución obsoleta a estas alturas del siglo XXI, nada legitima que el simple ADN sea suficiente para ocupar el cargo de Jefe de Estado de un país durante toda la vida. Al menos a un Presidente de República se le elige y si lo hace mal al final de su mandato se le puede cambiar, a un Rey hay que pagarlo durante toda la vida, sostener a la Monarquía es una larga hipoteca que los españoles llevan ya muchos años pagando, tal vez ha llegado el momento de dejarles opinar. A un demócrata las urnas no deben darle miedo y quiero pensar que el futuro Rey lo es y aunque alguien me dirá que el Rey reina pero no gobierna la verdad es que sus deseos son órdenes para algunos, la prueba es que Rajoy y Rubalcaba le han preparado una abdicación y una entronización a la medida.

El adiós de un rey cansado

La Corona cambia de cabeza
Rafa Esteve-Casanova
miércoles, 4 de junio de 2014, 07:27 h (CET)
Definitivamente a los Borbones hay veces en que las elecciones no les son nada propicias a pesar de que ni alcanzaron el cargo por medio de las urnas ni lo han mantenido sometiéndose a la voluntad popular. En Abril de 1931 unas elecciones municipales derrocaron a Alfonso XIII, abuelo del hasta ahora rey de España, y 83 años más tarde el resultado de otras elecciones, esta europeas, han precipitado la abdicación de Juan Carlos I para dar paso a su hijo Felipe dispuesto a reinar con el nombre de Felipe VI.

La Monarquía española nacida de la ilegitimidad del franquismo, no olvidemos que fue el dictador Franco quien nombró a Juan Carlos su sucesor al frente de la Jefatura del Estado español, no fue cuestionada en los años de la llamada Transición. En aquellos años los perdedores de la guerra civil olvidaron muchas cosas y a cambio de las libertades que, tras la muerte del dictador, asomaban por el cercano horizonte los partidos de izquierda dieron su brazo a torcer en demasiadas cosas. Durante aquellos primeros años, y a veces parece que todavía sigue todo igual, la policía política del franquismo siguió en las comisarias, los jueces seguían vistiendo la toga y las mismas ideas que lucieron durante los largos y negros años en que Franco mandó sobres vidas y haciendas, la Administración siguió dominada por el funcionariado que había jurado fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento y en las salas de bandera de los cuarteles se siguió durante años venerando al que los milicos llamaban su Caudillo. La izquierda cedió en casi todo, unos, como el PSOE, abandonaron el marxismo y otros como el PCE arrinconaron la bandera republicana para envolverse en los colores rojigualdas de la nueva bandera constitucional.

Y ahora todos aquellos sacrificios la prensa laudatoria de la Monarquía los olvida y atribuye tan sólo a una persona, el rey Juan Carlos I, el haber traído la paz y las libertades a los españoles. Una restauración monárquica por la que nunca se preguntó a los españoles aunque ahora algunos interesadamente afirmen que al aprobar la Constitución intrínsecamente quedaba aprobada la forma del Estado constituido en Reino y, naturalmente, bajo la égida de la dinastía borbónica. Aquella Constitución, redactada bajo las amenazas que llegaban desde los altos mandos del Ejército, todavía franquista, es muy difícil de reformar, ya se encargaron los partidos políticos del momento en dejar para la posteridad toda una serie de dificultades por si a alguien se le ocurría querer tocar alguna de las partes importantes de la misma. Hoy una gran mayoría de españoles no votó aquella Constitución, no tenían edad para hacerlo, y están en su perfecto derecho de no considerarla como propia, como de no considerar como rey propio a alguien que les fue impuesto por decreto de la mano de un dictador.

El Rey se ha ido, y lo ha hecho cuando la Monarquía está en las horas más bajas de su reinado, los españoles valoran la institución monárquica con una nota media de 3,7, (2,4 en Catalunya y 1,7 en Euskadi y Navarra) suspenso total que se viene repitiendo desde hace algún tiempo. Los españoles no tienen en buen concepto a la Monarquía y sus representantes, se lo han ganado a pulso con sus maneras de actuar, negocios sucios y presunta corrupción del yerno del Rey y cacerías y amoríos del monarca cuando en España hay gente que no puede dar de comer a sus hijos. Ante este panorama y su estado de salud, agravado en los últimos tiempos, Juan Carlos I ha decidido que éste era el momento de decir adiós y lo ha hecho justo después de unas elecciones que han roto el bipartidismo de PP y PSOE y en las que han aparecido con fuerza partidos políticos nada proclives a la defensa de las prebendas de monarcas y poderosos.

Por eso el Rey de acuerdo con los dos máximos dirigentes del PP y del PSOE ha decidido que ahora es el momento de abdicar, no puede esperar a hacerlo cuando tal vez dentro de poco tiempo la composición del Parlamento español no sea tan propicia como lo es en estos momentos a la continuidad de la Monarquía. De ahí las prisas para acelerar el proceso de toma de posesión del nuevo monarca, un Felipe VI que tendrá que tener mucha mano izquierda para lidiar con lo que se le viene encima si quiere salvar y recuperar el maltrecho prestigio de la institución monárquica. El futuro rey se va a encontrar cogido entre dos fuegos, por un lado las ansias de votar de los catalanes su derecho a la soberanía y por otro el deseo más patente que nunca de miles de ciudadanos españoles que quieren ser parte en este proceso y desean votar en un referéndum entre la Monarquía y la República como forma de estado para España. Celebrar ambas votaciones sería una muestra de que nuevas maneras de gobernar han llegado a Zarzuela con Felipe VI al tiempo que un paso para legitimizarle ya que a él sí que nadie le ha votado para ocupar la más alta instancia del Estado.

Los regímenes monárquicos por muy modernos que quieran parecer son una institución obsoleta a estas alturas del siglo XXI, nada legitima que el simple ADN sea suficiente para ocupar el cargo de Jefe de Estado de un país durante toda la vida. Al menos a un Presidente de República se le elige y si lo hace mal al final de su mandato se le puede cambiar, a un Rey hay que pagarlo durante toda la vida, sostener a la Monarquía es una larga hipoteca que los españoles llevan ya muchos años pagando, tal vez ha llegado el momento de dejarles opinar. A un demócrata las urnas no deben darle miedo y quiero pensar que el futuro Rey lo es y aunque alguien me dirá que el Rey reina pero no gobierna la verdad es que sus deseos son órdenes para algunos, la prueba es que Rajoy y Rubalcaba le han preparado una abdicación y una entronización a la medida.

Noticias relacionadas

Cuando nos encontramos en época de elecciones, los políticos aparecen totalmente sonrientes ante sus seguidores. Se trata de una tónica general. En el momento en que entran al lugar donde se celebra el mitin, todos comienzan a aplaudir como si no hubiera un mañana. Los ponentes y los asistentes exhiben una amplia sonrisa “profidén”.

La llegada del Partido Popular y de Vox a las instituciones valencianas está suponiendo un arrinconamiento de muchas de las cosas que se habían logrado en las dos legislaturas que PSOE y Compromís estuvieron al frente de la Generalitat y, especialmente, del Ayuntamiento  de València, la capital del País.

¿Qué grupo social podemos considerar como el más elemental? La familia. En la familia, el ser humano “desde su nacimiento se encuentra inmerso en él y es ahí donde vive y desarrolla las experiencias y habilidades que servirán como base para la vida en todos los ámbitos de su existencia”.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto